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Hans Holbein el joven. La danza de la muerte |
Estando casi por terminar el gobierno de la Presidenta Bachelet,
se puede afirmar que lo que se anunció como el inicio de un Nuevo Ciclo, es un
proceso irreversible.
Dos nuevos fenómenos lo caracterizan.
El primero de ellos, es el fin de la política de los
consensos y el acuerdo de dos bloques mayoritarios que actuaron durante todo el
proceso de transición a la democracia, como protagonistas exclusivos de lo que
se conoció como “democracia de los acuerdos”.
Ello se ha manifestado a lo largo de todo el período presidencial
en la tramitación de las leyes enviadas al Parlamento, las que en varias
ocasiones han terminado en el TC por la imposibilidad de la derecha de
obstaculizarlas en él o en el mejor de los casos, lograr un acuerdo que la
favorezca para aprobarlas.
También por la posibilidad de que sectores políticos emergentes, y otros hasta
hoy excluidos, tengan representación parlamentaria, posibilidad que el
binominalismo y la política de los consensos frustró por mucho tiempo, lo que
constituyó una de las principales banderas del Partido Comunista en los años 90
del siglo pasado.
El segundo es el despliegue de un movimiento de masas y una
opinión pública crítica, como no se había visto en los últimos veinticinco
años.
Lo que entonces aparecía incuestionable e incuestionado -en primer
lugar la prioridad de lo "técnico" que en realidad era la primacía
del neoliberalismo económico por sobre lo político, uno de los tópicos
preferidos de los editorialistas de El Mercurio- hoy en día es materia de
debate en el sistema político, en la prensa, la academia y las organizaciones
sociales.
Ello gracias a la irrupción de la lucha de masas del 2011 en adelante, y en
diversos frentes -educacional, ambiental, laboral, de género-.
El gran debate es acerca de la desigualdad: su origen, sus
manifestaciones y la forma de enfrentarla. Hasta la derecha se ve en la
obligación de abordarlo.
Otro fenómeno inesperado y que ha servido de acicate para la profundización de
estas tendencias características del Nuevo Ciclo, es el público conocimiento de
las prácticas abusivas e inmorales de las grandes empresas, así como de las
íntimas relaciones entre éstas y conspicuos políticos, especialmente de la derecha
y el gobierno de Piñera.
Durante este período estallan los casos CASCADAS, PENTA, CAVAL, SQM; se hace
público el rol de las grandes empresas en el trámite de la Ley de Pesca y el
royalty minero, entre otros. Los casos de colusión en el mercado de la carne de
pollo, las farmacias, la leche, el papel tissue; los abusos que se cometen con
las tarjetas de crédito de las casas comerciales.
A las críticas al lucro en el sistema educativo, se suman ahora, además,
las grandes movilizaciones en contra del sistema de AFP.
También al marco legal que regula las relaciones entre trabajadores y
empleadores. Más allá de las críticas maximalistas por lo acotado de la reforma
laboral del Gobierno, ésta provocó un fuerte debate político y académico; dos
paros nacionales; un aumento de las huelgas y cambios en las estrategias, tanto
empresariales como de los sindicatos, para enfrentarlas.
Por estas razones, hoy en día ni la sociedad ni el sistema político son lo
mismo que hace cinco años atrás y quien sostenga que nada ha cambiado, sólo
demuestra su ignorancia o sobreideologización.
El Nuevo Ciclo es entonces una intensa lucha por la hegemonía. Por la reforma
política, económica y social. Por la dirección del país. No es todavía la
superación del neoliberalismo. Pero sí una expresión de su pérdida de
legitimidad y del consenso que generaba entre los sectores hegemónicos de la
sociedad.
Qué es lo que lo ha hecho posible. En primer
lugar, la crisis del sistema financiero, que en realidad se arrastra desde el
2008 incluso.
En
segundo lugar, la ola de movilizaciones que diferentes sectores sociales
protagonizan desde el 2006 en adelante.
Las
contradicciones que cruzaban internamente desde siempre a las coaliciones que
protagonizaron la democracia de los acuerdos y que se manifestaron con mayor
fuerza a partir de entonces.
La
denuncia permanente por parte de la izquierda y el movimiento sindical del
carácter del sistema de pensiones, la entrega de nuestras riquezas básicas a
las empresas privadas y transnacionales; la privatización de servicios básicos como
el agua potable y la electricidad y derechos sociales como la educación, la
seguridad social y la salud.
La
convergencia del centro y la izquierda en un programa de reformas mínimas al
sistema, proceso que se venía desarrollando incluso antes de que surgiera la NM
en el movimiento sindical y la CUT.
La
conquista de un Gobierno que se propone reformas postergadas por más de
veinticinco años pero que expresan precisamente estas aspiraciones de la
sociedad y las contradicciones latentes del sistema político.
El
surgimiento de una izquierda que en parte es la prolongación de sectores dispersos
en los noventa y que se desgajan de la Concertación de Partidos por la
Democracia.
El Nuevo
Ciclo se va a prolongar sea quien sea electo en diciembre.
En
primer lugar porque el fin del binominalismo demolió las bases para una
política basada en el entendimiento de dos bloques. Una vuelta a la política de
los consensos es imposible.
En el
mejor de los casos, los sectores que la protagonizaron en los noventa podrán tratar
de configurar un bloque “liberal” o alguna cosa por el estilo.
Sin
embargo, el factor de representación proporcional en el futuro Parlamento va a
hacer que sea sólo uno más –incluso aunque fuera mayoritario- entre otros
varios.
En
segundo lugar porque la movilización de masas presumiblemente se va a
incrementar en el futuro. Una, por profundizar lo ya avanzado en este período o
en el peor de los casos –que es el triunfo de la derecha-, para defenderlo.
Incluso quienes hoy critican su insuficiencia se verán conminados a hacerlo.
En
tercer lugar, porque la posibilidad de
una convergencia de la izquierda en el corto plazo, en caso de proyectarse,
genera condiciones para profundizar y fortalecer la unidad del pueblo, que ha
sido clave en todos los procesos demoratizadores de América Latina en los
últimos veinte años. También en Chile.
No es
solamente la posibilidad de elegir a un presidente y un nuevo parlamento en la
próxima elección. Son las condiciones de continuidad del Nuevo Ciclo inaugurado
en el período de la presidenta Bachelet lo que está en juego.
Realizar
reformas al sistema de pensiones; lograr una nueva constitución; fortalecer la
salud pública; profundizar la reforma educacional y laboral. Diversificar la
matriz productiva.
No
es necesario esperar la segunda vuelta.
Ni son necesarias tampoco declaraciones aparatosas para comenzar. Sólo
voluntad política. Como dijo Lagos respecto del crecimiento económico y su
defensa de los intereses empresariales, “lo demás es música".