miércoles, 17 de diciembre de 2025

Soy del pueblo, pueblo soy

Pieter Bruegel. Danza campesina. 1568


Dos millones de votos, alrededor de diez y seis puntos de diferencia, son la derrota más apabullante que le haya propinado la derecha a la izquierda. La de Kast es también la mejor votación que haya obtenido en toda su historia. Se trata de un fenómeno más o menos extraordinario pero que debe tener causas materiales, y no solo emocionales o de un psicologismo superficial ni de una sociología de divulgación, resumido en el concepto "facho pobre" o "ciudadano mall".

La diferencia es obscena, especialmente considerando que "el país no se cae a pedazos" y el gobierno saliente tiene un conjunto de realizaciones que beneficiaron a trabajadores y trabajadoras y al pueblo que supusimos suficientes como para disputar la frontera entre la reacción y los demócratas. Claramente nos equivocamos y esa frontera estaba en otra parte que parecemos no ver.

De hecho, la retórica "milenarista" de Kast y la ultraderecha -la que incluso sonrojaba a la derecha tradicional- tuvo efecto. Y ese efecto no podría ser el resultado únicamente de la manipulación de los medios -aunque también fuera uno de los factores que lo explica-.

El hecho de que prácticamente intacta, la votación de Parisi se trasladara al candidato de ultraderecha es una demostración de que el resultado de la elección expresa algo todavía más profundo de lo que la ingeniería electoral puede explicar. En efecto, supusimos que en la disputa de ese veinte por ciento estaba la posibilidad de dar vuelta el resultado que aritméticamente era predecible, ello en base a pura voluntad y adaptación a sus inclinaciones reinterpretándolas a la rápida tratando de darles un sentido progresista.

Sin embargo, pese a su oportunista cambio de tono y estilo, su insistencia majadera en que representa al cambio, aun sosteniendo las mismas banderas aplicadas en los años de predominio del neoliberalismo, aunque en una versión remasterizada y que recuerda más la versión original de los ochenta que a su glamorosa apariencia noventera, fue suficiente para seducir a ese veinte por ciento, sin considerar que ya las votaciones de Kaiser y Matthei lo expresaban de uno u otro modo.

En primer lugar, que la distancia de la izquierda de la sociedad real es más grande de lo que suponía y no tiene que ver con las RRSS ni con fenómenos emergentes de los que no estaría dando cuenta como la inmigración, la proliferación de la delincuencia y el narcotráfico, etc. Así como tampoco lo era la agenda de la diversidad hace veinte o treinta años, en que el medioambiente y los derechos de las divergencias sexogenéricas vinieron a enriquecer su acervo doctrinario, político y cultural sin haberla delimitado en forma definitiva.

Tratando de adaptarse, de esta manera, a los cambios de la sociedad sin someterlos a un cuestionamiento de su significado social y político, ha ido perdiendo su poder y vocación de negar su presunta naturalidad y por lo tanto, su vocación crítica y transformadora.

En efecto, su burocratización en las tareas de administración del Estado y en su relación con el pueblo no es un fenómeno nuevo ni solamente el resultado de deformaciones doctrinarias o morales. El caudillismo; el exceso de reunionitis y formalismos insípidos; etc. son expresiones de esta falta de vocación de poder y transformación en que los ritos, la discusión bizantina y un intelectualismo snob; los procedimientos burocráticos y el funcionamiento, se transformaron en fines que se expresan luego en un electoralismo vacío pues no manifestaba, excepto ocasionalmente, un sentido de transformación. De esa manera, la apropiación del cambio por parte de la derecha, por muy demagógica que fuera su utilización, no fue algo que diera origen siquiera a una discusión ideológica, teórica o doctrinaria con ésta por parte de la izquierda.

No se trataba, en este sentido, sólo de rebatir el contenido demagógico del discurso catastrofista de la derecha y de Kast. Hacerlo tenía sentido entre algunos sectores de clase media más ilustrados y de trabajadores con contrato, pero al trabajador informal, el que ni siquiera tiene un salario, empleo fijo, al “emprendedor” que vive en la precariedad, pero no llega a fin de mes y quiere consumir sí que le hacía sentido. Son como tres millones de trabajadores informales, microemprendedores, que van desde el que vende a la cola de la feria hasta el que arregla algo en la esquina o vende tortas en la villa.

No será con más o mejores explicaciones que la izquierda vaya a ganarse a ese sector del pueblo. No será con más reuniones ni menos con pretensiones de superioridad moral. Como dice la canción de Carlos Puebla, “soy del pueblo, pueblo soy y adonde me lleva el pueblo voy”; es interpretando y siendo parte de sus anhelos de cambio para todos y todas, y no solamente desde la sola defensa de lo avanzado en los últimos años que la izquierda volverá a identificarse con éste y ser un factor efectivo de transformación social.


miércoles, 10 de diciembre de 2025

Empate moral


Juna Gris. Tablero de ajedrez y cartas, 1915

Los titulares de todos los medios tradicionales, escritos y digitales, y la noche del debate, los comentarios de opinólogos de ocasión y gurús mediáticos que son los que modelan la opinión pública al día siguiente, hablaban de la agresividad de los candidatos y la falta de propuestas en el debate organizado por ANATEL.

 

Bueno, puede parecer ingenuo esperar otra cosa, pero más que comentar el contenido de la noticia, en este caso el último debate presidencial y lo que en él se discutió o no se discutió y podría ayudar a ciudadanas y ciudadanos a tomar una decisión informada y libre en las elecciones, lo que ha venido después de éste es una sarta de lugares comunes, frases hechas e intentos desesperados por ocultarlo. 

 

Se centran los comentarios en el tono confrontacional y la ausencia de propuestas. Incluso algunos llegan a declarar que en realidad no se notaron diferencias entre los candidatos, dando a entender que sería casi lo mismo votar por uno que por otro. Es la típica operación ideológica que cumplen los medios para hacer creer a la opinión pública que el orden de cosas actual es poco menos que natural y que no existen alternativas.

 

Por cierto, de esa manera las escurridizas respuestas del candidato de ultraderecha a los permanentes emplazamientos para que explicara las contradicciones entre su programa escrito y sus declaraciones o las de sus voceros, pasan desapercibidas porque lo que vaya a hacer en caso de ganar, no es un tema para reflexionar ni tampoco las motivaciones de principio que lo llevan a sostener las brutalidades que postula. 

 

Otra cosa son sus insólitas interpretaciones de lo que pasa en las redes sociales y el ciberespacio, todavía más abstracto, dominado por el algoritmo y aparentemente autónomo de la realidad social. Las interpretaciones que hacían en la noche del debate no decían nada acerca de lo que se discutía....o no se discutía.

 

El titular de todos los medios es más o menos el siguiente: el debate fue confrontacional, no se debatieron ideas y en ese sentido José Antonio Kast es más o menos lo mismo que Jeanette Jara. Como si su biografía y trayectoria no existiera y fueran una especie de extraterrestres que vienen a disputar la Presidencia de la República no se sabe por qué motivo.

 

Interpretación que le viene de perillas al utraderechista. No contestó a ninguno de los emplazamientos que se le hicieron y lo que es peor, no dijo ni en media palabra, en qué consiste el plan de ajuste brutal que pretende implementar; sus motivaciones ni quienes serían sus beneficiarios. Quizás el único mérito que se le puede reconocer es su capacidad de ocultarse.

 

Los comentaristas del medio, cuya ocupación consiste aparentemente en parafrasear solamente o realizar un parloteo insulso, tampoco lo señalan ni se lo cuestionan y repiten la vieja cantinela de la importancia de mantener las formas, sin siquiera molestarse en señalar que el candidato de ultraderecha, además de no decir nada relevante cuando se le preguntaba, ha defendido a individuos que violaron a pisioneras políticas, aplicaron tormentos terribles a detenidos que estaban bajo su responsabilidad antes de hacerlos desaparecer; o que cuando derogue, si es que puede, todo lo avanzado en materia previsional, los ancianos tendrán que irse a vivir con sus hijos e hijas; o que va a separar a niños y niñas migrantes de sus familias; condenar a jóvenes y niños que no tengan el privilegio de ser seleccionados en colegios "de excelencia" o los de su preferencia, a conformarse con servicios focalizados que es lo único que en su concepto es responsabilidad del Estado, que a los únicos puestos de trabajo a los que podrán optar chilenos y chilenas bajo su gobierno -especialmente quienes hoy en día sobreviven en la precariedad-, son empleos inestables, mal remunerados o cuya remuneración depende de la capacidad de estos de renunciar a sus derechos, etc. Una letanía de barbaridades asumidas por un periodismo venal, con toda naturalidad.

 

Obviamente ese empate moral por el que pretende imponerse la desesperanza; la apatía e indiferencia frente al futuro, es y ha sido el principal enemigo de las ideas progresistas y de izquierda en los últimos treinta años. Luego del triunfo del domingo serán mejores precisamente las posibilidades de derrotarlo y abrir cauce a una profundización de la reforma política y social. Es exactamente a lo que le teme la derecha y las clases beneficiadas por la desigualdad y el autoritarismo en la actualidad. Y como lo hizo Trump el 6 de enero de 2021 o Bolsonaro en Brasilia el 8 de enero de 2023, es posible que no lo reconozca o que intente entorpecer, y lo logre aunque sea momentáneamente, la asunción del nuevo gobierno buscando debilitarlo antes de comenzar. Ya en la primera vuelta planteó su desconfianza en la transparencia de las elecciones.

 

La unidad de la izquierda se fortalecerá y la ampliación del arco de fuerzas progresistas que pujan por estas, se ampliará. Las esperanzas del pueblo serán más y más optimistas. Las posibilidades de abrir cauce a la participación popular mejores. La historia le da al pueblo una nueva oportunidad. De la audacia de sus dirigentes; su unidad y su movilización depende que esta no se malogre.


lunes, 24 de noviembre de 2025

La tierra y el hombre en el siglo XXI



Juan Domingo Dávila. Simón Bolívar. 2018



La próxima segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 14 de diciembre, va a ser determinante para el futuro del país y también del resto de América Latina.

 

No es la sola confrontación de dos grupos políticos que proponen diversas concepciones políticas y sociales. Se trata de la vieja contradicción entre una oligarquía que ha gobernado el país desde hace siglos y que ha frustrado en forma reiterada las posibilidades de desarrollo que se le han presentado y que favorecerían al pueblo, para privilegiar siempre sus intereses por sobre los del país.

 

Es lo que describe Luis Emilio Recabarren en una serie de artículos titulados "La tierra y el hombre", publicados en El proletario de Tocopilla, entre el 1° y el 15 de abril de 1905, a propósito de la Revolución de la Independencia y el desarrollo de la República en el siglo XIX. Recabarren postula que su origen está precisamente en esta contradicción.

 

Demostrando una aguda capacidad crítica que entra en contradicción con ilustres pensadores e historiadores burgueses como Barros Arana o Luis Orrego Luco, a quienes alude explícitamente para decir que "no se ruborizan al comprobar en los datos históricos el origen de sus riquezas de hoy", Recabarren realiza una reinterpretación de la historia de Chile que va a determinar el inicio de una nueva época y la legitimación del pueblo como Sujeto Histórico, esto es como protagonista de su propio destino en la medida que resiste y lucha por la transformación de este orden de cosas.

 

Dicha contradicción, para Recabarren, tiene su origen en la conquista y en el despojo del que fueron víctimas los pueblos originarios y que la República solamente habría continuado a través de la repartición de las tierras usurpadas entre las clases poseedoras y la ocupación de dicho territorio por población blanca "Bajo el pretexto de una mentida colonización".

 

De ese modo, a la ursurpación originaria realizada en la conquista, se viene a sumar la del Estado de Chile bajo su forma republicana. El poder se debe organizar en función de este objetivo. Para Recabarren, este debe ser la forma de darle continuidad y legitimar la desigualdad diciendo que "Constituido el gobierno chileno, los pobres que antes estaban bajo el gobierno y leyes españoles no recibieron ninguna mejoría en sus miserias, ni en sus libertades (…) No sucedió lo mismo con los caballeros ricos, pues, ellos, después del triunfo de la revolución, se constituyeron en gobernantes y en dictadores de Chile”.

De esa manera, su historia está determinada por esta oposición entre el interés de la mayoría constituida por los despojados, los excluidos, los explotados y los pobres, y la minoría poseedora que ha gobernado Chile desde la independencia y que ha conformado un sistema político que favorece y garantiza sus intereses.

Recabarren se pregunta “¿Dejaremos que esto prosiga año tras año? Si así es como ha nacido la República y como se han constituido propietarios, los gobernantes y capitalistas que hoy día son nuestros verdugos, justo y natural es que el pueblo haga ahora la revolución para proclamar su verdadera independencia (…) que concluya con este estado indigno de la cultura y nos coloque en la verdadera civilización, en una vida feliz y libre, sin opresiones y sin miserias”.

En la elección del 14 de diciembre se vuelve a plantear una vez más esta contradicción que está en el origen de la República y que se ha manifestado en forma reiterada a lo largo de su historia, a través de sucesivos embates populares por restituir la unidad del hombre y del hombre y la tierra, democratizando el sistema político y redistribuyendo la riqueza y los frutos del trabajo en un próximo gobierno del pueblo y para el pueblo. 

domingo, 16 de noviembre de 2025

¿Se cerró el escenario electoral?


Jean Michel Basquiat. Sin título. 1982


Conocido ya el resultado de la primera vuelta, se pueden  proponer algunas conclusiones generales. En primer lugar, el que la derecha no es capaz de derrotar a los sectores democráticos, excepto cuando hay divisiones en su interior aunque su sola unidad tampoco garantiza su triunfo definitivo. 

En segundo lugar, el desastre de la derecha tradicional. La primera vuelta fue el requiem del piñerismo y probablemente de la eterna promesa del sector, Evelyn Matthei, que viene a sumarse al occiso Piñera, a Lavín y Allamand -trasplantados, como diría Blest Gana, en España-; y a  Chadwick quien igual que Longueira, vive ocultándose de la prensa. 

En tercer lugar, la manifestación de una enorme dispersión expresada en un increíble 18% de Parisi. Una votación que no se define por cuestiones políticas ni doctrinarias sino por anisedades generadas por el mismo sistema y que ideológicamente son procesadas por una mezcla de sentido común entendido como el repertorio de frases, suposiciones y creencias formadas por los medios, populismo y aspiraciones individuales. 

El resto es pura delicuescencia y la verdad no tiene casi ninguna importancia en relación con el resultado esperable en la segunda vuelta. 

El escenario electoral sigue abierto. Ni Matthei demostró mucho entusiasmo para llamar a votar por Kast, ni este último se autoproclamó candidato de todo el sector, limitándose a plantear la unidad en torno a un objetivo genérico: "recuperar Chile". Probablemente las negociaciones para materializar el apoyo en segunda vuelta van a ser intensas en el transcurso de la próxima semana y sus resultados bastante predecibles en el sentido de profundizar la caída de Chile Vamos. Los intentos por reeditar la  política de los acuerdos, naufragaron estrepitosamente. 

La radicalización de la derecha va a ser profunda y muy rápida. El lugar de la lucha ideológica, por lo tanto, va a ocupar un lugar mucho más importante que en la primera vuelta. No de la lucha en el plano de un doctrinarismo abstracto, ni de unos valores o una ética vaga del tipo "progresistas vs/ autoritarios", sino de las ideas que tienen que ver con los problemas reales de la gente trabajadora. Los salarios, el acceso a la salud, el precio de las viviendas, el abuso de las empresas con los consumidores, el autoritarismo y la burocracia que asfixian la participación de las comunidades en la toma de decisiones relacionadas con el medioambiente, la planificación de las ciudades, la educación pública, el alto endeudamiento y otros.

En lo que viene, es claro que con independencia del resultado en las Parlamentarias, que por lo que sabemos al escribir estas líneas favorece a la derecha, la delimitación de la frontera entre la reacción y los demócratas debe ser mucho más clara de lo que fue en primera vuelta. Señalar al adversario sin complejos, tal como Kast lo hace con falta de respeto y total impunidad. La cantinela de los acuerdos y de la moderación fueron arrasadas por la ultraderecha que amenaza la democracia y las conquistas de chilenos y chilenas, obtenidos en las últimas décadas y obstruidas precisamente por quienes hoy demagógicamente plantean que es posible resolverlas profundizando las causas que las originaron. Y no es solamente una cuestión de formas. Se trata de un efecto del resultado de la primera vuelta. 

Es el momeno de redoblar la crítica; de levantarnos más temprano para repartir volantes; hacer asambleas en lugares de trabajo; villas y poblaciones; conversar con los amigos y vecinos y salir con más convicción de vencer. Y de decir sin complejos que queremos una nueva sociedad, más igualitaria, más justa, más libre, más feliz y diversa. 

lunes, 10 de noviembre de 2025

Escenario abierto, nueva elección

Equipo crónica. El panfleto. 1973



En el último tramo de la carrera presidencial, la derecha cambió su tono triunfalista por una moderada ponderación de los riesgos que implica para sus pretensiones. Su oportunismo no puede ser más evidente y su preocupación, más chusca. De pontificar acerca de la posibilidad de llegar con dos candidatos a disputar la segunda vuelta, hoy por hoy hace lo posible por evitar la dispersión e incluso extorsionar a sus propios electores para asegurarse de que su primitivo MEO no pase a segunda vuelta.

 

La derecha está francamente preocupada. El trap de Matthei, aparte de lo mediocre, solamente demuestra la desesperación de su comando, el que incurre en una torpeza tras otra. Kast improvisando salidas estrambóticas, con tal de evitar el paulatino éxodo de sus fans hacia la candidatura de Kaiser, deja en evidencia con cada una de ellas la naturaleza reaccionaria de su visión de la sociedad y su programa. En resumidas cuentas, la derecha puede perder. Lo sabe y en su desesperación, exacerba los rasgos populistas, antidemocráticos y violentos de su discurso y propuesta.

 

Lo reconocen todos sus analistas serios. El escenario electoral está completamente abierto y el balotaje, que con toda seguridad va a enfrentar desde el segundo lugar, es una nueva elección. Por esa razón también insiste en instalar escenarios triunfalistas en las parlamentarias. Este resultado va a ser determinante en la proyección del resultado de un mes a otro. Pero su incapacidad, primero, de tener una lista única, unido a la evidencia empírica de su constante oposición a todos los cambios a favor del pueblo en el Congreso, debiera expresarse también en éste. En todo orden de cosas. Por lo demás, su constante cantinela acerca del "mal gobierno" que ha puesto al país, al borde del caos -muy parecido a cuando Pinochet decía "Yo o el caos"- no tiene ninguna relación con la realidad.

 

Un discurso que de modo oblicuo puede tener algún eco, probablemente, en los sectores más marginados, para los que las reformas realizadas en el período no llegan excepto después de un largo proceso de mediaciones -Estado subsidiario mediante- como políticas focalizadas. Por eso la saña para evitar la candidatura de Daniel Jadue a la Cámara de Diputados. La derecha comprendió muy tempranamente el riesgo que representa para sus pretensiones de defender el modelo de capitalismo hiper concentrador y excluyente que rige a lo menos desde hace cuarenta años en nuestro país, una gestión local en la que lo público le arrebata al mercado la provisión de servicios y bienes como viviendas a precio justo, medicamentos, cultura, educación, espacios públicos, que son derechos pero que ella considera bienes de consumo, como dijo Piñera el 2011.

 

Lo más probable es que esa característica prepotente y populista se exacerbe el mes que viene. También que, recurriendo al libreto que ha usado en ocasiones anteriores, recurra a las denuncias de fraude e intervencionismo electoral, que ya ha adelantado en el transcurso de la campaña por la primera vuelta.

 

Tal como Zohran Mamdani, derrotó a la oligarquía neoyorkina de los partidos tradicionales, con un mensaje claro basado en las necesidades reales de trabajadores y trabajadoras de la ciudad; movilizando una potente red de cerca de cien mil activistas; señalando sin complejos a su adversario principal, que está en la Casa Blanca; dedicándole en su discurso de la victoria algunas palabras; el de la segunda vuelta será un nuevo enfrentamiento en que las alternativas serán más evidentes y seguramente más radicalizada la posición de la derecha.

 

Va a ser necesaria entonces, no solamente la unidad, de la que el amplio acuerdo de partidos y organizaciones que respalda a Jeanette Jara ha sido un gigantesco logro, sino también una mayor capacidad de señalar el límite entre la oligarquía que representa y el pueblo; entre la reacción y los demócratas. Profundizar la crítica y la proyección de que derrotarla es el primer paso para la construcción de una nueva sociedad donde primen los derechos por sobre el afán de lucro.



domingo, 2 de noviembre de 2025

¿Por qué desertan los docentes?

Antonello da Messina. San Gerónimo en su estudio, 1475



En los últimos días, previos a la elección, se ha desarrollado un pseudodebate sobre educación escolar a propósito de las cifras de deserción de docentes jóvenes del sistema, y las nuevas exigencias para estudiar pedagogía. Aparentemente un debate marginal pero que pone de manifiesto que todavía no todo está escrito y que en el próximo período presidencial podría estallar nuevamente en formas impredecibles.

Es curioso que estas polémicas no ocupen, como hace diez o quince años atrás, parte importante del debate programático en las elecciones presidenciales. Pareciera, producto de esta indigencia de propuestas en educación en el debate presidencial, que está todo hecho. 

En efecto, una serie de reformas iniciadas con la promulgación de la LGE, aparentemente, movieron el fiel hacia otro tipo de problemas que no fueran los referidos al marco regulatorio de la educación chilena aunque por el momento no sean explícitos ni notorios. 

Por medio de la LGE se reconoció a las modalidades educativas; a la comunidad escolar y sus derechos; se relevó la especificidad del sistema de educación pública de propiedad del Estado; y se modificó la composición del Consejo Nacional de Educación, antes llamado Consejo Superior de Educación. 

Al mismo tiempo, y como resultado del acuerdo de la entonces ministra Yasna Provoste y los partidos de la oposición de derecha, se creó una suerte de institucionalidad anexa al mineduc, conocida como Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación y una modalidad de subvención escolar, llamada "preferencial", destinada a los estudiantes más pobres y bajo la promesa de mejorar sus aprendizajes. 

Con posterioridad, y como uno de los resultados de la oleada de protestas y movilización del año 2011, surge la Nueva Educación Pública, que crea un nuevo sistema nacional de educación pública de propiedad del Estado que reemplazaría a los municipios como responsables de ésta. 

El conjunto de estas políticas no ha resuelto, sin embargo, sus dos características más grotescas, que son la desigualdad y fragmentación que lo definen. De hecho, dos características que se potencian mutuamente y que explican su mala calidad, tanto desde el punto del vista del servicio que ofrece como desde el de sus resultados académicos. 

Aparentemente un sistema escolar que las ha normalizado de modo que señales como la deserción de jóvenes de la profesión docente; o la caída de las postulaciones a la carrera de pedagogía, son vistas como fallas inexplicables, fenómenos aleatorios y no un componente de esta crisis en ciernes. 

Desigualdad y fragmentación son solamente síntomas de su pérdida de sentido. Del vacío de orientación y centralidad del sistema escolar para la sociedad, en el que ni estudiar ni enseñar parecen tener otra finalidad que cumplir un deber formal, tanto para recibir una certificación o reconocimiento social para acceder a oportunidades laborales o académicas como para ganarse la vida, tal como podría serlo en cualquier otro oficio o actividad. 

A ello se suma, en las últimas décadas, la aparición de las tecnologías de la información y las comunicaciones, las redes sociales y en los últimos dos años, la IA, fenómenos que han profundizado dicha crisis de sentido, que se arrastra desde hace décadas pero que recién hoy en día adquiere visibilidad. 

El sistema de financiamiento del sistema escolar actualmente vigente es, a este respecto, sólo un mediador entre estos individuos que buscan dar cumplimiento a sus obligaciones formales con la sociedad y el Estado que es quien ejerce la función de facilitar las condiciones para que puedan hacerlo, pero que no representa ninguna aspiración común o propósito compartido. Un mero contrato, no la satisfacción de las necesidades de esta comunidad. 

La compartimentación del curriculum escolar en pequeños paquetes de información, obedece precisamente a esta necesidad de medir las capacidades tanto de los docentes para transmitirlos, como de los estudiantes para adquirirlos y así confirmar su funcioamiento. No se trata de un intercambio cultural, de un debate acerca de su significado ni de la puesta en juicio de su valor de verdad o del sentido que representan para la sociedad sino tan solo unidades mensurables que harían posible verificar su cumplimiento. La expresión más grotesca de esta concepción educativa fueron los semáforos de Lavín, pero sigue aplicándose en formas menos violentas. 

Aunque no se haya presente en el debate presidencial, la escuela chilena está en crisis. No sólo la escuela pública. Y aunque se silencie, es una crisis mucho más profunda que la que expresan los efectos de su financiamiento o la anarquía que reina en su estructura. Es la pérdida de sentido del rol que juega en la sociedad y que los acontecimientos más recientes sólo ponen de manifiesto.

Si los jóvenes desertan de la docencia antes de los tres primeros años de ejercicio; si ha caído la matrícula de las carreras de pedagogía y hay un déficit de apróximadamente treinta mil docentes en el país, cifra que tiende a aumentar, quiere decir que el nuestro, es un sistema escolar no sólo inequitativo, estratificado socialmente por origen de clase; en el que reina ademas una profunda fragmentación administrativa, territorial y curricular sino que expulsa a jóvenes que no encuentran sentido a enseñar, ni a lo que enseñan, lo que da cuenta de una crisis que es todavía más profunda. 


martes, 28 de octubre de 2025

América frente a la incertidumbre: no bajar la guardia

Jean Michel Basquiat. Notary. 1983



El resultado de las elecciones parlamentarias en la hermana República Argentina sorprendió. No habían pasado ni tres semanas y el partido de Javier Milei, después de haber sufrido una apabullante derrota en Buenos Aires, en medio de escándalos de corrupción, vinculación de su principal candidato en Buenos Aires -José Luis Espert- con el narcotráfico y manifestaciones en su contra, en cada gira o intento de realizarlas, aumenta su caudal electoral en alrededor de ochocientos mil votos, gana en la mayoría de las provincias, incluido Buenos Aires y asegura el tercio que le permitiría continuar su obra de demolición del Estado Argentino y reducción de los derechos de sus ciudadanos y ciudadanas. 

En sus primeras alocuciones luego del triunfo, y en concordancia con lo anterior, ya anuncia la profundización de su política en lo que tiene que ver con pensiones, trabajo e impuestos. 

Mucho se ha escrito ya acerca de las razones para que esto sea posible. Fundamentalmente el sentimiento antikirchnerista, groseramente explotado por la derecha argentina y los medios hegemónicos. La incapacidad para aprovechar la coyuntura de desgaste de la administración libertaria para relevar nuevos liderazgos que por legitimidad y capacidad de convocatoria -como los de Axel Kicilof  y el del dirigente social Juan Grabois- debe ser motivo de reflexión para la izquierda y el campo social y popular en toda América Latina. 

También la grosera intervención del imperialismo norteamericano, a través de un swapp de veinte mil millones de dólares a cambio de un resultado electoral favorable para Milei y los suyos. El imperialismo ni siquiera disimula sus pretensiones injerencistas y sus subalternos -moviendo la cola- la algarabía por su obediencia. Hacía décadas que no se asistía a un espectáculo más grotesco de dependencia y subordinación, sazonado por cierto con otros aderezos típicos de los imperialismos del siglo XX como las amenazas de intervención militar, diplomacia agresiva e imposiciones unilaterales. 

Ponderar, en todo caso, el peso de estos dos factores -incluso combinados- es complejo y arriesgado y dificilmente servirían para resolver una línea política de rearticulación en medio del desánimo que provoca esta derrota, así como del sentimiento de aturdimiento y confusión que genera. 

El resultado demuestra un comportamiento impredecible de las masas, posiblemente como resultado de la incertidumbre que provocan políticas de schock, destrucción del tejido social y las bases materiales sobre las que se ha construido, así como su degradación producto de la corrupción y la explotación que motiva por parte de quienes quieren destruirlas. La salud y la educación públicas, las empresas nacionales; en el caso argentino, un sistema de asistencia social con participación de los sindicatos, cooperativas y un sistema federal en el que los gobiernos provinciales tenían una gran responsabilidad.

En este sentido, el aumento de la pobreza corre parejo con la destrucción del Estado, la industria nacional y del sistema de protección social y a su vez con la despolitización de masas convertidas, producto de esta política, en una sopa indiferenciada reunida bajo el rótulo de "clase media", cada vez más receptivas de discursos populistas y soluciones como las de Trump o Milei. Trabajadores precarios, empobrecidos, consumidores de toda clase de contenidos embrutecedores que circulan a toda velocidad por las redes sociales y que después se vuelcan a las soluciones facilonas y que buscan chivos expiatorios en inmigrantes, minorías, los sindicatos y la izquierda, como responsables de su situación de pobreza y exclusión. 

La lucha contra la desiguladad tiene, entonces, una centralidad ineludible en dicha rearticulación. No basta exhibir logros en materia macroeconómica ni planes focalizados o soluciones transitorias si estos no la reducen e incluso las exhiben como un vergonzoso blasón. En este sentido, el arte de la política es la profundización de la reforma, es decir, llamar la atención sobre la diferencia más que la reinividicación de logros que tienen el mérito, justamente, de llamar la atención sobre esta. 

En segundo lugar, y en lo que la derecha y especialmente su caricatura se destacan, la construcción de un adversario identificable y motivo de una inspiración movilizadora. 

En este sentido, además de las oligarquías locales que se han visto beneficiadas por décadas de políticas de restricción del gasto y que las ultraderechas emergentes pretenden reeditar en su versión original de los años setenta y ochenta -no la focalización de los noventa-, también la denuncia del resurgimiento de las tendencias más agresivas de la política norteamericana hacia la región y el riesgo que eso implica para la democracia, debe ser un componente esencial. No basta con la reivindicación de un nacionalismo que no señala la amenaza imperialista. 

El mundo está cambiando. América Latina también. La dirección que este cambio vaya a tener, el objeto de una intensa disputa política. La incertidumbre precisamente es la expresión de dicha disputa frente a la que hay que estar alerta hasta no haber conseguido una transformación efectiva de las condiciones de desigualdad y exclusión que la generan. 

lunes, 20 de octubre de 2025

Jadue




Julio Escamez. Principio y fin. 1972


La noticia más grave para la democracia en estos días, es la negativa del TRICEL a la candidatura de Daniel Jadue, luego de una acción en ese sentido presentada por RN.

 Es casi el equivalente a un golpe de estado institucional, toda vez que a partir de presunciones, acusaciones no comprobadas y presión mediática, una decisión administrativo judicial escamotea la voluntad popular antes de que esta pueda pronunciarse siquiera.

El mismo guión seguido en los casos de connotados dirigentes políticos de toda América Latina, normalizado por una prensa venal y un poder electoral que se salta olímpicamente la Constitución vigente.

 No viene al caso comentar las aristas judiciales del caso porque el fallo del TRICEL es abiertamente político, desde el momento mismo en que tiene efectos sobre el resultado de las elecciones parlamentarias y beneficia claramente a varios de los candidatos que se medirían con el ex alcalde de Recoleta en las urnas.

 En ese sentido, lo que realmente vale la pena recordar son las razones para tan majadera persecución en su contra; la cantidad de tinta gastada por columnistas; periodistas que obviando el más elemental sentido de la ética y de respeto por la verdad, han manipulado a la opinión pública, o intentado al menos, haciendo un uso malicioso de trascendidos; opiniones personales; fotografías o testimonios anónimos. Plata gastada en abogados, escribanos, papeleo y todo lo que conlleva un juicio mantenido desde la fiscalía en forma contumaz. El esfuerzo, si es que se lo puede llamar así, de políticos de derecha y algunos despistados por mantener vivo un proceso inventando todas las semanas alguna treta.

 No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de los intereses que hay detrás. La demostración desde un gobierno local de que es posible derrotar las lógicas de un mercado desregulado que sólo favorece a los monopolios, a la industria farmacéutica, las inmobiliarias y del degenerado mercado de la educación, desde un principio alertó a la derecha y a sus representados. La experiencia del resto de América Latina reveló hace mucho tiempo las posibilidades de formación y crecimiento de un proyecto de izquierda desde los gobiernos locales. Hace más de veinte años, al compañero José Figueroa Jorquera, primer alcalde comunista electo en democracia, se le combatió también por hacerlo, con la diferencia de que entonces estaba lejos todavía la posibilidad de una convergencia entre las fuerzas de izquierda y de centro, que con posterioridad renovarían las posibilidades de una gestión local de nuevo tipo.

La derecha y toda su maquinaria mediática y judicial se ha descargado contra las administraciones locales de izquierda justamente por el riesgo que implican para la tranquilidad de los negocios que sus políticas garantizan; para la mantención de su dominación pacífica a través de los sofisticados mecanismos del mercado que reemplazan al ciudadano libre por un consumidor dispuesto a dejarse manipular por una promesa ilusoria de status representado por una posesión aparente de bienes materiales y culturales.

El delito de Jadue fue justamente probarlo. Combatir a las cadenas de farmacias que se coludían, como quedó demostrado en sendos fallos judiciales, para subir los precios a niveles estratosféricos por años, perjudicando a los consumidores y lo que es más inmoral, lucrando con la vida y la salud de las personas. Haber abierto las escuelas públicas para hacer de ellas un espacio de participación de la comunidad y no meramente un "servicio focalizado" que es a lo que las políticas neoliberales las habían reducido en más de treinta años de aplicación. Generar espacios para hacer de la vivienda un derecho arrebatado a la codicia de las inmobiliarias y recuperar la comuna para sus habitantes, su cultura, su historia y tradiciones.

Jadue no fue el único. Antes lo fue José Figueroa, y después Irací Hasler, primera alcaldesa comunista de Santiago, a la que el pobre Desbordes, que haciendo honor a su apellido está completamente desbordado por su incapacidad para administrar la comuna capital, se refiere semanalmente para justificarla. Dicha  indisimulable incapacidad, comparada con la recuperación de espacios y barrios; la participación de las organizaciones sociales y comunitarias y de la cultura, es un triste presagio de lo que podría ser una administración derechista en el próximo gobierno.

Lo que realmente está detrás de la persecución a Daniel Jadue, es el terror de la derecha al éxito de un gobierno local de nuevo tipo. Uno que considere al vecino y la vecina no como consumidor o usuario pasivo de los servicios municipales sino un ciudadano con derechos; trabajadores y trabajadoras que con su esfuerzo también colaboran en la construcción de su entorno social y urbano. Las gestiones exitosas a nivel local, como las de Lo espejo, Recoleta o Santiago, se las debe combatir para que el ejemplo no prolifere. Porque guardando las proporciones, tal como dijo Pinochet con esa ordinariez que lo caracterizaba, "matando la perra, se acaba la leva".

La persecución en contra de Daniel Jadue, es el intento desesperado de la derecha de ocultar su inoperancia; sus latrocinios; el clasismo que la inspira y también de evitar que un neoliberalismo agónico -agonía demostrada por cifras y evidencia empírica que pretende convertir en el resultado de las políticas de los gobiernos de izquierda justamente- de origen a su reemplazo desde administraciones locales, comunales y municipales que sostengan sobre un arraigo popular desde los barrios, las escuelas, las universidades y centros de trabajo la gestión de gobiernos transformadores que conduzcan a la construcción de una nueva sociedad.


domingo, 12 de octubre de 2025

Es la hora de la decisión

Manuel Antonio Caro. La zamacueca. 1873



Es un hecho incuestionable que Jeanette Jara va a ganar en primera vuelta y por una diferencia que, dependiendo de la encuesta que se consulte, podría llegar a ser bastante significativa en relación a su más cercano contendor. Por lo que las mismas encuestas indican, éste sería el ultraderechista José Antonio Kast. Por el momento, eso es lo único que se puede afirmar con certeza. Las mismas encuestas, sin embargo, insisten en instalar un resultado probable de segunda vuelta, que apenas logra disimular la aspiración de quienes son sus controladores, según el cual aquel ganaría en ésta. Un escenario absolutamente hipotético, toda vez que ni siquiera se ha realizado la primera.

Lo real es que a medida que ha pasado el tiempo, el escenario electoral sigue absolutamente abierto e incluso se sigue abriendo. Y la posibilidad de que Jeanette Jara y la alianza de centro e izquierda que la apoya, triunfe es más que cierta. Hace pocos meses no más los medios hegemónicos y sus locuaces opinólogos, hablaban de una segunda vuelta con dos candidatos de derecha. En poco tiempo, en cambio, los porfiados hechos, se han encargado de ponerlos en su lugar y la candidata de la izquierda, con la sencillez y la sinceridad que la caracterizan, sin proponérselo siquiera, ha dejado en ridículo a varios duchos representantes del periodismo zalamero.

Las alarmas de la derecha, el empresariado, los sobrevivientes del pinochetismo, y los nuevos fascistas, se han encendido, llegando incluso a declarar ser partidarios del golpe de estado. Les ha resultado difícil decir que, en el hipotético escenario de la segunda vuelta, se van a apoyar mutuamente. Sus disculpas, mea culpas y golpes en el pecho, no logran ocultar sus muecas; las morisquetas que tienen que hacer para realizarlos. Y cada día que pasa, sus dificultades y las diferencias que los separan, aumentan. Especialmente porque el bando Republicano no puede disimular su bestialidad y la derecha tradicional, su ignominia. 

Pero los tiempos, para la derecha, y no sólo en Chile, se acortan y sus posibilidades disminuyen. Tiene que sacar ases de la manga que le permitan mantenerse jugando, como el insólito premio nobel de la paz a una dirigenta política que ha suplicado a los Estados Unidos que invada su país, desatando una todavía más insólita reacción de la Casa Blanca porque no se lo dieron a Trump, quien amenaza a diversos países con invasiones, crea campos de concentración en su propio territorio, deporta inmigrantes latinos o los envía a cárceles de alta seguridad en Guantánamo o El Salvador y hace la vista gorda frente al genocidio que Israel realizó en Gaza antes de su oportunista plan de paz.

Todo ello presentado por la prensa hegemónica, con toda naturalidad. Es el mundo al revés.

El premio nobel de la paz a la representante más fanática de la oposición venezolana, que envalentonada con este "inesperado" reconocimiento ya declara en El Mercurio la hora final del "régimen chavista" -cuestión que viene anunciando hace años-, así como el hipotético triunfo de Kast en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en nuestro país, son la manifestación de sus respectivas aspiraciones, las que por cierto son presentadas como puros hechos. Típico del fascismo. Y al que no le guste que se aguante los palos, como lo ha demostrado el sionismo en la Franja de Gaza.

 

Lo más preocupante de la campaña de los medios del sistema, televisivos, radiales, internet y las redes sociales, en ese sentido, es que tratan de instalar un presunto hecho, legitiman ab initio una reacción violenta y cuestionan de antemano, un resultado no solamente posible sino altamente probable si es que no coincide con sus pretensiones. De ahí la majadería de preguntar por la segunda vuelta, sabiendo incluso los más serios de quienes las realizan, que la segunda vuelta es prácticamente una nueva elección, y de que es difícil, si no imposible predecir el comportamiento de los electores en ella. Por cierto, sin considerar que en general, en las últimas elecciones, no le han atinado precisamente.

La caída del corrupto gobierno de Dina Boluarte en el Perú; el resultado de las elecciones de Buenos Aires, que presagian un nuevo triunfo opositor en las elecciones parlamentarias en la República Argentina; la prisión de Bolsonaro y la desaparición de la derecha en Brasil; el faro de dignidad que representan los gobiernos de México y Colombia preocupan al imperialismo y a las derechas latinoamericanas.

Por esa razón el pueblo debe prepararse para votar y elegir. Pero debe prepararse también para defender sus triunfos. El de noviembre, será una jornada histórica, y eventualmente el inicio de una movilización popular por asegurarlo que no dé lugar a cuestionamientos ni reproches. Es la hora de la decisión, no de las dudas.


domingo, 5 de octubre de 2025

Detener la violencia fascista, es garantizar la paz

Jean Dubuffet. Fête villageoise. 1976



La polémica que armó la derecha a propósito del mensaje presidencial con ocasión del envío de la Ley de Presupuesto, ha dejado en evidencia su indigencia de ideas y propuestas.  La reacción de Kast, Matthei y sus respectivos partidos, como de costumbre, es destemplada y violenta.

Continuando un inveterado hábito del neoliberalismo, interpretan las críticas políticas del Presidente como herejías sectarias que cuestionan la sacrosanta infalibilidad del mercado. Primero, al IPOM del Banco Central -lleno de afirmaciones ideológicas de marcado tinte político y que incluso exceden las atribuciones que le otorga la misma Constitución que defienden quienes se presentan como adalides de su autonomía- y después, a sus retrógradas ideas de recorte del gasto fiscal. Idea que tiene sumida a la hermana República Argentina en la recesión y el paro y cada vez más sometida a los capitales financieros y el imperialismo, ante los que Milei se arrodilla implorando un salvataje que profundiza la dependencia de la economía argentina; presiona el aumento de la inflación licuando lo poco que queda de los salarios y engordando las fortunas de los millonarios argentinos, que son los que realmente gobiernan y ya preparan su relevo, probablemente en la persona del amigo de Piñera, Mauricio Macri, responsable de su crítica situación actual.

Dicha agresividad, sin embargo, no es solamente académica ni verbal. Es el equivalente ideológico de la misma que el neoliberalismo supone es la que prima en las relaciones sociales. En efecto, al no poder hacerlo sobre una base racional porque todo está sometido a unas presuntas leyes naturales ante las que el pensamiento debe someterse, queda únicamente el recurso de la fuerza para dirimirlas. En este sentido el asesinato y desaparición de Julia Chuñil, no es una anomalía, sino una de sus más siniestras manifestaciones. La solicitud de las bancadas del PSC y los Republicanos de guardar un minuto de silencio en el Congreso por el influencer ultraconservador norteamericano Charly Kirk, en los mismos días en que se conocen las horrorosas circunstancias en que la activista ambiental mapuche desapareció, una demostración de la violencia de clase, racial y machista que la inspira.

Similar a la que la administración Trump ejerce contra los inmigrantes y opositores en su país, militarizando ciudades como Chicago, Washington, New York, Los Angeles y Portland a vista y paciencia de la comunidad internacional, mientras va a las Naciones Unidas a espetar amenazas, autoalabanzas, propias de un autóctrata, y amenaza a América Latina emplazando barcos de guerra en el Mar Caribe.

La hora actual para la humanidad es delicada y peligrosa. Los derechistas chilenos, como siempre ha sido, no son más que unos pobres peleles del imperialismo, palabra que aun cuando devaluada en el léxico de una academia acartonada y sometida a poderosos intereses económicos y políticos, empieza a recuperar el sentido que la doctrina Monroe le imprimiera en el pasado y que los viejos buenos tiempos de la globalización disimularon detrás de la retórica del librecomercio, como la quintaesencia de un mundo integrado y pacífico.

Nada de eso. La violencia que se toma la política y que esgrimen poderosas fuerzas reaccionarias que se oponen a la democratización de la vida en todo el planeta, incluyendo al medioambiente, amenaza a la humanidad, utilizando como siempre chovinismos de la peor calaña, como el sionismo que sigue pulverizando lo poco que queda de la Franja de Gaza incluso después del pomposo anuncio del plan de Trump para detener el conflicto; aspirantes a gurú o líder mesiánico televisivo o economista pop como Milei; neoconservadores y ultrafundamentalistas como Charly Kirk o José Antonio Kast. Es hora de denunciarlos sin complejos, ni siquiera concebir que puedan tener una nueva oportunidad como pretenden hacernos creer las encuestadoras y consultoras sobre la opinión pública cada semana y detenerlos antes de que destruyan el planeta.

 


jueves, 25 de septiembre de 2025

¿Hasta dónde es capaz de llegar la derecha?

Otto Dix. La guerra. 1929-32

 

Los titulares de la prensa han concentrado su atención en las últimas semanas después del debate, en la lucha fraticida al interior de la derecha por ver quién pasa a la segunda vuelta. Un vendaval de encuestas cada cual más hipotética que la anterior, que parecen un ludo en el que Matthei y Kast avanzan y retroceden casilleros sin modificar sustancialmente la ventaja que la candidata de las fuerzas democráticas y progresistas ostenta desde que ganó la primaria oficialista.

 

El corazón de las diferencias ha estado en la famosa promesa de Kast de reducir el gasto fiscal en la friolera de seil mil millones de dólares en diez y ocho meses sin siquiera tomarse la molestia, pese a todos los emplazamientos de los que ha sido objeto para que lo haga, de decir dónde va a recortarlo.

 

En todo caso, es la misma propuesta que hace algunos meses no más hacía Matthei, hablando de las "tijeras podadoras", versión soft de la motosierra de Milei, metáfora que usó en el CEP ante su mismísimo ministro de desregulación, Federico Sturzenneger, y la elite política y empresarial que pretende representar en la segunda vuelta. Es la avaricia de almacenero del pensamiento neoliberal y empresarial que con matices más, matices menos, inspira el programa de las derechas, llegando al delirio en el programa de Kaiser, que curiosamente aumenta su feligresía precisamente gracias el facilismo de su discurso y a las inconsistencias de Kast. Una suerte de manual de cortapalos para reaccionarios.

 

Los traspiés de esta receta en la hermana República Argentina, que tiene  a Milei haciendo genuflexiones ante Trump -líder mundial de la patota fascista que niega el cambio climático, el genocidio en Gaza y amenaza a América Latina con barcos de guerra- para conseguir dólares que le permitan sortear las elecciones de octubre y ganar tiempo para recomponer aunque sea un poco sus posibilidades en las próximas presidenciales, encendieron las alarmas en la elite política y económica tradicional de este lado de Los Andes.

 

Por cierto, las cosas para ésta no están tan bien como aparentaban hasta hace sólo algunos meses. Los gobiernos reaccionarios de todo el mundo, incluido el de la perfumada derecha francesa y el de la referente de Kast Giorgia Meloni, se han topado con la resistencia popular a sus planes de ajuste.

 

Lo único que mantiene en pie, por el momento, sus posibilidades es la fuerza bruta. La que aplica el gobierno de Trump que actúa como matón de barrio, tanto al interior de su país como en el extranjero, llegando al absurdo de asistir a las Naciones Unidas a repartir amenazas y autoalabanzas que sólo un personaje tan bizarro como Milei aplaude. La violencia con la que el gobierno de Macron reprime la protesta social y trata la democracia de su país, negándose a nombrar un Primer Ministro de las fuerzas mayoritarias del Parlamento e insistir en formar gobierno con sus incondicionales, pese a toda la evidencia de su fracaso.

 

La misma que sostiene a Bukele como una suerte de gendarme o cancerbero presidencial o al corrupto régimen bananero de Noboa en Ecuador o Dina Boluarte en el Perú. La combinación de corrupción, ajuste y represión, típica de los regímenes derechistas y reaccionarios, expresión remasterizada de los tan bien descritos por Vargas Llosa en Conversación en la Catedral, representan la última muralla de contención de un neoliberalismo agónico. De ahí probablemente la defensa del secreto bancario por parte de las elites conservadoras provocando oleadas de protesta social y resistencia popular a los recortes presupuestarios que promueve la derecha en todo el mundo.

 

No se trata de que el ideario fascista se debilite o pierda su atractivo para las elites económicas y militares globales. Las necesidades de las grandes corporaciones, las instituciones conservadoras y la industria armamentística siguen siendo las mismas. Simplemente su receta de ajuste y represión tiene unos límites tan estrechos que termina por agotarse rápidamente. Las posibilidades de una humanidad amenazada por la recesión, el cambio climático y el genocidio, cada día que pasa se van estrechando y resumiendo a una nueva barbarie, como a la que Trump y sus prosélitos la arrastran inexorablemente o una superación efectiva del neoliberalismo que debiera coincidir con la construcción de una nueva sociedad y no solamente con la moderación de sus resultados más extremos.

lunes, 15 de septiembre de 2025

Elecciones en Chile y América Latina

Juan Dávila. Verdeja. 1996

Las elecciones chilenas tienen también un significado importante para el resto de los pueblos de América Latina en lo que tiene que ver con su relación con el nuevo orden mundial que se abre paso, significado que hasta ahora está determinado por la Doctrina Monroe.

 

La doctrina Monroe ya tiene doscientos años y parece más vigente que nunca. En el momento de ser enunciada por el Presidente de los Estados Unidos, James Monroe, ante el Congreso de su país en 1823, se trataba de advertir a las potencias europeas recién expulsadas de suelo americano, que un ataque a cualquiera de sus jóvenes repúblicas, sería considerada una agresión a su país. De esa manera, notificaba al mundo su consideración del continente como una zona de su exclusiva influencia, lo que se expresaría posteriormente en la conocida afirmación de Latinoamérica como su "patio trasero".

 

Intervenciones militares directas; apropiación de recursos naturales de la zona a través de empresas transnacionales, usando una diplomacia ingerencista capaz de doblegar gobiernos, parlamentos y burocracias nacionales y extorsión económica por medio de condiciones de intercambio desigual, son características de esta política. En la versión de Donald Trump, mediante el uso de los aranceles, después de décadas de prédica sobre el librecomercio como una demostración de la supuesta igualdad de las naciones en el mercado internacional. Retórica que éste viene a desenmascarar como lo que realmente es, pura ideología.

 

Actualmente, Estados Unidos tiene barcos de guerra en las costas venezolanas que incluso ya han actuado, en un caso supuestamente para hundir una pequeña embarcación que habría llevado drogas, sin presentar ninguna prueba de ello, y ahora invadiendo una embarcación pesquera. También aumentando los aranceles a México, Colombia y Brasil. No hay que ser muy suspicaz para suponer que esto, tal como el emplazamiento de sus barcos de guerra, no tiene otras motivaciones que no sean políticas.

 

Todo ello es manifestación del resurgimiento desembozado de la doctrina Monroe en su versión más original. La intención de un imperialismo decadente de sostener algún nivel respetable de influencia en el marco de un nuevo orden mundial multipolar, el surgimiento del Sur Global y el desplazamiento de su hegemonía hacia oriente lo obligan a asegurar su "patio trasero", por lo cual cada centímetro de territorio, de poder político y económico está en disputa. Expresión de esta son las ultraderechas, tanto en América como en una Europa que vive entre la subordinación y sus "restos de antigua opulencia".

 

La soberanía de nuestras naciones; la democracia y la diversidad cultural y étnica de nuestras tierras está en juego. No es solamente la tan cacareada "alternancia en el poder" lo que se expresaría en estas elecciones. La ultraderecha, descendiente de esperpentos como Mussolini, Franco, Hitler y Pinochet son apenas unos peones de capitales financieros aferrados a una obsoleta institucionalidad que defiende con uñas y dientes.

 

La debacle de Milei en Agentina, pese a todas las ayudas del FMI, la prisión de Bolsonaro por golpista; la consolidación de la IV República en México, así como la tenaz resistencia del pueblo de Cuba a un bloqueo justificado sólo por el gobierno de los Estados Unidos, así como del proceso venezolano al que una oposición mendaz y torpe no ha podido hacer mella, preocupan a gobernantes y magnates norteamericanos que ven cómo su patio trasero no obedece a sus planes.

 

La elección del próximo gobierno en Chile puede resultar determinante para definir la dirección que vaya a tener la política del continente. Seguir atado a los intereses de un imperialismo exánime que sólo sobrevive gracias a su poderío militar o integrarse a la ola democratizadora del orden mundial, uno que puja por relaciones más horizontales entre las naciones, especialmente entre las del norte y el sur; más respetuoso de la diversidad biológica, cultural y étnica del mundo que habitamos y compartimos, de la Democracia, la soberanía de los pueblos y el respeto por los Derechos Humanos.


martes, 9 de septiembre de 2025

Los nuevos centristas


   
     Jean Antoine Watteau. "Pierrot, también llamado Gilles". 1721


 

En toda América y en el mundo, en el transcurso de los últimos diez años, ha avanzado una ultraderecha que pareciera estar dispuesta a demoler lo que había sido el sector del que se originó. Un vástago de las tendencias autodestructivas propias del capitalismo que en su versión neoliberal se han elevado a la millonésima potencia.

Se trata de una versión chabacana de los valores en los que la derecha se funda: una versión simplista de la propiedad como piedra filosofal de la sociedad y las leyes; de la autoridad como imposición y regla y del hombre como individuo egoísta al que solamente lo mueve el afán de lucro.

Su noción de la religión y la familia además parecen sacadas del siglo XIX y desconocen la ciencia y las transformaciones culturales y sociales, así como los logros de los últimos años en el reconocimiento de las libertades individuales, la autonomía del ser humano y la diversidad de nuestras sociedades.

Esta propensión autodestructiva del sistema y que en su versión más radical se expresa en tendencias fascistas, como las representadas por Kaiser y Kast, en las últimas semanas parece haber provocado una reacción de alarma expresado en un aparente, aunque quizás tardío, viraje de Matthei hacia un centro inexistente, salvo en sus intenciones. La batalla por ver quien pasa a la segunda vuelta, parece ser lo que representa para ellos el problema principal, no ganar.

Es así que la candidata de Chile Vamos, comparada con republicanos y nacionallibertarios, parece de centro o así a lo menos pretende aparecer ante la opinión pública. Se trata de los empresarios tradicionales y de la vieja derecha que resisten ser reemplazados de su lugar hegemónico por los representantes de una especie de nuevos ricos que por el momento están dando la cara por prestamistas, usureros y especuladores que se desprendieron de ésta.

Éstos últimos, preferirían volver a la receta original, cuando el neoliberalismo se imponía en medio de la represión de opositores y de sindicalistas durante la dictadura militar -lo que le da esa apariencia chusca que tiene- que continuar buscando ajustes a un modelo que ya no garantiza sostener la misma sobreexplotación de la mano de obra y del medioambiente sobre el que se ha sostenido por décadas.

El desembarco de Bernardo Fontaine, autor de la famosa consigna "con mi plata no", guaripola de la defensa de las AFP's en la Convención Constitucional presidida por Elisa Loncón, y las progresivas deserciones de los partidos de Chile Vamos hacia la candidatura de Kast, dan cuenta de esto último.

Los nuevos centristas, que en realidad son la vieja derecha más desprendimientos de lo que quedó de la Concertación, no es una alternativa capaz de detener las tendencias autodestructivas del neoliberalismo, excepto tal vez posponerlas temporalmente al tiempo que detiene las transformaciones que harían posible garantizar un desarrollo sustentable, los derechos y libertades individuales y sociales y del medioambiente que socava diariamente.

Demuestran su inconsecuencia en cada lapsus pinochetista de su candidata y sus voceros; no oculta sus profundos vínculos doctrinarios y de clase con la nueva derecha. Tal como quedó demostrado en las últimas elecciones de la provincia de Buenos Aires, en la hermana República Argentina, es posible que el pueblo triunfe con unidad, con convicción, y mística. No con gestos de amistad cívica, sino señalando a los responsables de la desigualdad, la exclusión y el autoritarismo con el que el pueblo es tratado. 


viernes, 29 de agosto de 2025

¿Un fantasma recorre Chile?

Francisco Goya. Lo que puede un sastre. De la serie Los caprichos. 1797



En las últimas semanas, el Partido Comunista ha acaparado los titulares de diarios electrónicos, medios radiales y dentro de la pobreza de informaciones y debate que los caracteriza, también los noticiarios de televisión, nocturnos, matinales y de mediodía.

Fundamentalmente para referirse a las contradicciones que habría entre su directiva y su candidata; los partidos de su comando, sus parlamentarios y dirigentes y ex dirigentes. En los aburridos debates organizados por las cámaras empresariales, que prácticamente son unos besamanos -debates que no le dicen nada a ciudadanos y ciudadanas excepto a los dueños del capital, de las minas, los bancos, las AFP's, y las grandes tiendas- sin estar presentes, Jeanette Jara y el Partido Comunista han sido también protagonistas. 

Caso aparte es el espacio ocupado por el proceso al ex alcalde de Recoleta y actual candidato a diputado por el distrito 9, Daniel Jadue, por la Asociación Chilena de Farmacias Populares. Le sacan cuñas a uno que otro despistado para referirse a él, chambonadas que sólo demuestran -como en el caso de las diferencias al interior del comando de Jeannette Jara y sus miembros- la ansiedad por ocupar titulares, aparecer en los medios y no pasar desapercibido, aun cuando no sean una demostración de mucha inteligencia. En el caso de ciertas autoridades, especialmente las del poder judicial y el ministerio público, una coincidencia que raya con una sospechosa complicidad. 

Las alusiones al "octubrismo" -concepto popularizado por el viejo intelectual orgánico del empresariado JJ Brunner- se han multiplicado para referirse a la posibilidad de un riesgo presente, especialmente por la eventualidad de que lleguen al Parlamento luchadores de las épicas jornadas del 18 de octubre o que podrían  representar las demandas que las inspiraron y que se expresaron en la Convención Constitucional ahora en el Parlamento, como Elisa Loncón, Gustavo Gatica o Carlos Astudillo. 

Todo indica, la preocupación de la elite empresarial, política y cultural, de que las próximas elecciones sean una réplica tardía del levantamiento popular del 18 de octubre. Es el fantasma que les quita el sueño y por el cual movilizan toda la artillería mediática, política y judicial. Su candidato mejor aspectado, el ultraderechista José Antonio Kast, tiene incluso que salir a corregir declaraciones y los impopulares planteamientos contenidos en su programa. Ello en lo relacionado con los derechos de la mujer y el sistema previsional, sin considerar la suavización que tuvo que hacer de su programa en relación con lo que contenía en su anterior candidatura. 

El fantasma que recorre Chile, si bien es una especie de espantajo levantado por la derecha, los medios y el empresariado para asustar a chilenos y chilenas ante la posibilidad de un triunfo de Jeannette Jara en las próximas elecciones y de que la izquierda y los sectores auténticamente democráticos obtengan un resultado favorable en las parlamentarias, tiene fundamentos objetivos. Que estos se transformen efectivamente en una amenaza real y una fuerza suficiente para realizar los cambios que incluso son puestos en duda por quienes los han propuesto, de su capacidad de identificarse con las masas, éstas de moviizarse de todas las formas en las que su creatividad y autonomía les inspire, de la unidad de las fuerzas de izquierda y democráticos y su decisión de vencer. 



viernes, 22 de agosto de 2025

Reformar la educación para democratizar la sociedad


Rafael Sanzio. La escuela de Atenas 1510-1511


Con la elección de Jeanatte Jara en las próximas elecciones presidenciales y el triunfo de la amplia coalición democrática que la respalda en las parlamentarias, es posible completar las expectativas de igualdad, dignidad y participación del pueblo y amplias mayorías sociales y nacionales que se vienen desarrollando en los últimos años. 

Como casi siempre, fueron los y las jóvenes estudiantes, los que les abrieron el camino y no es casualidad que así haya sido siempre. Ello, porque es en el sistema educacional, precisamente, donde se expresan las contradicciones sociales, moduladas por la cultura como un campo de batalla donde se enfrentan concepciones de mundo y valores que proviniendo de las que se viven en la familia, el barrio, la etnia, la nacionalidad y la clase de origen, entran en conflicto con las que predominan en la sociedad y la escuela, el liceo y la universidad recrean.  

Las luchas del movimiento estudiantil, unidas a las que el magisterio venía sosteniendo desde la dictadura militar, han abierto el camino a reformas que progresivamente, desde el año 2006, han ido cambiando su fisonomía. Primero la derogación de la LOCE y su reemplazo por la LGE, que elimina los conceptos más retrógrados del marco regulatorio de la educación pública, herencia de la Doctrina de la Seguridad Nacional; reconoce las modalidades educativas y a la Comunidad Escolar y sus derechos; y cambia la composición del Consejo Nacional de Educación. 

Luego de las históricas jornadas del 2011, se obtiene la derogación definitiva de la Ley General de Universidades, promulgada por la Junta Militar en 1981. Esta ley impedía la elección democrática de los rectores y la participación triestamental en los órganos colegiados de gobierno universitario, lo que es modificado recién en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet. 

Además, hizo posible la gratuidad de la educación superior y la eliminación del CAE, lo que se encuentra en su última fase de discusión legislativa por medio de la creación del FES, sistema de financiamiento de los estudios de pre grado que incluso favorecería a quienes no sean beneficiarios de la gratuidad y establece beneficios para los deudores del sistema antiguo. 

En el caso de la educación escolar, el legado del segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, es la regulación del sistema particular subvencionado, hasta entonces verdadero mercado persa en el que se aplicaba a la perfección eso de "socialización de las pérdidas y privatización de las ganancias" a través del más chabacano lasaiz faire, oculto tras la aplicación de un concepto clasista de libertad de enseñanza contenido en la Constitución actual y reforzado por la introducción del financiamiento compartido en los años noventa y que recién con la Ley de Inclusión se viene a corregir. 

En segundo lugar, la Nueva Educación Pública. Ésta crea un sistema único dependiente del mineduc a través de la Dirección de Educación Pública. Modifica su gobernanza a través de la creación de instancias intermedias conocidas como SLEP, las que reemplazarían a los municipios como responsables de su administración, gestión y dirección. 

Un futuro gobierno democrático y progresista debe concluir este ciclo de reformas comenzadas gracias a las luchas del movimiento estudiantil y las comunidades escolares y universitarias, modificando el  sistema de financiamiento de la educación escolar basado en una cuestionable antropología que sustenta una noción de la libertad que la reduce a la posibilidad de escoger, pero no de crear lo que exigiría condiciones materiales que las actuales políticas de financiamiento impiden.

En segundo lugar, la determinación de los grados de autonomía del nivel local del sistema nacional de educación pública. La dirección del sistema, sin duda, debe estar en el mineduc en términos curriculares y técnico pedagógicos, pero ampliando los márgenes de libertad para el nivel intermedio (los SLEP) y local (las escuelas) para desarrollar sus proyectos. Ello sólo sería posible si en lugar de ser una lista interminable de contenidos y objetivos, el curriculum se centra en las habilidades, que fue el sentido de la priorización curricular durante la pandemia.

Finalmente, lo que algunos llaman el cambio de "paradigma educativo" o sea, responder la vieja pregunta ¿para qué nos sirve el sistema escolar? ¿para qué educamos? Ya es un lugar común decir que las novísimas tecnologías de la información y las redes sociales han puesto en tensión a la escuela y especialmente a sus docentes. Que fenómenos como la inclusión de estudiantes con necesidades educativas especiales; la inmigración y el reconocimiento de los derechos de las divergencias sexogenéricas han puesto en tensión a una escuela todavía organizada en torno a concepciones de hombre de los siglos XIX y XX. 

Pero estas siguen asemejándose más a las de nuestros padres que a la información y la forma en que nuestros niños, niñas y jóvenes la consumen en sus celulares y aparatos electrónicos. Que los discursos sobre el éxito, y los beneficios de la competencia no les dicen nada en relación con sus experiencias de fracaso para las cuales no los prepara; tampoco para la convivencia con la diversidad y la diferencia, porque los separa y clasifica por el resultado de las pruebas. 

El triunfo en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias, abre las puertas a una profunda transformación completando este largo ciclo de reformas. Es a eso a lo que te le temen la derecha y los empresarios, todavía nostálgicos de la dictadura de Pinochet, como lo dejó claro el flamante vocero de Evelyn Matthei estos días. Oponerse a esta tendencia a la reforma del sistema educacional, la garantía segura de una nueva revolución pingüina, o un 2011. Se trata de una reforma cultural, la única que puede garantizar la consolidación de un sistema educacional moderno y democrático y uno de los que representa la posibilidad de contener el avance de las ideas fascistas que se ocultan tras la defensa de lo habitual, de lo conocido, es decir del sentido común.