Max Ernst. Las tentaciones de San Antonio |
La oposición, producto de los escándalos de corrupción que la sacuden, su falta de proyecto, liderazgos y legitimidad, está sumida en sus luchas intestinas. En efecto, la derecha se halla en
un estado de postración e intrascendencia como no se veía desde hace
unos cuarenta y cinco o cincuenta años.
Pese a ello, sin embargo, el programa
de gobierno ha logrado abrirse paso sólo en medio de una tenaz resistencia y no sin dificultad.
Esta dificultad de la Nueva Mayoría de avanzar más rápido y
más profundamente en la implementación de su programa, debe tener pues otra explicación también.
Como ha quedado de manifiesto en el trámite de la reforma laboral, la oposición pertinaz de una parte de los partidos de la Concertación, que se ha resistido a lo largo de estos dos años de Gobierno a impulsarlas y a sus acuerdos con la derecha, acuerdos en los que se basó la transición pactada.
Ésta supervivencia de las políticas concertacionistas, no sería posible sino por el hecho de que sus partidos, entre otras cosas, no generaron un recambio, con ideas políticas nuevas.
En efecto, todo el país ha sido testigo de cómo la denominada
G-90 fue abandonada por sus progenitores y cómo esta generación de recambio de
la Concertación, una vez abandonada y culpada de todos los males que aquejan al
gobierno o a lo menos de no haberse hecho cargo de ellos -cuyo chivo expiatorio fue Rodrigo Peñailillo-, es incapaz de oponer una respuesta política a este embate.
Esta generación no presenta nuevas ideas; y es incapaz de disputar la conducción de sus partidos.
Así las cosas, son viejos cuadros de izquierda y que lucharon
contra Pinochet quienes en principio protagonizan la política al interior de
los partidos de la vieja Concertación y paradójicamente, enarbolan ideas y propuestas que ponen en entredicho su obra de los años noventa del siglo pasado.
Ello obviamente genera una legítima
desconfianza en los jóvenes que crecieron entonces; que
protagonizaron la revolución pingüina el 2006 y las masivas movilizaciones del
año 2011. En muchos casos se trata de jóvenes que provienen de familias concertacionistas además.
También trabajadores que protagonizaron las huelgas del subcontrato, deudores habitacionales, ambientalistas, empleados públicos y sectores marginados de la sociedad por motivos de género y etnia durante la transición.
Es probablemente esta fractura generacional y cultural y la falta de recambio, el origen de la dificultad del gobierno de la Nueva Mayoría de avanzar más y más rápido en la implementación de su programa.
Ello porque dicha fractura se basa en la desconfianza y el rechazo -lo que se expresa después
en resistencia y críticas abstractas- no en propuestas. Expresión de ello es la incapacidad de nuevos referentes de izquierda y liderazgos políticos de abrirse paso en medio de la crisis de legitimidad del sistema político.
También en el discurso facilón de académicos e intelectuales
de izquierda que tienen amplia cobertura en los medios y que presentan las contradicciones, marchas y contramarchas propias
de cualquier proceso político, como una demostración de la presunta falta de voluntad política del Gobierno de la Nueva Mayoría de realizar las reformas al sistema contenidas en su programa; de su insuficiencia o en el mejor de los casos, de incompetencia o improvisación y finalmente de su imposibilidad.
A dos años de que termine la actual administración; en medio de la crisis de legitimidad de las bases del sistema neoliberal instaurado por la dictadura y sostenido por la denominada democracia de los acuerdos. Cuando el imperialismo en todo el continente está empeñado en hacer retroceder lo que se ha avanzado en los últimos diez años, mientras que en nuestro país, la derecha está en su momento de mayor debilidad, es precisamente la unidad del pueblo la clave para avanzar en más democracia, más derechos, más libertades individuales y colectivas.
Fortalecer la unidad en torno a un programa de reformas urgentes y necesarias por mínimas que sean en lo que resta del período presidencial actual. Quedan la reforma laboral en lo inmediato; la ley de educación pública y la de educación superior; el proceso constituyente. Suficientes tareas como para hacerlo.
Fortalecer también la Nueva Mayoría; ampliándola hacia sectores emergentes de la izquierda y el movimiento juvenil.
Enriqueciendo su programa con las tareas que no se abordaron en este período, como el cambio al sistema de AFP´s; y una política de comunicaciones y cultura.
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