La renuncia
del presidente de la DC, Fuad Chaín, en la Junta Nacional de su partido es la
demostración más elocuente del ocaso definitivo de la democracia de los
acuerdos.
Es el acta
de defunción que solamente viene a confirmar un proceso largo y paulatino de
decadencia retrasado por el voluntarismo obtuso de su gestión a la cabeza del
PDC. Su resultado en gobernadores, alcaldes y especialmente convencionales para
la constituyente, representan el castigo a una gestión caracterizada por
la afanosa búsqueda de un acuerdo imposible con la derecha, que generalmemte terminó
en puras concesiones.
Aunque
suene trillado decirlo a estas alturas, como decía Radomiro Tomic, cuando se
gobierna con la derecha, es la derecha la que gobierna y eso el pueblo lo
percibió claramente y lo castigó.
El otro
finado ilustre es ciertamente el gobierno que de aquí a noviembre va a ser un
zombie aun cuando haya muchas cuestiones por resolver, lo que considerando el
presidencialismo radical de nuestro régimen político, en el que muchas de las
soluciones dependen de la iniciativa del Ejecutivo, se puede avizorar desde ya
un período corto pero turbulento.
En tercer
lugar, y probablemente el más evidente, la coalición de partidos que lo
sustenta. No habiendo pasado más de cuarenta y ocho horas de su estrepitosa
derrota, sin embargo, este sector sigue defendiendo los dogmas de la doctrina
neoliberal que la condujeron a la tumba.
Sigue
amenazando con sus majaderas reservas de constitucionalidad frente a proyectos
como el de impuesto a los súper ricos y royalty minero.
Habrá que
ver si cumple su amenaza de llevar todo lo que no le gusta al TC, que a estas
alturas no es, o no debiera ser, más que una pieza de museo.
Surge entonces, de entre las ruinas de Vamos por Chile, una nueva
derecha más recalcitrante, más reaccionaria, más chusca, más violenta,
representada por personajes tan bizarros como Tere Marinovic o Marcela Cubillos
y que considerando el resultado de la secta de JAK, no es mucho más
insignificante que el resto del sector. Evidentemente, los defensores de la
democracia de los acuerdos como Lavín o Desbordes, se resisten a desaparecer,
pero les está costando y muy probablemente, van a terminar siendo fagocitados
por esta nueva derecha proto fascista.
El resultado no podría ser mejor ciertamente. Las fuerzas de
izquierda han salido fortalecidas, incluyendo a una socialdemocracia que se
diluye y se adapta a estas nuevas circunstancias o que está en proceso de
hacerlo.
Los triunfos del PC en convencionales y concejales, alcaldías como
la de Santiago y Lo espejo, así como el del FA en Viña del Mar y Maipú, el
triunfo de un luchador social como Rodrigo Mundaca en la Gobernación de la
región de Valparaíso, son excelentes noticias. Lo mismo el resultado de la Lista
del Pueblo y el Partido Igualdad en comunas como Puente Alto y Peñalolén son
claramente lo nuevo de la situación política.
Sin embargo, no es menos cierto que la izquierda debe lamentar la
pérdida de importantes dirigentes sociales como el vocero de la Coordinadora
NO+AFP, la Presidenta de la CUT o el presidente metropolitano del Colegio de
Profesores. En cambio, surge del resultado del domingo un abigarrado panorama
de liderazgos y representaciones sociales, que es ciertamente parte del campo
popular y antineoliberal.
Probablemente la Convención será, o debiera serlo, el momento de
síntesis.
Y no solamente por lo que pase en el transcurso de sus
deliberaciones y votaciones, durante el cual además, se verá realmente qué
significa ser “independiente” o “movimiento social”. Ello dependerá también de
las luchas sociales y de masas que deberán darse en torno a cuestiones como el
inefable reglamento de la Convención, impuesto por los derrotados del domingo y
aceptado de muy buen grado por los partidarios de la democracia de los
acuerdos, derrotados también el fin de semana.
La síntesis va a hacerse también en las luchas de masas que
debieran desplegarse en torno a los salarios y las medidas para enfrentar la
pandemia, caracterizadas hasta ahora, como decía hace un año el dirigente de la
ANEF, compañero Caros Insunza, por la aplicación ortodoxa de la ley del embudo.
También en la lucha por la libertad de los presos de la revuelta y
la reparación, juicio y castigo en los casos de violación a los DD.HH. que en ningún
caso puede considerarse entra dentro de la lógica de lo posible o lo mínimo.
Para todo esto, se requiere la más amplia unidad de los
vencedores. Las grandes Alamedas se están abriendo tras el ocaso de la
democracia de los acuerdos. Todos caben excepto los neoliberales y quienes
crean que es necesario algún tipo de acuerdo con la derecha para lograrlo,
después de las históricas jornadas del fin de semana.
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