Pedro Luna. El baile de las enanas o Cabaret de Magallanes. 1936 |
En la antigua y cándida
televisión de fines de los años ochenta, los días viernes en la noche se
transmitía un programa de humor que se llamaba "los
fisicoculturistas". Sus protagonistas, dos tipos normales, bajitos y
flacuchentos, como todos los chilenos, en un diálogo que presagiaba la cultura
y estilo de vida que se empezaba a imponer en la sociedad chilena, basada en la
apariencia y un grotesco hedonismo, partían diciendo "es que somos
fisicoculturistas" después de realizar maromas e hilarantes demostraciones
de fortaleza y buena condición física. Acto seguido, alguien les decía
"ridículos" y ellos desconcertados, aunque sus caras demostraran
cierta comprensión de la razón para que se les llamara así, contestaban
"....perdón, dijo ¿ridículo o ridículos?..."
Un cuadro parecido es el que la
derecha chilena, expone todos los días en la prensa y los matinales. Al
inefable Carter, hablando en alemán, demoliendo casas o realizando acusaciones
rimbombantes y denuncias catastrofistas; y los republicanos, cada vez más desfachatados
en sus denuncias, cual savonarolas modernos, se suma ahora Evelyn Matthei,
virtual candidata de Chile Vamos, al coro de exagerados y lenguaraces que
agitan la emoción y el desencanto de una sociedad asolada por la incertidumbre
que el neoliberalismo ha elevado a la categoría de condición natural de la vida
social.
En efecto, la incertidumbre y su
hija putativa, la flexibilidad frente al cambio, que en los noventa y los
primeros cinco o diez años del siglo XXI eran saludadas como incentivos para la
creatividad y el desarrollo -lo que en realidad apenas ocultaba con una
impudicia vergonzosa, la precariedad de las vidas en el sistema neoliberal-,
hoy día ya no se sostiene como discurso legitimador del sistema. Según los
datos aportados por la Fundación Sol, hace poco, aproximadamente la mitad de
los nuevos pensionados por el sistema de AFP´s recibe jubilaciones de menos de
cien mil pesos.
Las listas de espera en salud,
los altos precios de las prestaciones y la indefensión en que quedan los miles
de personas estafadas por las ISAPRES; la prácticamente inalcanzable aspiración
de la casa propia que tiene viviendo como allegados y/o en campamentos a prácticamente
la misma cantidad de familias que en 1985, según datos del MINVU; el
encarecimiento de bienes y servicios,
sin considerar gastos imprevistos que el
sueldo promedio de setecientos mil pesos no puede cubrir, como no sea haciendo
la bicicleta todos los meses, hacen de la incertidumbre efectivamente casi una
condición fáctica de la vida social.
Sin embargo, gracias a Marx y a
varios pensadores, no todos narxistas por cierto, sabemos que la vida social de
lo menos que tiene es de natural, porque es una creación de los propios seres
humanos. Pero la derecha pretende, que sí lo es y por esa razón a cualquier
intento de reforma económica, social o política, la tilda de ideologismo,
pretensión fantasiosa o simple voluntarismo. Se suma de esa manera, una segunda
fuente de incertidumbre, que es la duda acerca de la posibilidad de que éstas
se realicen para mejorar sus vidas, al menos en el marco de la
institucionalidad política, económica y social vigente, augurio casi seguro de
un nuevo estallido de indignación popular.
La derecha bloqueó en el
Parlamento la reforma tributaria; tiene parada la reforma al sistema de AFP's,
chantajeó hasta la náusea la tramitación de la ley corta de ISAPRES para
imponer una salida ridícula; los candidatos a alcaldes de ese sector, anuncian
desde ya, en una performance que raya en la sedición, que no van a traspasar las
escuelas públicas de sus comunas a los
Servicios Locales de Educación, ley aprobada durante el mandato de la
presidenta Bachelet por el Parlamento y la guinda de la torta, estos días
pillaron in fraganti a varios de sus diputados realizando un copy paste de un informe de las empresas
pesqueras, en la tramitación de la ley que regula al sector. Patético.
Mientras los treinta y ocho
alcaldes de su sector imputados o procesados por malversación, estafa, cohecho
y otros delitos que suman la friolera de mas de ciento setenta mil millones de
pesos, Daniel Jadue, el alcalde más realizador, más progresista en el sentido
de haber hecho más obras que ponían en cuestión la lógica de mercado en la
provisión de servicios y bienes para los vecinos de su comuna, espera en
prisión preventiva el destino que le depare un poder judicial cada vez más
cuestionado por sus turbias e intrincadas relaciones con el poder político y
económico, como lo demuestra el caso Desbordes y antes el caso Hermosilla.
A su defensa férrea del sistema y los valores
que encarna, se suma entonces su enconado anticomunismo, que no es más que la
expresión de su retardatario y básico pensamiento. Ataca a ministros,
parlamentarios, alcaldes y dirigentes sociales comunistas y de izquierda, con una
tirria medieval, solo por el hecho de postular que otra forma de organizar la
vida política y social es posible y necesaria. La impavidez con que esta
agresividad de la derecha es tolerada resulta en todo caso escalofriante.
Por esa razón, igual como los
fisicoculturistas preguntaban "¿ridiculo o ridícuos?", los
represnentantes de la derecha podrían preguntar con la misma mezcla de sorpresa
y conocimiento "perdón, dijo ¿facho o fachos?". Lo preocupante sería
que todavía alguien que no fuera de derecha se lo preguntara.
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