martes, 16 de abril de 2024

Significado y proyecciones del triunfo en la Cámara

Juan Dávila. Neo-pop. 1983-1985



La caída del acuerdo administrativo en el Congreso y la posterior elección del senador García Ruminot de RN, en la presidencia del senado y de la compañera Karol Cariola en la de la Cámara de Diputados, es la expresión más evidente de la correlación de fuerzas en el país. 

En efecto, la enrevesada trama que a la mayoría de los chilenos y chilenas les parecía incomprensible, cuando no indiferente, es en realidad el resultado del reordenamiento de las fuerzas políticas. Vestigios del centro emigrando hacia la derecha, alegres y entusiastas; la ultraderecha pisándole los talones a la tradicional y una centroizquierda que tiene la responsabilidad de ordenar a las fuerzas democráticas y detener el avance del neofascismo. 

Es de esperar, por esa razón, que el logro de la Cámara se exprese también en las elecciones municipales y de gobernadores, para lo cual la decisión del PDC ha resultado fundamental e histórica. No se trata ya de mera ingeniería electoral y si así lo consideraran los suscriptores del acuerdo o alguno de ellos, sería fatal. La contradicción principal que agita al país en el presente, no deja mucho espacio para los sempiternos transeúntes del camino del medio. Estos, en realidad, se refocilan en la actualidad en el mezquino espacio que la derecha les concede, sin capacidad de realizar cambios reales o incluso sin siquiera proponérselo.

El triste espectáculo de toma y quita, de grupos intrascendentes como el PDG o Demócratas, sirven de condimento picante de la confrontación principal y lamentablemente, alimentan la desafección de la sociedad y el desprestigio de la actividad política, caldo de cultivo de los discursos populistas de la ultraderecha, alimentados eso sí por un par de medios y periodistas despistados, que meten a todo el mundo en el mismo saco de corruptos y oportunistas, facilitando la propagación de su prédica reaccionaria y simplona.

Es el caso de la campaña emprendida en contra del alcalde de Recoleta, compañero Daniel Jadue, la que, ante la ausencia de pruebas y fundamentos, consiste en colocar su foto al lado de la de Kathy Barriga o el “tronco” Torrealba y gastar mares de tinta en especulaciones y chismes. El objetivo de meter a todos tras el mote de “corruptos” no puede ser más evidente: minar la legitimidad del sistema democrático, hacer pasar desapercibidos la bancarrota política y moral de la derecha y de pasada, afectar a las fuerzas y liderazgos de la izquierda.

Hacer frente y detener la ofensiva reaccionaria, que sigue un libreto calcado al de Trump, Millei, Bolsonaro, Noboa y la ultraderecha europea, no solamente consiste en demostrar la pureza de sus intenciones y la probidad de sus actos. Para la reacción y el batallón de comunicadores venales de que dispone, eso es secundario. Una batalla de profesiones de fe y demostración de buenas intenciones solamente la alimentan y justifican argumentos para mantener a la sociedad en el mismo estado de despolitización y apatía que sirve de repositorio de frustraciones, desengaños y rabia contenida a punto de estallar permanentemente.

La unidad lograda por las fuerzas progresistas para detener a la derecha en el Parlamento es la mejor noticia para la democracia. Ha permitido romper la atávica exclusión del Partido Comunista, sostenida por una campaña obscena de prejuicios, temores fundados en la ignorancia, concepciones pueriles y propaganda pagada.

El triunfo de la Cámara de Diputados, debe proyectarse más allá de lo ocurrido en el Congreso y convocar al pueblo a movilizarse tras el mismo propósito, so pena de aparecer ante la opinión pública no más que una de las típicas componendas sin contenido a las que ha reducido la actividad política, el sistema neoliberal y la Constitución actualmente vigente.

Llenarla de contenido entonces, es más útil que pegarse en el pecho y firmar documentos y protocolos de acuerdo, que como demuestran los recientes incidentes del Congreso Nacional, se ignoran con la misma facilidad con la que se suscriben. Los contenidos no son otros que los que tienen que ver con la justicia social, la igualdad, la redistribución de la riqueza, el respeto a la dignidad de las personas, el medioambiente y la democracia. Ante cada demanda del pueblo; ante cada propuesta del progresismo, incluido el gobierno, respecto de estas, la caterva de la derecha y los empresarios reaccionan con una radicalidad y dogmatismo que no deja espacio para el consenso que pregonan. 

Dichos contenidos no son, por lo demás, el resultado de un focus group, un estudio de opinión o una comisión de expertos. Son el resultado de la experiencia cotidiana de trabajadores y trabajadoras y el pueblo.  Se expresan en la demanda de reforma del sistema previsional, el aumento de los salarios, el fortalecimiento de la educación y la salud públicas, el pacto fiscal que le permitirá al Estado recaudar más fondos para financiar las medidas que van en favor del pueblo en todos estos ámbitos.

Su movilización y manifestación no son, por lo tanto, un ingrediente extra ni un factor adicional, sino su verdadero contenido o debiera serlo.


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