Juan Dávila. Neo-pop. 1983-1985 |
La caída del acuerdo administrativo en el Congreso y la
posterior elección del senador García Ruminot de RN, en la presidencia del
senado y de la compañera Karol Cariola en la de la Cámara de Diputados, es la
expresión más evidente de la correlación de fuerzas en el país.
En efecto, la enrevesada trama que a la mayoría de los
chilenos y chilenas les parecía incomprensible, cuando no indiferente, es en
realidad el resultado del reordenamiento de las fuerzas políticas. Vestigios
del centro emigrando hacia la derecha, alegres y entusiastas; la ultraderecha
pisándole los talones a la tradicional y una centroizquierda que tiene la
responsabilidad de ordenar a las fuerzas democráticas y detener el avance del
neofascismo.
Es de esperar, por esa razón, que el logro de la Cámara se
exprese también en las elecciones municipales y de gobernadores, para lo cual
la decisión del PDC ha resultado fundamental e histórica. No se trata ya de
mera ingeniería electoral y si así lo consideraran los suscriptores del acuerdo
o alguno de ellos, sería fatal. La contradicción principal que agita al país en
el presente, no deja mucho espacio para los sempiternos transeúntes del camino
del medio. Estos, en realidad, se refocilan en la actualidad en el mezquino
espacio que la derecha les concede, sin capacidad de realizar cambios reales o incluso
sin siquiera proponérselo.
El triste espectáculo de toma y quita, de grupos intrascendentes
como el PDG o Demócratas, sirven de condimento picante de la confrontación
principal y lamentablemente, alimentan la desafección de la sociedad y el
desprestigio de la actividad política, caldo de cultivo de los discursos
populistas de la ultraderecha, alimentados eso sí por un par de medios y
periodistas despistados, que meten a todo el mundo en el mismo saco de
corruptos y oportunistas, facilitando la propagación de su prédica reaccionaria
y simplona.
Es el caso de la campaña emprendida en contra del alcalde de
Recoleta, compañero Daniel Jadue, la que, ante la ausencia de pruebas y
fundamentos, consiste en colocar su foto al lado de la de Kathy Barriga o el
“tronco” Torrealba y gastar mares de tinta en especulaciones y chismes. El
objetivo de meter a todos tras el mote de “corruptos” no puede ser más
evidente: minar la legitimidad del sistema democrático, hacer pasar
desapercibidos la bancarrota política y moral de la derecha y de pasada,
afectar a las fuerzas y liderazgos de la izquierda.
Hacer frente y detener la ofensiva reaccionaria, que sigue
un libreto calcado al de Trump, Millei, Bolsonaro, Noboa y la ultraderecha
europea, no solamente consiste en demostrar la pureza de sus intenciones y la
probidad de sus actos. Para la reacción y el batallón de comunicadores venales
de que dispone, eso es secundario. Una batalla de profesiones de fe y
demostración de buenas intenciones solamente la alimentan y justifican argumentos
para mantener a la sociedad en el mismo estado de despolitización y apatía que
sirve de repositorio de frustraciones, desengaños y rabia contenida a punto de
estallar permanentemente.
La unidad lograda por las fuerzas progresistas para detener
a la derecha en el Parlamento es la mejor noticia para la democracia. Ha
permitido romper la atávica exclusión del Partido Comunista, sostenida por una
campaña obscena de prejuicios, temores fundados en la ignorancia, concepciones
pueriles y propaganda pagada.
El triunfo de la Cámara de Diputados, debe proyectarse más
allá de lo ocurrido en el Congreso y convocar al pueblo a movilizarse tras el
mismo propósito, so pena de aparecer ante la opinión pública no más que una de
las típicas componendas sin contenido a las que ha reducido la actividad
política, el sistema neoliberal y la Constitución actualmente vigente.
Llenarla de contenido entonces, es más útil que pegarse en
el pecho y firmar documentos y protocolos de acuerdo, que como demuestran los
recientes incidentes del Congreso Nacional, se ignoran con la misma facilidad
con la que se suscriben. Los contenidos no son otros que los que tienen que ver
con la justicia social, la igualdad, la redistribución de la riqueza, el
respeto a la dignidad de las personas, el medioambiente y la democracia. Ante
cada demanda del pueblo; ante cada propuesta del progresismo, incluido el
gobierno, respecto de estas, la caterva de la derecha y los empresarios
reaccionan con una radicalidad y dogmatismo que no deja espacio para el
consenso que pregonan.
Dichos contenidos no son, por lo demás, el resultado de un
focus group, un estudio de opinión o una comisión de expertos. Son el resultado
de la experiencia cotidiana de trabajadores y trabajadoras y el pueblo. Se expresan en la demanda de reforma del
sistema previsional, el aumento de los salarios, el fortalecimiento de la
educación y la salud públicas, el pacto fiscal que le permitirá al Estado
recaudar más fondos para financiar las medidas que van en favor del pueblo en
todos estos ámbitos.
Su movilización y manifestación no son, por lo tanto, un
ingrediente extra ni un factor adicional, sino su verdadero contenido o debiera serlo.
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