Jean Antoine Watteau. Capitulaciones de boda y baile campestre. 1711 |
Por estos días se conoció el acuerdo en el senado para
destrabar la discusión sobre la reforma del sistema previsional. Este hecho
sólo viene a confirmar una vez más que la derecha y pese a todo el desprestigio
y falta de confianza con el que carga, la Asociación de AFP's son las que
determinan el ritmo de la discusión, que quedó postergada hasta enero, a la
espera probablemente del resultado de las elecciones municipales.
Resulta francamente inverosímil. Uno de los elementos más
importantes del sistema económico y social vigente, generador de pobreza y
déficit fiscal y al mismo tiempo, de inmensas fortunas y negocios fastuosos y
multimillonarios; políticamente inviable y socialmente carente de toda
legitimidad, sigue siendo objeto de una discusión interminable e irresoluble en
el Parlamento, como la de los teólogos de la Edad Media.
En este sentido, muchos saludan y se felicitan del acuerdo y
la derecha, con la hipocresía y la falta de pudor que la caracteriza, asiente
con una sonrisa benevolente. Su condición mayoritaria en el Senado, condición
otorgada por unos cuantos tránsfugas que se autodenominan de centro izquierda,
es la que se lo permite, mientras algunos oportunistas que blandían hace no
mucho retroexcavadoras de plástico, la felicitan por su republicano gesto o a
sí mismos por su habilidad para ponerse de rodillas.
Ciertamente los ministros Mario Marcel y Jeanette Jara han
tenido una paciencia y especialmente un estómago bastante firmes como para
soportar por enésima vez la monserga de la derecha y de las AFP´s en el sentido
de lo poco que ahorran los trabajadores y trabajadoras; lo mucho que viven; y
la patraña de los operadores políticos y las paranoideas teorías acerca de la
intención del Estado de quedarse con los ahorros de trabajadores y
trabajadoras, que ellos tienen bajo su poder hace décadas y de los que
alimentan sus obscenas fortunas y sus campañas políticas.
A los ministros no les ha quedado otra que bailar con la fea
y hacerse cargo de una situación en la que el control que los poderes fácticos
han puesto a nuestra democracia. Contentarse con unas cuantas reformas inocuas
obtenidas mediante el muñequeo y fórmulas cada cual más complicada que la otra,
como las que han dado origen a nuestro singular sistema económico social lleno
de áreas oscuras de colaboración público privada donde se amasan fortunas con
plata del Estado; reino del pituteo y el matute y muchos antiguos luchadores,
han encontrado un nicho para sobrevivir a sus inclemencias.
Así, lo que alguna vez se esgrimió como argumento para
justificar la necesidad de la política de los acuerdos, se transformó en una
virtud republicana, la que ciertamente no tiene nada que ver con la vida real
de millones de chilenos y chilenas y que explica, la ridícula legitimidad que
ostentan instituciones como el Congreso y los tribunales de justicia. Cada
cierto tiempo, sin embargo, como el 2006, el 2011 o el 2019, el pueblo
encuentra la manera de recordárselo y la fuerza telúrica que se acumula tras
las exclusiones, los abusos y la desconsideración con la que es tratado por los
ricos, politicastros venales y opinólogos de farándula, reacciona haciéndoselos
presente.
Las recientes alzas; las demostraciones de falta de
escrúpulos de las ISAPRES y sus representantes políticos, sumados a la
ineficiencia de las empresas distribuidoras de energía eléctrica y el desamparo
en que dejan a miles de usuarios durante semanas -de los que además se mofan
con unas explicaciones absurdas acerca de su inoperancia- la acumulan para
otorgarse una nueva oportunidad de reforma.
Sin embargo, la pasividad con la que estas han sido
toleradas o en muchos casos, comentadas con aires de gran sabiduría por
dirigentes políticos y sindicales, solamente le despejan el camino a Kast y su
patota, que con sus explicaciones sentimentales y facilonas, como ha señalado
la ex presidenta Bachelet, llega con mucho mayor eficacia al pueblo.
Esta conversión de la necesidad en virtud, en realidad no es
otra cosa que la naturalización de las
condiciones de la dominación neoliberal y la renuncia a plantearse la
posibilidad de una transformación efectiva y estructural de las bases sobre las
que se ha construido la sociedad actual, caracterizada por la desigualdad; el
abuso, la destrucción del medioambiente y la exclusión, apenas contenido por
algunos parches gracias a los cuales no se colapsa definitivamente y el pueblo
sobrevive, pero que también puede que se normalicen y terminen por pavimentarle
el camino al fascismo.
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