lunes, 30 de diciembre de 2024

El año decisivo

Eugene Delacroix. la libertad guiando al pueblo. 1830



 

Como en 1986, el próximo podría resultar ser un año decisivo para chilenos y chilenas. En pocas semanas, de hecho, recién comenzado el 2025, se va a sellar una de las reformas más importantes del programa de gobierno de Apruebo Dignidad y sus aliados de Socialismo Democrático, que es la reforma al sistema previsional, o debiera hacerlo. Ciertamente, no se trata de cualquier reforma. Está en el corazón del sistema neoliberal, porque es la caja del sistema financiero, cuestión de la que la derecha está perfectamente consciente.

 

Por eso, la majadería de su propaganda sosteniendo la presunta propiedad individual de los fondos que administran las AFP's, argumento que si tiene la capacidad que tiene de sostenerlas en la actualidad, pese a su colosal desprestigio, se debe únicamente a su control de la industria cultural, la información y las comunicaciones. Estas demuestran cotidianamente una de las contradicciones más profundas del sistema y explica también la imprevisibilidad de los comportamientos sociales y colectivos expresados en la famosa frase "no lo vieron venir", en la medida que sus mismos controladores sucumben al discurso armado y difundido para mantener bajo control a trabajadores, trabajadoras, empleados y profesionales de clase media que los sostienen con su propio esfuerzo y ahorros, sin que sus controladores tengan que hacer mucho para enriquecerse, excepto especular con plata ajena.

 

El hecho de que la reforma afecte el corazón del sistema, además, tiene como consecuencia que las posiciones a su alrededor se radicalicen de manera tal que el sistema político se fragmente dando origen a posiciones ultrafundamentalistas de mercado que tensionan a la derecha tradicional generando contradicciones en su interior y que ya han fagocitado a varios de sus liderazgos y al mismo tiempo desmovilizando a la izquierda sumiéndola en un marasmo asombroso considerando que es su propio gobierno quien la impulsa.

 

Un escenario soñado para los liderazgos mesiánicos, populistas y reaccionarios. La derecha ha boicoteado permanentemente la reforma y tratado de evitar a toda costa terminar con el sistema de capitalización individual, la administración privada de los fondos de pensión; su uso en el financiamiento de otras industrias con la plata de los trabajadores, así como otorgar aunque sea un mínimo de capacidades al Estado de regular esta industria. Su objetivo en este momento es endosarle al gobierno esa responsabilidad, usando la vieja cantinela de los acuerdos como pretexto para hacerlo.

 

Este escenario es posible sólo por la desmovilización de la sociedad, de sindicatos y asociaciones de empleados y profesionales; usuarios y a la vez rehenes del sistema que simplemente presencian como testigos impávidos cómo se resuelve uno de los nudos, uno de los huesos duros de roer, del sistema neoliberal y que explican el poder que ostenta un puñado de especuladores y magnates de las finanzas sobre el resto de la sociedad. En este sentido, la única manera de salir de esta situación de aparente empate, situación funcional a los intereses de la CPC y la derecha, es la más amplia movilización de la opinión pública y la sociedad civil, la misma que obligó a Pinochet a adelantar el itinerario de  traspaso del gobierno contenido en la Constitución del 80 después del paro nacional de 2 y 3 de julio de 1986.

 

El 2025 va a ser decisivo, por lo tanto, porque en él se debieran decantar las posiciones que en el futuro van a disputar la dirección posneoliberal que va a tomar la sociedad chilena en el futuro. Una abiertamente clasista y reaccionaria o una democrática, nacional y popular que aporte a la construcción de una América Latina inserta en un nuevo orden mundial respetuoso del medioambiente, comprometido con la diversidad cultural y la justicia social. Y ello sólo será así en tanto sea el propio pueblo el que rompa la situación de inmovilidad a la que la institucionalidad vigente, condena al sistema político y a la mantención de este orden de cosas insoportable. 

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Fachos al poder!

Jean Dubuffet. Le Guilleret. 1964
                                         


La semana que termina, estuvo marcada por la ofensiva conservadora. Lamentablemente para chilenos y chilenas, la derecha se mueve en la dirección de una deriva reaccionaria que, aparentemente, no tiene vuelta atrás. Después de las elecciones regionales y municipales, la derecha tradicional, aunque pudo respirar momentáneamente, comienza a sufrir la aceleración de su deterioro irreversible y solamente se dedica a dar manotazos de ahogado que apenas disimulan su extinción definitiva. 

En efecto, estos días solamente, el circunstancial presidente de la UDI, diputado Guillermo Ramírez, tiene que salir a dar explicaciones a su par de Republicanos, Agustín Squella, a propósito de lo que quiso decir en materia de pensiones y en el marco de la discusión que se da en el congreso a partir del proyecto de reforma del gobierno del Presidente Boric. 

En una performance patética, Ramírez se deshace en explicaciones para demostrar que es tan reaccionario como el segundo en cuanto a su defensa del sistema de capitalización individual y tan servil como éste en la defensa de los intereses de la industria del sistema privado de pensiones. Con aires de una dignidad de pantomima, anuncia desde ya su oposición y la de su partido a llegar a un acuerdo en el Congreso para destrabar la reforma previsional. En buen chileno, eso quiere decir que está por mantener el sistema tal cual existe hasta el día de hoy y como fue concebido por José Piñera, en plena dictadura militar, hace ya cuarenta y cinco años aproximadamente. 

Es más, su única disposición para llegar a un acuerdo tiene que ver con aumentar el multimillonario fondo que administra y gracias al cual mantiene rehén al sistema político; e incrementar la PGU, que ni siquiera pagan las AFP's sino el Estado, que según la derecha, los empresarios y sus astrólogos de la macroeconomía, para lo único que sirve es para financiar sus negocios y hacerse cargo de resolver sus estropicios. Es lo que se conoce comúnmente como principio de subsidiariedad. 

El escándalo de la devolución de las ISAPRES de los cobros abusivos que realizó a sus usuarios viene a confirmarlo. La derecha, en el trámite de una ley que era, a todas luces, una maniobra de salvataje de esta otra "industria", consiguió incluso condiciones más favorables a las que ya de por sí suponía, posibilitando estas devoluciones que es como decir que el abuso reconocido por el Poder Judicial, primero, e intentado subsanar chapuceramente mediante la ley corta, no le salió ni por cura'o. Una demostración del poder que ostentan, gracias al que, al igual que el de la industria de las AFP's, tienen cautivos a miles de trabajadores y trabajadoras y al Estado de Chile de rodillas. 

Los partidos de la derecha tradicional, tal como lo demuestran las declaraciones de Ramírez, no tienen mucho más espacio para seguir cuenteando. Esto es tan así, que incluso sus sectores dizque "democráticos" se refugian en la candidatura de una de las representates más fanáticas del pensamiento neoliberal, pinochetista disimulada y némesis en vida de Piñera, que en un gesto post mortem, a través de sus colaboradores entre los que destaca su primo, la eleva a la categoría de heredera política. 

La táctica parece consistir más o menos en ser tan fachos como los republicanos para evitar que estos últimos les arrebaten su posición hegemónica en el sector. El resultado es más o menos el mismo. La mantención del poder de los mismos que lo han detentado en los últimos treinta o cuarenta años, banqueros, prestamistas y especuladores, y de la posición culturalmente hegemónica en la sociedad actual que les permite defender la legitimidad moral de sus proyectos y negocios aun cuando son abiertamente contrarios al interés nacional, el mejoramiento de la calidad de vida de trabajadores y trabajadoras, empleados, clase media y el medioambiente. 

El caso Dominga es suficientememnte elocuente al respecto. Como era de suponer, la candidatura de Matthei después de las elecciones territoriales, resultó herida. Le han salido al camino ya varios críticos dentro de su mismo sector, como el pintoresco Carlos Larraín, un representante típico de la derecha tradicional católica, latifundista y autoritaria y el eterno candidato neofascista José Kast. Los socialcristianos, expresión de un neoconservadurismo evangelista que incluso ganó la gobernación del Bío- Bío y que cuenta con una representación parlamentaria nada despreciable, también están empezando a hacer valer su condición de fuerza importante de esta nueva derecha. 


La única manera de resolver esta dispersión pasa probablemente por devolverle autoridad y convicción al sector tras un liderazgo fuerte y decidido. Liderazgos de este tipo son los que representan en América dirigentes tan bizarros como Trump, Millei, Bolsonaro o Bukele. Sea Mattehi, Kast o quien sea el que tome la posta, es el futuro de la derecha y ante lo cual debe prepararse el pueblo, la izquierda y el progresismo so pena de tornarse intrascendente. 


viernes, 6 de diciembre de 2024

A fuego lento

Chaïm Soutine. Piece de boeuf. 1923



                                        


En el transcurso de esta semana,  a los escándalos ya conocidos y explotados hasta el hartazgo por la prensa del sistema, se vienen a sumar el de las devoluciones ridículas que las ISAPRES han realizado de los dineros robados a sus usuarios luego del fallo de la Corte Suprema y de la Ley corta aprobada por el Parlamento que estableció la forma de hacerlo efectivo para supuestamente evitar el colapso del sistema sanitario.  

También la declaración del ex ministro Felipe Ward incriminando directamente al pro hombre de la UDI Andrés Chadwick, en la trama de corrupción de los permisos de construcción del grupo Patio y los hermanos Jalaff y los nuevos antecedentes del caso de Maipú que involucran cada vez más claramente a Joaquín Lavín. 

La prensa del sistema abunda en la filtración de antecedentes  que salen de la fiscalía, involucrando a abogados querellantes y defensores como si fueran parte de la misma trama; pone en la misma página cobertura de los casos Monsalve y convenios, tratando de empatar y de ocultar al mismo tiempo imágenes que pudieran ser incómodas -como las de Chadwick yendo a declarar, lo que contrasta con la manipulación pornográfica de las imágenes de Daniel Jadue esposado y vestido de amarillo durante su formalización-. 

El descrédito del sistema no puede ser más generalizado y profunda la pérdida de credibilidad de las instituciones democráticas y cualquier forma de asociatividad, sea de las que representa el Estado -como municipios, Parlamento, empresas públicas- o de las de la Sociedad Civil -como sindicatos, ONG's y organizaciones  vecinales- así como las de los partidos políticos. Es la aplicación más ortodoxa del aserto del asesor fascista de Donald Trumpp, Steve Bannon, de "inundar la zona con mierda". A las perdidas, algún oportunista ultra podría hacerse cargo de restablecer el orden y evitar que toda esta crisis a la que la ha arrastrado el neoliberalismo y el lazais faire desbocado -que es como el ethos de su cultura- pueda convertirse en una posibilidad efectiva de cambio radical, que es a lo que conduce o debiera conducir. 

Mientras siga siendo objeto de debates y elucubraciones de salón; de conspiraciones palaciegas y fórmulas de reforma al sistema político como las promovidas por el senador socialista Alfonso de Urresti con ayuda de la derecha, estas seguirán en el plano de las reformas interminables y a la sociedad en una eterna crisis sin solución excepto las del tipo libertario, republicano o trumpista, que no son otra cosa que la involución reaccionaria de las sociedades a la paz de los cementerios que promueve el fascismo en sus diferentes versiones. 

La crisis del neoliberalismo se cuece a fuego lento pero no conduce necesariamente a la reforma estructural del supermercado en que ha convertido a la sociedad. 

Solamente la irrupción de la diferencia a través de una ruptura provocada por medio de la lucha de masas hará posible que salgan de este círculo vicioso de descontento, apatía y represión. Ello no cierra la vía institucional; al contrario, le abre perspectivas reales de realización y le otorga una legitimidad de la que carece por la misma naturaleza elitista y cerrada a la que la condujo la democracia de los acuerdos. 

Esto no es cuestión de muñequeo ni de fórmulas complicadas sino de voluntad , audacia e inteligencia politica. Señalar las fracturas no para buscar acuerdos inconcebibles sino para mantener abierta la brecha. Reivindicar la diferencia, la identidad de la izquierda y de lo popular desde su historia proyectándose al nuevo mundo que se empieza a abrir paso contra los embates de la derecha por evitarlo y las dudas e incertidumbre de diletante que termina por mimetizarse con ésta.

 


miércoles, 27 de noviembre de 2024

Como el ave Fénix

Kasimir Malevitch. Cuadro negro sobre fondo blanco. 1913

Como siempre en el caso de cualquier elección, los resultados de la segunda vuelta de las regionales se han prestado para toda clase de interpretaciones. Todos ganaron....¿todos ganaron? Más bien demuestran un inmovilismo alarmante; la incapacidad de la sociedad de concebir y comprometerse con proyectos de cambio respecto de la actualidad. La elección se trató casi de un cambio de elencos, con la excepción de Rodrigo Mundaca, expresión de lo cual es la abrumadora ventaja que le saca a la candidata de la derecha más anacrónica y representativa de la defensa a troche y moche del neoliberalismo y un sistema político acartonado, elitista y hecho a la medida de la mantención del status quo. Lo más relevante de esta elección. Una experiencia que hay que observar y analizar con detención. 

Vamos por parte. La derecha avanza de uno a seis gobernadores, pero considerando que para ésta se trataba de un plebiscito del gobierno, perdió por paliza. En segundo lugar, porque su eventual candidata presidencial se desplegó apoyando a sus candidatos y así y todo, estos no despegan, dejándola de pasada en una incómoda posición. En tercer lugar, porque en las regiones que concentran la mayor cantidad de electores y que destacan por su importancia política -la Metropolitana y la Quinta- con excepción de la Octava, es derrotada con bastante holgura. Mal por Matthei; su eterna campaña, puede que la termine agotando antes de llegar a la meta y que en el camino le salgan competidores, que desordenen el sector. 

Hasta ahí todo bien. Sin embargo, sumando la cantidad total de votos, la derecha obtiene una leve ventaja sobre el oficialismo, que en esta ocasión incluía de un modo confuso a los remanentes de la DC. Nada como para celebrar, pero señal de alarma de la que habría que tomar nota. Además, los republicanos, pese a no haber elegido gobernadores e incluso haber sido derrotados por sus aliados en la única región donde pasaron a segunda vuelta, avanzan en la conformación de CORES. Los republicanos, igual que en el caso de los concejales, demuestra una capacidad de avanzar en forma sostenida aunque no espectacular. Los dos millones de Francisco Orrego en la RM no son nada despreciables aun cuando no fueran suficientes para derrotar al incumbente. 

Probablemente una de las cuestiones más llamativas es el triunfo de Claudio Orrego en la RM. Por diez puntos además y no como él mismo había previsto, por una diferencia marginal. Las razones van desde la calidad del candidato opositor, un desconocido con una performance chabacana y de una agresividad que no tuvo el resultado que este tipo de desfachatez  utilizada por las derechas de todo el mundo, ha tenido. Por ejemplo en los Estados Unidos, donde su candidato, acusado de conspiración contra la democracia, fraude electoral, instigación a la insurrección, procesado por violación, evasión de impuestos, etc. resulta electo. Lo mismo en el caso del Bolsonarismo que logra movilizar a miles que creen en la inocencia de su líder o incluso disculpan sus fechorías como si las acusaciones que pesan en su contra fueran no más que el lloriqueo de sus adversarios.

Esta incapacidad de la derecha, debiera motivar un análisis más detenido. 

Pese a su sectarismo, en la votación de Orrego debe haber una proporción importante de votantes de izquierda que reaccionaron ante el peligro del triunfo utraderechista. Incluso votos de centroderecha que lo hacen en el mismo sentido. Ningún gran logro, solamente capitalizar un temor extendido a su radicalidad y los efectos desestabilizadores que pudiera provocar en caso de ocupar puestos de poder en el gobierno regional.  

El de Saffirio en La araucanía, viene a reforzar este aparente renacer del humanismo cristiano y las posibilidades de un centro político que se encuentra en retirada hace rato, pero que en estas circunstancias  de aparente empate entre las fuerzas de la reacción y las de la reforma politica y social, intuye una posibilidad de renacer de entre sus cenizas. El comportamiento del PPD y la DC en el curso del trámite de la Ley de Presupuesto, tambén así lo indican. En lugar de comportarse como un centro doctrinario, con propuestas de reforma incluso parciales y gradual, lo hace colocando sus votos en forma aleatoria y circunstancial. 

Este aparente equilibrio hacia la inmovilidad, solamente le preparan el camino al avance silencioso y paulatino de los republicanos y otros sectores emergentes de la ultraderecha, como los socialcristianos que derrotan a un veterano de la transición, el ex senador Alejandro Navarro en el Bío-Bío. Esta convergencia hacia la mantención de un equilibrio que se expresa en un aparente empate y en el renacimiento de fuerzas de centro que presumen transversalidad y moderación, son facilitadas por la desmovilización de los sindicatos, las organizaciones sociales y los partidos de izquierda, que además ostentan en la actualidad condiciones incomparablemente mejores que las que tuvieron en los noventa para hacerlo. 

Por el momento, la derecha no avanzó más y la izquierda tampoco retrocedió como aquella presumía. La situación nacional tiene la apariencia de una calma inconmovible. Eso no significa que este estado vaya a permanecer. Hay fuerzas subterráneas que se mueven lentas pero implacables. Un descontento social, una rabia contenida, que la ultraderecha explota a través de su potente red de medios exacerbando el temor y la desconfianza, a través de denuncias extravagantes; acusaciones vacías; ataques violentos, etc. y por otra un avance electoral y territorial lento pero sostenido de la ultraderecha. 

Mezcla explosiva que solo mediante una decidida acción y propuesta puede ser detenida, so pena de mantenerse siempre sosteniendo el mal menor que hoy por hoy, le podría abire las puertas de par en par



domingo, 10 de noviembre de 2024

Pior es ná

Jean ANtoine Watteau. Mezzetin. 1717-1719



El próximo 24 de noviembre se va a celebrar la segunda vuelta de la elección de gobernadores. En el caso de la Región Metropolitana, esta tiene una gran significación por varios motivos, y no precisamente por lo que implica para la región en términos de un proyecto de desarrollo. 

El primero de ellos, naturalmente, el que se trata de la Región donde está la capital del país y por mucho que el Congreso esté en Valparaíso producto de un gesto populista de última hora de Pinochet -fingiendo una descentralización que nunca fue- el corazón del poder político. Se trata además de la región que concentra la mayor cantidad de electores, lo que de por sí, le otorga una importancia cuantitativa mayor que la del resto de las regiones en la definición de la correlación de fuerzas entre gobierno y oposición y entre las diversas opciones políticas en disputa. 

Lo segundo que le confiere características particulares a esta elección, es quienes la protagonizan. Por un lado, un representante de la nueva derecha, fanática, agresiva, y abiertamente reaccionaria con un sobreviviente de la DC.

En el caso del primero, la expresión del retroceso moral y cultural de la derecha hacia los fundamentos más prosaicos de su pensamiento -que es lo único que le queda a falta de propuestas- y que como todo fascista, se apoya en el sentido común, esto es, la ideología dominante y el repertorio de valores conformados por treinta años y más de prédica machacona acerca del esfuerzo y la competencia como factor de progreso social e individual, el endiosamiento de la empresa privada como dadivosa proveedora de estas y el consumo como fuente de felicidad ilimitada.

El riesgo que ello implica para la región en términos de desarrollo y calidad de vida de sus habitantes se puede imaginar fácilmente. Sería la profundización a escala local del modelo de desarrollo de los últimos treinta años. Una fiesta para las inmobiliarias, concesionarias de diverso tipo, empresas del retail y la energía a expensas del encarecimiento del costo de la vida, una mayor contaminación, pérdida de áreas verdes y de zonas agrícolas; mercantilización aún mayor de servicios básicos y de lo que todavía no ha sido convertido en negocio.

El candidato DC, apoyado por todos los sectores democráticos y progresistas, ha asumido esta campaña más como si fuera una presidencial, alentado probablemente por las aspiraciones de alguno que otro de sus antiguos correlegionarios de volver a ser la fuerza determinante que fue en los años noventa, poniendo en grave riesgo lamentablemente sus posibilidades. Con su inveterado anticomunismo y una soberbia muy poco constructiva, da la impresión a cualquier observador desinteresado que su comando es él y a quienes él escoja. Su discurso parece hablarle no a quienes tienen disposición de movilizarse en esta elección para detener a la derecha y construir una región más justa, más democrática y un gobierno al servicio de sus habitantes sino a quienes supone, eventualmente, siguen siendo el electorado de “centro” que siempre representó su sector.

Una suposición ingenua que podría costarle caro a su candidatura y al pueblo de la RM, por cierto. Los resultados que han obtenido Demócratas y Amarillos, residuos de la crisis y agonía del PDC, no son solamente el resultado de su  paulatina pero cada vez más radical derechización. Sus resultados dan cuenta de que ese electorado ha cambiado y se mueve hacia otras opciones políticas que respondan a las contradicciones que agitan actualmente a nuestra sociedad. La candidatura de Francisco Orrego se alimenta de ellas y con un discurso facilón y una puesta en escena chabcana que conecta rápidamente con el sentido común individualista y “meritocrático” del neoliberalismo, se apresta a aglutinar a toda la derecha de la RM en la segunda vuelta del 24 de noviembre.

La batalla por la RM debiera entonces aglutinar a todos los sectores políticos y sociales, en torno a la transformación; la idea de un proyecto de desarrollo regional; la movilización de la sociedad civil junto a sus CORES por la defensa de su calidad de vida, la democracia y los derechos de sus habitantes. Y la candidatura a  gobernador, ponerse a su servicio y encabezar este proyecto a riesgo de no ser más que la alternativa menos mala, augurio casi seguro de una triste derrota.

 


lunes, 4 de noviembre de 2024

Siguen sin verlo venir

Fernand Leger. Día de campo. 1953



El resultado de las elecciones municipales y regionales dejó a todas las coaliciones más o menos conformes. No hubo ganadores ni perdedores. Sólo movimientos sutiles en apariencia en el comportamiento del electorado. Se ganan municipalidades, se pierden otras. Unos eligen más concejales y otros menos. Aumentan o disminuyen los votos blancos y nulos más o menos en la misma proporción que aumenta o disminuye la molestia del pueblo con el sistema político producto de escándalos de corrupción, abuso de poder, autoritarismo, tráfico de influencias a favor de políticos, empresarios y personajes de la elite y sus familias. 

Probablemente en una próxima ocasión volverán a manifestarse o distribuirse en una proporción distinta aunque sin hacer ninguna diferencia sustancial. 

Precisamente la circunstancia que favorece a las fuerzas de derecha y conservadoras, las que viven de esta inercia social y política. Es la razón probablemente para que a pesar de sus latrocinios, su defensa del orden excluyente y autoritario que es el neoliberalismo, pese a sus sucesivas crisis y retrocesos electorales, siga siendo una alternativa de poder y de gobierno. En la pasada, lo peor de su repertorio de abyecciones, se abre paso desplazando a sus versiones tradicionales, víctimas de una fatiga doctrinaria y política que ya no puede seguir disimulado. No es necesario -no lo ha sido, por ahora- un cambio de elenco demasiado radical; los contenidos de fondo no varían sino solamente las circunstancias en las cuales defenderlos y a decir verdad, la derecha tradicional ha demostrado una falta de escrúpulos más o menos similar a la de sus vástagos neofascistas a la hora de hacerlo. 

Las fuerzas de izquierda mantienen casi inalterada su base de apoyo electoral. Solamente desaparece el centro o lo que alguna vez presumió  de serlo, lo que provoca en algunos una preocupación lastimera, cuando lo que debiera alarmarlos es el avance sostenido de la ultraderecha y la manera de aportar a su detención, su motivación actual -lo mismo que todos los demócratas. No es extraña, entonces, su conducta oportunista más preocupada de su sobrevivencia electoral que de las tareas políticas que la situación histórica les demanda, lo que además profundiza su decadencia. 

Dicho avance de la ultraderecha tiene otro efecto destacable, que es la introducción de un desorden en las filas de la derecha que es el principal desafío para quienes la conducen. La estrepitosa caída de Marcela Cubillos, la visagra entre Republicanos y Chile Vamos es expresión de este desorden. 

Los analistas más despiertos del sector lo saben y llaman a trabajar afanosamente para eliminarlo o a lo menos reducirlo tanto como para que no afecte sus posibilidades en las próximas paramentarias y presidenciales. La derecha chilena ha demostrado en varias ocasiones su capacidad para hacerlo aunque también la de convivir con éste desorden mientras ello no ponga en riesgo las bases de sustentación de la sociedad de clase que es el capitalismo. 

Por el contrario, la movilización popular y de la opinión pública, la obliga a sacarse las caretas y ello a su vez, va generando grietas en su interior que posibilitan la irrpución de alternativas a la sociedad actualmente existente. Precisamente lo que explica el surgimiento de opciones políticas y electorales con capacidad de disputar el poder político en el municipio, en el Parlamento y la Presidencia de la República. 

La modorra social tras la que se oculta un larvado cansancio y molestia de trabajadores, trabajadoras, empleados, jóvenes y personas mayores con el orden de cosas actualmente existente favorece, en este sentido, a la derecha y afecta gravemente las intenciones del gobierno de sacar adelante una agenda de reformas que, si bien no son el funeral del neoliberalismo, como alguna vez supuso era posible, favorecen a los trabajadores y el pueblo. Elminiación del CAE, reforma al sistema de pensiones, negociación colectiva ramal, etc.

Detrás de un maximalismo de cartón piedra que se excusa de su incapacidad en la denuncia de la insuficiencia de dichas reformas y se conforma con un economicismo de miopes perspectivas mientras llegan tiempos mejores, se oculta un deterioro progresivo de la voluntad de lucha de la izquierda y de su vocación de poder. 

Hace rato que una democracia basada en la suposición de que el sistema representativo es suficiente para expresar fielmente a la sociedad y procesar sus diferencias y demandas, fue ampliamente sobrepasada. A eso se suman las denuncias conocidas por bullados casos de corrupción, tráfico de influencias y abuso de poder, que la colocan cada vez más escéptica y desconfiada. Es esa la circunstancia que explica el que ésta demande una profunda reforma, resistida por unos, temida por otros y aparentemente inasible para los que la conciben aun confusamente. 

El pueblo, mientras tanto, sigue esperando y en la espera, probando parte del buffet que el modelo ofrece entre sus alternativas, incluyendo las más tóxicas. ¿Otro estallido? También puede ser, con la diferencia de que esta vez nadie va a poder decir que no lo vio venir. 



 



  

jueves, 31 de octubre de 2024

El fascismo en la actualidad y la izquierda

Juan Domingo Dávila. The studio. 1984

 

 

En la actualidad -caracterizada por el agotamiento de la globalización y la incapacidad del pensamiento neoliberal de explicarlo y proponer alternativas a su propio derrumbe- surge en todo el mundo una suerte de fascismo de nuevo tipo, combinación de intolerancia frente a la diferencia basada en la presunción de exclusivismos que provienen de una aceptación dogmática de las condiciones de la vida que éste ha ido imponiendo en los últimos cuarenta años. 

Condiciones como la desigualdad, el autoritarismo y la precariedad y que han sido el resultado del retiro del Estado y la invasión del mercado en todas las formas de convivencia social, ello desde los gobiernos de Tatcher, Reagan y Pinochet

Esta es la razón para que dicha intolerancia pueda aparecer acompañada de un individualismo extremo y una defensa dogmática del mercado y la iniciativa privada que lo diferencian de los fascismos del siglo XX, en que la desaparición del individuo corría pareja con la reivindicación de una noción heroico-popular del hombre que lo diluía en movimientos de masa que reivindicaban una noción reaccionaria de la Nación y de un Estado fuerte. 

Una de esas realidades de hecho que impuso el neoliberalismo y que al mismo tiempo fue una condición necesaria para que así ocurriera, fue la aniquilación de sujetos sociales como el movimiento sindical y el movimiento estudiantil y su disolución en medio de una multitud de individualidades egoístas. Primero mediante su persecución, aniquilación física y la violación sistemática de los DDHH durante la dictadura militar y luego, gracias a la implantación de principios propios de la empresa privada incluso en los servicios como la previsión social, la salud y la educación públicas durante los últimos treinta años. Todo ello como si hubiese sido el resultado de un desarrollo poco menos que natural y no de un esfuerzo deliberado. 

Esta aparente fractura entre lo individual y lo social que provoca la aplicación del neoliberalismo, regulaciones más o menos de por medio,  ha favorecido el surgimiento de un discurso reaccionario que llena el vacío que genera, con clasismo, prédica racista y contra los sindicatos, xenofobia, homo y transfobia y al mismo tiempo, naturaliza una concepción de la libertad que, en el fondo, es el rechazo de lo colectivo y la colaboración, y que legitima de esa manera diversas formas de fragmentación territorial, social, generacional, nacional y étnica de la vida, tanto como de dominación y sofisticadas formas de control en la producción y la vida comunitaria en barrios, servicios y la cultura.

Naturalización de los puros hechos e implantación de formas de control de la vida por parte del Estado que provienen de aquella diferencia forzada entre lo social y lo individual y de la concepción de la libertad que de ella emana, son características típicas del fascismo que resurgen en este nuevo pensamiento reaccionario. 

Trump, Vox en España, Fratelli d'Italia, AfD, El bolsonarismo, los libertarios argentinos, así como los republicanos chilenos se alimentan de ella. Desplazan a las derechas tradicionales; se nutren de su bancarrota y al mismo tiempo que reclaman saturarla con valores tradicionales, sentido de la autoridad y llamados al orden, defienden una noción simplista de la propiedad privada, la desregulación de la vida y las relaciones sociales y una noción del éxito basada en el esfuerzo individual, nunca -a diferencia del fascismo clásico- de uno colectivo definido más por una noción mitológica de su origen que por sus objetivos  y función social.

Los discursos que permanecen al interior de esta fractura y que sostienen la posibilidad de resolverla dentro de sus límites -inclinándose de uno u otro lado de ella, parchándola pero sin reconocer nunca que dicha fractura es una característica esencial de la crisis a que ha arrastrado el neolieralismo y la razón de su imposibilidad no sólo lógica sino también política- no aportan a su comprensión ni contribuyen con ningún conocimiento nuevo de la realidad. Consecuentemente, con ninguna diferencia. Por consiguiente, no trascienden las condiciones que un neoliberalismo agónico impone a la cultura y en realidad son parte de la misma. 

Precisamente, una de las circunstancias que naturalizan los puros hechos de la dominación y la exclusión que posibilita la irrupción del fascismo en la actualidad y su prédica, prédica facilona con la que pretende colmar el vacío dejado por la crisis del neoliberalismo.

La actualidad de la izquierda, consiste pues en la identificación de la diferencia y la negación de las condiciones de pobreza, marginalidad, injusticia y falta de libertad que lo caracterizaban y que la crisis del neoliberalismo ha expuesto en forma brutal. Señalar las inconsistencias del neofascismo y las contradicciones intrínsecas entre su tradicionalismo, su intolerancia y su liberalismo chusco. Colmar dicha diferencia con los valores que forman su historia y experiencia y trascender los límites que pretende haber impuesto de una vez y para siempre; la del sindicalismo y la lucha contra la explotación. El cristianismo comprometido con los pobres y la justicia social; la lucha por la paz y contra el armamentismo y por la defensa del medioambiente que históricamente ha representado el movimiento juvenil a lo que se suma hoy en día la causa de las divergencias sexogenéricas. El avance del fascismo, por ahora, no es homogéneo y por su misma característica de no ser la sola negación del neoliberalismo como lo conocemos en la actualidad, podría terminar arrstrando a la derecha o a parte de la derecha tradicional.


miércoles, 23 de octubre de 2024

Caso Monsalve y la naturalización del abuso

Jan Vermeer. La copa de vino, 1661


El recientemente conocido caso del proceso por violación del ex subsecretario del interior Manuel Monsalve, le dio una vuelta en apariencia inesperada a la situación política. El caso, ya de por sí deplorable, solamente se viene a añadir a otros anteriores que dejaron al descubierto la debacle moral y cultural a la que ha arrastrado el capitalismo dominante en los últimos cuarenta años, bajo su modalidad neoliberal en que los comportamientos humanos solamente son el resultado de una pulsión hedonista que proviene del poder, el dinero así como el consumo desenfrenado que éste posibilita y la exposición narciscista del ego.

En el caso en comento, estamos hablando de un hombre; uno que ostentaba hasta hace no mucho una de las posiciones de poder más importantes del gobierno y del aparato del Estado. De acuerdo a lo expuesto en la querella de la denunciante del caso, un hombre que abusando de su poder y como acontece en todos los casos de esta naturaleza, utiliza la posición privilegiada que esta circunstancia le daba frente a la víctima, para proceder a abusar de ella. 

No estamos hablando solamente de un caso penal, que ciertamente lo es y es lo que en primer lugar debe relevarse y respecto de lo cual se deben hacer las investigaciones correspondientes y tomar todas las medidas de justicia y reparación que correspondan. Estamos hablando además de un caso que pone de relieve una de las formas más aborrecibles de abuso de poder, el que se vive cotidianamente en el trabajo, en las relaciones entre empleados y patronos, empresas y consumidores, medios y audiencias, todos casos en los que la asimetría de poder generan interacciones entre clases, géneros y generaciones distintas, caraterizadas por la desigualdad, el atropello de la dignidad, la desconsideración y la indiferencia. 

Todas características de la sociedad actual a tal nivel naturalizados, que llegan a manifestarse en la forma cruel y sórdida expuesta en la querella contra Monsalve. En este caso, no caben cálculos ni elucubraciones pseudoracionales que subliman la misma irracionalidad del acto. En ese sentido, las polémicas en torno a la presunta demora del gobierno para actuar en torno al caso; las desprolijidades que ciertamente se pudieren haber cometido para abordarlo o la ya antologable conferencia de prensa del Presidente Boric en Lampa, no aportan nada a la comprensión del caso ni a la consideración moral que merece, las que además en muchos casos lo ocultan e incluso son una manera de excusarlo. 

Quedó expuesta la naturalización de estos actos, que son propios de sociedades machistas y conservadoras, a tal nivel que en las esferas más altas del poder por mucho que no sea la primera vez que pasa, se suceden con una frialdad que incluso se han transformado en tema para opinología y comparaciones absurdas, como las que han hecho los medios a propósito de un caso en que está involucrado un conocido futbolista. Tanto además, que recientes casos de abuso cometidos en el Parlamento, en los Tribunales de Justicia o de los que son víctima chilenos y chilenas todos los días, hubiesen dejado de existir. 

De esa manera, vuelve a naturalizarse el abuso, una vez como violencia física y simbólica contra una mujer trabajadora; luego como espectáculo y objeto de especulaciones morbosas y opinología; y después como fetiche que oculta el abuso cotidiano del que somos víctimas los chilenos y chilenas todos los días en el marcado, en el trabajo, en los medios. 

Las declaraciones rimbombantes de la derecha, no hacen más que reflejar su bajeza moral. Con su clásico fariseismo no se han referido al significado ético, social y cultural del caso, probablemente porque no tiene mucha estatura para hacerlo y solamente se han dedicado a derramar lágrimas de cocodrilo y atacar al gobierno. Únicamente aprovecha el respiro que el deplorable delito del que es acusado Monsalve le otorga después de semanas para el olvido por el caso audios. 

La desmovilización de la sociedad; la asimilación de la acción política a la capacidad de sortear la coyuntura y los casos puntuales, le han facilitado las cosas a este conservadurismo moral y a la naturalización del abuso de poder, hasta llegar a los niveles grotescos y repugnantes de los que hemos sido testigos estos días. 

viernes, 11 de octubre de 2024

Requiem del piñerismo

Roy Ichtenstein. Woman is Calling Phone Pop



 

Las últimas semanas para la derecha han sido realmente para el olvido. Su constante ofensiva a partir de una explotación obscena del caso fundaciones y los temas de seguridad contra el gobierno, iba viento en popa hasta que estalló el escándalo de los chats de Luis Hermosilla (a lo que se sumó ahora el caso del millonario sueldo de su candidata por Las Condes, Marcela Cubillos). En el caso del primero, un personaje oscuro que, por los antecedentes conocidos hasta ahora, actuaba como recadero, asesor y testaferro de prestamistas, usureros, empresarios y políticos de derecha. 

Quedaron expuestas a la luz del día oscuras maniobras para colocar a sus acólitos en puestos clave con el propósito de influir en importantes decisiones que los afectaban. Salieron del teléfono de Hermosilla los nombres de jueces, fiscales e históricos dirigentes de la  UDI, incluyendo a la candidata presidencial del sector, Evelyn Matthei en términos que no la dejan muy bien parada aun cuando no aparezca vinculada a hechos ilícitos. 

Los acontecimientos recién descritos, solamente hicieron cundir la confusión, apareciendo ahora arrinconada, dando explicaciones y tratando, cada uno, de zafar de la incómoda situación incluso aunque eso implique traicionar antiguas lealtades. Entre una defensa inconcebible y la indiferencia del que trata de hacerse el tonto, la derecha tiene poco espacio para moverse. 

Es así que las torpes maniobras de los republicanos han sido asumidas como tabla de salvación por Chile Vamos, aunque eso signifique en los hechos, seguir hundiéndose. Es el caso, por ejemplo, de las acusaciones constitucionales contra ministros de estado emuladas por la bancada de RN amenazando incluso con una en contra del Presidente de la República que termina en el ridículo más bochonorso.

Los republicanos, en cambio, han sorteado el vendaval con más o menos éxito. Es el piñerismo el que se ve comprometido y con el agua hasta el cuello. Partiendo por su articulador natural, el primo del ex presidente y ex ministro Andrés Chadwick, que es el personaje más poderoso de la derecha que se ha visto involucrado hasta poner en riesgo incluso la candidatura del sector. En efecto, Evelyn Matthei viene sufriendo una baja sostenida en las encuestas, lo que sería sorteable si tuviera espacio y capacidad para articular una contraofensiva imposible desde el momento en que lo único a lo que se puede dedicar es a dar explicaciones. 

Como se dice vulgarmente, de atrás pica el indio. Por ello, aunque no aparezca muy bien en las encuestas por ahora, Kast o quien sea el candidato de la derecha más ultra, se podría ver eventualmente favorecido por la caída de Matthei. La caída del piñerismo, significa en los hechos, la desaparición de una derecha dizque "democrática"  y la irrupción de una más reaccionaria y radical. Por cierto, nada para lamentar excepto para los nostálgicos de la democracia de los acuerdos. 

Por el contrario, la caída del efímero fulgor del piñerismo debiera ser una oportunidad para el pueblo, para los demócratas y todos los interesados e interesadas en la reforma social, política, económica y cultural. Es la posibilidad de volver a abrir la brecha que dos intentos fallidos de reforma constitucional en los últimos tres años, parecían haber cerrado y que los analistas más perspicaces del sistema se han apresurado a señalar como el objeto de un nuevo acuerdo para conjurar la posibilidad de un nuevo estallido de rebeldía popular. 

Es el momento de retomar la iniciativa. Demostrar como dijo el presidente Boric en el norte, que entre Chile Vamos y Republicanos no hay mucha diferencia y que defienden más o menos los intereses de los mismos, aunque con un estilo y unos énfasis distintos. Los recientes anuncios del gobierno en materia legislativa, representan una oportunidad de hacerlo y debieran ser el punto de inflexión que le permita a las organizaciones del pueblo protagonizar nuevamente la reforma social y política y no solamente pequeñas reivindicaciones que para algunos se han convertido en la tabla de salvación de sus mezquinas cuotas de poder en sindicatos, asociaciones de empleados y funcionarios, ONG's y movimientos sociales.


lunes, 7 de octubre de 2024

A cinco años de la revuelta

Fray Pedro Subercasaux. El abrazo de Maipú. 1908

A pocos días de la conmemoración de la revuelta popular del 18 de octubre abundan las reflexiones acerca de sus motivos, los llamados a sacar lecciones de ellos, y hacer propuestas al respecto. 

Fue una gigantesca ola de indignación popular contra la desigualdad, el abuso y los arreglines, como forma privilegiada de hacerse cargo de los asuntos públicos por parte de quienes tienen posiciones de dominio basadas en la riqueza, la propiedad, el control de los medios de comunicación y las instituciones. 

De dicha revuelta nació el proceso constituyente.

Se ha dicho que, a pesar de la masividad, la radicalidad y la extensión de la protesta social las cosas han vuelto más o menos a la misma normalidad de los días previos al 18 de octubre de 2019. Sin embargo, una ola de malestar social cruza a la sociedad subterráneamente y excepto los más torpes e ideologizados analistas del sistema -la mayoría de ellos veteranos de la democracia de los acuerdos que provienen de lado y lado- las alarmas se pueden oír y las señales ver con un mínimo de objetividad. 

La revuelta de octubre, entonces, no fue solamente un estallido irracional de molestia. Tampoco fue una revolución. Fue una irrupción de masas que puso en evidencia los límites del sistema y aunque fuera momentáneamente, su incapacidad de regular el funcionamiento de la sociedad en los mismos términos que lo había hecho hasta ese día.

Fue una interrupción del desarrollo normal de la sociedad neoliberal; introdujo una fractura histórica. Puso en evidencia la desigualdad, los bajos salarios, el alto endeudamiento, el abuso empresarial, las discriminaciones de diversa índole, el autoritarismo y la burocratización del sistema político. Su indiferencia frente a las necesidades de trabajadores, trabajadoras y empleados; la clase media empobrecida y cada vez más vulnerable frente a sus crisis. Y al mismo tiempo, señaló las tareas necesarias para resolver esta situación: el cambio constitucional; el fin del sistema de AFP´s; aumentar los salarios y poner freno al abuso y la colusión entre éstas y el sistema político, prácticamente puesto a su servicio. 

La reacción de las elites dominantes fue la de siempre. Construir un acuerdo para ponerle fin. Los acontecimientos del 18 de octubre, en cambio, son la irrupción de la diferencia y la demanda por el cambio radical. Se trata de una tensión típica de nuestra historia. Los sectores dominantes lo buscan afanosamente en cada momento de ruptura y, por el contrario, la posibilidad de realizar cambios depende de su prolongación. 

Ese fue el sentido que ha tenido cada momento fundacional para la izquierda chilena. Lo fue la escisión del Partido Demócrata para dar origen al POS; la primera candidatura de Luis Emilio Recabarren en 1920 y las de Elías Lafferte en 1931 y 1932; la fundación de la CUT en 1953 junto a la primera candidatura de Salvador Allende en 1952.

La formación de la Unidad Popular y la persistencia de la izquierda en la lucha intransigente contra la dictadura que fue determinante para terminar con ella, a pesar de la leyenda del lápiz. La de la izquierda a lo largo de toda la transición en las luchas sociales de trabajadores, empleados públicos, estudiantes, ambientalistas, pueblos originarios, mujeres y disidencias sexogenéricas; también en sus candidaturas presidenciales que aportaron decisivamente en la construcción de un programa de convergencia de las fuerzas antineoliberales.

Walter Benjamin dijo que antes de cada período fascista hay una revolución social fallida. Viendo el avance de la ultraderecha en el país, especialmente entre sectores populares cada vez más impacientes y acosados por la precariedad y seducidos por la propaganda facilona del Partido Republicano, la frase pareciera cobrar una gran actualidad.

Ello, por cierto, no es el resultado impredecible de los acontecimientos ni del cansancio del pueblo. Mantener abierta la brecha; señalar la fractura; prolongar la diferencia para hacer posible lo improbable es responsabilidad de la izquierda, de sus partidos, parlamentarios y dirigentes sociales. Detener el avance del fascismo, de sostener las banderas del socialismo, la democracia y la revolución.


lunes, 30 de septiembre de 2024

Recabarren y la vigencia del internacionalismo

Antonio Berni. Manifestación, 1934



Una de las características de la izquierda desde sus orígenes, es su consideración acerca del universalismo de los valores que la inspiran.  Más allá de fronteras de clase, nacionales y políticas, estos son concebidos como organizadores de la vida social independiente de circunstancias coyunturales. 

Dicho principio incluye la diferencia interior, su negatividad y su transformación, como los que explican su sentido político y el que sean un factor de ampliación progresiva de las libertades y derechos de los seres humanos. Por esa razón, son una continuación del cosmopolitismo propio del pensamiento ilustrado y al mismo tiempo, la denuncia de su historicidad y su condición de fundamento de diversas formas de discriminación y genocidio. 

Por esa razón, además, una de las características de la política de la izquierda es la denuncia de los falsos universalismos que presentan condiciones contingentes como si fueran universales, las que dan origen a diversas formas de dominio y control cultural, social y político. El clasismo, el machismo, el etocentrismo y todas las formas de discriminación y exclusión se fundamentan en una falsa pretensión de validez general de valores basada en condiciones coyunturales como la clase, el género, la nacionalidad o la raza. 

El internacionalismo por esta razón ha sido una de las características que la distingue de la derecha, siempre o casi siempre defensora de particularismos con pretensiones de universalidad, entre ellos un chovinismo que ha sido fuente de guerras expansionistas, limpiezas étnicas, sojuzgamiento de poblaciones enteras y violaciones a los Derechos Humanos dentro de las fronteras nacionales por motivos de clase, ideológicos, de género, etnia u orientación sexual, cuya manifestación más grotesca y la que lo lleva hasta sus últimas consecuencias, es el fascismo. 

Recabarren desde inicios del siglo XX, incluyó el internacionalismo como parte de su pensamiento, práctica política y acción como organizador. En sus conferencias y sus actividades cuando todavía militaba en las filas del Partido Demócrata en Iquique y Tocopilla; promoviendo el rechazo de las posiciones belicistas ante la Guerra en Europa en el Congreso del POS en 1915; también la afiliación de la FOCH a la Internacional de Sindicatos Rojos o PROFINTERN en su IV Convención, celebrada en Concepción en 1921 hasta culminar en la afiliación del POS a la III Internacional y su transformación en PCCH.

Mientras el Partido Demócrata, en el que militaba, discutía la posibilidad de afiliarse a la Internacional Socialista, Recabarren asistía a su congreso en Bruselas con un informe redactado de su puño y letra, buscando su incorporación, mientras junto a otros compañeros suyos intentaba orientarlo en esa dirección, a instancias de sus aprendizajes en el Partido Socialista Argentino. Recabarren en este sentido nutrió su pensamiento y concepción política en la organización del movimiento obrero y la izquierda latinoamericana, desde sus inicios.

Participó en la fundación del Partido Socialista Internacional y luego Partido Comunista de Argentina; escribió en la prensa obrera de ese país y participó en el Congreso de Unificación del movimiento sindical, no como un observador foráneo sino como un activo representante de los trabajadores del sector gráfico. Las experiencias obtenidas en su paso por Europa antes y Argentina después, las va a incorporar a su teoría y práctica política en Chile. 

Según biógrafos e historiadores, comunistas y no comunistas, el desenlace previsible de dicha práctica  y de esas primeras experiencias organizativas y de lucha de la izquierda chilena, pese a las controversias y circunstacias que lo rodearon, fue la decisión del POS de convertirse en PCCH, en su Congreso de  Rancagua en 1922.

El internacionalismo para Recabarren, entonces, tuvo no solamente un sentido de universalidad diversa que aspira a la ampliación de los derechos humanos a partir de consideraciones éticas y filosóficas, sino que surgen también del carácter contradictorio de la realidad social. Contradicciones inmanentes del desarrollo local y nacional y de éste como manifestación de las que agitan a la humanidad en momentos culminantes de la historia. De las necesidades políticas de transformación social y política contingente, así como del carácter de la totalidad histórica de la que son parte.

El internacionalismo de Recabarren debiera ser en la actualidad un modelo para todos los que en América Latina asistimos al momento en que el neoliberalismo periclita para dar paso al fascismo y la guerra en todo el mundo. 


jueves, 26 de septiembre de 2024

La crisis moral

Georg Grosz. Eclipse de sol. 1926

                       




Hace unos treinta años, la Iglesia Católica usó esta expresión para referirse al conjunto de políticas públicas impulsadas por los gobiernos de entonces y que abrían posibilidades para el ejercicio de derechos de jóvenes y mujeres. Aborto, educación sexual, distribución de preservativos y métodos anticonceptivos, divorcio. Cuestiones que hoy forman parte de la vida cotidiana de chilenos y chilenas, fueron fuertemente resistidas por los sectores conservadores y la derecha.

En sus retorcidos razonamientos, lo que está bien para los demás, no necesariamente se aplica a ellos. Católicos de misa dominical; beatos hasta los tuétanos en asuntos públicos y especialmente en todo lo que tiene que ver con la moral del resto, son "liberales" y extremadamente flexibles en su vida privada y sobre todo en lo que tiene que ver con sus prácticas morales y culturales.

De esa manera, en el transcurso de los últimos años fueron acumulando en la privacidad que les ha permitido esta distinción hipócrita, toda clase de bajezas, negocios truchos y latrocinios.

Sin embargo, lo que por años pasó inadvertido de naturalizado que está, estalló dejando al desnudo la moral putrefacta de la derecha; de grandes empresarios y políticos conservadores. Como suele suceder, por un ajuste de cuentas entre ellos. Tal como en el caso de las asociaciones ilícitas, casos en los que quienes se sienten perjudicados por sus antiguos secuaces, se delatan como forma de venganza, la que, en su pobre repertorio de virtudes, y considerando la ausencia de una justicia equitativa, es una especie de sucedáneo suficiente. 

El caso audios, fue uno de estos episodios inesperados y especialmente temidos e indeseados para sus protagonistas, aunque el vértigo que implica vivir al borde de ese riesgo permanentemente fuera uno de los placeres que gozan junto al séquito de nuevos ricos y pituteros de los que se rodean y les hacen la pega sucia. Pero tanto va el cántaro al agua que las prácticas corruptas y en muchos casos ilegales, como el soborno, el cohecho, el tráfico de influencias, la elusión y la evasión tributarias; el uso ideológico de documentos legales como boletas y contratos, salieron a la luz pública como habituales en el caso de connotados abogados de la plaza, coludidos con políticos de derecha, jueces y funcionarios públicos. 

El prohombre de la derecha -ex senador, ex ministro, fundador de la UDI y primo de un expresidente - el señor Andrés Chadwick, hasta por los suyos ha debido ser tolerado a la espera de que algún evento catastrófico lo salve de su incómoda posición. Y a ellos, asumiendo que la suerte del sector parece estar atada a la suya. Sus candidaturas en el caso de las elecciones locales de octubre, ya se veían afectadas por las luchas poco fraternas de las distintas fracciones que la conforman, tras el supuesto optimista de sus posibilidades en las próximas presidenciales. Éstas empezaban a afectar sus buenas posibilidades; pero el caso audios las colocó más complicadas aún.

En efecto, la última arista conocida, aunque no necesariamente sea parte de la misma trama, es la que afecta a la conocida Universidad San Sebastián y que involucra nuevamente a Chadwick. En ella además “trabajaban” varios otros ilustres de la derecha; la ya inefable jueza Gloria Vivanco y la candidata a alcaldesa por Las Condes y presunta tapada del sector para las próximas presidenciales, la ex ministra Marcela Cubillos. Fue precisamente su caso a partir de la información conocida recientemente del monumental salario que percibía en ella, sin que se le conocieran actividades docentes regulares, investigación ni publicaciones que no fueran panfletos de poca monta, por lo que el caso llegó al ámbito académico.  

Dejando a un lado todo lo sórdido de la trama; y sus aristas legales, que ya son objeto de investigaciones judiciales y administrativas impulsadas por congresistas de izquierda, el caso de la Universidad San Sebastián deja al descubierto la infiltración del dinero y el sector financiero en todos los ámbitos de la vida social y su capacidad de modelar el tipo de país que se ha conformado en los últimos treinta años.  Son los valores asociados a la maximización del lucro, la obtención de ganancias rápidas, abundantes y fáciles, los que han sido elevados a la posición de organizador de la vida social y política.

Es una verdadera crisis moral que protagoniza la derecha y los poderes constituidos, incluyendo sus políticos; a las profesiones; los jueces; las universidades. Usa a charlatanes con ínfulas de filósofo y periodistas venales para justificar lo injustificable y tender cortinas de humo y cazabobos para confundir a la opinión pública. Esta crisis moral demuestra la bancarrota de la sociedad de clase que es el neoliberalismo. Todos los analistas conservadores serios reconocen el riesgo que esta situación implica para sus intereses. Su resolución, sin embargo, no necesariamente va a ser el fin del neoliberalismo. Ello depende de la izquierda y de los demócratas no de su profundidad ni de qué tan irreversible sea.



sábado, 21 de septiembre de 2024

Recabarren y las fiestas patrias

 

Israel Roa. 18 de Septiembre en el Parque Cousiño. 1953

Uno de los temas que el pensamiento y propaganda conservadora ha agitado con más pasión en contra de la izquierda desde sus orígenes, es el del patriotismo. En el proceso en contra de la Mancomunal de Tocopilla, en 1904, junto con las acusaciones de subversión y promover la deserción de los conscriptos por su posición antimilitarista, ya era parte del arsenal de acusaciones con las que se perseguía a Recabarren y a las que éste desarmaba con una profundidad de análisis y una denuncia que ponía de relieve el carácter crítico de su pensamiento y de su práctica periodística; como organizador y más tarde, como representante de los trabajadores en el Parlamento.

Con una notable profundidad, Recabarren en sus escritos de comienzos del siglo XX inscribe la historia de Chile en la totalidad del desarrollo histórico de la humanidad, demostrando una amplitud de miras que hacen aparecer además a la academia de su época, como provinciana e ingenua. En efecto, tal vez con la sola excepción de uno o dos antes que él, Recabarren presenta los sucesos de la Revolución emancipadora como objeto de  una interpretación y no como un puro hecho que explicaría la formación de la República como si se tratara de un acontecimiento único y definitivo.

Por esa razón, y con la modestia y la valentía intelectual del que se dirige a los propios y a los ajenos con propósitos diversos, dice en un escrito de 1905 publicado en El Proletario que “debemos alejarnos del fanatismo”, que es en su concepción de ese momento resultado de la influencia de las ideas dominantes, para buscar “la verdad”, “analizar la realidad” y asociando la seriedad al estudio de las razones de la desigualdad y la opresión, con el fin de alcanzar la verdadera emancipación. Su concepto del estudio de la historia no es, pues, la de un analista ni un ejercicio de mera erudición.

La vanguardia del pensamiento progresista que había sido el liberalismo durante el siglo XIX, compartía ciertamente esta misma idea de la historia, la literatura y el periodismo como instrumentos de lucha por la emancipación pero, como postula Recabarren en sus escritos de este período, para terminar legitimando una concepción abstracta que considera a la República como una obra concluida sin considerar sus propias contradicciones.

Contradicciones que por lo demás, subsisten hasta el día de hoy y que inscriptas en el “desarrollo” hipertrofiado que es el neoliberalismo, se han multiplicado en formas diversas, pero al mismo tiempo planteando su carácter inacabado y la necesidad de incluirlas en la obra de su realización. Para Recabarren se trata de la superación de la desigualdad y la realización de una auténtica libertad tareas ambas inseparables y que tienen que ver en su imaginario de este período con la emancipación de la clase trabajadora. Que no es por cierto la sola suma de todos los trabajadores pues en palabras de Marx que se proyectan como si fuera una distopia el futuro de las sociedades capitalistas, incluyen “Al médico, al jurista, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia” pues “los ha convertido en sus servidores asalariados”.

El patriotismo no es para Recabarren, por lo tanto, un problema en sí mismo sino tan solo en la medida que enmascara la verdad histórica, que está conformada no por un conjunto de acontecimientos sino por las contradicciones sociales y las aspiraciones de verdad, auténtica libertad, igualdad y leyes justas que el orden actual impide y respecto al cual la izquierda y los trabajadores representan su negación.


lunes, 9 de septiembre de 2024

¿Cuál renovación?

Eugene Delacroix. La libertad guiando al pueblo. 1830

El concepto "renovación" ha protagonizado los debates de la izquierda en varias ocasiones a lo largo de su historia. Casi siempre rodeado de intensas y apasionadas discusiones entre quienes militamos en sus filas. Es presentada como una necesidad que proviene tanto de los cambios sociales, económicos, culturales y políticos que vive la sociedad como de una consideración teórica que reivindica el carácter antidogmático y creativo de su doctrina, opuesto al dogmatismo y al conformismo del pensamiento conservador, tanto en su versión autoritaria como liberal.

Las izquierdas de todo el mundo se han visto conminadas a enfrentar procesos de renovación en reiteradas ocasiones. El leninismo lo fue respecto de una anquilosada socialdemocracia que adoptaba un mecanicismo cientificista como fundamento filosófico de su política y conservando un dudoso concepto de la sociología marxista. De ello se deducían posiciones evolucionistas y de un optimismo ingenuo respecto del progreso y las posibilidades del capitalismo de transformarse a sí mismo y que sería una de las condiciones culturales para la aparición del fascismo pues desmovilizó a la sociedad y a las fuerzas críticas del sistema.

La política de los Frentes Populares también lo fue respecto de las políticas del "tercer frente" propiciadas por la Komintern, políticas de un ultraizquierdismo sectario que aislaron a los comunistas y dividieron a las izquierdas frustrando las esperanzas de cambio de la humanidad a mediados del siglo XX.

La vía pacífica al socialismo en Chile, o como la caracterizó Corvalán "no armada", se adelantó a lo que sería el desarrollo del pensamiento acerca de las relaciones entre socialismo y democracia que actualmente se reivindican en todo el mundo. La derrota del proyecto popular y la contrarrevolución neoliberal, también abrieron debates que propiciaron procesos de renovación en la izquierda chilena. Unos para abjurar de su pasado ultraizquierdismo y elevar la tesis de las amplias alianzas para producir reformas en beneficio del pueblo que antes negaban, a la categoría de hipóstasis y no de resultado de una actividad práctica concreta.

Otros para abordar el problema de la transición del capitalismo al socialismo -debate de una gran actualidad dada la crisis a la que ha conducido a las sociedades occidentales el neoliberalismo y que amenaza con arrastrar a toda la humanidad -y que no estaba resuelto por la Vía Chilena, síntesis de la revolución con empanadas y vino tinto, como le gustaba decir a Allende. En este sentido, también la Política de Rebelión Popular de Masas para combatir a la dictadura, fue una renovación, aunque su contenido ha sido reducido al problema de las formas de lucha y el factor militar entendido en un sentido estrecho.

Los movimientos que se autodenominaban "izquierda revolucionaria" en los sesenta y setenta, también fueron una renovación respecto de las concepciones dominantes en la izquierda histórica, la que reivindicaba al movimiento obrero como Sujeto casi exclusivo y una relación de sus partidos con éste basada en la primacía de lo político y de su rol como vanguardia. El MIR, el MAPU, la IC y otras agrupaciones más pequeñas, le dan visibilidad y reivindican el lugar de pobladores, campesinado mapuche y cristianos y dan cuenta del influjo de la revolución cubana y del Concilio Vaticano II en la izquierda chilena,  combinándolos con un marxismo igualmente ortodoxo que considera los aportes del estructuralismo, el trotskysmo y un marxismo occidental crítico del stalinismo.

La renovación ha sido, pues, una constante en la historia de la izquierda. Y afortunadamente, y a contrario sensu del lugar en el que política y culturalmente desembocaron los procesos de renovación de algunos sectores de la izquierda en los noventa, no hay en ésta quien desconozca la inviabilidad del capitalismo en su versión neoliberal, y del capitalismo en términos absolutos, para conducir a la humanidad a una etapa superior de desarrollo de la convivencia social y política. En los documentos de todos los partidos y organizaciones de izquierda, se reivindica el socialismo como horizonte de transformaciones y modelo de una sociedad distinta.

También, la necesidad de incorporar la lucha contra el cambio climático, los derechos de las divergencias sexogenéricas; hacerse cargo de fenómenos como la inmigración y el impacto de las novísimas tecnologías de la información los que generan otras tantas formas de exclusión, violencia y sometimiento de los seres humanos. Ya ni siquiera se trata de la lucha contra los neoconservadores y su defensa a troche y moche de privilegios y valores anacrónicos. Es la brutalidad desembozada, la negación de la razón y de los avances de la civilización de cuyas entrañas emerge, a menos que ella misma le ponga coto.

Ese debiera ser precisamente el contenido de una renovación de la izquierda en la actualidad. Lo fue el leninismo y la lucha por la paz en la primea mitad del siglo XX y que dio origen a los partidos comunistas; los Frentes Populares frente al avance del fascismo y que se prolongaron en la construcción de los Estados de Bienestar en la Europa de la Post Guerra; la revolución cubana y el surgimiento del movimiento juvenil en los sesenta; la teología de la liberación y la incorporación de las masas de excluidos en la lucha por la democracia en América Latina en los años ochenta.

En los últimos años, la incorporación de la mujer y las luchas por la igualdad de género; el respeto de los Derechos Humanos de las divergencias sexogenéricas, de la infancia y las personas mayores; el cuidado del medioambiente y la inmigración como parte integrante de las sociedades contemporáneas, son otras tantas motivaciones que la izquierda ha tenido en su proceso de renovación más reciente. Toda la izquierda con acentos distintos, estilos y una estética diferente que da cuenta de la diversidad de su origen, composición e historia y lo que le da la riqueza cultural que la derecha no tiene porque es la afirmación de lo existente. En este sentido, la renovación es, y siempre lo ha sido, un problema político. 

La reivindicación de la diferencia, por lo tanto, lo que la define. Diferencia que está en el corazón de la realidad social y que la "renovación" apenas alcanza a comprehender cuando ya ha cambiado motivando nuevas discusiones, otros problemas, una nueva renovación. La renovación debe por esta razón hacerse cargo de la crisis a la que ha llevado a la humanidad, un orden  basado en la explotación del ser humano y la naturaleza a niveles nunca antes vistos y que se expresan en un Estado puesto a su servicio y por tanto, cada vez más controlador y represivo.

No es el fin ni un ajuste de cuentas con una consciencia ideológica anterior, aunque por momentos adopte ese tono pontificador, sino parte consustancial de la práctica política y teórica de la izquierda.  Proviene de su propia historia porque es parte de ella y debe proyectar la nueva sociedad que intenta abrirse paso entre las ruinas que el neoliberalismo le hereda a las futuras generaciones.

No es el fin ni un ajuste de cuentas con una consciencia ideológica anterior, aunque por momentos adopte ese tono pontificador, sino parte consustancial de la práctica política y teórica de la izquierda.  Proviene de su propia historia porque es parte de ella y debe proyectar la nueva sociedad que intenta abrirse paso entre las ruinas que el neoliberalismo le hereda a las futuras generaciones. 

viernes, 30 de agosto de 2024

Fraude y Democracia en América


Max Beckman. Traum von Monte Carlo. 1939-1943 


Las recientes elecciones en Venezuela han proporcionado la ocasión para debatir de democracia en América Latina. La prensa derechista y la no tan derechista, aunque igualmente conformista y defensora de la estabilidad de la sociedad actual, se ha encargado de tener en titulares las acusaciones de fraude de la oposición de ese país durante semanas y alimentar una supuesta controversia al interior del gobierno, la colación de partidos que lo apoyan, sus bancadas y al interior de ellos mismos.

Consecuentemente también, las reacciones que estas han provocado; entre ellas, las explicaciones de los organismos encargados de velar por ellas; las del gobierno venezolano y también la de los partidos, dirigentes políticos, parlamentarios y autoridades de gobierno y oposición en Chile, sin que ello aparezca en ningún estudio de medición de la opinión pública como una de sus preocupaciones ni haya motivado movilizaciones sociales que vayan a cambiar en algo la situación del país.

Según estos mismos estudios, además, tampoco tendría algún impacto en las próximas elecciones, demostración de la desconexión brutal entre los medios; el periodismo y los periodistas -salvo honrosas excepciones-; las empresas dedicadas a las comunicaciones y el marketing y la sociedad real. Ciertamente, es legítimo que, en uso de su libertad para expresar opiniones y pensamientos políticos y filosóficos, lo haga tratando de influir en ésta y modelar también el tipo de sociedad a la que aspiran sus dueños y a quienes representan, aun cuando no necesariamente sean expresión de lo que ella es.

El problema es que tampoco lo hacen. La cantinela del "fraude" y la "dictadura de Maduro", apenas se pronuncia sobre su contenido. No dice nada acerca del tipo de sociedad a la que aspiran sus voceros, dejando tras de sí apenas un eco. Cuando en alguna parte del mundo dicen ¡democracia!, en Chile, Argentina, Perú o alguno de los que encabezan la campaña de denuncia del fraude se escucha "....cracia...cracia...." Cuando alguien grita ¡libertad! resuena el eco "...tad....tad....tad". Todo el contenido de estos conceptos ha sido vaciado y elevado las formas y la superficie de la convivencia social y política, a la categoría de principio y esta réplica, a la de su contenido de verdad.

La discreción y la cautela con la que han actuado algunos referentes políticos y gubernamentales del mundo para referirse a ello, dan cuenta precisamente de que el asunto es mucho más que la existencia o inexistencia de las dichosas actas. O de los procedimientos institucionales de reclamación, verificación y difusión de los resultados, en el transcurso de los cuales muchas cosas han pasado sin que los savonarolas latinoamericanos se hayan referido a ellas para limitarse a gritar ¡fraude! cada vez que se les presenta la ocasión.

En un momento radicalmente decisivo para la humanidad, en la que la combinación de intereses económicos de las grandes corporaciones, el supremacismo racial y el chovinismo, unidos al militarismo estadounidense se prepararan para defender con uñas y dientes su condición de potencia hegemónica en el mundo -usando a América Latina como retaguardia dada su riqueza en recursos naturales, agua dulce y tierras cultivables- resulta de una candidez grotesca o peor aún, de un oportunismo supino hacerlo.

Defender la democracia a partir de las formas, sin referirse a su contenido, esto es, los Derechos del ser humano, del hombre y la mujer, del medioambiente y todo lo que es producto de su actividad creativa y sin hacer alusión a la situación catastrófica a la que el neoliberalismo ha arrastrado a la humanidad en las últimas décadas en las que una Europa decadente alineada tras un todavía más decadente imperio norteamericano, resulta por demás hipócrita. No referirse a la sociedad a la que se aspira construir en reemplazo de un capitalismo neoliberal que en su agonía ha arrastrado al mundo al colapso medioambiental; a las guerras; la crisis económica y una permanente recesión con sus secuelas de desempleo, aumento de la pobreza y la desigualdad, miopía y cortoplacismo.

Queda mucho por decir al respecto. Mucho por hacer también. La solución pacífica y democrática de un conflicto cuya naturaleza y contenido ha sido encubierto por la propaganda más chabacana y la abdicación del progresismo a adoptar una posición frente al fin de la hegemonía norteamericana, pasa por llenarla de contenido. Democracia, soberanía, autonomía económica, cultural y política, independencia nacional, defensa del medioambiente y los derechos humanos. Hacerlo es lo que establece el límite entre el auténtico progresismo y la reacción y defender la democracia en Venezuela sin hacer referencia a esto, un gesto vacío.