Eugene Delacroix. la libertad guiando al pueblo. 1830 |
Como en 1986, el próximo podría resultar ser un
año decisivo para chilenos y chilenas. En pocas semanas, de hecho, recién
comenzado el 2025, se va a sellar una de las reformas más importantes del
programa de gobierno de Apruebo Dignidad y sus aliados de Socialismo
Democrático, que es la reforma al sistema previsional, o debiera hacerlo.
Ciertamente, no se trata de cualquier reforma. Está en el corazón del sistema
neoliberal, porque es la caja del sistema financiero, cuestión de la que la
derecha está perfectamente consciente.
Por eso, la majadería de su propaganda
sosteniendo la presunta propiedad individual de los fondos que administran las
AFP's, argumento que si tiene la capacidad que tiene de sostenerlas en la
actualidad, pese a su colosal desprestigio, se debe únicamente a su control de
la industria cultural, la información y las comunicaciones. Estas demuestran
cotidianamente una de las contradicciones más profundas del sistema y explica
también la imprevisibilidad de los comportamientos sociales y colectivos
expresados en la famosa frase "no lo vieron venir", en la medida que
sus mismos controladores sucumben al discurso armado y difundido para mantener
bajo control a trabajadores, trabajadoras, empleados y profesionales de clase
media que los sostienen con su propio esfuerzo y ahorros, sin que sus
controladores tengan que hacer mucho para enriquecerse, excepto especular con
plata ajena.
El hecho de que la reforma afecte el corazón
del sistema, además, tiene como consecuencia que las posiciones a su alrededor
se radicalicen de manera tal que el sistema político se fragmente dando origen
a posiciones ultrafundamentalistas de mercado que tensionan a la derecha
tradicional generando contradicciones en su interior y que ya han fagocitado a
varios de sus liderazgos y al mismo tiempo desmovilizando a la izquierda
sumiéndola en un marasmo asombroso considerando que es su propio gobierno quien
la impulsa.
Un escenario soñado para los liderazgos
mesiánicos, populistas y reaccionarios. La derecha ha boicoteado
permanentemente la reforma y tratado de evitar a toda costa terminar con el
sistema de capitalización individual, la administración privada de los fondos
de pensión; su uso en el financiamiento de otras industrias con la plata de los
trabajadores, así como otorgar aunque sea un mínimo de capacidades al Estado de
regular esta industria. Su objetivo en este momento es endosarle al gobierno
esa responsabilidad, usando la vieja cantinela de los acuerdos como pretexto
para hacerlo.
Este escenario es posible sólo por la
desmovilización de la sociedad, de sindicatos y asociaciones de empleados y
profesionales; usuarios y a la vez rehenes del sistema que simplemente
presencian como testigos impávidos cómo se resuelve uno de los nudos, uno de
los huesos duros de roer, del sistema neoliberal y que explican el poder que
ostenta un puñado de especuladores y magnates de las finanzas sobre el resto de
la sociedad. En este sentido, la única manera de salir de esta situación de
aparente empate, situación funcional a los intereses de la CPC y la derecha, es
la más amplia movilización de la opinión pública y la sociedad civil, la misma
que obligó a Pinochet a adelantar el itinerario de traspaso del gobierno contenido en la
Constitución del 80 después del paro nacional de 2 y 3 de julio de 1986.
El 2025 va a ser decisivo, por lo tanto, porque en él se debieran decantar las posiciones que en el futuro van a disputar la dirección posneoliberal que va a tomar la sociedad chilena en el futuro. Una abiertamente clasista y reaccionaria o una democrática, nacional y popular que aporte a la construcción de una América Latina inserta en un nuevo orden mundial respetuoso del medioambiente, comprometido con la diversidad cultural y la justicia social. Y ello sólo será así en tanto sea el propio pueblo el que rompa la situación de inmovilidad a la que la institucionalidad vigente, condena al sistema político y a la mantención de este orden de cosas insoportable.
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