viernes, 6 de diciembre de 2024

A fuego lento

Chaïm Soutine. Piece de boeuf. 1923



                                        


En el transcurso de esta semana,  a los escándalos ya conocidos y explotados hasta el hartazgo por la prensa del sistema, se vienen a sumar el de las devoluciones ridículas que las ISAPRES han realizado de los dineros robados a sus usuarios luego del fallo de la Corte Suprema y de la Ley corta aprobada por el Parlamento que estableció la forma de hacerlo efectivo para supuestamente evitar el colapso del sistema sanitario.  

También la declaración del ex ministro Felipe Ward incriminando directamente al pro hombre de la UDI Andrés Chadwick, en la trama de corrupción de los permisos de construcción del grupo Patio y los hermanos Jalaff y los nuevos antecedentes del caso de Maipú que involucran cada vez más claramente a Joaquín Lavín. 

La prensa del sistema abunda en la filtración de antecedentes  que salen de la fiscalía, involucrando a abogados querellantes y defensores como si fueran parte de la misma trama; pone en la misma página cobertura de los casos Monsalve y convenios, tratando de empatar y de ocultar al mismo tiempo imágenes que pudieran ser incómodas -como las de Chadwick yendo a declarar, lo que contrasta con la manipulación pornográfica de las imágenes de Daniel Jadue esposado y vestido de amarillo durante su formalización-. 

El descrédito del sistema no puede ser más generalizado y profunda la pérdida de credibilidad de las instituciones democráticas y cualquier forma de asociatividad, sea de las que representa el Estado -como municipios, Parlamento, empresas públicas- o de las de la Sociedad Civil -como sindicatos, ONG's y organizaciones  vecinales- así como las de los partidos políticos. Es la aplicación más ortodoxa del aserto del asesor fascista de Donald Trumpp, Steve Bannon, de "inundar la zona con mierda". A las perdidas, algún oportunista ultra podría hacerse cargo de restablecer el orden y evitar que toda esta crisis a la que la ha arrastrado el neoliberalismo y el lazais faire desbocado -que es como el ethos de su cultura- pueda convertirse en una posibilidad efectiva de cambio radical, que es a lo que conduce o debiera conducir. 

Mientras siga siendo objeto de debates y elucubraciones de salón; de conspiraciones palaciegas y fórmulas de reforma al sistema político como las promovidas por el senador socialista Alfonso de Urresti con ayuda de la derecha, estas seguirán en el plano de las reformas interminables y a la sociedad en una eterna crisis sin solución excepto las del tipo libertario, republicano o trumpista, que no son otra cosa que la involución reaccionaria de las sociedades a la paz de los cementerios que promueve el fascismo en sus diferentes versiones. 

La crisis del neoliberalismo se cuece a fuego lento pero no conduce necesariamente a la reforma estructural del supermercado en que ha convertido a la sociedad. 

Solamente la irrupción de la diferencia a través de una ruptura provocada por medio de la lucha de masas hará posible que salgan de este círculo vicioso de descontento, apatía y represión. Ello no cierra la vía institucional; al contrario, le abre perspectivas reales de realización y le otorga una legitimidad de la que carece por la misma naturaleza elitista y cerrada a la que la condujo la democracia de los acuerdos. 

Esto no es cuestión de muñequeo ni de fórmulas complicadas sino de voluntad , audacia e inteligencia politica. Señalar las fracturas no para buscar acuerdos inconcebibles sino para mantener abierta la brecha. Reivindicar la diferencia, la identidad de la izquierda y de lo popular desde su historia proyectándose al nuevo mundo que se empieza a abrir paso contra los embates de la derecha por evitarlo y las dudas e incertidumbre de diletante que termina por mimetizarse con ésta.

 


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