Otto Dix. Mis padres, 1921 |
La resolución que ha tenido hasta ahora, la negociación en el Parlamento por la reforma del sistema previsional, terminó en una discusión acerca de su legitimidad. Los representantes de Chile Vamos así lo han declarado en varias ocasiones; su objetivo es devolvérsela y cerrar de esa manera la grieta por la cual pudiera reintroducirse el germen de un nuevo levantamiento popular como el del 18 de octubre. Las autoridades del gobierno y dirigentes de las coaliciones oficialistas, para argumentar una incapacidad a todas luces decepcionante tomando en consideración el tamaño de la tarea.
A la ministra Jeanette Jara, a la vista de los resultados obtenidos hasta el momento, le tocó "bailar con la fea" considerando la enorme responsabilidad que cargó en sus hombros, sobre los que finalmente descansa el compromiso de realizar cambios en favor de trabajadores y pensionados y especialmente mujeres triplemente discriminadas, como trabajadoras, como mujeres y luego pensionadas en condiciones de extrema pobreza. Y al mismo tiempo explicar los alcances y significado reales de lo avanzado hasta el momento sin renunciar a dicho compromiso. Es una actitud que contrasta con el oportunismo, la verbosidad y las medias tintas de otros.
En buena hora que la discusión sobre la legitimidad y los fundamentos del sistema previsional siga abierta y es lo que habrá que profundizar para ir poniendo en claro la correlación política en la que se ordenará la lucha por la dirección de la sociedad chilena que seguirá al neoliberalismo en el futuro. Por esa razón el discurso buenista sobre el consenso y las bondades del diálogo se vuelve cada vez más contradictorio y falso y el debate posterior a la aprobación de la idea de legislar en el senado, más ríspido.
En primer lugar, es reconocido por todos que el sistema de AFP's va a seguir existiendo pese a la intención original del gobierno y de las coaliciones políticas que lo sustentan, de acabar con ellas. Reconocimiento de una incapacidad; en sentido contrario, expresión del poder que tienen las concepciones políticas y culturales dominantes de moldear el sentido común; pero también del desgaste de su legitimidad y del riesgo que ello implica para la sustenatibilidad del sistema. Son todos factores que lo explican pero que no alcanzan a justificar la reivindicación de un triunfo.
Este empate debiera resolverse, pues, en el plano de la moral y la cultura. De ello da cuenta el contenido y el tono que ha ido adquiriendo el debate posterior y las recriminaciones mutuas acerca de la sinceridad de los suscriptores. Desde este punto de vista, lo avanzado hasta ahora en el trámite de la reforma previsional no hará más que generar unas nuevas condiciones para continuarla, no su conclusión.
La defensa de la reforma no es suficiente, por esta razón, para generar una alternativa a su actual situación. De ahí, por ejemplo, que la candidata presidencial de la derecha tradicional se enrede en un discurso contradictorio y sibilino que está empezando a dejar al descubierto su compromiso con las bases ideológicas, doctrinarias y de clase del sistema de AFP´s y al mismo tiempo, lo contradictorio que esto es con las aspiraciones de la sociedad de cambios estructurales a un sistema empobrecedor y excluyente.
De ello está sacando ventaja, por el momento, la ultraderecha que con toda seguridad va a terminar fagocitándola, tal como ha pasado en Argentina durante el gobierno de Millei en que LLA se lleva a vista y paciencia la feligresía de Macri de un PRO cada vez mas desgastado y poco creíble.
Que esta contradicción se vaya a resolver en el plano de la moral significa -contrariamente a lo que supuso una noción chapucera y superficial dominante en amplios sectores de la izquierda en los noventa- que ello es un problema de masas, no es la oposición entre sistemas de valores opuestos. Son formas de relación social; de las clases entre sí y de estas con el Estado las que están en los fundamentos del debate y las que finalmente los van conformando como resultado de las miles y millones de interacciones que realizan los seres humanos.
El diálogo y el acuerdo son una de las formas de expresión que estas asumen; el conflicto y la contradicción también. Y no solamente entre diversos actores del sistema político. Estos representan su forma más elaborada quizás pero no la última y definitiva. Será la que protagonicen las masas, en sus más variadas formas, las que finalmente resuelvan los que prevalezcan en la sociedad posneoliberal en la que el sistema previsional, por esa razón, expresará una nueva forma de relación entre empleadores, Estado, trabajadores y personas mayores basadas en el respeto por la dignidad de la persona humana, la igualdad y la libertad para desarrollar su proyecto de vida y no el lucro los que estén en el centro.
Se trata de un desafío para el movimiento sindical, la izquierda y el movimiento social en sus más variadas expresiones. No hacerse cargo de éste, una promesa segura de intrascendencia y un favor para las pretensiones del fascismo.