martes, 15 de abril de 2025

Caen las caretas


Hannah Höch. Kaiser Guillermo II. 1919-1920


Uno de los efectos de la crisis de la globalización neoliberal ha tenido, es dejar en evidencia el carácter ideológico de la teoría y discurso sobre el que se sostiene y sus falsas pretensiones de infalibilidad científica. A sus nefastos resultados (deterioro del medioambiente; aumento de la desigualdad a niveles intolerables; desarrollo autónomo de la tecnología al punto que ha puesto en cuestión la libertad del ser humano), ya ni siquiera pueden oponer las cifras de crecimiento económico que ostentó en los noventa del siglo pasado, obtenidos precisamente gracias a todas las anteriores. 

En efecto, el peligro de la recesión  vuelve a asolar a la economía mundial y la única respuesta de las derechas y los liberales para enfrentarla, es aplicar las mismas recetas que han dado origen a todas estas características de las sociedades neoliberales y que la han provocado. 

Queda en evidencia, pues, que su pretendida objetividad no es más que un velo que encubre las obscenas ganancias de transnacionales que crecen en relación inversamente proporcional con la libertad y realización del ser humano y los derechos de la naturaleza. Su única manera de sustentarlas es la transformación del Estado en un aparato que no representa la realización de una comunidad racional sino un mecanismo de control, de medición, administración y gestión de dichas cifras que en el fondo no son otra cosa que la expresión de sus ganancias.

Su esfuerzo consiste en hacer coincidir la realidad con sus teorías lo que no es posible sino sobre la base de aplicarle una violencia proporcionalmente equivalente. Es lo que representan los brutales planes de ajuste que ha impuesto Milei en Argentina; la distopia salvadoreña de Bukele; el genocidio de Gaza; la carrera armamentista destada por la UE en medio de su bancarrota moral y política; el reciente fraude de Ecuador o la crisis permanente en la que vive la República del Perú, a lo menos desde la caída de Kuszinski. 

El guaripola internacional de la reacción, sin duda, es el Presidente de los Estados Unidos, a cargo de su propia republica bananera, con planes de ajuste a cargo de un billonario sudafricano, deportaciones ilegales, campos de concentración en Guantánamo y El Salvador, una crisis constitucional en curso que ha puesto en vilo el histórico consenso de republicanos y demócratas sin que ninguno acierte hasta ahora a oponer una resistencia efectiva. Ello tal vez porque es una especie de bonapartismo que tiene como propósito recuperar la posición hegemónica del imperialismo norteamericano en medio de este nuevo contexto, propósito compartido por ambos.

La "crítica" no consiste en elaborar novedosas teorías que expliquen los cambios operados en los últimos treinta o cuarenta años por el capitalismo o en realizar una "renovación", sino descubrir las paradojas propias de su desarrollo y su carácter interiormente incoherente. Al no poder encontrarles solución sin negarse a sí mismo, su única alternativa es inisistir en ellas. En eso consiste el fascismo. No es extraño, en este sentido, que dos de las más importantes renovaciones del marxismo occidental del siglo XX, como son el pensamiento de Gramsci y la teoría crítica, hayan surgido como una respuesta a su surgimiento. 

Este, además, pretende hacer retoceder a nuestras sociedades en relación a derechos conquistados, precisamente a partir de la pretensión de desconocer dichas transformaciones, que son el resultado de su propio desarrollo. A una creciente consciencia del daño que ha provocado al medioambiente que lo hace insostenible o al reconocimiento de las diversidades sexogenéricas; la igualdad de género, la creciente visibilidad que ganan los derechos de las personas mayores o de quienes realizan labores de cuidado, el fascismo les pone la etiqueta de "woke" sin comprender aparentemente que los pueblos del mundo no lo van a tolerar porque desconoce la sociedad real. De hecho, le aplica ya -por lo demás- medidas que implican desconocer sus derechos en Argentina y los Estados Unidos por ejemplo. 

Una mención especial merece el retroceso que propugna en materia de derechos de trabajadores y trabajadoras a sindicalización, huelga, negociación colectiva, seguridad social, educación y salud públicas que sólo brillan por su ausencia en sus documentos, congresos, las propuestas y el discurso de sus representantes. Son simplemente ignorados por el fascismo porque es la misma negación de su necesidad y de su legitimidad moral y cultural, lo que trae aparejada la violencia extrema con la que en el futuro se puede prever que tratará al movimiento sindical y de trabajadores y como de hecho el neoliberalismo ya lo hace aunque con una pátina de consenso y tolerancia. 

El tiempo se le agota. No puede seguir disimulando pretensiones de objetividad ni de racionalidad científica. Se le cae la careta y en la misma medida crece su intolerancia y su violencia. Señal inequívoca de su debilidad y de la posibilidad de derrotarlo. Pero eso depende en todo caso de la voluntad de quienes creen en la democracia, los derechos humanos y la paz. 

 

jueves, 10 de abril de 2025

Los besaculos

Hans Holbein. Retrato de Enrique VIII. 1540
                                            

Haciendo gala del estilo impertinente y soez que lo caracteriza, el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, declaró que todos los gobiernos que tras su anuncio unilateral y matonesco de subirle los aranceles solicitaron volver a negociar, ahora se disponen a besarle el culo. Justamente, la receta que propone la derecha para enfrentar el nuevo escenario que, a su pesar y en sus propias palabras, cambia por completo el que había predominado en los últimos treinta años. 

Las diferencias que se pueden apreciar entre sus filas, no van más allá de un matiz sentimental que va de una pantomima de indignación (Matthei) a una abierta satisfacción (Kast), pasando por los llamados a la cautela y la expectativa ante las posibilidades de desarrollo de la nueva situación que motiva su estupefacción (Kaiser). En el colmo de la  abyección a la que la ha arrastrado su defensa de los ricos y los poderosos, todos los candidatos de la derecha coinciden en comportarse como las mascotas que son y hacer lo que su patrón sugiere: besarle el culo y ofrecer al gobierno, incluso, a sus equipos de economistas "expertos" para hacerlo. Se escandaliza porque el presidente Boric, dijo en India que Trump se comporta como un emperador y lo peor, se aterra ante la posibilidad de que se moleste por ello. 

Su falta de dignidad no puede ser más grotesca. Y más grotescos aún, sus arrebatos de molestia con el Presidente, mientras Trump los basurea a ellos y a todos los seguidores de la letanía neoliberal del libre comercio que siempre favoreció a los poderosos, cuestión que ellos, súbitamente, descubren recién cuando empieza a afectar a sus patrones. Esa indignación, en todo caso, no pasa de ser puro sentimentalismo en la medida que su compromiso ideológico y de clase con el imperialismo, les impide ver sus fundamentos materiales y proponer otras soluciones que no sean "besarle el culo". 

Estas obviamente, si es que realmente se propusieran ir más allá de la mera sensiblería, debieran proponerse la recuperación de nuestra soberanía y limitar nuestra dependencia de los vaivenes del mercado internacional. Este, según sus propias declaraciones, comienza a fragmentarse y partiendo por los Estados Unidos, cada país, a cerrar sus fronteras, al menos hasta que los sollozos de las viudas de la globalización comuevan a Trump y su séquito para  volver a abrirlas o en caso contrario, buscar nuevos socios, en caso de que quede alguno disponible en este nuevo escenario. 

Esta transformación que demuele en un abrir y cerrar de ojos las bases materiales de sus convicciones doctrinarias e ideológicas y que deja al desnudo los fundamentos morales, culturales y de clase de su posición política, debe ser una oportunidad para desplegar un proyecto de cambios profundos de la sociedad basados en la recuperación de nuestra soberanía económica; disminuir nuestra dependencia de las materias primas y utilizarlas como fuente de creación y fortalecimiento de la industria nacional y el empleo. Asimismo, la recuperación de los salarios y que sean éstos, y no el endeudamiento -origen de burbujas y fraudes que se urden a costa de los consumidores-, la fuente de donde provenga la dinamización del consumo y el mercado interno. 

En este nuevo contexto en que el imperalismo se saca la careta y la prédica, casi misionera, acerca de las bondades del libre comercio dejan su lugar a la reivindicación de su vocación hegemonista y expoliadora, la integración de los países latinoamericanos se hace más urgente que nunca y por consiguiente, también el combate en contra del neofascismo criollo que insiste en hacerle genuflexiones y dar muestras de su buena conducta servil. Cuando la derecha lo único que ofrece es profundizar las bases excluyentes, inequitativas, y rastreras de su política, lo más patriótico y progresista es la superación definitiva del neoliberalismo político, económico y cultural, sin medias tintas. 



sábado, 5 de abril de 2025

Instrucciones para enfrentar al fascismo


Kurt Schwiters. MZ 318 CH., 1921 (collage)


Si hay algo en lo que prácticamente todos los sectores políticos que no son de derecha coinciden, es en el peligro que representa el fascismo hoy por hoy. Las demostraciones ya son demasiadas y demasiado evidentes como para seguir considerando a sus representantes como Milei, Bolsonaro o la dupla KK, simples radicales o fanáticos que perdieron la chaveta. Eso ya es un paso adelante. La idea de realizar una primaria lo más amplia posible en ese sentido se va abriendo paso, lo que también representa un avance. 

La irrupión del fascismo, además, desordena a la derecha tradicional, de manera tal que deambula entre una más que sospechosa tolerancia con éste, la reivindicación de sus matices y una abierta renuncia a sus pasadas afirmaciones democráticas y de respeto por los Derechos Humanos -por falsas que fueran-. Chile Vamos se mueve entre la "motosierra" y la "podadora", según las circunstancias, el cálculo electoral y los intereses en juego.

Las políticas impulsadas por el jefe internacional de esta banda, Donald Trump, desarman en pocas horas, además, sus antiguas creencias y principios doctrinarios sin que sus epígonos criollos acierten a articular una sola frase para comentarlas -así como el batallón de economistas liberales que cita El Mercurio diariamente- excepto para ver oportunidades en nimiedades que les permitan seguir sosteniéndolas mientras se caen a pedazos o decir "podría haber sido peor". 

Lo único que le queda es su odio por los pobres; su atávico miedo a las clases trabajadoras; a los excluídos y excluidas y su defensa del repertorio de valores más anacrónico posible, que son lo único que sostiene su posición de dominio en nuestras sociedades actualmente a falta de doctrina, propuestas y acciones consistentes. Trump mismo es un ejemplo suficientemente elocuente al respecto.

El fascismo es, pues, no una anomalía del sistema democrático ni una amenaza que proviene del exterior sino el resultado del neoliberalismo, su última trinchera, el único argumento que le queda para sostenerse. En este sentido, el desconcierto que a muchos aqueja en la hora actual no es otra cosa que una manifestación de la naturalidad con la que los pincipios del neoliberalismo fueron asumidos en el pasado: la privatización, la apertura comercial, la desregulación de los mercados y la flexibilización del trabajo. 

No se puede combatir al fascismo, entonces, sin oponerle al repertorio de reproducciones remasterizadas del neoliberalismo que propone, incluida su obsesión por el control y la seguridad, una alternativa que salga de los bordes que éste implantó en los últimos treinta años, y que por cierto excluyen los derechos de los trabajadores a la negociación colectiva y a una huelga efectiva. También la posibilidad de que la sociedad asuma la organización racional de las vidas de los seres humanos y sus relaciones con la naturaleza, entregadas a la supuesta "mano invisible" del mercado. Los derechos humanos de migrantes, pueblos indígenas, mujeres y disidencias sexogenéricas (primeras víctimas sacrificiales del fascismo según lo han declarado y demostrado prácticamente en todos los países en los que ha llegado al poder). 

Por cierto, no se trata de un debate de "ideas", que se expresarían simplemente en el lenguaje de la amistad cívica y de un consenso que por todo lo dicho es absolutamente imposible; se trata de una intensa lucha política y de masas por la hegemonía cultural, por los valores que debieran inspirar a la sociedad a la que aspiramos todos quienes estamos dispuestos a enfrentar al fascismo. 

El rol del sindicalismo, del movimiento social y los partidos democráticos es precisamente señalar esta inconsistencia de la derecha y movilizar a la sociedad en función de detener esta oleada fascista y llenar de contenido concreto esa oposición -no de valores abstractos de una dudosa moralidad que lo mismo dan para declararse antifascista que para oponerse al derecho a huelga. Restarse en la hora actual de esta lucha política y social puede significar la desaparición de históricos referentes del progresismo y por el contrario, asumirla como el desafío principal de la coyuntura, una oportunidad para empezar a construir el movimiento popular que en el siglo XXI pueda volver a abrir las grandes alamedas. 


miércoles, 2 de abril de 2025

El ladrón persiguiendo al juez


Rembrandt van Rijn. Los sindicos de los pañeros de Staalmeesters. 1662


La situación del Poder Judicial, se caracteriza por un desprestigio que ha descendido a niveles de conventillo, de modo tal que quienes están llamados a administrar justicia aparecen involucrados en truculentas tramas de tráfico de influencias, pago de favores y corrupción. Incluso altos magistrados conceden entrevistas para descartarse, dar explicaciones o señalar su desconocimiento, cuando es precisamente para lo contrario para lo que la sociedad y el sistema político los ha puesto en esa posición. 

La fiscalía se ha transformado en el último tiempo, en epicentro de esta crisis y corazón de la cloaca en que se ha convertido. Es evidente que no trata de la misma manera a todos a los que investiga.  A unos los persigue y expone con los pretextos más inverosímiles, incluyendo sospechosas y "oportunas" filtraciones imposibles de explicar, que contrastan con el secretismo con el que otros y otras son tratados. La colusión entre ésta y los medios es, pues, más que sospechosa, característica esencial de la crisis, y sólo un republicanismo acartonado es capaz de defender todavía estas instituciones decadentes y su hipócrita independencia, sin sonrojarse siquiera.

Así las cosas, no tiene nada de rara la proliferación de hipótesis y recetas de solución que se manifiestan luego en lo que eufemísticamente suele llamarse "dispersión" o "fragmentación" del sistema político, “mal” que pretenden resolver algunos honorables, haciéndolo más restringido, eliminando la competencia y la disidencia que provoca semejante corral, en lugar de reformar las instituciones y remover de las altas responsabilidades para las que han sido asignados, a los responsables de este vergonzoso espectáculo que ya colmó la paciencia de la opinión pública, que por lo demás es sólo uno de sus síntomas más evidentes.

Para la derecha tradicional y también para algunos dizque “progresistas” que le temen más a la transformación que al autoritarismo y burocracia del actual sistema político, el clasismo y arbitrariedad del sistema judicial y el uso y abuso que de él hace la empresa privada, la solución no es otra que reproducir esas mismas características del sistema político, económico e institucional vigente. De esa manera, aparece ante los ojos de cualquiera protegiéndose a sí misma y a la elite económica que se ha beneficiado de esta cuestionada institucionalidad, pese a toda la evidencia disponible de su incapacidad para seguir organizando la vida social.

Luego, no tiene nada de raro que las recetas facilonas de la ultraderecha y el fascismo seduzcan a masas despolitizadas que primero no entienden razonamientos tan abstrusos que pretenden decir que restringir la participación, el pluralismo y la competencia política, van a mejorar la calidad de la democracia y luego, las rechazan como demostración del encapsulamiento del régimen político y la defensa corporativa que de él realizan sus miembros a los que por esa razón se moteja de modo impreciso “clase política”, asignándoles una independencia demasiado benevolente cuando en realidad se trata de simples funcionarios pagados de las grandes empresas, como ha quedado demostrado ya innumerables veces (casos PENTA, CORPESCA, SQM, ISAPRES, etc.).

Quienes tienen la osadía de denunciarlo, son rápidamente acallados; motejados como anárquicos, disolventes, populistas, autoritarios, chavistas, castristas, intolerantes y un rosario de epítetos que sólo demuestran el temor de quienes todavía defienden el orden de cosas actual. Epítetos que procuran dar la impresión de una situación de aparente equilibrio de fuerzas que solo favorece a los fascistas que intentan asimilarse a las fuerzas políticas que legítimamente pretenden disputarse la conducción del gobierno, contando eso sí con la cándida colaboración de un progresismo exánime frente a las tareas de transformación política y social que reclama la hora actual.


martes, 18 de marzo de 2025

Afinar la puntería

Pablo PIcasso. Acróbata y joven arlequín. 1905



La cadena de insultos, prepotencia, violencia verbal y física; desprecio del derecho y las normas más elementales de la convivencia entre los seres humanos que protagonizan  Trump, Milei y la caterva de fascistas que se tomaron la escena política en los últimos cinco años, suma y sigue. Mientras aplican las clásicas recetas de ajuste del neoliberalismo que consisten en rebajar salarios, congelar pensiones, privatizar servicios públicos; realizar despidos masivos; acompañados de represión a la protesta social; burlas y ofensas de sus opositores ; amenazas y persecución, el desconcierto reina entre estos últimos. 

Ellos insultan; los otros ríen nerviosos o simplemente los consideran apenas unos niños con rabieta. Este gesto oculta, en realidad, una tolerancia que raya con una complicidad inconsciente y culpable que sería expresión del retroceso moral, político y cultural al que el neoliberalismo ha arrastrado a la sociedad, asimilado por sectores políticos que alguna vez se identificaron con posiciones de centro e izquierda.

Lo que es fascismo puro y duro, es motejado con una liviandad espeluznante "populismo de derecha", seguramente con el propósito oblicuo de asimilarlo con las críticas que desde la izquierda se vienen haciendo hace más de treinta años a los efectos excluyentes, clasistas y autoritarios que ha tenido. Asume esta "centroizquierda" culposa que la desigualdad, la contaminación, la burocracia y pérdida de autonomía y libertades individuales y colectivas, típicas del neoliberalismo frente a la gran empresa y la red inextricable tejida entre el Estado y el sector ptivado, son apenas "externalidades", no características esenciales del modelo. 

De esa manera, no aciertan a apuntar al enemigo principal que amenaza a las democracias en la actualidad, tanto en Europa como América, de lo que son apenas un par de botones las desafortunadas expresiones de Carolina Tohá o las oportunistas críticas de la Presidenta del PS al Partido Comunista a partir de la sospechosa filtración de una conversación privada entre dos de sus dirigentes que nada dicen acerca del programa de gobierno ni de las tareas de su implementación. 

A partir de su incapacidad o de su resistencia a admitir que el mundo se sigue dividiendo entre quienes están motivados por su afán de lucro y maximización de las ganancias que obtienen de la superexplotación de la naturaleza que nos pertenece a todos y de la fuerza de trabajo estrujada hasta la inanición, disparan de chincol a jote premunidos de una actitud "librepensadora" que los motiva a ocupar más tiempo y esfuerzos en criticar a los aliados que tiene a la izquierda, que denunciar la violencia y el fundamentalismo neoliberal de la derecha en sus diferentes versiones. 

Ya en el pasado, conocimos los resultados que este tipo de confusiones puede llegar a tener. En la actualidad, cuando la marcha de la reacción parece no tener límite en Europa y en América Latina somos testigos de una fuerte disputa por la defensa de la democracia y los Derechos Humanos, afinar la puntería es más necesario que nunca. Los eternos buscadores del "centro" y de principios abstractos que poco tienen que ver con las contradicciones sociales y políticas que agitan al mundo en la actualidad, están siendo absorbidos por los acontecimientos y lo más probable es que terminen siendo o bien una minoría extravagante o masa de maniobra de las posiciones ultraderechistas. En ambos casos, una intrascendencia similar a la que en la actualidad se convirtió Europa, producto del avance de la agenda fascista de Trump. 

miércoles, 12 de marzo de 2025

La marcha de la reacción y la izquierda

Juan Davila. Stupid as a Painter. 1982







La marcha de la reacción continua sin que, aparentemente, tenga resistencia. Ello incluso a pesar de sus chambonadas; la impopularidad de sus recetas; el estancamiento de su potencial de crecimiento electoral y sus profundas contradicciones. Así las cosas, no es descartable que nuevamente llegue al gobierno, esta vez en una versión remasterizada de sus peores abyecciones.

Demostración de su marcha implacable, es la ofensiva que ha desatado contra destacados liderazgos de izquierda usando todos los medios a su disposición: el lawfare, la difusión de noticias falsas y el ocultamiento de las que dejan en evidencia sus actos corruptos; su complicidad con las AFP´s y la gran empresa, así como su disimulado pinochetismo. Ataques tanto en la persona de la ex alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, como en el de Daniel Jadue y ahora último, en el de la presidenta de la Cámara de Diputados, Karol Cariola, caso en el que, al igual que en los anteriores, se hace uso y abuso del poder judicial, por medio de interpretaciones antojadizas de la ley, difundidas por una prensa servil hasta naturalizarlas.

También el bloqueo legislativo, el que le ha servido durante todo el mandato del Presidente Boric para contener las reformas impulsadas por éste; confundir a la opinión pública en medio de la maraña de negociaciones para hacerlas posibles en su situación de minoría en el congreso; dividir a los sectores interesados en sacarlas adelante y haciendo uso y abuso de las atribuciones que tienen sus parlamentarios para avanzar en su promulgación.

Nada muy diferente a lo que hayan hecho las derechas de otros países latinoamericanos, como por ejemplo en la destitución de la Presidenta Dilma Roussef en Brasil, de Pedro Castillo en el Perú; la persecución de Rafael Correa o Cristina Fernández.

Estos ataques a la izquierda, a sus liderazgos y su intento por bloquear toda posibilidad de que estos surjan están motivados por su comprensión del significado de la hora actual. Su necesidad de eliminar toda posible resistencia a sus pretensiones de restaurar lo peor del neoliberalismo; asegurar sus fundamentos y profundizar sus características más funestas -como la reducción de salarios, los despidos masivos; el aumento de la contaminación; la mercantizilización de la educación, la cultura y la salud; todo ello, con tal de garantizar las ganancias de las grandes empresas nacionales y transnacionales y las fortunas de un puñado de magnates.

La búsqueda desesperada de rebuscados argumentos pseudofilosóficos que, por lo demás, le son indiferentes a masas de trabajadores, empleados y profesionales cada vez más golpeados por la inseguridad a la que los condena el neoliberalismo y que es explotada por el fascismo -pretextos para atacarlos o justificar su actitud sectaria- solamente la favorecen y en el fondo ocultan, su incapacidad o su desinterés, para enfrentarla.

miércoles, 5 de marzo de 2025

Un nuevo ciclo

Jean-Michel-Basquiat. Hollywood Africans. 1983

                             


La renuncia de la ministra del interior, Carolina Tohá, y su anuncio de asumir una candidatura presidencial, inauguran una nueva situación política. Lo que hace más de un año ha intentado la derecha, prácticamente, incinerando a fuego lento la candidatura de Evelyn Matthei, y lo que no han podido lograr sus compañeros ultras del Partido Republicano y Nacional Libertario, acontece ante sus barbas y en pocas horas.

 

Es una demostración de la buena salud de la que goza la alternativa de continuar por la senda de las reformas políticas y sociales comenzadas durante el mandato de la Presidenta Bachelet, interrumpida por las torpezas de las mismas fuerzas democráticas que facilitaron el segundo triunfo de la derecha tras el retorno de la democracia. Ello, con los mismos votos de siempre y con los que fue derrotada reiteradamente.

 

No está todo dicho todavía. El anuncio de la Presidenta Bachelet de no presentarse por tercera vez como candidata a la Presidencia de la República, precisamente, llama la atención sobre el carácter abierto y absolutamente novedoso del ciclo que comienza. Se trata de una coyuntura en desarrollo.

 

La precandidatura de la ex ministra del interior representa al sector más centrista de los que fueron sostén político del gobierno del Presidente Boric. Apela a una sensibilidad más tributaria del liberalismo social, anclada como lo ha señalado en sus primeras declaraciones en las ideas de convergencia, progreso y estabilidad. Su entorno, conformado fundamentalmente por militantes y antiguos dirigentes del PPD, así lo confirman. Pero tanto el PS como el PC y el FA han declarado su pretensión de tener nombres que podrían representar al sector. Sumados todos ellos, por cierto, con una altísima probabilidad de propinarle una derrota de proporciones y de carácter estratégico a la derecha.

 

Pero en política, dos más dos no necesariamente son cuatro. No se trata solamente de juntar votos. Se trata de representar efectivamente, como lo reclama este nuevo período que comienza, una alternativa que responda a las necesidades del pueblo y que logre encantarlo y movilizarlo para derrotar a la reacción. Sin pueblo movilizado, no se podrá detener el fundamentalismo ultra de la derecha, para la que la única solución es -como lo han demostrado ya Milei y Trump- favorecer a los ricos, profundizar la desigualdad, seguir destruyendo el medioambiente, echarle la culpa a los "zurdos de mierda"; a los inmigrantes; agudizar la exclusión y las discriminaciones de diverso signo.

 

El país necesita una alternativa que enfrente al fascismo y lo desenmascare frente a la sociedad.

 

Las viejas recetas y la añoranza en un presunto pasado mejor, serán cada vez más extravagantes para generaciones de chilenos y chilenas, nacidos en democracia, que reclaman respuesta a los problemas más urgentes y por lo tanto, los más actuales: el aumento de la desigualdad y las exclusiones de distinto tipo; la incapacidad de servicios y empresas concentrados en manos privadas de proveer soluciones accesibles, oportunas y de calidad a la sociedad -de lo que el reciente megacorte del suministro eléctrico es un botonazo-.

 

Las formas cada vez más sofisticadas de control y la progresiva pérdida de autonomía de los individuos en la nueva forma de imperialismo tecnológico que avanza en todo el mundo; así como el deterioro del medioambiente a niveles que ponen en riesgo incluso su sobrevivencia, no son un juego ni una distopia cinematográfica. Son la realidad fascista a la que se enfrenta la humanidad en la hora actual y ante la cual deben levantarse los demócratas del mundo entero.




domingo, 23 de febrero de 2025

La motosierra de Matthei



Albrecht Dürer. Los cuatro jinetes del apocalipsis. 1498

                         


Por esos  días, la derecha en su conjunto las ha emprendido contra el gobierno y particularmente contra el Ministerio de Hacienda a propósito del aumento del déficit fiscal y los traspasos de la CORFO. Coinciden en la ofensiva desde el polo ultra de socialcristianos, republicanos y nacional libertarios, hasta la derecha soft de Sichel pasando por la eterna promesa de Chile Vamos, Evelyn Matthei. 

Es su propuesta programática la que se expresa en esta pataleta por el derroche del erario público. Ésta, como siempre, consiste en cuadrar la caja; mantener en orden los números y ahorrar para un porvenir inexplicable y remoto. El utopismo derechista de que algún día la realidad y sus quimeras doctrinarias coincidan, aunque el costo social de dicho logro, en el camino, sea el empobrecimiento de trabajadores y trabajadoras a niveles cercanos a la sobrevivencia biológica; la destrucción del medioambiente; el abandono de la sociedad y su adaptación a la ley de la selva; hacer del Estado un gendarme con el propósito de garantizar que este tipo de (des)orden funcione -su chusca interpretación de "la mano invisible"- es decir de los niveles obscenos de desigualdad que lo caracterizan y las exclusiones de diverso signo que le permiten asegurarla. 

Es expresión de la marcha del fascismo, que ha tenido en el último tiempo sendos aquelarres en España, en la reunión de Patriotas por Europa y más recientemente en la Cumbre de Partidos de Acción Conservadora en los Estados Unidos, donde se dieron cita nuevamente los fachos europeos, esta vez con Milei, Corina Machado, Bukele y el hijo de Bolsonaro. En la ocasión, de hecho, Elon Musk, el sudafricano nombrado por Trump a cargo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE por su sigla en inglés), lució como símbolo de este programa, el regalo que le llevó Milei: la motosierra, la misma que pretende aplicar Mathei al gasto público destinado a cubrir necesidades sociales del pueblo. 

De hecho, en su lenguaje y discurso, aparte de sus conocidas y archirrepetidas consignas contra la casta, la burocracia estatal y la izquierda woke, no se le ha escuchado ni una sola palabra acerca de la desigualdad y cómo combatirla; salud y educación públicas, industria y empleo. Dan por hecho que estas en el peor de los casos, se pueden abordar y resolver espontáneamente porque en realidad son características naturales del orden social que incluso ni siquiera son un problema. 

El silencio del antiguo pensamiento social liberal de la democracia de los acuerdos cuando no su búsqueda del ancho camino de en medio comparando a Trump con Maduro o sosteniendo que la democracia es amenazada por los populismos de derecha e izquierda, ocultan de manera torpe los discursos de odio, el  fascismo indisimulado y la agresividad que mueve a la derecha, antigua contraparte del liberalismo social, en la actualidad y que expresan su prédica fundamentalista defendiendo la regla fiscal que anuncian ya los recortes al gasto público que va a aplicar de llegar al gobierno. 

Su tono por lo demás no es muy amistoso. No lo fue en españa ni en el Centro de Convenciones Gaylord, donde se realizó la CAPC. No lo ha sido tampoco en nuestro país. No será dando muestras de responsabildad ni demostrando más eficiencia en la administración del Estado y de los negocios públicos que se le pueda derrotar. Solo una genuina vocación de transformación; señalar las diferencias que hay entre la derecha y los demócratas en la actualidad; denunciando permanentemente sus inconsistencias, las mentiras de su demagogia que pretende hacer creer al país que hacer más ricos a los ricos, favorecería a los pobres; la incongruencia entre su discurso pseudolibertario y las discriminaciones que promueve; entre su pretendido patriotismo y sus genuflexiones ante el imperialismo y las transnacionales, de las que el payaso de Milei es la mejor expresión. 





miércoles, 19 de febrero de 2025

El fascismo es derrotable



Marinus van Reymersvaele. Recaudadores de impuestos. 1540

                               


El escándalo protagonizado por Javier Milei, a propósito de su respaldo a una shitcoin, ha dejado al descubierto el tipo de sociedad en la que el neoliberalismo ha transformado al mundo en los últimos treinta años. Un casino en el que los vivos se hacen el pino en pocas horas sin hacer mucho esfuerzo a vista y paciencia del resto de la sociedad que apenas sobrevive gracias a las tarjetas de crédito. En este caso, además, usando hasta las instituciones de gobierno, para realizar -voluntaria o involuntariamente- una mega estafa que perjudicó a miles de pequeños ahorrantes. 

La riqueza para la concepción dominante, en la actualidad, no es más que el resultado de la especulación, no del trabajo, y en el summum de su algarabía, ha hecho creer a hombres y mujeres de a pie que podrían ser millonarios sólo gracias a un golpe de suerte, con las consabidas consecuencias que hoy lo tienen en los titulares, no precisamente por ser un brillante economista, aspirante al nobel, sino por su colosal chascarro. Su concepción del Estado y la economía, de hecho, podrían reducirse a semejante paparruchada.  

La colusión entre las grandes fortunas; especuladores e intermediarios inescrupulosos; el poder político y los medios -en este caso, las redes sociales-, coincidieron en esta ocasión para sintetizar en pocas horas su verdadera cara. La inmundicia es tanta, que no tardan en salir a dar explicaciones cada cual más inverosímil que la anterior, sus seguidores -incluidos los republicanos chilenos- y sus aliados, cada vez menos en todo caso. 

En este sentido, la inconsistencia del modelo neoliberal, junto al autoritarismo y el abuso de poder, no pueden subsistir y las explicaciones de Milei y su séquito, encontrar una audiencia que aun le cree, si no es sobre la base de su capacidad para haberse convertido en el sentido común. Para ello, por cierto, las redes sociales han sido fundamentales, así como en el siglo XX lo fueron la televisión y los medios escritos.  

Entonces, al tiempo de dejar a las claras la naturaleza de la sociedad neoliberal, el episodio de Milei deja al descubierto, su fragilidad y la vulnerabilidad a la que expone a todos y todas. La debilidad doctrinaria, técnica y política de su concepción del mundo y las bases de la dominación neoliberal. 

La derecha y el neofascismo son derrotables. Su inconsistencia y contradicciones han quedado al desnudo. Es la razón, probablemente, para que las candidaturas de la derecha tradicional no pasen de ser la eterna promesa, incapaz de proponer alternativas a su propio derrumbe, a la que sus propios vástagos neofascistas -la expresión más pura de este contubernio entre el poder, el dinero y las redes- pisan los talones aun cuando no sean más que su reiteración y por consiguiente, una versión remasterizada de la promesa de su fracaso. 

Sin embargo, ello no va a ser el resultado espontáneo de dichas incoherencias. La capacidad de Milei y la derecha de oponer un discurso -absurdo, por cierto- que es tolerado por la sociedad y el que este episodio siga encapsulado en las esferas de una institucionalidad política cada vez más extraña a la sociedad real, son una demostración de esto. Sólo la más amplia movilización de la sociedad, las organizaciones sociales y sindicales, va a tener la capacidad, como lo fue durante la dictadura de Pinochet, de convertirlas en una autentica posibilidad de derrotar a la derecha y al fascismo hoy y junto con él al neoliberalismo.  

 



 

martes, 11 de febrero de 2025

¿Qué hacer con el fascismo?

Equipo crónica. El intruso, de la serie Guérnica. 1969



Los recientes acontecimientos de Argentina, demuestran la implacable marcha de la ultraderecha sobre la democracia. Gobernar por decreto; arbitrariedad en los actos de la administración; discursos de odio y rechazo de la diferencia; chovinismo superficial; favorecer a los grandes grupos económicos usando fraseología populista; destrucción de las conquistas sociales del pueblo argentino expresado en recortes a jubilaciones, salarios, presupuestos en salud, educación pública y cultura. 

Un Presidente tan histriónico como Mussolini, en versión tecno pop; una camarilla, entre esotérica y obscura, que incluye perros muertos, familiares y tarotistas. Son todas características propias de las sociedades en proceso de fascistización. Algo similar ocurre en los Estados Unidos, gobernados como dijo el actor Richard Gere, por un matón. En su caso, además, se suma otra característica propia de los fascismos clásicos que es su afán imperialista, que en este caso además va de la mano del crecimiento de los capitales de plataforma, cada vez más interesados en ser parte del complejo militar industrial. Un imperialismo tecnológico. 

Hasta ahí, nada que no se pueda comprobar hojeando los diarios o viendo noticiarios de televisión o internet. Convirtiendo, de pasada, el genocidio en espectáculo, de lo que Gaza es una dramática expresión, mezcla de fundamentalismo religioso con racismo y afanes expansionistas. De manera que este nuevo imperialismo va de la mano de la industria de las comunicaciones, la información y la entretención masiva. Algo similar a lo que percibió Walter Benjamin en las relaciones entre el cine, los espectáculos del deporte de masas y la reproducción de la imagen en los años treinta del siglo pasado, elevado a la millonésima potencia, lo que hace de su poder destructivo, algo mucho peor que los campos de exterminio del Tercer Reich. 

Lo sorprendente es la candidez con la que dicho avance es visto y tolerado. Como se decía en la marcha del orgullo antifascista en Argentina, la contradicción que cruza a nuestras sociedades es entre fascismo y antifascismo. No estamos frente a un grupo de deschavetados; de radicales de derecha o de fanáticos sin plan. La marcha de la ultraderecha es expresión del cambio de época y evidentemente, uno que además pone en peligro la sobrevivencia de la especie humana. 

La amenaza que implica este tipo de fascismo remasterizado para la libertad, la democracia y los Derechos Humanos es demasiado evidente como para pretender que se pueda resolver sin dar una lucha en su contra en todos los frentes. La paciencia que algunos le manifiestan, no es más que oportunismo y confianza en que éste es un eficiente recurso para resguardar los intereses de clase puestos en peligro durante el período de transición que media entre un neoliberalismo agónico y la construcción de una nueva sociedad. Este exceso de falso optimismo le abre las puertas de par en par; y de eso tiene la humanidad y América Latina, demasiados y hasta recientes ejemplos. 

Al fascismo se lo debe denunciar y combatir. Europa, pese a la dramática experiencia de mediados del siglo XX, lo está experimentando; América Latina y los Estados Unidos también. Sólo la más amplia unidad y movilización de la sociedad civil podrá detenerlo. Quienes se sigan tratando de ubicar en una medianía imposible, van a ser superados por los acontecimientos, como de hecho ya está siendo. También los que crean que es una coyuntura superable sólo sobre la base del ingeniería electoral y el muñequeo en gabinetes ministeriales y negociaciones parlamentarias.

martes, 4 de febrero de 2025

Combate al fascismo de nueva generación

Georg Grosz. Der Agitator. 1928



En la actualidad -caracterizada por el agotamiento de la globalización y la incapacidad del pensamiento neoliberal de explicarlo y proponer alternativas a su propio derrumbe- surge en todo el mundo una suerte de fascismo de nuevo tipo, combinación de intolerancia frente a la diferencia basada en la presunción de exclusivismos que provienen de una aceptación dogmática de las condiciones presuntamente fácticas de la vida -como género y clase- que éste ha ido adaptando en los últimos cuarenta años. 

Esta es la razón para que dicha intolerancia pueda aparecer acompañada de un individualismo extremo y una defensa dogmática del mercado y la iniciativa privada que lo diferencian de los fascismos del siglo XX, en que la desaparición del individuo corría pareja con la reivindicación de una noción heroico-popular del hombre, que lo diluía en movimientos de masa que reivindicaban una noción reaccionaria de la Nación y de un Estado fuerte. 

Una de esas condiciones de hecho es la aniquilación –como los conocimos durante el siglo XX a lo menos- de sujetos sociales como la clase obrera y el movimiento estudiantil y su disolución en una multitud de individualidades aisladas. Es lo que da a las sociedades actuales, modeladas por la implantación del neoliberalismo, esa apariencia diluida en que la experiencia de los seres humanos no conecta con ninguna tradición ni alcanza la forma de un “nosotros” que pueda incluir un sentido que los trascienda.

Es dicha fractura entre lo individual y lo social la que lo ha favorecido y que llena el vacío que genera con clasismo, prédica racista y contra los sindicatos, xenofobia, anticomunismo, homo y transfobia y al mismo tiempo, naturaliza una concepción de la libertad que, en el fondo, es el rechazo de lo colectivo y la colaboración. Se trata de la noción simplona que la reduce a la pura elección individual, rebajándola a una condición circunstancial que no produce nada nuevo; una libertad impotente.

Adaptación dogmática de los puros hechos e implantación de formas de control de la vida por parte del Estado y la gran empresa que provienen de aquella diferencia forzada entre lo social y lo individual y de la concepción de la libertad que de ella emana, son características típicas del fascismo que resurgen en este nuevo pensamiento reaccionario. 

Trump en los Estados Unidos, Vox en España, Fratelli d'Italia, AfD, El bolsonarismo, los libertarios argentinos, así como los republicanos chilenos se alimentan de ella. Desplazan a las derechas tradicionales; se alimentan de su bancarrota y al mismo tiempo que reclaman colmarla con valores tradicionales, sentido de la autoridad y llamados al orden, defienden una noción simplista de la propiedad privada, la desregulación de la vida y las relaciones sociales y una noción del éxito basada en el esfuerzo individual propias del pensamiento neoliberal. Nunca -a diferencia del fascismo clásico- de una colectividad definida más por una noción mitológica de su origen que por su posición y función social.

Intentan armonizar en una frágil combinación -si es que no imposible- un nacionalismo que resume esos exclusivismos con su asimilación de iniciativa privada, competencia mercantil y consumismo desenfrenado.

Los discursos que permanecen al interior de esta fractura que caracteriza al modelo y que sostienen la posibilidad de resolverla dentro de sus límites y que, por consiguiente, no trascienden las condiciones que un neoliberalismo agónico impone a la cultura, sólo la legitiman. No comprenden el lugar del pensamiento en ésta como negación del carácter reificado de la particularidad, de condiciones de dominación contingente y naturalización de relaciones sociales y culturales enajenadas.

No aportan a su comprensión ni contribuyen con ningún conocimiento nuevo de la realidad. Consecuentemente, con ninguna diferencia. Solamente la replican. Son conservadoras por su extensión, esto es, por su incapacidad de considerar el contenido del que adolece la realidad para permanecer en el plano de las puras formas, de modo que se limitan a ser mala literatura.

Es esta, precisamente, una de las condiciones que naturaliza los hechos de la dominación y la exclusión que facilita las cosas al fascismo y a la prédica chusca con la que pretende colmar el vacío dejado por el neoliberalismo.

Lo urgente en la actualidad consiste, pues, en la identificación de la diferencia y la negación de las condiciones de pobreza, marginalidad, injusticia y falta de libertad que la crisis del neoliberalismo ha expuesto en forma brutal. No solamente en la forma de testimonio o de denuncia, sino de combate a los que las sostienen y hasta reivindican. 

El riesgo que representa en la actualidad para la democracia, la libertad y la vida de los seres humanos, queda en evidencia en cada intervención pública de Kast y Evelyn Matthei que ante la guerra comercial desatada por los intereses reaccionarios de los Estados unidos no tienen más respuesta que la de repetir su defensa de un "librecomercio" que se cae a pedazos; las privatizaciones y la desregulación de los mercados, que son precisamente su origen. 

O ante las brutalidades de Millei que notifica públicamente a la izquierda, los sindicatos, las mujeres y divergencias sexogenéricas que los va a perseguir y/o arrebatar sus conquistas; o frente al servilismo de Noboa o Bukele, un silencio que deja a las claras su connivencia con este fascismo de nueva generación. Silencio que la izquierda, el movimiento social y sindical no pueden tolerar como si se tratara de un simple olvido sino como una manifestación de su complacencia con el orden de cosas actual. 



jueves, 30 de enero de 2025

La nueva situación política

Andy Warhol. Latas de sopa Campbells, 1962



Se podría considerar casi un lugar común, usar esta frase para comenzar un análisis de la coyuntura posterior a la aprobación de la reforma previsional en el Congreso. Una obviedad. 

Qué es lo que cambió. No todo lo deseable para unos y demasiado para otros. Por eso todos celebran; pero nadie abre champaña ni hubo fotos con los brazos en alto, recuerdo tristemente célebre de la democracia de los acuerdos. La diferencia subsiste y subsistirá mientras se mantenga vigente el sistema de AFP's como el estigma de la desigualdad y la exclusión consustanciales al modelo neoliberal.

Este resultado es la expresión de una sociedad desmovilizada y apática frente al devenir de la política aun cuando de ello dependa su propia sobrevivencia material. Lo cierto es que con la aprobación de la reforma, se acaba un capítulo del actual período presidencial y comienza su epílogo. Pero de una manera muy rara. Abriendo uno nuevo para el pueblo y los trabajadores y trabajadoras, uno de los méritos de la conducción que la ministra del trabajo, la compañera Janette Jara, le dio al proceso aunque algunos parezcan no darse por enterados. Ciertamente, una de las cosas que podría comenzar a cambiar, si es que las dirigencias sindicales y de los partidos de izquierda comenzaran a ser menos fatalistas y esperar menos lo que digan gabinetes ministeriales y negociaciones parlamentarias, para empezar a asumir con mayor propiedad la responsabilidad de su destino.

En efecto, la resolución de la larga tramitación de la reforma, la que en rigor se extiende a varios gobiernos anteriores al actualmente vigente, no concluyó con el sistema de AFP's y pese a los deseos de neoliberales, conservadores, magnates del sistema financiero, transnacionales y representantes  de la derecha en sus diversas denominaciones, no resuelve el problema de su legitimidad, de lo que dan cuenta incluso sus exabruptos. La sociedad y el espectro político se sigue dividiendo entre quienes luchan por el fin del sistema de AFP's y quienes lo defienden.  Mientras así sea, la sociedad va a seguir debatiendo acerca de su sentido y utilidad. Tal como ha sido con todas las conquistas del pueblo a lo largo de su historia, finalmente la reforma va a ser el resultado de sucesivas conquistas de las que lo aprobado en el Parlamento en días recientes es apenas un entremés. Y para lo cual debe el pueblo prepararse. 

El plato de fondo va a ser servido tan sólo una vez que la izquierda y las organizaciones sociales y sindicales tengan la capacidad de hacerlo. Y ello no será probablemente de una sola vez sino como el resultado de sucesivas batallas y conquistas. Así fue la construcción de los sistemas nacionales de salud y educación públicas; la conquista de derechos laborales y sindicales; la reforma agraria. Ello hasta el golpe militar en 1973 y la serie de modernizaciones emprendidas por la dictadura entre las décadas del setenta y el ochenta del siglo XX, naturalizadas por generaciones enteras de chilenos y chilenas nacidos con posterioridad a 1990.

De esta manera, la reforma del sistema previsional no concluyó sino que recién comenzó. Algo parecido a lo acontecido con el sistema educacional de mercado que recién con la Ley de Inclusión y la Nueva Educación Pública aprobadas en el primer mandato de la Presidenta Bachelet, comienza su desmontaje, desmontaje que habría sido más rápido y profundo de haber contado con una participación más activa del magisterio y la comunidad educativa. No se trata de sacar el ábaco y sacar la cuenta de lo que se logró en relación con lo que se propuso, el ejercicio más facilón para aspirantes a dirigente político o sindical de tiempos postreros y antiguas glorias caídas en desgracia. Sino de lo que falta para conseguir una que realmente sea un sistema de seguridad social, entregue pensiones dignas y garantice los derechos de personas mayores, en un mundo cada vez más complejo y al mismo tiempo lleno de posibilidades para el desarrollo de sus proyectos de vida, negados únicamente por la apropiación privada de un grupo de magnates de la riqueza producida por millones de trabajadores y trabajadoras. 



lunes, 20 de enero de 2025

La batalla por la legitimidad

Otto Dix. Mis padres, 1921


La  resolución que ha tenido hasta ahora, la negociación en el Parlamento por la reforma del sistema previsional, terminó en una discusión acerca de su legitimidad.  Los representantes de Chile Vamos así lo han declarado en varias ocasiones; su objetivo es devolvérsela y cerrar de esa manera la grieta por la cual pudiera reintroducirse el germen de un nuevo levantamiento popular como el del 18 de octubre. Las autoridades del gobierno y dirigentes de  las coaliciones oficialistas, para argumentar una incapacidad a todas luces decepcionante tomando en consideración el tamaño de la tarea. 

A la ministra Jeanette Jara, a la vista  de los resultados obtenidos hasta el momento, le tocó "bailar con la fea" considerando la enorme responsabilidad que cargó en sus hombros, sobre los que finalmente descansa el compromiso de realizar cambios en favor de trabajadores y pensionados y especialmente mujeres triplemente discriminadas, como trabajadoras, como mujeres y luego pensionadas en condiciones de extrema pobreza. Y al mismo tiempo explicar los alcances y significado reales de lo avanzado hasta el momento sin renunciar a dicho compromiso. Es una actitud que contrasta con el oportunismo, la verbosidad y las medias tintas de otros. 

En buena hora que la discusión sobre la legitimidad y los fundamentos del sistema previsional siga abierta y es lo que habrá que profundizar para ir poniendo en claro la correlación política en la que se ordenará la lucha por la dirección de la sociedad chilena que seguirá al neoliberalismo en el futuro. Por esa razón el discurso buenista sobre el consenso y las bondades del diálogo se vuelve cada vez más contradictorio y  falso y el debate posterior a la aprobación de la idea de legislar en el senado, más ríspido.

En primer lugar, es reconocido por todos que el sistema de AFP's va a seguir existiendo pese a la intención original del gobierno y de las coaliciones políticas que lo sustentan, de acabar con ellas. Reconocimiento de una incapacidad; en sentido contrario, expresión del poder que tienen las concepciones políticas y culturales dominantes de moldear el sentido común; pero también del desgaste de su legitimidad y del riesgo que ello implica para la sustenatibilidad del sistema. Son todos factores que lo explican pero que no alcanzan a justificar la reivindicación de un triunfo. 

Este empate debiera resolverse, pues, en el plano de la moral y la cultura. De ello da cuenta el contenido y el tono que ha ido adquiriendo el debate posterior y las recriminaciones mutuas acerca de la sinceridad de los suscriptores. Desde este punto de vista, lo avanzado hasta ahora en el trámite de la reforma previsional no hará más que generar unas nuevas condiciones para continuarla, no su conclusión.

La defensa de la reforma no es suficiente, por esta razón, para generar una alternativa a su actual situación. De ahí, por ejemplo, que la candidata presidencial de la derecha tradicional se enrede en un discurso contradictorio y sibilino que está empezando a dejar al descubierto su compromiso con las bases ideológicas, doctrinarias y de clase del sistema de AFP´s y  al mismo tiempo, lo contradictorio que esto es con las aspiraciones de la sociedad de cambios estructurales a un sistema empobrecedor y excluyente.

De ello está sacando ventaja, por el momento, la ultraderecha que con toda seguridad va a terminar fagocitándola, tal como ha pasado en Argentina durante el gobierno de Millei en que LLA se lleva a vista y paciencia la feligresía de Macri de un PRO cada vez mas desgastado y poco creíble. 

Que esta contradicción se vaya a resolver en el plano de la moral significa -contrariamente a lo que supuso una noción chapucera y superficial dominante en amplios sectores de la izquierda en los noventa- que ello es un problema de masas, no es la oposición entre sistemas de valores opuestos. Son formas de relación social; de las clases entre sí y de estas con el Estado las que están en los fundamentos del debate y las que finalmente los van conformando como resultado de las miles y millones de interacciones que realizan los seres humanos. 

El diálogo y el acuerdo son una de las formas de expresión que estas asumen; el conflicto y la contradicción también. Y no solamente entre diversos actores del sistema político. Estos representan su forma más elaborada quizás pero no la última y definitiva. Será la que protagonicen las masas, en sus más variadas formas, las que finalmente resuelvan los que prevalezcan en la sociedad posneoliberal en la que el sistema previsional, por esa razón, expresará una nueva forma de relación entre empleadores, Estado, trabajadores y personas mayores basadas en el respeto por la dignidad de la persona humana, la igualdad y la libertad para desarrollar su proyecto de vida y no el lucro los que estén en el centro. 

Se trata de un desafío para el movimiento sindical, la izquierda y el movimiento social en sus más variadas expresiones. No hacerse cargo de éste, una promesa segura de intrascendencia y un favor para las pretensiones del fascismo. 

martes, 14 de enero de 2025

salir del asombro

Guilermo Núñez. Sin título IV. 2019


Comenzó el año 2025 con una importante noticia, que no es precisamente la del fin del sistema previsional heredado de Pinochet ni la del surgimiento de un movimiento de masas que ponga contra las cuerdas al odiado neoliberalismo. Menos épica; quizás más sórdida y en todo caso, más truculenta es la trama alrededor del juicio en que se sientan en el banquillo de los acusados connotados operadores, asesores financieros, corredores de la bolsa y abogados de la plaza, incluyendo por cierto al ya mítico José Luis Hermosilla. Los hedores indisimulables ya afectan a diferentes protagonistas del sistema financiero quienes ya no pueden seguir disimulando su connivencia y la comunidad de intereses que representan.

Todo ello, ante la aparente indiferencia de la opinión pública, más preocupada según los medios, por la seguridad y la inflación. Los representantes de la sociedad en el sistema político, salvo honrosas excepciones, parecen objeto de un tropismo originado por estos y no por una voluntad orientada a la consecución de un fin. En el mejor de los casos, los motiva una aspiración oportunista y superficial por la reforma del régimen político, que pasa por alto que son los que la promueven, los identificados por la sociedad, precisamente, como su principal obstáculo.

En este sentido, resulta altamente sospechoso. Y más sospechosa aún, la aparente diversidad entre su crisis de legitimidad con la del sistema financiero envuelto en una trama de estafas y latrocinios presentados por la prensa del sistema como si fuera el guion de una serie de Netflix. No hay en este sentido una sola explicación racional del asunto y todo aparece envuelto con una apariencia de sentimentalismo, dudosa moralidad y efectismo que tienen como finalidad maximizar las ventas y la captura de audiencias, nunca la promoción de un debate acerca de sus causas y la sanción social, política y moral que debieran conllevar y recaer sobre sus responsables.

El escenario ideal para el surgimiento de discursos de odio; recetas simplonas; llamados al orden y demagogos como Millei, Trump, Bolsonaro o Bukele. Se coordinan internacionalmente; actúan en forma matonesca amenazando gobiernos, difamando, haciendo gala de la charlatanería más pedestre para difundir su recetario, mezcla de nacionalismo, privatización, individualismo y discriminaciones de diverso signo. Los multimillonarios que los financian y para quienes trabajan, intervienen directamente en política apoyando fascistas, admiradores de Hitler y Mussolini, ante una tolerancia escalofriante o una confusión del resto del espectro político que no acierta a reaccionar aún.

De ello ya se dan cuenta connotados representantes de la vieja guardia de la democracia de los acuerdos sin salir de su asombro. La derecha tradicional no solamente los tolera sino que los utiliza como última barrera de contención o simplemente sucumbe ante su incapacidad de ser una lo suficientemente eficiente, para terminar abdicando ante su prepotencia, el apoyo de los grandes capitales, la industria de la entretención masiva, las comunicaciones y la información. Por esa razón, su vieja receta de buscar un término medio, un centro inconcebible en estas circunstancias, basada en la defensa de los supuestamente más exitosos veinte o treinta años de nuestra vida republicana no conmueven a nadie excepto a ellos mismos, de lo que da cuenta la asombrosa -por lo extravagante- declaración del ex presidente Frei R.

La dignidad de Claudia Scheinbaum, Gustavo Petro; la consolidación del proceso bolivariano; el surgimiento de un mundo multipolar en el que el imperialismo representa en la actualidad la sola defensa de sus restos de antigua opulencia durante la globalización neoliberal obligada a refugiarse en un nacionalismo demagógico y reaccionario, son señales de que derrotar al fascismo es posible y necesario. Sin embargo, ello no será el resultado espontáneo o natural de la evolución de los puros hechos o de tendencias inevitables. Se requiere voluntad; audacia política, espíritu unitario, pero especialmente la convicción de que va a ser el resultado de una lucha con los reaccionarios. Ellos están dispuestos a sacrificar a gran parte de la humanidad si es necesario con tal de resguardar sus intereses.