domingo, 27 de julio de 2025

Optimismo y realidad para hacer posible otro Chile


José Venturelli. Mujer y niño. 1988


Puede ser exceso de optimismo, pero da la impresión de que está empezando una coyuntura en que es posible reivindicarse de tanta postergación. Por muchos motivos. Pero fundamentalmente dos. El primero y más evidente son los cambios políticos a nivel doméstico, por llamarlos de algún modo. El tema es más amplio y más profundo que la posibilidad que contiene el que por primera vez desde que se acabó la dictadura, la izquierda histórica encabece una opción presidencial incluso con posibilidades de ganar. 

Eso entre comillas. Incluso esa posibilidad es secundaria, aunque se diera. Por el momento, la candidatura de Jeannette Jara no es todavía un movimiento. Así como están las cosas, la primaria podría interpretarse no más que como una encuesta grande y las elecciones de noviembre podrían serlo también. Es como si el programa de las diversas candidaturas tanto a la presidencia como al parlamento, fuera secundario o en el peor de los casos estuvieran vacías de contenido o el contenido que tienen no alcanzara como para conformar un Sujeto o lo que entendemos desde hace como doscientos años, por tal. 

Lo que prima es un sentimentalismo superficial muy difícil de explicar y al cual dar dirección. Por eso los comportamientos sociales o de las masas son tan impredecibles. 

Entonces, uno se pregunta ¿Cómo explicar el resultado de la primaria? Según análisis superficiales y en muchos casos, tendenciosos y de un anticomunismo sibilino, por la capacidad de los partidos. Pero según todos los análisis y los estudios de opinión pública, los partidos son débiles, tienen escaso poder de convocatoria y legitimidad. En un porcentaje mínimo, efectivamente las máquinas partidarias funcionaron y podrían haber tenido alguna incidencia por muchos esfuerzos que hayan hecho y loables que hayan sido.

Lo que realmente se manifestó en la primaria oficialista y lo sigue haciendo en las encuestas, es un estado de ánimo de las masas, de cansancio, de molestia y que se identificó con Jeanette Jara porque como muchos señalan también, el pueblo se vio en ella. Contra eso, Carolina Tohá ni ninguno de los nostálgicos del centro y la política de los acuerdos, podía hacer mucho más, porque el “liberalismo social”, “la tercera vía” o “la medida de lo posible” tienen ninguna conexión con la realidad, y quedaron en evidencia como lo que son: pura ideología. 

Sin embargo, ese estado de ánimo, esa emoción, así como un día está acá, al otro está allá. Todo el mundo dijo el 18 de octubre: "no lo vieron venir". La situación política es, sigue siendo, volátil. Efectivamente hay condiciones, condiciones excelentes para construir y avanzar mucho más que en cualquier otra oportunidad, partiendo por la candidatura de Jeannette Jara y el enorme nivel de respaldo que concita, tanto social como políticamente. 

En segundo lugar, habría que agregar la crisis que aparentemente le está estallando en la cara a la ultraderecha republicana y las dificultades de sus epígonos y seguidores en América Latina para consolidarse como alternativa en el largo plazo. Las bravuconadas de Trump han fortalecido a Lula y también a Claudia Scheinbaum y no  concuerdan con la demagogia “libertaria” de Milei o de Kast –que fue el único político chileno que lo felicitó por las alzas de aranceles-. Han tenido, además, una respuesta sobria pero contundente del gobierno chino, que  lo tienen dando una demostración de comportamiento errático en política internacional y sin logros que exhibir en política interna, que prometía antes de asumir podría resolver al día siguiente de hacerlo. 

Todo un inesperado cambio, aparentemente. Este cambio -coyuntural o de largo plazo- puede implicar cambios también en el elenco. Si como presumen cientistas sociales, periodistas e historiadores de diverso signo ideológico, los partidos están tan debilitados y sus relaciones con la sociedad tan fracturados, es posible que haya un relevo de estos. También la formación de un nuevo sindicalismo, por ejemplo. De algún nuevo tipo de movimiento social, otros partidos o una nueva alianza de partidos que se haga cargo de esto. La reciente decisión de la Junta Nacional del PDC es una muestra de esto tal vez.

Para la izquierda representada por el PCCH, Acción Humanista y el FA, que fue el núcleo de la candidatura del Presidente Boric, la urgencia de fortalecer su unidad política, programática y social, desde territorios, organismos sociales y de masas; luchas por la democracia, contra las exclusiones de diverso signo y la justicia social que convoquen, como de hecho ha sido, a otros a fortalecer la unidad del pueblo.

martes, 22 de julio de 2025

¿A qué le temen los empresarios?

 

Honoré Daaumier. La manifestación.1860

El fin de semana que pasó, El Mercurio publicó una carta de un grupo de ciento sesenta empresarios y profesionales -afines al sector al que se dirige- conminando a los candidatos de derecha a ponerse de acuerdo en un programa y una lista parlamentaria para enfrentar las elecciones de noviembre. Dicha carta no puede ser más explícita, partiendo por su título "Carta abierta a José Antonio Kast, Evelyn Matthei, Johannes Kaiser y a los dirigentes y candidatos al congreso de la oposición al gobierno". 

Es la primera vez, desde el retorno a la democracia en 1990, que los empresarios son tan explícitos para intervenir en política contingente y señalar sus preferencias. Siempre habían usado un lenguaje elusivo, disimulado sus inclinaciones y hecho propuestas usando una retórica aparentemente neutral. Privilegiando, además, los aportes discretos, las cenas y los eventos académicos en el CEP o el Instituto Libertad y Desarrollo, en los que siempre participaban dirigentes y cuadros técnicos cercanos a los partidos de la extinta Concertación de Partidos a la Democracia, para darles esa apariencia de neutralidad. 

Pero esta vez, y dada la gravedad de la coyuntura, el grupo de empresarios y ex ministros de Piñera prefirió ir directo al grano y hacerlo públicamente. Dicha conducta deja entrever un sentido de urgencia y una radicalidad pocas veces vista en los últimos cincuenta años. Utilizando un tono apocalíptico, le lee la cartilla al sector en un formato que se mueve entre la invocación y el emplazamiento.

Muy similar al tono usado por Pinochet en muchas ocasiones diciendo “Yo el caos”. Cualquier observador medianamente objetivo, puede darse cuenta de lo desmedido de dicha alternativa; de que el país no está al borde del abismo de hordas de inmigrantes que, como los hunos en el Imperio Romano, asolan las fronteras; o de afirmar que el país está al borde del colapso económico es una exageración sin ton ni son. También decir que la delincuencia y las mafias, como en algún momento sucedió por ejemplo en Colombia, tienen al Estado contra las cuerdas.

De hecho, un analista como J.J.Brunner ,caracterizado por su anticomunismo y los grandes servicios que le prestó al neoliberalismo en el pasado, parte uno de sus extensos análisis en Ellibero, señalando lo afiebrado de dicho diagnóstico. Dice Brunner “ha perdido pie el relato de un colapso total del país por responsabilidad de un pésimo gobierno. Esa prédica discursiva, levantada desde los partidos y medios de comunicación opositores, el Congreso y las redes sociales, no parece encontrar suficiente eco en la sociedad”. Y demostrando una aguda sinceridad, destaca la recuperación de los salarios y la creación de empleos, así como una situación económica lejos del colapso que anunciaban los economistas de derecha como Schmidt-Hebbel a comienzos del actual gobierno.

¿A qué le teme, pues, el empresariado y qué de grave tiene la coyuntura para ellos? Únicamente la posibilidad de perder nuevamente las elecciones y de que una colación de izquierda, apoyada por el PDC probablemente, gane las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. De que el programa del próximo gobierno sea un programa que privilegie la reactivación por la vía del consumo, aumentando los salarios y el poder de negociación de los sindicatos. Que de un trato especial a las PYMES y arrebate a las grandes empresas el control que ostentan del mercado y no haga de los recursos naturales sólo una mercancía sino la fuente de creación de una industria nacional. Como ha dicho Brunner también en eso los programas del FA y del PCCH no difieren mucho.

El desastre electoral de la nostalgia liberal que representaba Tohá,  le deja poco espacio para incidir más en el período histórico que se abre con la elección de Jeanette Jara en la primaria oficialista. La misma candidata de la izquierda ha demostrado cuando fue ministra la posibilidad de hacerlo –como lo confirman las opiniones de Brunner- aún con todos los límites que le imponía no tener mayoría en el Congreso y una evidente desventaja en los medios de comunicación.  

Perder las elecciones nuevamente no es perder una elección más.

En segundo lugar, la posibilidad de que ello desate un movimiento de masas, hasta ahora, contenido por la tecnocracia que ha reemplazado programas políticos e ideas de país, por las  técnicas de la administración y el control burocrático de las instituciones del Estado. A esto la derecha y los empresarios especialmente sí que le tienen pánico. Hace muchísimos años, en una entrevista a la Revista Punto Final el histórico dirigente socialista Ricardo Núñez lo señalaba como una de las razones más poderosas del golpe de estado de 1973, el enorme y multifacético movimiento de masas desatado por el programa de la UP y su implementación.

No es sólo el resultado de las elecciones a lo que teme el empresariado. Es a las posibilidades que contiene el nuevo ciclo que se abre y que encabezado por un gobierno de izquierda podría exceder en una transformación efectiva del neoliberalismo. La experiencia de este gobierno que termina es que ello no depende solamente de la voluntad, la capacidad técnica o de gestión política de un gobierno.

Serán las masas, los sindicatos, las asociaciones de usuarios; los colectivos ambientalistas y de defensores de las divergencias sexogenéricas; el movimiento juvenil y de pueblos originarios junto a los partidos de izquierda los que protagonicen dichos cambios y para lo que deben prepararse o de lo contrario, farrearse la posibilidad que la historia nuevamente les da para cambiar Chile. 

martes, 15 de julio de 2025

Reforma educativa en el nuevo gobierno


Andy Warhol. Cajas de esponjas Brillo. 1964

                                      


Sin duda, el período que se abre con la elección de Jeanette Jara como abanderada de la izquierda y del centro en la primaria oficialista, va a ser uno de grandes contradicciones que provienen de las tareas políticas que implica. La diferencia con la que ganó tiene un significado muy especial y que sólo los miopes o los porfiados no entienden o simplemente no se atreven a admitir aún, luego de superada la sorpresa, pero que lenta aunque inexorablemente va a definirlas.  

Una de ellas, poco presente en el debate presidencial hasta ahora, es lo que se va a hacer en educación durante la próxima administración, como si ya no fuera necesario. La derecha solamente repite su viejo estribillo de evaluar hasta el sadismo a las comunidades educativas; y vagas promesas de invertir en educación inicial, lo que niega en el resto del sistema. 

Pero acerca del sentido de la educación: el rol del Estado y las formas de financiarla ni una sola palabra excepto golpes en el pecho y una letanía de buenas intenciones. 

Partamos por lo más elemental y evidente. El actual sistema de financiamiento por asistencia de los y las estudiantes -una especie de voucher a la chilena- es un total fracaso. Este sistema de financiamiento no solamente ha sido un desastre para el sistema público de educación escolar sino que hasta ha resultado en un despilfarro mayor de recursos fiscales que se pierden en un laberinto de prestadores -incluidos los bancos en el caso de la educación superior-, burocracia y agencias externas que reemplazan funciones propias del Ministerio de Educación, el CPEIP y hasta las mismas escuelas y liceos. Fundamentalmente, en materia técnico pedagógica. 

También en asistencialidad escolar, es decir, las ayudas que el Estado entrega a los estudiantes y sus familias, además reducidas al mínimo, focalización del gasto mediante, y que en muchos casos se despilfarra en prestadores de un servicio caro y de mala calidad. 

Es innegable que no se trata solamente de aumentar los montos, medido de la manera que se escoja, sino de cambiar además la manera de hacerlo.

Respecto del sentido de la educación, la crisis a la que ha arrastrado el neoliberalismo a la humanidad no deja espacio a dudas y opiniones acerca de la necesidad de enfrentarla. Una crisis que abarca varias dimensiones: política, social y ambiental especialmente. Pero mientras se siga pensando que el esfuerzo principal es la adaptación del ser humano a dichas circunstancias que son independientes de sus aspiraciones y voluntad, vamos a seguir de tumbo en tumbo. 

Ciertamente, la manera de evaluarla es parte del problema. Las formas actuales de hacerlo, han modelado finalmente el curriculum dictaminando que sólo aquello que se mide -o bajo cierto punto de vista puede medirse y clasificarse- tiene importancia y es digno de aprenderse. Eso, cuando la evaluación educacional es una manera de juzgar lo que se aprende, que es lo que menos hacen los sistemas de evaluación actual que se dedican pura y simplemente a ser un check list sobre contenidos y objetivos educacionales cubiertos. 

Se requiere un giro radical en el que la imaginación y la crítica guíen los aprendizajes de niños, niñas y jóvenes; la construcción de conocimientos y valores culturales por parte de las comunidades educativas -y no sólo su repetición- para lo que se debe relevar el lugar de las artes y las humanidades, como formas de pensamiento acerca de su sentido, de los valores que deben inspirarlos, juzgarlos y luego legitimarlos socialmente. 

No es sólo el SIMCE. Este es simplemente el destilado de esta concepción educativa. No se saca nada con eliminarlo si no se modifica esta nefasta cultura de positivismo educativo, que prepara las mentes de niños y jóvenes para aceptar charlatanismo y violencia sin someterlos a crítica detrás de una apariencia de cientificidad y pseudo estética. 

Un lugar especial en este empeño por poner a nuestra educación nacional a la altura de los desafíos que implica el nuevo ciclo histórico, tiene que ver con el uso del tiempo en la escuela. Eso quiere decir resignificar la Jornada Escolar Completa, que junto con un curriculum sobrecargado de contenidos de aprendizaje y evaluaciones, se ha transformado en encierro y control. Más tiempo para desarrollar proyectos científicos y ambientales; literarios y artísticos; de relación con el entorno social y comunitario y menos preparación para las pruebas y evaluaciones. 

Hay experiencia acumulada y reformas que tienden a cambiar el sistema pero que no alcanzan a hacerlo definitivamente. Esto, desde la Revolución Pingüina, al movimiento del 2011, la Ley de Inclusión, Nueva Educación Pública, Gratuidad; Sistema Nacional de Desarrollo Profesional Docente, hasta el reconocimiento de la deuda histórica y el FES. Pero mientras no se deje atrás la concepción según la cual el Estado debe hacerse a un lado y delegar la responsabilidad de nuestra educación nacional a los privados -sean estos familias, bancos, instituciones o individuos- y sólo hacerse cargo del establecimienrto de los estándares educativos, la evaluación y luego las sanciones a quienes no los alcanzan, dificilmente se podrá avanzar más. 

El triunfo de Jeanette Jara y la coalición de centroziquierda que la respalda en las próximas elecciones, es una oportunidad para hacerlo. 



jueves, 10 de julio de 2025

Actualidad de la izquierda

Arturo Gordon. La huelga



La candidatura de Jeannette Jara es la continuidad de una larga historia y tradición de luchas del pueblo; de realizaciones que han profundizado la democracia y sus derechos, pero también de derrotas que los han hecho retroceder.

En efecto, la idea de realizar una auténtica democracia -vocación íntima de las luchas independentistas del siglo XIX- fue frustrada en forma reiterada por una oligarquía que dotada de diferentes formas, estilos y contenidos -culturales, económicos y políticos- sigue sosteniendo las mismas ideas, o similares, a lo largo de más de doscientos años de vida independiente. Mientras ésta no encuentre su realización definitiva se seguirá manifestando esa oposición entre democracia e interés de clase.  

Es la razón para que la derecha se haya opuesto tenazmente a lo largo de toda su historia, a la legislación laboral que protege el derecho a huelga, a sindicalización y negociación colectiva, oposición que sólo logra imponer en los términos ideales para sus intereses y los de sus representados durante la dictadura militar. También su defensa del sistema de AFP´s que consagra el escamoteo de los salarios de trabajadores y trabajadoras, profesionales y empleados, por parte del capital financiero que lo usa desvergonzadamente para sus negocios y su propio beneficio.

La derecha y los conservadores, se han opuesto también a todos los intentos de securalización de la sociedad chilena desde el siglo XIX, desde la discusión de las primeras leyes de matrimonio civil y cementerio laico, lo que recién en 1925 encuentra su forma de realización jurídica. Aun así, se seguirá expresando en su oposición al aborto y las leyes que promueven los derechos reproductivos de mujeres y jóvenes; la ley el divorcio y el matrimonio igualitario a partir de consideraciones doctrinarias de grupos particulares.

También al derecho a la educación pública, ello incluso hasta la Ley de Inclusión y Nueva Educación Pública y se sigue expresando en su oposición al cambio de su sistema de financiamiento.

También su hipócrita reivindicación del racismo y la discriminación que, apenas algunas décadas después de la independencia, consagra la exclusión y el despojo de las tierras del pueblo mapuche por parte del Estado en beneficio de hombres blancos con el fin de explotarlas, al contrario de cómo concibieron su formación los padres de la patria como expresión de los pueblos de Chile.

Probablemente es la preocupación que inspira las frases de los candidatos de derecha acerca de la inevitabilidad o incluso la legitimidad del golpe de estado y las sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos cometidos por la dictadura de Pinochet, secreta e inconfesada añoranza que asoma en momentos de preocupación porque el pueblo se expresa también políticamente y como hoy, pone en duda las bases de sus posiciones de dominio. 

Precisamente lo que ha sido históricamente y debiera ser en la actualidad la izquierda.

En la misma medida en que representa la negación de la supuesta naturalidad del orden social vigente, se ha ido enriqueciendo con cada transformación que éste ha sufrido; con la aparición de nuevas contradicciones y fallas que lo van haciendo más complejo y a la vez más desigual y excluyente. 

Al mismo tiempo, la amplitud del movimiento popular, su diversidad y riqueza política, cultural y social, se va renovando y ampliando su propuesta.

Así, a la clase obrera tradicional, se suman los pobladores urbanos; los y las jóvenes como actor social con sus propias reivindicaciones. Los cristianos progresistas; defensores y defensoras del medioambiente, mujeres, divergencias sexogenéricas y pueblos originarios que, contra una simplificación grosera enmascarada en el concepto de libertad para escoger, reivindica la diferencia y su derecho a construirse a sí mismos como sienten y aspiran ser. 

Esa misma amplitud de la candidatura de Jeannette por lo tanto se remonta a un mismo acontecimiento histórico que niega la apropiación por parte de la elite económica y cultural del sentido y resultados de la lucha por la independencia, la soberanía y la democracia. Acontecimiento reiterado a todo lo largo de nuestra historia en diversos momentos en que ha sido posible concebir la democratización de la sociedad y ampliar su contenido y propuesta. Posibilidad contenida en las actuales circunstancias producto del agotamiento del neoliberalismo y la institucionalidad política que nos heredó la transición y que para la derecha plantea el desafío de proteger los privilegios que el modelo garantiza cada vez con más dificultades.

 

 

miércoles, 2 de julio de 2025

Giro a la izquierda

José Balmes. Allende. Serigrafía, 2008



Por primera vez en muchos años, la izquierda va a encabezar una alianza de partidos y una alternativa presidencial en nuestro país. 

Todas las veces anteriores que lo hizo, fue en el marco de un programa y una alianza en que era una fuerza más y sus ideas y propuestas, un componente entre otros, si bien esencial y necesario, siempre dentro de unos contornos más estrechos que sus aspiraciones. Contornos impuestos circunstancialmente o bien a partir de una consideración doctrinaria o teórica de su significado, su sentido y responsabilidad histórica. 

Un debate que, a estas alturas, probablemente a las generaciones más jóvenes les parezca un asunto del pasado. Lo cierto es que los acontecimientos actuales, en cambio, han puesto al país en el límite de lo que el neoliberalismo podía dar y respecto del cual no se puede obtener sino la confirmación de sus efectos excluyentes, autoritarios e inequitativos. Es la razón, precisamente, para que en la derecha se imponga un candidato tan abiertamente reaccionario como Kast y en cambio, Evelyn Matthei parezca estar dando una lucha contra sí misma y lo que significa el pasado reciente de su sector.  

La razón también para que el centro político, ese lugar tan apetecido y manoseado en el pasado, haya desaparecido excepto en las quimeras de oportunistas y charlatanes que tratan de hacerse un lugar en la política sin quedar mal con nadie. 

La razón también para que ganara la primaria la ex ministra del trabajo Jeanette Jara. Ella representó una alternativa dentro de su sector que precisamente planteaba traspasarlos y ampliar el ámbito de las posibilidades de lo político en la construcción de algo nuevo. Sus propias características personales, biografía y experiencia política la hacen representar fielmente esta aspiración, que es la de los miles que participaron en la primaria y quienes la estaban observando con simpatía y/o con la expectativa del cambio que pudiera provocar, así como de las posibilidades que contiene. 

Propuesta que se enriquece de la experiencia acumulada por el pueblo en sus luchas por la igualdad, la dignidad y el reconocimiento de sus derechos y lo realizado por diversas generaciones de chilenos y chilenas, trabajadores y trabajadoras, defensores y defensoras del medioambiente, laicos y cristianos, chilenos y pueblos originarios, comprometidos con la democracia y la justicia social, que es precisamente lo que niega el programa de ajuste excluyente de la derecha.

Su triunfo, por lo tanto, no es el resultado de la claridad de una organización ni de la capacidad de movilización de un grupo de incondicionales, que es la tesis que han tratado de instalar analistas interesados en desacreditarlo, diciendo que en las primarias del oficialismo votaron solamente los militantes de los partidos y sus simpatizantes. Ello, como si su resultado fuera la suma algebraica de la votación de todos quienes participaron en ellas, de los partidos que la organizaron o de los candidatos que los representaron, cuando es una idea del país, una aspiración democrática y popular que hoy en día representa Jeanette Jara.

Ese es precisamente el sentido de la unidad de la que hablan hoy por hoy moros y cristanos. Una esperanza no solamente de derrotar a la derecha en las elecciones de noviembre y de evitar que se haga del gobierno. Es el primer paso para la construcción de una nueva sociedad. Y por esa razón, en ese empeño convocar al pueblo, tanto a los que participaron como a los que no lo hicieron en la primaria. La unidad, por consiguiente, no debe ser una mera coordinación de partidos. La unidad es la expresión de una idea política, una voluntad compartida de realizar las transformaciones que sea necesario para devolver su dignidad al pueblo y que se debe expresar en el barrio, el sindicato, la universidad, la oficina y la faena. 

Por lo tanto, una práctica política y como históricamente fue en Chile, una responsabilidad compartida y en la que, como dijo Jeannette la noche de su triunfo, se involucre a todos y todas para conocer sus aspiraciones y propuestas y derrotar a la reacción.