domingo, 24 de abril de 2016

El lugar del arte en la escuela

Pieter Brueghel el viejo. El baile nupcial

“El juego no es la vida corriente o la vida propiamente dicha. Más bien consiste en escaparse de ella a una esfera temporaria de actividad que posee su tendencia propia (….) El juego se aparta de la vida corriente por su lugar y su duración. Su estar ‘encerrado en sí mismo’ (…) agota su curso y su sentido dentro de sí mismo (…) Dentro del juego existe un orden propio y absoluto. He aquí otro rasgo positivo del juego: crea orden, es orden.”

Johan Huizinga

En más de una ocasión se ha señalado la similitud o el paralelismo entre el juego y la fiesta con el arte. Durante el siglo XX, poniendo el énfasis en su carácter supralógico, irracional, imaginativo, todo ello como una manera de enfatizar su carácter libre, creativo, singular.

Las investigaciones acerca del arte primitivo e infantil apuntaron precisamente en esta dirección y sirvieron de argumentación a estéticas expresionistas, como el informalismo, el action-painting, el Grupo Cobra y en los años ochenta del siglo pasado al posmodernismo representado en movimientos como la transvanguardia italiana.

En la pedagogía, estas estéticas sirvieron de fundamento a una concepción de la enseñanza que valora el carácter singular de la creación infantil y la libertad como fuente de la creatividad, liberando las didácticas de la pesada carga de academicismos y moldes prestablecidos.

En este sentido, dichas estéticas tienen el valor de haber relevado al niño y al adolescente como sujeto creador y sus derechos. Los estudios de Víctor Lowenfeld, por ejemplo, dan cuenta de este enfoque de derechos basados en dichas estéticas.

La extensión de este expresionismo pedagógico, por llamarlo de algún modo, llevaron a la enseñanza de las artes hasta un punto en el que, como todo es creación, libertad, ausencia de reglas prestablecidas y moldes estéticos y del gusto, lo social desaparece; también el curriculum y finalmente el mismo arte.

La didáctica se limita a la facilitación de ciertas condiciones físicas que reducen el tiempo y el espacio a un individualismo radical para el despliegue de una creatividad supuestamente inmanente que encuentra explicaciones en una filosofía de tipo fenomenológica, y que invisibilizan el carácter social de los procesos creativos en arte y en educación.

El parentesco entre juego y arte, sin embargo, también es importante porque en su analogía, podemos encontrar los fundamentos de una pedagogía artística entendida como el momento en que se releva un espacio y un tiempo particular para la creación y la elaboración de sus propias reglas. Por lo tanto, para la elaboración  de unas convenciones acerca de lo conocido; una toma de posición frente al mundo expresada en creaciones visuales, sonoras, literarias y kinestésicas.

Se trata de un acontecimiento que aun conteniendo en sí la totalidad de lo social y la concepción del mundo dominante en su época y espacio, se actualiza en la singularidad de un momento y un lugar determinado en la que el sujeto creador dialoga con la sociedad y consigo mismo; pone a prueba las convenciones sociales; entra en contradicción con ellas o las ajusta a su propia cultura, valores y concepción del mundo o el de su grupo social de origen.

No hay ni puede haberlos fuera de lo social, o sea fuera de la escuela así como no los hay si no existen instituciones como centros de extensión cultural; museos y galerías; un debate, una problematización como el que desarrollan las escuelas de filosofía y estética y la crítica especializada.

Ni hay arte ni hay educación artística fuera de ese espacio y tiempo singular. De ahí que el arte y los procesos de creación artística ocupen un lugar cada vez más importante en el curriculum escolar durante el siglo XX y se le asigne unos contenidos y un tiempo determinados en el Plan de Estudios  .

La creatividad no es una carrera solitaria del sujeto creador en medio de la nada y que no tiene propósito alguno. Es algo que han señalado incluso muchos artistas en sus diarios, entrevistas y hasta en  escritos teóricos de gran interés. Kandinsky, Mondrian, Matisse, Tapies, entre otros. La estética y la historia del arte, por lo demás, relevan cada vez más los aspectos lingüísticos y comunicativos en los procesos creativos.

Es algo a tomar en cuenta en la reforma educacional en curso.