jueves, 21 de abril de 2022

¡Què hacer con los ahorros?



Marinus van Reymerswaele. El mercader y su mujer. 1490

El reciente rechazo a los dos proyectos de retiro de 10% de los ahorros, administrados por las AFP´s, dejó algunas lecciones que solamente no ven quienes no quieren hacerlo. El primero de ellos, que los ahorros, pese a toda la prédica derechista y liberal que pregona lo contrario, no son propiedad de sus "titulares". Se trata de riqueza producida por trabajadores y trabajadoras secuestrada mensualmente por un par de empresas para su propio lucro. 

En este sentido, es evidente que un proyecto para declarar inexpropiables esos fondos, sea a través de una ley simple o una norma constitucional, es pura charlatanería. Eso pues esos fondos hace rato dejaron de ser de quienes los produjeron y acumulado en cuentas individuales administradas por terceros. Cada vez que los primeros han tratado de retirarlos, se han debido aprobar sendas leyes o reformas constitucionales para hacerlo posible. Esto es, se ha debido desarmar todo un aparato jurídico que expresa precisamente esta paradoja. Dicho de manera vulgar, no es llegar y llevar. 

Y en segundo lugar, cada vez que se ha hecho efectivo, los administradores advierten la merma del fondo y por tanto de las futuras pensiones; no así cuando ellas los dilapidan en la bolsa, como si fueran propios. 

Por si fuera poco, según los economistas del sistema, cuando los cotizantes retiran sus ahorros, se pierde riqueza pues estos se transforman en inflación, afectando finalmente a sus mismos propietarios pues los ven reducirse entre sus manos. En este sentido, lo mejor es que se queden guardados. Es la avaricia elevada a la categoría de principio de la economía política gracias a la naturalización de las concepciones neoliberales que asimilan el dinero a la riqueza. 

Cuando las administradoras privadas la malgastan, en cambio, se transforma. En efecto, se transforma en otros negocios. Unos pierden, otros ganan, no precisamente quienes "ahorran" mensualmente parte de su salario en las AFP. Así funciona el mercado. Y los inocentes "propietarios" de las cuentas, se transforman en meros espectadores. Condición completamente opuesta a la del propietario, sujeto activo y protagonista de su destino según los liberales. Los presuntos propietarios de los fondos son como unas almas puras -para usar la terminología del idealismo objetivo- que no tienen ninguna relación con lo real, en este caso sus ahorros previsionales. 

Un ejemplo típico de la manera en que opera la ideología. El hombre al servicio de las cosas. Y la teoría como encubridora de esta inversión e incluso legitimando esta doble enajenación, primero en la producción y después en el mercado financiero. Dicha operación ideológica, oculta además el carácter de clase de la propiedad bajo el sistema neoliberal y la legitima. Una suerte de astrología de lo social. Un discurso muy lógico y bien entrabado aunque no tenga nada que ver con la realidad e incluso la oculte. En primer lugar, la existencia de clases sociales como fenómeno social ineludible y del que debe hacerse cargo la "política pública". 

Esto, por cierto, deja en evidencia al mismo tiempo el carácter de clase de toda la cháchara liberal que defiende el sacrosanto principio de propiedad abstracto en que se funda. Si se trata de la de las administradoras privadas de fondos de pensión, evidentemente no se puede tocar. Si se trata de los ahorros de los cotizantes, logrados después de horas, días, semanas, meses y años de trabajo inmisericorde y mal remunerado, debe ser arrancado, mediante complicadas reformas legales y tras intensas jornadas de movilización popular, de la codicia de esas empresas y sus dueños que usufructúan de ellos sin ninguna contemplación. 

En tercer lugar, toda esta trama de enredos, salpimentada de leguleyadas y argumentaciones técnicas, solamente ha dejado en evidencia, además, que cualquier solución  al problema de la propiedad de los fondos es irresoluble en los marcos del sistema neoliberal. Éste ha trastocado de tal manera los valores de una sociedad democrática que no se debate sobre seguridad social, sino del funcionamiento de un mercado de capitales y de su equilibrio como corazón del modelo. Es momento, tal como dijo el Presidente Boric, de discutir acerca de la transformación estructural del sistema previsional para convertirlo en lo que dejó de ser en 1981, esto es, un sistema de seguridad social. 

La Convención Constitucional avanza a paso firme en esa dirección y la derecha, los  dueños de  las AFP´s y el batallón de ideólogos que tiene a su disposición -empezando por el señor Bernardo Fontaine- han desatado una agresiva ofensiva propagandística para desacreditarla a ella y a la nueva Constitución, recurriendo a las caricaturas más grotescas y a otras presuntas verdades científicas de la economía neoliberal que no son más que ideología. La batalla se libra en la Convención, donde van perdiendo por goleada, pero también en el Parlamento, donde además cuentan con la oportuna asistencia de algunos senadores socialistas, democratacristianos y de lo que queda de la Concertación. 

Es momento, pues, de que el Parlamento enfrente de una vez por todas un debate de principios acerca de la seguridad social en el país. Por cierto, algo muy distinto a lo que ha hecho desde 1990 en adelante, en que se ha limitado a discutir pequeños ajustes a una política inventada producto de los delirantes razonamientos de los economistas de Chicago, parapetados en las oficinas de la ODEPLAN. El Parlamento debe de una vez por todas, enfrentar ese debate de principios para eliminar la brecha ideológica -aparentemente irremontable- que hay entre la realidad social y la política pública concebida en los marcos del sistema neoliberal.

 

jueves, 14 de abril de 2022

4 de Septiembre

Francis Bacon. Study of Red Pope. 1971



El 4 de septiembre es una fecha simbólica en Chile. En esa fecha se elegía a los presidentes de la República hasta 1973. Durante el régimen de Pinochet era un día de conmemoración del triunfo popular de 1970 y de protesta antidictatorial. 

Este año, ese día va a realizarse el plebiscito en el que se va a someter a la voluntad popular la Nueva Constitución. 

Los medios de comunicación de masas, controlados prácticamente todos por las AFP´s y los empresarios, la derecha o instituciones conservadoras, dan amplia cobertura a creadores y difusores de fake news, sin tomarse la molestia, siquiera, de verificar la veracidad de sus contenidos y corregirlos cuando son falsos y abiertamente malintencionados. Por el contrario, hacen una cobertura sensacionalista, plagada de titulares amarillistas y tremebundos donde abundan declaraciones de convencionales de derecha, en su gran mayoría sancionados por el comité de ética de la Convención.

A los directores y editores de esos medios, no les sale ni por curados.  

El cartel de las encuestas, vaticina un resultado estrecho si no favorable a la opción rechazo que nadie sabe de dónde sacaron, considerando el resultado de todas las elecciones realizadas en los últimos dos años ni sus constantes yerros, los que de tan repetidos las vuelven altamente sospechosas. 

La derecha hace tiempo ya empezó la campaña por el rechazo y ni corta ni perezosa, la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, ya declaró que, de ser aprobada, la nueva Constitución va a durar poco. Ni siquiera se molesta en disimular su actitud sediciosa. Ha contado, además, con un coro de espectros, cual más bizarro que el otro, que pretenden que hay una tercera alternativa a las dos que se someterán a referéndum en Septiembre.  

Como reza el antiguo y conocido refrán, "Dios los cría y el diablo los junta". No vale la pena entrar en detalles, pues el único efecto que han tenido es favorecer la posición del rechazo, dando a entender que la Nueva Constitución va a ser un engendro usando los mismos argumentos de la derecha, aunque cuidándose de no llamar a rechazar abiertamente. A estas alturas, se parapetan tras la defensa del Senado, la institución más conservadora y rancia de nuestro sistema democrático. Lagos, Insulza, la DC, la derecha en bloque. Todos los protagonistas de la democracia de los acuerdos, lo cuidan como la niña de sus ojos, sin importarles que la sociedad ya no lo necesita ni lo quiere. NO es una defensa corporativa del Senado.

Es una defensa del statu quo de lo más conservador del sistema político ante el avance de la expansión de la democracia y los derechos de los trabajadores y trabajadoras.

En todo lo demás, aparentemente, ya han dado por cerrado el capítulo de la Convención, resignados a su incapacidad de incidir en sus debates y resoluciones. Su única opción es el rechazo. De la derecha no tiene nada de extraño y lo que resuelva de aquí al 4 de septiembre, no va a modificar gran cosa el desenlace.  

A medida que se acerca la fecha, sin embargo, todos los actores políticos y sociales restantes y que aparecen hasta hoy en un estado reflexivo oscuro e incierto, deberán hacer explícita su posición en el plebiscito. Y no hay más que dos opciones. Y aunque eso no vaya a modificar tampoco de manera sustantiva el resultado, va a determinar la correlación de fuerzas en que se seguirá desarrollando la lucha por la democracia en nuestro país en el futuro.

La Convención es sólo un primer paso. Importante por cierto pues es la lápida definitiva de la Constitución de Pinochet, incluidos todos los parches que se le hicieron durante los gobiernos de la Concertación. Pero la Constitución, incluso aunque no sufriera reformas en el futuro, establece reglas nuevas; una nueva concepción de la democracia, opuesta a la de Jaime Guzmán, Pinochet y la democracia de los acuerdos, en que la estabilidad fue puesta en el lugar de principio fundamental del sistema político.

En la nueva Constitución son el cambio, la diferencia, la diversidad de nuestra sociedad, los principios que la convertirán en una sociedad moderna y en permanente cambio, como la realidad. No serán necesarias tutelas de “cámaras de hombres sabios” que domestiquen los excesos de la chusma para mantener una democracia que sólo comprenden y disfrutan ellos.

El 4 de septiembre se empieza a escribir esta nueva historia. La va a protagonizar el pueblo chileno. La derecha haciendo honor a su historia solamente se va a oponer, y lo seguirá haciendo, hasta recuperar el poder para seguir beneficiando a los de siempre. Los librepensadores, los reflexivos, los amantes de la medida de lo posible, van a desaparecer al mismo ritmo en que se van haciendo intrascendentes.