lunes, 20 de diciembre de 2021

No pasaron y no pasarán

Equipo Crónica El entierro del Conde de Orgaz. 



El peor gobierno de la historia, no podía terminar sin hacer un último número de mal gusto y malintencionado: retirar la locomoción colectiva el día de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales o a lo menos, no preocuparse por garantizar su servicio con la finalidad evidente de favorecer al más bizarro de los candidatos que haya osado presentar la derecha con la salvedad de Pinochet en 1988. 

Fue el epílogo del período más duro y antipopular de nuestra historia reciente. Ningún gobierno había sido tan indolente ante el dolor del pueblo; tan desembozadamente clasista a la hora de endosar los costos de una crisis sanitaria y económica como la actual sobre los hombros de trabajadores y trabajadoras; tan represivo e injusto para enfrentar la legítima protesta social. Mientras el pueblo sufre cesantía, pérdida de ingresos, enfermedad y muerte, los dueños de los bancos y las impopulares Administradoras de Fondos de Pensión, han visto incrementadas sus ganancias  en cifras estratosféricas. En fin, ningún gobierno había sido tan desastroso  para el pueblo como el de Chile Vamos.

Por esa razón, perdieron estrepitosamente y no volverán a gobernar.  El hecho de que en la elección con la mayor participación  de la historia hayan perdido por paliza -doce puntos porcentuales equivalentes a unos ochocientos mil votos o más y en la mayoría de las regiones del país-, después de haberse mostrado tan triunfalistas anticipando un resultado estrecho, demuestra que el pueblo rechaza la política derechista tan bien representada por Kast pues no es otra cosa que un retroceso político, social, moral y cultural que contradice el sentido de la historia y la acumulación de las conquistas alcanzadas por el pueblo en los últimos años. Por eso se movilizó yendo a votar y lo volverá a hacer cada vez que sea necesario. 

El fascismo fue derrotado en todas  las líneas. Ganó, en cambio, la unidad del pueblo. 

En efecto, no sólo la capacidad del comando de Gabriel Boric de unificar las votaciones de Apruebo Dignidad, Nuevo Pacto Social y MEO explican este resultado. Su sumó cerca de un millón de nuevos electores que vienen a ensanchar social y políticamente el torrente de las fuerzas antifascistas que dignamente representó el joven diputado magallánico. Jóvenes, pobladores, la gente de las provincias del norte y del extremo sur del país. 

La derecha, en cambio, solamente repitió su votación de primera vuelta y ni siquiera logra sumar, pese a todos sus esfuerzos y la buena disposición mostrada por su fantasmagórico abanderado, la votación del Partido de la Gente, insólito intento de expresión de una clase media despolitizada, temerosa y que ha sido presa fácil de demagogos inescrupulosos como Parisi. Por cierto, después de este resultado, difícilmente se podría apostar a que su bancada vaya a sumarse de buenas a  primeras al partido del führer de plástico que es Kast y su pandilla.

Las primeras reacciones de la derecha son confusas y apenas disimulan su incomodidad con un resultado que aparentemente nunca previeron. Van desde ser una oposición dialogante y constructiva (sic) a hacer valer su peso en el Parlamento, defender la libertad, blablablabla... Esta situación ya se empezaba a expresar tibiamente antes de la segunda vuelta pero en este momento es posible augurar una disputa que se va a agudizar en la misma medida que avance el proceso constituyente y la administración a cargo del Presidente Boric. 

La clase empresarial, con el fariseismo que caracteriza a sus dirigentes, igual que la derecha, manifiesta su reconocimiento al presidente recién electo, pero inmediatamente señala los límites que está dispuesta a tolerar, por lo demás no muy flexibles. Sin embargo, se pueden vislumbrar también algunos matices respecto de la manera de recuperar la economía que probablemente tienen que ver con la sorpresa del aplastante resultado pero que indudablemente tienen que ver también con la profundidad de la crisis que se avecina.  

El nuevo gobierno tendrá que hacerse cargo de lo que ni la derecha ni la ex concertación podrían haber hecho efectivamente. Por eso ganó el diputado Boric y en el camino quedó la senadora Provoste y MEO. Las tareas son enormes ciertamente. Por eso también ganó el joven diputado magallánico. Porque representa a una generación joven que va a construir un nuevo Chile. Porque representa a un amplio y diverso movimiento popular que agrupa a socialdemócratas, como él; a la coalición de partidos de izquierda más amplia que se recuerde desde el MDP; generaciones de izquierda que lucharon contra la dictadura de Pinochet, contra la exclusión en los noventa, a jóvenes que nacieron en democracia y que  lucharon por la educación pública el 2006 y el 2011. A las mujeres, las identidades diversas, los pobladores sin casa, los trabajadores y trabajadoras que han luchado permanentemente contra el subcontrato, el abuso patronal y las AFP's. 

Probablemente el Presidente impulsará una política de DDHH que se haga cargo de las deudas de las Piñera no se ha hecho cargo ni lo hará antes de irse. De la integración latinoamericana, más necesaria hoy que nunca para defender la democracia y los derechos del pueblo. Pero lo que urge, tal como lo dijo en su discurso en la Alameda, es darle un nuevo impulso al proceso constituyente para terminar de una vez por todas con cuarenta años de una Constitución que, primero, sostuvo jurídicamente la violación sistemática de los DDHH y luego, en los noventa y hasta el día de hoy, impidió el despliegue de la participación soberana del pueblo y la verdadera democracia. 

El show de Gloria Hutt no va a pasar de ser un recuerdo desagradable, un chascarro que sólo retrata de cuerpo entero la moralidad de la derecha en el Chile que viene. No pasaron ayer y no pasarán en el futuro. 

sábado, 11 de diciembre de 2021

¡Qué pasó con la revuelta!


La muerte de Marat. Jacques Louis David


A dos años de la revuelta popular que tiró al tacho de la basura de la historia la Constitución del 80, el país se enfrenta  sin embargo  a la posibilidad cierta de que la ultraderecha, que es el único sector abiertamente partidario de este bodrio,  gane las elecciones presidenciales.

Varios factores coyunturales podrían explicar esta paradoja aunque ciertamente tiene explicaciones mucho más profundas, si bien evidentes. ¡Es la lucha de clases! 

Efectivamente. Las clases dominantes de la sociedad están respondiendo a los embates de protesta popular que pusieron en jaque sus posiciones de dominio a partir del 18 de octubre de 2019 -el sistema de AFPs y la Constitución de Pinochet-. Para ello, han recurrido a todos los recursos disponibles de su repertorio mafioso. Desde la represión abierta, al muñequeo, la desinformación, la mentira, la difamación y la calumnia. 

La candidatura neofascista de Kast, es sólo uno más de sus ingredientes.

Los liberales, la derecha social, todos sin excepción se pusieron a disposición de la reacción moral y cultural,  guardando discretamente en un cajón sus discursos sobre tolerancia, diversidad, libertad, en tanto que el  papel que los fascismos han jugado a lo largo de todo el último siglo, desde Mussolini a Bolsonaro, no es otro que el de ser la última barrera de contención del modelo y los intereses de clase que defienden también liberales y conservadores, aunque con medios menos prosaicos.

Esta situación ha tenido resultados de proyecciones insospechadas. En primer lugar, barrió con los partidos del autodenominado "centro político". Partiendo por la DC, incapaz de dar cuenta de la contradicción que explica la situación social actual. Otros, simplemente porque tratándose de la defensa de los intereses de clase a los que sirven, olvidaron rápidamente sus ínfulas liberales y republicanas.  El espectáculo patético de Vargas Llosa llamando a votar por Kast, el representante más conspicuo de la reacción católica y nostálgico de la dictadura militar, es suficiente demostración de la bancarrota doctrinaria, política y cultural de este sector. 

Así las cosas, la segunda vuelta de la elección presidencial resulta determinante, quizás como ninguna otra antes en los últimos treinta años, para este sector. 

El buen resultado que obtuvo en las parlamentarias, puede diluirse como agua entre los dedos si es que no logra su objetivo de ganar la Presidencia de la República, habida cuenta de que la Convención podría resolver un período de transición para la instalación de la nueva Constitución y adelantar el llamado a unas elecciones generales, para lo que  contaría, por cierto, con la colaboración del Poder Ejecutivo.  La experiencia venezolana es bastante elocuente a este respecto y es probablemente por lo que vino Leopoldo López a Chile.

En resumidas cuentas, la derecha se juega mucho más que la presidencia en esta elección y así lo entienden varios de sus dirigentes. 

Lo que está  definitivamente en juego, es la posibilidad de detener el proceso de transformaciones iniciadas el 18 de octubre de 2019.  Ante una disyuntiva como ésta, no hay lugar para exclusivismos  ni alternativas de la alternativa.  De eso ya se dio cuenta la DC con un costo enorme para ella. No es el programa, qué tan radical ni qué tan amarillo pueda ser el gobierno de Apruebo Dignidad, lo que se define en la segunda vuelta. De hecho, los esfuerzos de los partidos de centro por moderarlo, apenas disimulan su incapacidad política. En efecto, el oportunismo de su actuación no podrá reemplazar, por cierto, las necesidades de transformación social que son consecuencia de contradicciones reales que han generado treinta años de neoliberalismo.

Tecnicismos más, tecnicismos menos,  ajustes más o menos, la sociedad reclama reformas de fondo y sea quien sea electo el 21 de diciembre tendrá que hacerse cargo de ellas. La movilización de masas va a resultar decisiva en este sentido pues los hechos de los últimos dos años han demostrado que la institucionalidad políítica hace rato que no da cuenta de ellas ni es útil para canalizarlas.

El sentido histórico de la Constituyente es precisamente ese.                            

Sin embargo, los aciagos compromisos en los que el sistema pone a la población, las hacen más urgentes. Efectivamente, el sistema de AFP’s arroja todos los años a masas de ancianos y ancianas a la indigencia generando una enorme carga para el fisco y para sus familias; el endeudamiento de éstas y el encarecimiento del costo de la vida, combatido paradójicamente por los economistas del sistema manteniendo en la pobreza a la población, generan un  caldo de cultivo propicio para las soluciones informales y que operan en los márgenes del sistema o fuera de ellos; redes de tráfico de drogas, incluyendo el microtráfico, venta de especies robadas, comercio informal, que finalmente terminan golpenado también a nuestro ya sufrido pueblo en sus barrios y poblaciones convertidos en verdaderos  mundos paralelos al oasis neoliberal de los mall y las carreteras interurbanas.

La ansiedad y el temor que asola a trabajadores y trabajadoras se manifiesta, luego, en un esecpticismo que refleja el alto abstebcionismo registrado en la anterior elección y es aprovechado por el fascismo proponiendo soluciones facilonas, sin ningún tipo de escrúpulo, diciendo después “….no se preocupen, todo va a estar bien….” Es a esa enorme masa de chilenos y chilenas que no reflejan twiter ni instagram a las que es necesario movilizar para detener a la reacción, derrotar su contraofensiva y hacer efectivas las demandas del 18 de octubre.