jueves, 16 de marzo de 2017

Acerca de la Nueva Izquierda

Honor´Daumier. El levantamiento


En los últimos cinco años se ha ido constituyendo en la  izquierda un sector diferente a cuanto existiera antes en ella. Ya desde los años noventa y tras el término de la dictadura militar se habría empezado a manifestar, irrumpiendo –por poner una fecha- en 1993 tras la candidatura de Manfred Max-Neef. Poniendo entonces, por primera vez, los temas del medioambiente y una agenda cultural que relevaba los temas del género y las minorías sexuales.

A lo largo de todos los años noventa, también se expresa en el sector juvenil, levantando las banderas de la autonomía y una crítica muy radical a los partidos políticos, las formas de organización del movimiento estudiantil y a la “izquierda tradicional”, incluida la autodenominada “izquierda revolucionaria”.

Se trata de una izquierda crítica del sistema neoliberal; del carácter excluyente y elitista de la transición pactada; su  conservadurismo cultural y moral; de los métodos y prácticas de los partidos tradicionales;  por la reivindicación de la autonomía de los movimientos sociales y de la legitimidad de sus reivindicaciones frente a una institucionalidad política impermeable a sus aspiraciones y propuestas.

No se trata de una izquierda marxista ni se define por una posición de clase.  En ella coinciden influencias doctrinarias muy diversas. Además, sectores de orientaciones políticas y tradiciones diferentes: los humanistas; anarquistas; ambientalistas; autonomistas; feministas; ex militantes o compañeros provenientes de la denominada “cultura comunista” y de la concertación.

También sectores del movimiento juvenil, del arte y la cultura, que se constituye alrededor de los denominados temas “ciudadanos”.

Se trata de sectores de clase media, que se han organizado en estos veinticinco años, en centros de estudio, ONG’s, colectivos político sociales, círculos de estudio y fundaciones que asesoran, en muchas ocasiones, a organizaciones sociales o que se han especializado en el trabajo político social en algún frente de masas.

Que han desarrollado una concepción de la organización definida como “horizontal”, para oponerla a las tradicionales organizaciones políticas, más formales, jerárquicas y con un fuerte sentido de la movilización en torno a objetivos.

En este caso, lo hacen en torno a “temas”, a conflictos generados por el modelo neoliberal, como la desarticulación de la ciudad y el espacio urbano, la destrucción del patrimonio y el medioambiente, la inmigración, la vulneración de los derechos de mujeres, etnias originarias;   y especialmente la política universitaria en lo que dice relación con el financiamiento y el marco regulatorio del sistema de educación superior.

Un punto aparte es lo que dice relación con las reformas políticas y el cambio constitucional, en el que la campaña “marca tu voto” y por la Asamblea Constituyente han constituido un hito relevante.

Se trata de demandas de cambio estructural al modelo neoliberal y el sistema político de una gran generalidad lo que a veces los hace aparecer como maximalistas y otras, como un sector sin propuesta o de una generalidad tan grande que no tiene posición.

Pese a lo anterior, sus motivaciones son precisamente las que lo ubican en la izquierda. 

No se trata de un fenómeno coyuntural. Se trata de un sector político que se va a proyectar en el tiempo aunque no se pueda predecir por ahora la dirección que vaya a tomar: ¿una socialdemocracia radical? ¿una de viejo cuño? ¿una izquierda revolucionaria como la de los sesenta y setenta? ¿un liberalismo progresista? ¿una izquierda humanista y libertaria más bien movimientista y social? 

La dirección que adopte depende en gran medida de la posibilidad de continuar las reformas que, con enormes dificultades y contradicciones, empezaron en el período de la presidenta Bachelet. Pero ello puede también convertirse en un factor que incida favorablemente en ella. 

La contradicción principal que determina el momento actual y que se se va a agudizar en pocos meses, es precisamente la que hay entre quienes quieren profundizar dichas reformas y quienes se oponen a ellas. 

Y no es precisamente el "duopolio" el que establece ese límite.