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Pieter Bruegel. La caída de los ángeles rebeldes. 1562 |
En la hora actual, América Latina y el planeta entero
prácticamente son el escenario de una intensa lucha por definir los contornos
del mundo pos neoliberal, Uno más excluyente y siempre bajo la tutela de un
decadente imperialismo norteamericano, o bien uno más integrado, pacífico,
respetuoso con la naturaleza y las libertades y derechos de los seres humanos.
Hace apenas unos días, de hecho, el imperialismo
norteamericano puso nuevamente en vilo a la humanidad atacando las
instalaciones nucleares de Irán. Pocos días antes, en Colombia, el gobierno del
Presidente Petro, el movimiento social y sindical -el pueblo de Colombia- se
anotaban un logro de la máxima significación con la aprobación de la reforma
laboral, resistida por las cámaras empresariales y la derecha en el senado de
ese país. El encarcelamiento de la ex Presidenta Cristina Fernández en
Argentina, mientras se aprestaba a competir en Buenos Aires por un sillón en la
Cámara de Diputados, dejó en evidencia que la ofensiva antipopular de La
Libertad Avanza y el empresariado argentino no escatima en recursos para
remover cualquier resistencia que se le oponga. La consolidación en México de
la reforma judicial bajo el mandato de la Presidenta Claudia Scheinbaum y su
digna respuesta a las amenazas y bravuconadas del Presidente de EE.UU.
representan, en cambio, una negación a las pretensiones reaccionarias de
imponer sus recetas a nuestros pueblos.
La Unión Europea, mientras tanto, se interna cada vez más
profundamente en una carrera armamentista que tendrá como contrapartida la
reducción del gasto social, generando oleadas de protesta, al mismo tiempo que
contra el resurgimiento del fascismo en casi todos los países que la componen.
En fin, la lista podría seguir alargándose. Las
alternativas son que el imperialismo, en su caída, profundice aquellos rasgos
que lo llevaron - junto a sus aliados en
el siglo XX- a su posición hegemónica -saqueo de los recursos de países del
tercer mundo, militarismo y guerrerismo para resolver problemas políticos;
imposición de sanciones económicas y condiciones de intercambio comercial
desiguales y que sólo confirman su posición hegemónica; uso descarado de su
poderosa industria de las comunicaciones y la información para distorsionar la
realidad a su favor, etc.- o bien uno basado en el respeto por la soberanía de
las naciones, la paz, el desarrollo sustentable y el respeto de los DDHH.
En el mismo corazón de EE.UU. surge una respuesta al
fascismo que se ha hecho del control casi total del poder, el que ha descargado
contra inmigrantes, minorías sexuales y las mujeres, y que ha hecho de la
guerra comercial un lucrativo negocio que hace más ricos a los super ricos,
como Trump y su séquito, a costa del resto de la humanidad y de los
trabajadores y trabajadoras norteamericanos. La gira nacional del senador
Bernie Sanders con la congresista Alexandra Ocasio Cortez, el triunfo en la
primaria por la alcaldía de Nueva York del joven representante del ala
socialista del Partido Demócrata Zohran Mamdani; las masivas protestas en contra
de Trump y la siniestra ICE, gestapo de la inmigración, dan cuenta de una
intensa resistencia a sus planes en las mismas entrañas de un imperio incapaz
de contener ya la diversidad de un mundo que niega y al que pretende adaptar a
su imagen y semejanza.
Como siempre, el resultado que vaya a tener esta intensa
lucha, no será solamente el producto de un destino escrito de antemano, sino de
la voluntad de sus protagonistas de esta trama. El éxito de la ofensiva
reaccionaria que amenaza a la humanidad y que en Chile tiene a las derechas
disputándose la posibilidad de conducirla, como lo demuestran los
acontecimientos recientes del mundo entero, no está garantizado y precisamente
por ello, el fascismo trata afanosamente de imponerse a las exhaustas formas
tradicionales de la derecha.
Como dicta la historia, a pesar de la recurrencia de
múltiples obstáculos, serán los ciudadanos y sus organizaciones, los
trabajadores, trabajadoras y el pueblo, los que tengan la última palabra. Es el
desafío del que tendrá que hacerse cargo la recientemente electa candidata de
la izquierda y las fuerzas democráticas, Jeannette Jara en noviembre, junto a
un movimiento de masas que como en Colombia, EE.UU., Argentina, Europa y el
resto del mundo, resista la ofensiva neofascista que amenaza a la humanidad
entera.
Hernán González M.
Profesor
Nelson Soza
Periodista