jueves, 2 de mayo de 2019

Venezuela, la izquierda y la lucha por la paz

David Alfaro Siqueiros. Muerte al invasor




El intento reciente de golpe de estado en Venezuela, es parte de una trama caracterizada por la ofensiva de las fuerzas de derecha del continente y su intento por recuperar posiciones en la región.

No les ha sido fácil y el reloj les juega en contra. La "restauración conservadora" tiene sus días contados de no mediar algún hecho inesperado. 


El que los sucesos del 30 de abril no terminaran en una matanza, en ese sentido, demuestra que no es una historia ya escrita y con la irrupción del fascismo como desenlace fatal.

Sin embargo, eso no significa que no pueda ocurrir. La “operación libertad” y su apariencia de ofensiva final no es sino un evento más de la cadena de provocaciones, aunque haya sido quizás más agresiva que las anteriores, para desencadenar una situación  de descontrol y barbarie que justifique la intervención militar de los Estados Unidos. 

Las declaraciones de Pompeo no dejan lugar a dudas al respecto. Si no fuera por la torpeza de los líderes opositores al gobierno del PSUV; esa postura farandulera de asilados con chef y piscina y lo ridículas que resultan por ello proclamas emancipadoras que terminan cómodamente en la embajada de España, esta reciente comedia podría haber terminado en tragedia.

¿De qué depende que ello no pueda ocurrir en el futuro? Primero y sobre todo, de la agresividad, la codicia y ambición política del gobierno de los Estados Unidos. El desenlace de los acontecimientos del 30 de abril, y la consecuente frustración en que terminan para sus cándidos seguidores, por lo demás, solamente radicalizan sus posiciones.

Las derrotas  del imperialismo norteamericano en el frente político y diplomático, a su vez, no hacen otra cosa que exacerbar sus tendencias fascistoides. Obvio, cuando no hay argumentos racionales, ni fundamentos jurídicos o razones morales, la fuerza se impone como un puro hecho que ni siquiera necesita explicación. 

Ésta es reemplazada por fake news difundidas profusamente a velocidad instantánea y a escala planetaria por su omnipotente red de medios.


Pero además, la posibilidad de que haya una intervención militar en Venezuela, depende de lo que haga el campo de los demócratas, las organizaciones sociales y la izquierda del continente.


Líderes como AMLO, Gustavo Petro o Tabaré Vázquez, los partidos comunistas de América, han puesto una cuota importante de decencia en medio del triste espectáculo que han dado gobiernos como el de Argentina y Chile, gobernados por empresarios indignos y que parecen refocilarse en sus esfuerzos por agradar al FMI o al imperialismo norteamericano.

Si ya con ocasión de la intentona golpista anterior, hace solo meses, se puso a prueba la consistencia y capacidad política de este sector , hoy se hacen mas necesarias. Parafraseando a Melanchon,  la democracia y la paz de América y quizás del mundo entero, se juegan hoy en día en Venezuela.  

No se trata solamente de evitar una guerra y asegurar la paz y la democracia en Venezuela y América Latina. Somos protagonistas de una intensa lucha de clases, en que la guerra es solamente "la continuación de la política por otros medios", como le gustaba recordar a Lenin parafraseando a Claussewitz. 

La derecha, las transnacionales y la burguesía criollas están en una tenaz campaña para defender posiciones políticas, económicas y comerciales que les han garantizado insultantes tasas de ganancia bajo el predominio del neoliberalismo en los últimos treinta años. 

Todo ello en connubio con el imperialismo norteamericano que actúa como su cancerbero. Ciertamente, no es el único interesado y quizás por esa razón, la estabilidad de la paz mundial también dependen de lo que acontezca en Venezuela. 

La fragilidad de su hegemonía, sin embargo, queda en evidencia y es precisamente, la que lo arrastra a posiciones fundamentalistas; a conductas políticas radicalizadas y matonescas. El pueblo venezolano y la dirección de la Revolución Bolivariana en ese sentido han dado sobradas muestras de una madurez y responsabilidad política dignas de imitar por todas las fuerzas de izquierda del continente.

La lucha por la Paz  y la Democracia en América Latina y Venezuela es, entonces, un componente esencial de la lucha contra el neoliberalismo, la concentración de la riqueza; la exclusión social; y la violencia. No habrá paz neoliberal. 

La guerra es la expresión más elevada de las formas irracionales de convivencia social que implica y al mismo tiempo, demuestra su fracaso. De manera que la lucha por la Paz, es además por una lucha por formas de convivencia política y social más democráticas, humanas y justas. 



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