miércoles, 24 de julio de 2024

Avance del fascismo en el mundo ¿tendencia o coyuntura?


Francisco Goya. Disparate N°13 Modo de volar. 1824



El caso del padre del presidente de la UDI, Eduardo Macaya Zentilli, le ha puesto a la coyuntura política el condimento sórdido típico de aquellas en que está involucrada esa clase de oligarquía corrupta y abusadora que ha gobernado Latinoamérica por siglos. El caso, en efecto, se parece a la trama de una novela de Vargas Llosa. En ella se mezclan acontecimientos policiales y procesos judiciales con las tratativas, ya de por sí bastante tóxicas, que la derecha llevaba a cabo en su negociación para la lista a las elecciones municipales, de gobernadores e incluso presidencial.

 

Lamentablemente, un augurio de las formas culturales y los valores que encarna su concepción política y de la sociedad y que podrían llegar a hacerse del poder en Chile, por las que un presidente de partido y senador se cree con el derecho y las atribuciones para comentar procesos judiciales; es respaldado por su partido y tolerado por opinólogos y periodistas venales que aprovechan la oportunidad para compararlo con el presidio y defenestración del que es víctima Daniel Jadue, el único alcalde que ha osado enfrentarse a las inmobiliarias, las empresas de distribución eléctrica, las grandes cadenas de farmacias, acercado la cultura y la educación a sus vecinos saltándose las trabas que le impone el mercado para hacerlo.

 

La afectación de la que pudiera ser objeto la candidatura de Evelyn Matthei, que se demoró varios días para tomar prudente distancia del presidente de su partido y de las posibilidades de éste en la elección municipal, parece haber sido el catalizador, según lo sugiere incluso El Mercurio con su clásico cinismo, para que Macaya diera un paso al costado. Sus aliados de RN, EVOPOLI, Amarillos y Demócratas, sin embargo, se tomaron también su tiempo para reaccionar. Pocos días antes, estaban con Macaya y su directiva enfrascados en medio de tensas negociaciones para definir a sus candidatos, incluyendo al partido fascista de Republicanos.

 

Sospechoso, por decir lo menos. Probablemente, el episodio va a ser cubierto con un manto de silencio y de sombras por esa razón. Ello, porque indigna una vez más a la sociedad, al pueblo y al ciudadano de a pie, la impunidad de la que han gozado hasta ahora los abusos. También, los privilegios de los que gozan algunos, mientras a la gran mayoría se le niega incluso lo mínimo para vivir con dignidad. La promiscuidad de las relaciones entre un sector del poder político ocupado por la reacción y los grupos económicos y la justicia, lo que incluso ha limitado por décadas las posibilidades de transformación social, económica, institucional y cultural.

 

La derecha, y especialmente su vástago neofascista, gracias a la naturalización positivista de las condiciones económicas, políticas y culturales del capitalismo neoliberal, ha ganado espacios en las sociedades occidentales, impensables  hasta hace poco, considerando el reconocimiento universal acerca de sus atrocidades; la brutalidad de los valores que lo inspiran y la progresiva ampliación de la consciencia de los Derechos Humanos y su consolidación como base de la convivencia democrática.

 

Es de esperar que este sórdido episodio no sea el augurio de lo que a nuestra sociedad le espera. La adaptación de nuestras sociedades a las formas culturales del neoliberalismo, incluyendo las más chabacanas y truculentas -como las que son expuestas por el caso Macaya- no sean tan profundas como para tener que lamentar su enseñoreamiento en el futuro. Se trata de una batalla política por la defensa de la democracia y los Derechos Humanos. Por la dignidad de la persona, la igualdad y la justicia social. Una batalla cultural y por los valores que deben inspirar nuestra convivencia como sociedad. Motivar no solamente una unidad instrumental sino una auténtica voluntad de cambios que movilice a la opinión pública; las organizaciones sindicales, juveniles, de ambientalistas y de género es la tarea.

 

El malestar social es apenas enmascarado por la paciencia del pueblo. Esta, sin embargo, no es un cheque en blanco. La unidad de la izquierda y los demócratas, por lo tanto, debe darle forma, una esperanza por la que valga la pena movilizarse y detener a la derecha no para seguir conviviendo con los abusadores, los prepotentes; los que excluyen y discriminan por clase, etnia, género u orientación sexual, sino para eliminarlos para siempre de la convivencia social a pesar de que el neoliberalismo los haya ha naturalizado en las últimas décadas. 


jueves, 18 de julio de 2024

¿Qué hacer?....en la escuela

 

Franciso Goya. De la serie Los caprichos. 1799

La actualización curricular impulsada por el mineduc, plantea una serie de desafíos a las comunidades educativas y especialmente a los y las docentes. La escuela, como es reconocido por moros y cristianos, es un espacio donde se vive el conflicto dado el diverso origen social, étnico y hoy por hoy, nacional de quienes la conforman y es elaborado luego en las complejas formas de la cultura convencional, del conocimiento científico, las artes y las humanidades; en usos y costumbres cada vez más exigidos por transformaciones sociales, económicas, medioambientales y cambios tecnológicos que se suceden con una velocidad vertiginosa.

La actualización curricular, por esa razón, no es solamente el motivo de una polémica entre los distintos actores políticos, académicos e institucionales involucrados. También lo es o debiera serlo, para las mismas comunidades educativas, conminadas a participar de este debate y de avanzar en su implementación, en su diseño y puesta en práctica en cada escuela y liceo; en cada sala de clases. Es, por consiguiente, una oportunidad para generar un amplio movimiento de masas de renovación pedagógica y educacional.

Es precisamente a eso a lo que le teme la derecha; su temor inveterado a la participación del pueblo y su concepción paternalista y conservadora de la educación, han motivado los más absurdos galimatías para oponerse a ella. El hecho de que el ministro a cargo del área sea un militante comunista, además, intensifica sus furores reaccionarios, interpretándola en forma antojadiza como una maniobra maquiavélica de manipulación cultural o en el mejor de los casos, como una pérdida de tiempo o un gustito ideológico.

La centralidad que adquieren el lenguaje y la ética; la consideración del territorio no como una condición determinante del aprendizaje sino como el lugar donde se origina y se realiza, obligan a las comunidades a inventar; a experimentar; integrar experiencias y debatirlas. No se trata, entonces, de una circunstancia para tomar en cuenta sino de su verdadero contenido. Fenómenos como las migraciones; el calentamiento global; el aumento de la pobreza; las novísimas tecnologías de la información y los resultados que ha tenido el desarrollo de la “sociedad de la información” –entre ellas la difusión de noticias falsas, discursos de odio y paradójicamente desinformación- en los últimos veinte años, las coloca en tensión y la actualización curricular, ante una oportunidad para cuestionarlos, pensar en ellos y al mismo tiempo, innovar tanto en contenidos como en formas de enseñar y aprender.

Los despropósitos implementados en los últimos veinticinco años, basados en la cobertura de contenidos y el cumplimiento de objetivos de aprendizaje, como si se tratara de una maratón, han tenido como resultado la burocratización de la docencia con su consecuente efecto de sobrecarga administrativa, stress laboral y agotamiento. Asimismo, la reducción de la educación al cumplimiento de estándares ha traído consigo su empobrecimiento, el de las experiencias que las comunidades tienen en las escuelas y el aumento de la conflictividad; y contrariamente a lo que suponían sus autores, un estrechamiento alarmante del conocimiento medido en las pruebas estandarizadas, ocasión para rasgar vestiduras, lanzar acusaciones, e implementar nuevos planes y mediciones que generalmente sobrecargan a las ya agobiadas comunidades.

 

El país está experimentando profundas transformaciones, imperceptibles a primera vista, pero que van a cambiar, que están cambiando su apariencia y también su cultura. Esos cambios provocan incertidumbre y ésta a su vez temor a lo desconocido, temor aprovechado por el fascismo para difundir su prédica reaccionaria; su discurso excluyente y discriminador de todo lo diferente –el inmigrante, la mujer; las diversidades sexuales y de género; los pobres, los que se organizan-. También para difundir sus típicos llamados al orden y la autoridad.

La escuela y el debate curricular, en cambio, un espacio para reflexionar acerca de ellos; para dialogar acerca de lo que somos y lo que queremos ser como sociedad. No el único ni el más importante probablemente, pero sí uno con capacidad de convocar y movilizar a muchos y muchas que se resisten a retroceder a niveles de consciencia de los derechos de los trabajadores; de la mujer; de la naturaleza, los pueblos originarios, la juventud y la comunidad LGBTQI+  del siglo XIX, que es hacia donde arrastra a la humanidad la crisis del neoliberalismo, la derecha y sus vástagos neofascistas. 


jueves, 11 de julio de 2024

La derecha es derrotable hoy y en el futuro

El libertador Simón Bolívar. Juan Domingo Dávila. 1994




El resultado de las recientes elecciones en Francia, ha desmentido la supuesta inevitabilidad de que la derecha, y especialmente ese vástago del neoliberalismo que es un neofascismo que combina individualismo exacerbado, privatizaciones y desregulación, con discursos de odio visceral hacia cualquier manifestación de diferencia social, racial, política o de género, pueda hacerse del poder. Esta vez además, por los medios de la democracia liberal.  

En medio de su caída, la derecha tradicional y en nuestro país, los residuos de la democracia de los acuerdos y su bancarrota política y moral, han dado lugar a este pastiche de sentido común, resentimiento; temores a lo desconocido y apelación al orden y la autoridad, muy bien aprovechado por una prensa venal y sensacionalista. Esta explota todas estas manifestaciones de irracionalidad con el fin de lograr audiencias, al mismo tiempo que les da una forma adecuada a sus fines comerciales y de maximización de sus estrafalarias ganancias, expresadas después en el derroche y el lujo faraónico del espectáculo y la farándula. Se forma así una opinión pública zombi, muy bien dispuesta a asimilar las barbaridades más atroces, como si se tratara de meras opiniones.

El resultado de las elecciones en Francia, sin embargo, demuestra que pese a ello y la banalización del genocidio y la tolerancia con la que en muchos casos se ha convivido con éste -transformado incluso en espectáculo televisivo a través de la difusión de bombardeos y ejecuciones en noticieros y prensa digital-, las sociedades de Europa y América, todavía conservan una memoria de lo que fue el fascismo y son receptivas aún al llamado a resistir y combatirlo. 

Por esa razón, la derrota de la derecha no ha sido, no fue en el caso de Francia ni lo va a ser en América, un resultado espontáneo ni una obra de pura ingeniería electoral. Esta es de hecho el corolario de procesos de movilización de la opinión pública; de los sindicatos y asociaciones de trabajadores; colectivos defensores de los derechos humanos y de las diversidades sexogenéricas; ambientalistas; los jóvenes, profesores y profesoras e intelectualidad progresista. 

El pacto por omisión de las fuerzas del NFP con Ensemble, del Presidente Macron, expresa un contenido, que es la defensa de las libertades y derechos conquistados después de la derrota del fascismo a mediados del siglo XX, bandera que a primera vista parecía una patraña de viejitos que no convocaría a jóvenes formados en los últimos treinta años de globalización del consumismo y la superficialidad de la cultura neoliberal, con sus mensajes de ciento cuarenta caracteres; búsqueda afanosa de "likes" e imágenes efímeras. Flexibilidad laboral e individualismo. 

El resultado, en cambio, demostró que los jóvenes no necesariamente votan por la derecha y que su discurso superficial, basado en un par de consignas facilonas y de brutalidades decimonónicas, contiene tantas contradicciones e inconsistencias, como para hacer evidentes las razones para desconfiar de él y movilizarse en su contra. Lo mismo los trabajadores y trabajadoras, ahora reunidos bajo la fantasmagórica categoría de "la clase media", que no solamente aspira a consumir sino también a vivir segura y con dignidad en la vejez, la enfermedad; tener acceso a la cultura y la educación. 

Esa es la razón para que Melanchon dijera que el programa de la izquierda no se puede dividir en partes y negociar. La caída de los salarios; la precarización de las condiciones laborales;  la pérdida de puestos de trabajo, ha corrido parejo a la acumulación más extravagante de riqueza de la que se tenga memoria; al mismo tiempo que producto del cambio climático desaparecen vastas zonas de riqueza ecológica y del medioambiente, se despliega una cada vez más amplia consciencia acerca de la necesidad de protegerlo y del daño que una economía basada en la búsqueda desenfrenada de las ganancias, produce. 

La ampliación de la consciencia y sensibilidad frente a los Derechos Humanos y el respeto por el ser humano, la mujer; la población LGBTQI+; los pueblos indígenas y de la diversidad nacional y étnica de nuestras sociedades actuó también como una motivación para movilizarse para detener a la derecha. 

El contenido de la alianza amplia que derrotó al fascismo en Francia, conduce, debe hacerlo, a la profundización de la democracia, las libertades y derechos de sus ciudadanos y ciudadanas. No conformarse únicamente con el triunfo de las parlamentarias recientes. La defensa frente a la amenaza fascista recién comienza. Va a requerir no solamente flexibilidad  sino también claridad de propósitos; una continua movilización del pueblo; inteligencia en la dirección para no perderse en debates secundarios ni por los cantos de sirena de demócratas de última hora. 

De no ser así, lamentablemente Jean Marie Le Pen va a haber tenido razón y el resultado de estos días, solamente el preludio del triunfo de la ultraderecha, con un costo enorme para toda la humanidad. 

jueves, 4 de julio de 2024

Actualización curricular e histeria derechista

Rafael Sanzio. La academia de Atenas 1510-1512



El ministerio de educación está realizando una serie de consultas y conversaciones con las comunidades educativas para realizar una actualización del curriculum vigente. La derecha, como era de esperar, salió en manada a criticar la iniciativa. Esta actitud se suma a su violenta oposición a la desmunicipalización de la educación pública y los Servicios Locales de Educación que reemplazarían a los municipios como sus responsables.

 

Con un oportunismo propio de su pensamiento de clase, le endosa a estos todas las falencias y debilidades que son el resultado de un sistema de financiamiento de la educación pública mezquino e ideologizado y de décadas de administración municipal ignorante, improvisadora y producto de lo primero, de una pobreza franciscana. En muchos casos, además, administraciones burocráticas, sin política, como no sea ajustar su oferta a los vaivenes de la matrícula en vez de planificarla para constituir una masa crítica de estudiantes, apoderados y docentes que piensen en el país, la democracia y la cultura.

 

Lo único que puede hacer para sostener esta postura retrógrada y de oposición a los cambios que se vienen realizando en educación desde el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, es presentar algunos ejemplos aislados de supuestas exitosas administraciones municipales de la educación y los números del SIMCE, que en realidad no dicen casi nada, excepto que nuestra educación nacional hace décadas está en estado crítico y que además es profundamente inequitativa. ¿Por qué la derecha prefiere mantenerla  prisionera en los estrechos límites de este sistema fracacasado -y no hablemos solamente de la educación pública-?

 

Prefiere hacerlo porque lo único que defiende es interés de clase. Su oposición a las reformas que se realizan en educación es similar a la que sostiene respecto de las AFP´s, del que sobran las evidencias acerca de su fracaso como sistema previsional  y su insostenibilidad política y social. En ambos casos es la expresión más conspicua de la profunda contradicción de clase que cruza a nuestra sociedad entre un neoliberalismo fracasado en todos los frentes -no sólo el educacional-, y las necesidades de democratización de la sociedad.

 

El argumento que ha esgrimido no puede ser más absurdo. Básicamente consiste en decir que no se debe hacer una revisión del curriculum escolar, o sea de lo que estudian niños, niñas y jóvenes en las escuelas y liceos de Chile, sino hasta que demuestren ser capaces de aprenderlo. Es como suponer que el curriculum escolar no es más que un inventario de contenidos culturales que los y las estudiantes deben asimilar como si su mente fuera un refigerador y los docentes administrar como si fueran unos burócratas que no tienen nada que decir respecto de ellos.

 

Esa es la razón para el ataque de histeria de la derecha y los conservadores. Defender un curriculum hecho a la medida de las pruebas estandarizadas como el SIMCE, solamente demuestra que el círculo lógico en torno al que gira nuestra educación nacional, que consiste en enseñar para a rendición de las pruebas y éstas a su vez determinar lo que se debe aprender, es la sublimación de la ideología del sistema. Este círculo lógico, que en realidad es un círculo vicioso, ha demostrado una y otra vez su fracaso y no son necesarias más pruebas, pese a que la derecha las exige con tono grave y pontificador.

 

Lo mismo respecto de las reformas al sistema de educación pública,  el cual a pesar del evidente fracaso de la administración municipal, que además se expresa en condiciones laborales precarias que solamente son disimuladas por las correcciones y regulaciones que el magisterio ha logrado arrancar a un poder político que no las ve como condiciones de enseñanza sino como expresión del corporativismo y la mezquindad de los y las docentes.

 

Los SLEP de hecho, deben cargar con toda la herencia de ese fracaso, que incluye precarias condiciones materiales, deudas con los trabajadores y en no pocos casos, plantas de empleados y trabajadores infladas previo a los traspasos por alcaldes descachalandrados cuando no inescrupulosos y desleales. Este traspaso, por lo menos, no ha significado asesinatos ni despidos masivos, o pérdida patrimonial y salarial de sus trabajadores, como fue la municipalización de la educación en los años ochenta del siglo pasado, situación que por lo demás, es habitual actualmente de la administración municipal en muchos casos.

 

La actualización curricular resistida por la derecha es necesaria, lo mismo que la desmunicipalización de la educación escolar. Es necesaria primero porque las condiciones sociales, políticas y culturales han cambiado tanto en los últimos diez años, como para haber dejado obsoletas ciertas presuntas verdades sobre las que descansaba. Como por ejemplo, la de que la tendencia a la integtración comercial y la desaparición de los Estados Nacionales es permanente, progresiva e inevitable; o la del optimismo ilimitado en la capacidad de la ciencia y de la técnica para resolver todos los problemas del género humano, sin que las humanidades o el pensamiento estético y la creación artística tengan más responsabilidad que la de justificarlas o en el mejor de los casos, parafrasearlas; o la de que la incertidumbre produce poco menos que espontáneamente la adptación al cambio o la de que es su único resultado posible cuando presumiblemente ha provocado también el resurgimiento de los discursos de odio, discriminación y exclusiones de diverso signo o ha facilitado su irrupción en Europa y América.

 

La actualización curricular propuesta por el mineduc es un paso adelante en la democratización de la educación. Pero requiere muchos cambios y adaptaciones. En primer lugar, respecto de la formación inicial docente; también respecto de la cultura escolar, la administración del tiempo y del plan de estudios; la evaluación educacional, y la planificación del curriculum.

 

Oponerse sin embargo, usando como argumento que estos cambios y adaptaciones no se han realizado, es una posición reaccionaria similar a la que la derecha ha esrgimido. Es de esperar que el Consejo Nacional de Educación -que es lo que ha pasado en otras ocasiones, por ejemplo cuando negó la disminución de la frecuencia e intensidad del SIMCE hace unos años- no cumpla el papel que la institucionalidad vigente le asigna, similar a la del Banco Central y el TC, de obstaculizar las reformas y darle estabilidad al sistema neoliberal.

 

El magisterio chileno en cambio; los trabajadores no docentes de la educación, profesionales, técnicos y de servicios; los padres y apoderados; las organizaciones estudiantiles; alcaldes y concejales de izquierda y progresistas; parlamentarios; intelectualidad progresista y académicos comprometidos con la educación debieran participar de este debate y enfrentar de una vez a la tecnocracia economicista y el pensamiento conservador, de la que hemos escuchado mucho estos días -la que propone desde separar la facultad de ingeniería de la Universidad de Chile, del resto de la universidad, hasta detener los traspasos de las escuelas públicas a los SLEP-. Deben generar las condiciones políticas y de masas para hacerla posible y que esta se haga conforme a los intereses nacionales y de la sociedad civil. Todo lo demás es música.