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Manuel Antonio Caro. La zamacueca. 1873 |
Es un hecho
incuestionable que Jeanette Jara va a ganar en primera vuelta y por una
diferencia que, dependiendo de la encuesta que se consulte, podría llegar a ser
bastante significativa en relación a su más cercano contendor. Por lo que las
mismas encuestas indican, éste sería el ultraderechista José Antonio Kast. Por
el momento, eso es lo único que se puede afirmar con certeza. Las mismas
encuestas, sin embargo, insisten en instalar un resultado probable de segunda
vuelta, que apenas logra disimular la aspiración de quienes son sus
controladores, según el cual aquel ganaría en ésta. Un escenario absolutamente
hipotético, toda vez que ni siquiera se ha realizado la primera.
Lo real es que a
medida que ha pasado el tiempo, el escenario electoral sigue absolutamente
abierto e incluso se sigue abriendo. Y la posibilidad de que Jeanette Jara y la
alianza de centro e izquierda que la apoya, triunfe es más que cierta. Hace
pocos meses no más los medios hegemónicos y sus locuaces opinólogos, hablaban
de una segunda vuelta con dos candidatos de derecha. En poco tiempo, en cambio,
los porfiados hechos, se han encargado de ponerlos en su lugar y la candidata
de la izquierda, con la sencillez y la sinceridad que la caracterizan, sin
proponérselo siquiera, ha dejado en ridículo a varios duchos representantes del
periodismo zalamero.
Las alarmas de la
derecha, el empresariado, los sobrevivientes del pinochetismo, y los nuevos
fascistas, se han encendido, llegando incluso a declarar ser partidarios del
golpe de estado. Les ha resultado difícil decir que, en el hipotético escenario
de la segunda vuelta, se van a apoyar mutuamente. Sus disculpas, mea culpas y golpes en el pecho, no
logran ocultar sus muecas; las morisquetas que tienen que hacer para
realizarlos. Y cada día que pasa, sus dificultades y las diferencias que los
separan, aumentan. Especialmente porque el bando Republicano no puede disimular
su bestialidad y la derecha tradicional, su ignominia.
Pero los tiempos,
para la derecha, y no sólo en Chile, se acortan y sus posibilidades disminuyen.
Tiene que sacar ases de la manga que le permitan mantenerse jugando, como el
insólito premio nobel de la paz a una dirigenta política que ha suplicado a los
Estados Unidos que invada su país, desatando una todavía más insólita reacción
de la Casa Blanca porque no se lo dieron a Trump, quien amenaza a diversos
países con invasiones, crea campos de concentración en su propio territorio,
deporta inmigrantes latinos o los envía a cárceles de alta seguridad en
Guantánamo o El Salvador y hace la vista gorda frente al genocidio que Israel
realizó en Gaza antes de su oportunista plan de paz.
Todo ello
presentado por la prensa hegemónica, con toda naturalidad. Es el mundo al
revés.
El premio nobel
de la paz a la representante más fanática de la oposición venezolana, que
envalentonada con este "inesperado" reconocimiento ya declara en El
Mercurio la hora final del "régimen chavista" -cuestión que viene
anunciando hace años-, así como el hipotético triunfo de Kast en la segunda
vuelta de las elecciones presidenciales en nuestro país, son la manifestación
de sus respectivas aspiraciones, las que por cierto son presentadas como puros
hechos. Típico del fascismo. Y al que no le guste que se aguante los palos,
como lo ha demostrado el sionismo en la Franja de Gaza.
Lo más
preocupante de la campaña de los medios del sistema, televisivos, radiales,
internet y las redes sociales, en ese sentido, es que tratan de instalar un
presunto hecho, legitiman ab initio
una reacción violenta y cuestionan de antemano, un resultado no solamente
posible sino altamente probable si es que no coincide con sus pretensiones. De
ahí la majadería de preguntar por la segunda vuelta, sabiendo incluso los más
serios de quienes las realizan, que la segunda vuelta es prácticamente una
nueva elección, y de que es difícil, si no imposible predecir el comportamiento
de los electores en ella. Por cierto, sin considerar que en general, en las
últimas elecciones, no le han atinado precisamente.
La caída del
corrupto gobierno de Dina Boluarte en el Perú; el resultado de las elecciones
de Buenos Aires, que presagian un nuevo triunfo opositor en las elecciones
parlamentarias en la República Argentina; la prisión de Bolsonaro y la
desaparición de la derecha en Brasil; el faro de dignidad que representan los
gobiernos de México y Colombia preocupan al imperialismo y a las derechas
latinoamericanas.
Por esa razón el
pueblo debe prepararse para votar y elegir. Pero debe prepararse también para
defender sus triunfos. El de noviembre, será una jornada histórica, y
eventualmente el inicio de una movilización popular por asegurarlo que no dé
lugar a cuestionamientos ni reproches. Es la hora de la decisión, no de las
dudas.
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