Francisco Goya y Lucientes. El aquelarre |
El fin de semana se llevaron a cabo las esperadas elecciones municipales. ¿Cuáles son los datos que deja?
Primero, una altísima abstención; en segundo lugar, el triunfo de la derecha en municipalidades importantes del país, y especialmente de la RM; la superioridad de la NM en la elección de concejales frente a la derecha; la aparición de nuevos lideres y referentes, tanto en concejales como alcaldes en comunas emblemáticas como Macul y Valparaíso.
Ante este resultado, las
reacciones han sido profundamente destempladas. Ello, probablemente, por
la ansiedad que provoca la cercanía de la elección presidencial y parlamentaria
y el significado que todo el mundo le atribuyó a esta elección desde ese punto de vista.
En efecto, la elección municipal fue
puesta como un hito para definir lo que muchos llamaban “un cambio de rumbo”,
un “giro político” y términos por el estilo.
En resumidas cuentas, toda la alharaca en torno al resultado de las elecciones municipales, tiene su explicación en que debía haber determinado las condiciones en que todos los sectores políticos enfrentarían lo que resta del actual período presidencial y la fuerza que tienen para proyectarse.
En resumidas cuentas, toda la alharaca en torno al resultado de las elecciones municipales, tiene su explicación en que debía haber determinado las condiciones en que todos los sectores políticos enfrentarían lo que resta del actual período presidencial y la fuerza que tienen para proyectarse.
La derecha celebra el triunfo en
comunas importantes, como Punta Arenas, Santiago y Providencia pero omite que
en concejales apenas subió tres o cuatro puntos y que todavía está lejos del
cincuenta por ciento que necesitaría para disputar el gobierno en una próxima
elección presidencial.
Dichos triunfos se dan, como han
señalado dirigentes de la NM y del Gobierno, por desorden e indisciplina de la
coalición oficialista, errores en la conducción del gobierno y en su relación con la coalición. Pero también por una incapacidad de generar recambios y por el contrario, presentar candidatos deagastados, más identificados con la política de los años
noventa que dirigentes jóvenes y con
ideas nuevas; ex ministros, ex diputados o alcaldes octogenarios que iban
a la reelección.
Ciertamente Piñera aparece como el
articulador del supuesto triunfo y si como dice el viejo y conocido refrán “en el
país de los ciegos el tuerto es rey”, aparentemente, no tiene contendores de
peso en su sector. Para RN y la UDI ser los partidos más votados, es un balón
de oxígeno que probablemente los va a mantener unidos y con vida por un tiempo
más, pero es difícil predecir todavía lo que vaya a pasar con ellos.
En el caso de la NM, la
interpretación del resultado del domingo tiene que ver con las disputas por su
dirección en lo que resta del período de la presidenta Bachelet. Todo el coro
de liberales y viudas de la transición pactada se ha levantado para llamar al
orden; poner freno al ímpetu reformista, volver a la moderación, las reformas
bien hechas -o sea, inocuas- y dedicarse a administrar en lo que resta de este
gobierno.
Rossi, Walker, Zaldívar, Ottone y
Tironi; el conocido columnista de El Mercurio Carlos Peña, todos lo han hecho
con un entusiasmo que raya en la sobreactuación, considerando los resultados
del domingo.
Sin embargo, tampoco las fuerzas
de izquierda y más comprometidas con la implementación del programa y el éxito
del Gobierno de la Presidenta Bachelet ha logrado un triunfo que le permita
imponerse en la dirección del gobierno.
La explicación más probable está
en los ochocientos mil electores que no asistieron a las urnas. Es ese el
fenómeno que más debiera preocupar a los partidos, dirigentes sociales y
políticos comprometidos con los cambios. De hecho, su resultado en concejales
tampoco es bueno.
Esto es probablemente expresión de
un descontento que no tiene dirección política; de una desafección con la
institucionalidad vigente que no se expresa en objetivos ni propuestas y
que no se identifica con ninguno de los partidos de la NM.
El surgimiento de fuerzas y liderazgos políticos de izquierda fuera de la NM, como en el caso del triunfo del Movimiento Autonomista en Valparaíso es una excelente noticia. Pero tampoco logra capitalizar esta desafección y como en el resto del espectro político, esta elección debiera servirle para sacar conclusiones.
El surgimiento de fuerzas y liderazgos políticos de izquierda fuera de la NM, como en el caso del triunfo del Movimiento Autonomista en Valparaíso es una excelente noticia. Pero tampoco logra capitalizar esta desafección y como en el resto del espectro político, esta elección debiera servirle para sacar conclusiones.
De hecho, poco antes de la
elección, el académico de la Universidad de Chile, Carlos Ruiz E., se había
separado del sector del diputado Boric, precisamente por su apreciación de que
incursionar en la lucha política e institucional era un error o incluso una
deformación del proyecto autonomista original.
Claramente se equivocó a menos que pretenda seguir reuniéndose en pequeños círculos de intelectuales y de activistas sin capacidad de incidir en nada. En el caso del Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar, algo parecido, con el agravante de que lo hace en un lenguaje tan soez que se descalifica a sí mismo.
Entonces qué deja la elección municipal. Ciertamente un escenario de mucha dispersión. La expresión de un descontento vago y abstracto.
Un escenario peligroso ciertamente, de mucha incertidumbre a no ser que se le de una dirección. La que no es otra que la de completar las reformas pendientes de esta administración. En segundo lugar, la unidad de la izquierda y de todas las fuerzas comprometidas con dichos cambios: tanto la que está dentro como más allá de la NM.
Claramente se equivocó a menos que pretenda seguir reuniéndose en pequeños círculos de intelectuales y de activistas sin capacidad de incidir en nada. En el caso del Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar, algo parecido, con el agravante de que lo hace en un lenguaje tan soez que se descalifica a sí mismo.
Entonces qué deja la elección municipal. Ciertamente un escenario de mucha dispersión. La expresión de un descontento vago y abstracto.
Un escenario peligroso ciertamente, de mucha incertidumbre a no ser que se le de una dirección. La que no es otra que la de completar las reformas pendientes de esta administración. En segundo lugar, la unidad de la izquierda y de todas las fuerzas comprometidas con dichos cambios: tanto la que está dentro como más allá de la NM.
Interesante recabar en el por qué de la abstención. Votar por el menos malo, al parecer, ya va descartado por los electores. Que bien me parece, tienen dignidad.
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