Edgar Degas. Clase de danza en el Teatro de la Opera, 1872 |
En Chile estudian actualmente en el sistema
escolar formal más de tres millones y medio de niños y jóvenes. Poco menos de
un millón en la educación secundaria y más de dos millones y medio en la Educación
Básica. Es evidente la potencia que tiene un sistema de esta relevancia en la
política cultural de cualquier Estado.
Después
de la familia, es el primer acceso de los niños al saber, las tradiciones, la
cultura -entendida en un sentido amplio- y la historia de su comunidad, de su
sociedad. Es lo que expresa el curriculum escolar.
Desde
el año 1990, éste ha sido objeto de numerosas reformas y en
todas ellas, sin excepción, las áreas artísticas han disminuido su presencia en
los Planes de Estudio, tanto de la enseñanza básica como secundaria. En la
Educación Básica, concentrándola entre primero y cuarto, con dos horas
semanales de música y arte visual que van disminuyendo progresivamente de
quinto en adelante hasta llegar a dos de "educación artística" en 8°. Y dejándolas como asignaturas
optativas en la EM; de hecho, en la educación TP desaparece en 3° y 4° Medio.
La
implementación de las artes en la actividad escolar ha sido enfrentada de dos
maneras: la primera mejorar los programas, actualizando contenidos y objetivos
de aprendizaje en relación con las nuevas tecnologías, enfatizando el carácter
expresivo y de comunicación de las artes; introduciendo como parte de estos
contenidos, lenguajes ausentes hasta entonces del curriculum como el teatro y
la danza; el cine y el video.
Pero
hay un problema. A esos nuevos contenidos no se les asigna un tiempo en el Plan
de Estudios y por tanto, quedan en muy buenos programas que no se materializan
en la actividad escolar. Entonces, se ha tratado de compensar esta carencia, a
través de planes y programas "extracurriculares": los ACLE -al principio
de la reforma del año 95-; OKUPA y ACCIONA del CNCA; aumentando la oferta,
financiamiento y mejorando la gestión de instituciones como Matucana 100 o los
Talleres Balmaceda 1215; la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles.
De
los más de tres millones de estudiantes que hay en Chile, sin embargo, sólo
hasta los nueve años ellos tienen un acceso -precario por lo demás- a
estas manifestaciones de la cultura. De los diez años en adelante, ello depende
de la buena voluntad de algún sostenedor; del acceso a financiamientos por la
vía de las donaciones; del talento e intuición de buenos docentes y no de su
preparación académica lamentablemente.
Es
impresionante, sin embargo, como ministros de educación, de cultura,
autoridades regionales y parlamentarias y hasta presidentes de la república,
hablan de "calidad de la educación" sin tomarse la molestia siquiera
de mencionar datos tan brutales: que más de la mitad de nuestros niños y
jóvenes no tienen acceso a conocer el patrimonio cultural de su país y de la
sociedad; que no tienen derecho a imaginar, a crear, y a expresarse por medio
de los lenguajes artísticos.
Ello
sin considerar a los miles de talentos innatos que hay en escuelas y liceos
pobres de nuestro país pero que no tienen un profesor de arte, de música
o de teatro; una guitarra, una sala de pintura o más grave aún, una escuela
artística especializada en su comuna en la cual desarrollarlos, como opción
vocacional y hasta laboral.
El
arte, en buenas cuentas, está presente en el discurso de la institución escolar
y en las políticas públicas, como una ideología. Un adorno o discurso
legitimador de la exclusión; de la ignorancia y la desigualdad en el acceso y
disfrute de los bienes culturales.
Lamentablemente,
durante el actual período presidencial, pese a todos los cambios impulsados al
marco regulatorio de la educación privada con subvención estatal, la
disminución de las pruebas SIMCE, el impulso de la desmunicipalización escolar y la carrera docente,
en esta materia es poco, por no decir nada, lo que se avanzó. Será un próximo
gobierno quien tenga que hacerse cargo de ello.
No habrá una reforma completa
de nuestra educación y no se superará definitivamente la pesada herencia neoliberal de
abandono, pobreza y desigualdad de nuestra educación mientras así no se haga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario