lunes, 16 de enero de 2023

Juntos pero no revueltos

Pablo Picasso. Acróbata y joven arlequín. 1905



La Concertación sufrió su más estrepitosa derrota en las últimas elecciones presidenciales. Sacó apenas 815.563 votos -menos incluso que el inconcebible Parisi- número que parece un epitafio más que una esperanza.

Hubo, sin embargo, partidos de los que conformaron Nuevo Pacto Social -nombre con el que se presentó tras la candidatura de la senadora Yasna Provoste- que pese a la derrota y haciendo gala de su inveterado sentido de la ubicuidad y flexibilidad táctica -además de un sinuoso y poco elegante estilo- llegaron al gobierno, sin reflexión, autocrítica ni propuesta mediante.  

Esto es precisamente contra lo que la ciudadanía se ha pronunciado una y otra vez a través de las encuestas; contra lo que -pese a su mala memoria- se manifestaban los jóvenes el 2011 y que elevó a dirigentes como el actual Presidente de la República y buena parte de su generación a las posiciones de dirección en el gobierno y en el Parlamento.

Algunos de los veteranos y también algunos no tan viejos dirigentes de la ex Concertación harían bien en volver a leer un poquito más y si les da flojera, comer algunas pasas para refrescar la memoria. 

Embrollados por el resultado del 4 de septiembre, resultado que ni siquiera podrían reivindicar como propio pero gracias al que, en sus acomodaticias interpretaciones, creen haber llegado casualmente al mejor escenario posible para sus ñoñas concepciones del cambio político, deambulan de una posición política a otra. De ser parte del gobierno y aliados de la izquierda en ciertos casos a reivindicar una sosa autonomía que los coloca al borde de la indiferencia. 

Lagos, al menos, es oportunista de frente. Jamás pudo ocultar su íntima esperanza de que ganara el rechazo para proponerse a sí mismo, como lo ha hecho efectivamente, como redactor de la nueva constitución, en vez de los que él llama "los cuates".  

Esa concepción de la política que consiste, dada la ausencia de objetivos y de fines que impliquen una reforma estructural de la sociedad, en tratar de "achuntarle", tuvo nefastas consecuencias para el país y también para la propia Concertación, que se fue vaciando progresivamente de contenido transformador y también de militantes, especialmente de jóvenes. 

Sin embargo, algunos de sus viejos tercios, insisten en lo mismo. Acomodarse al escenario post plebiscitario renunciando a la reforma estructural -o a las "retroexcavadoras" que con tano entusiasmo reivindicaban hace algunos años- aun cuando eso implique poner en riesgo la unidad de las fuerzas progresistas y pavimentarle el camino a la derecha. 

¿Error de cálculo o simplemente renuncia a su vocación transformadora? Difícil de saber. Hay antiguos y experimentados dirigentes de la Concertación que se han manifestado sin ambigüedades por una sola lista para la elección de Consejeros Constitucionales y muy jóvenes parlamentarios de sus filas que han hecho gala de un oportunismo supino para exigir más responsabilidades en el gobierno mientras se manifiestan partidarios de ir en una lista aparte para la constituyente. 

El argumento de "ampliar la base de sustentación del gobierno" no resiste el menor análisis.¿ Ampliarlo hacia dónde? ¿Hacia un centro político que es protagonista de una progresiva pero inexorable dispersión y debilitamiento político y doctrinario que ha dado origen a los engendros más freak, como Amarillos por Chile, Demócratas y Centro social no se cuánto, etc.? La tendencia de estos sectores tributarios de un "centro" superado por los acontecimientos recientes, lamentablemente, es a favorecer a la derecha actuando como su testaferro -función en la que la senadora Ximena Rincón y el poeta hasta el mes pasado Cristian Warnkern se llevan todos los reconocimientos-.

No hay más alternativas que quedarse con la Constitución del 80 enchulada con fraseología social y un republicanismo vacuo o avanzar hacia una nueva Constitución democrática que configure un Estado Social y de Derechos, aun en medio de circunstancias más complejas y con una correlación de fuerzas menos favorable de la que había hace un par de años. La política no consiste en "achuntarle". Consiste en proponerse objetivos y actuar en consecuencia, movilizando todas las capacidades de las que dispone el pueblo para alcanzarlos, por exiguos que sean. 

No hay fórmulas de alquimista que puedan garantizar el éxito de las fuerzas populares y progresistas en este propósito. Solamente la unidad del pueblo, lo que significa hoy en día cerrar filas tras el gobierno del Presidente Boric y defenderlo del ataque oportunista e hipócrita de la derecha y la confección de una  lista única para consejeros constituyentes. Los aventureros que se arriesguen a ser la alternativa de la alternativa van a ser sobrepasados por la historia, como ya lo han sido otros en el pasado reciente. 

Todos los caminos propios han en los últimos veinte años, terminado en los más resonantes fracasos. La clave es la unidad aunque no es ciertamente una obligación sino un principio que se debe manifestar en una práctica concreta, so pena de ser pura beatería. Juntos pero no revueltos, ojalá hasta haber derrotado definitivamente a la derecha y tener una Constitución auténticamente democrática.  





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