jueves, 17 de mayo de 2018

¿Qué aporta la izquierda hoy en día?



 
Juan Dávila. El libertador Simón Bolívar. 1994


Actualmente, en la oposición al Gobierno de Piñera, conviven partidos que quedan de lo que fue la NM y los que conforman el FA. No hay un propósito compartido –ni siquiera coordinación, entre ellos-, excepto ocasionalmente, a nivel parlamentario y para ciertas acciones específicas.

Hay liberales y socialdemócratas; marxistas –más o menos ortodoxos- tanto en el FA como entre los partidos de la NM; autonomistas, cristianos, representantes de movimientos sociales y “ciudadanos”, partidos y movimientos políticos.

Lo único que tienen en común es haber perdido la elección presidencial frente a la derecha y algunas vagas consignas y reivindicaciones como el cambio de la Constitución y del sistema previsional.

Lo que las diferencia, en principio, es la radicalidad de las medidas con las que enfrentar y resolver esas reivindicaciones; métodos de trabajo y formas de organización; una diversa concepción de las alianzas para alcanzarlas; etc. aunque no diferencias -al menos no explícitas- respecto de los fines.

¿Cómo hacerlo? En realidad, no hay un plan, como –por ejemplo- sí lo hubo para derrotar a la dictadura. Por eso no hay oposición. Lo que hay es mucha dispersión. En ella, conviven posturas que suelen denominarse de centro; algunas que se autodefinen, como de centroizquierda y otras de izquierda.

Lo que caracteriza a la oposición es, pues, su opacidad e indeterminación, a no ser por símbolos, historia, tradiciones y formas de expresar su pensamiento cada organización.

En este contexto, ¿qué diferencia a la izquierda en el concierto de la oposición? ¿quién es la izquierda? Difícil determinarlo. Algunas ideas:

La lucha por la democracia en  esta nueva etapa que se abrió después del gobierno de la NM, no es ya la lucha contra los enclaves autoritarios, como se decía en los noventa o completar la transición, como se hizo del ’99 en adelante.

Es urgente llenar de contenido ese concepto de “democracia”.y oponerlo al sistema e institucionalidad vigente hoy en día. Pues la derecha, el militarismo, los violadores de DDHH, y los neoliberales de diversas denominaciones sostienen que la contenida en la Constitiución del 80 lo es, aunque sea -como ellos sostienen- “perfectible”.

La lucha por la recuperación y ampliación de los derechos económicos, sociales y culturales del pueblo, es parte de la lucha por la democracia, Se trata de un asunto que encuentra una última barrera en la Constitución y su concepción de dichos derechos y en el carácter subsidiario del Estado consagrado en ella.

La defensa de la Paz mundial, el principio de autodeterminación de los pueblos y de no injerencia de las potencias imperialistas, debiera ser uno de los elementos centrales de una política de izquierda, especialmente en un contexto en el que las invasiones, los bombardeos y las amenazas golpistas propiciadas por el imperialismo están a la orden del día nuevamente. 

Por el respeto y reivindicación de la diversidad cultural de nuestras sociedades. Lo que se encuentra amenazado por el resurgimiento de la xenofobia, el racismo, la homo y transfobia y otras formas de discriminación de tipo fascista, asociadas a los estereotipos culturales promovidos por el capitalismo y la globalización neoliberal, que entre otros motivos, justifican precisamente este tipo de prejuicios y actitudes políticas. 

Mientras existió el campo socialista, la izquierda -incluida aquella que era crítica de los estados socialistas de Europa del este- tuvo una referencia material a la cual apelar como alternativa de sociedad posible. 

Hoy en día, eso ya no es así y por esa razón, la lucha por el socialismo también adquiere un nuevo significado, en el que la profundización de la democracia es, como lo fue en el siglo XX, parte de la estrategia de construcción de una nueva sociedad. Será el pueblo el que dote de contenido esta idea de una nueva sociedad, en base a su propia experiencia de lucha por la conquista de sus derechos y los de futuras generaciones.

La profundidad de las modernizaciones neoliberales en el país es tanta; la dependencia del neoliberalismo criollo al capitalismo y a las empresas transnacionales; la concentración de la riqueza en unos pocos tan radical, que las contradicciones entre una ínfima minoría privilegiada y la inmensa mayoría de excluídos, explotados y discriminados se ha hecho cada vez más evidente y violenta, generando enormes movimientos de protesta social.

Pero precisamente por esa razón, la heterogeneidad, la riqueza de determinaciones y diferencias de este sujeto, que es el Movimiento Popular en la actualidad, es enorme y un desafío para la izquierda. Su composición,  el contenido de sus propuestas, su estrategia será tan amplia y diversa como éste y la envergadura de sus objetivos, tan grande como las injusticias del modelo.

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