lunes, 18 de noviembre de 2019

La prueba de fuego

Rene Magritte. Los amantes

Lo que ha venido después de la madrugada del 15 de noviembre, es incertidumbre y dispersión del campo opositor, incluidos partidos, organizaciones y movimientos sociales. 

La derecha, en cambio, se ordena poco a poco tras la defensa del acuerdo alcanzado esa  noche con partidos opositores. De EVOPOLI a la UDI.

En general, todos los análisis se han centrado en los contenidos dejando de lado el hecho irrebatible de que fue un balón de oxígeno para el gobierno que hasta ese momento caía en las encuestas de modo irremontable; aislado política y socialmente; sin capacidad de maniobra y parapetado en la defensa dogmática del modelo, aunque sin argumentos medianamente razonables.

Una coalición derechista dividida con evidentes signos de agotamiento y pérdida de legitimidad; un empresariado temeroso y que abandonaba al gobierno a su suerte en ese momento; con un discurso que, como siempre lo han hecho las clases dominantes, comenzaba a explotar ya su repertorio de chantajes, amedrentamiento y que amenazaba al país con las plagas bíblicas, por su osadía de haber cuestionado las sacrosantas leyes del dogma neoliberal. 

En ese preciso momento, se fragua el acuerdo y el gobierno y la derecha, logran un respiro, una tregua que les permite rearmarse y eventualmente, cambiar el escenario de confrontación de la calle a los pasillos del Congreso y los ministerios.

Es evidente, en todo caso, que quienes lo firmaron por la oposición no lo hicieron por las mismas razones. Los desprestigiados partidos de la antigua Concertaciòn, enredados en acuerdos con la derecha y posiciones de privilegio que estos les garantizan, sucumbió fácilmente a su chantaje  y acudió oportunamente a tirarle el salvavidas. 

Lo insólito es que una fuerza de izquierda emergente y con un promisorio futuro arriesgara todo su capital político y apareciera avalando las mismas prácticas y métodos, cuya critica le procurara tanta popularidad. 

El FA se la jugó ciertamente y en una especie de bautizo de fuego, apostó a capitalizar la situación descrita mediante la promesa de una nueva Constitución. ¿Error de cálculo? ¿inexperiencia o ingenuidad? Solo el tiempo y la experiencia lo dirán. 

Ello, pues incluso entre las grietas abiertas la madrugada del  15 de noviembre en su seno, se alojan posibilidades de reordenamiento del campo opositor. Son mas complejas ciertamente, pero no insuperables con audacia, decisión, inteligencia. Hay un pueblo movilizado y mucho mas atento a lo que hagan sus autoridades, las hayan elegido o no. 

Hay una agenda de reivindicaciones no resueltas por el acuerdo del 15 de noviembre y que son fuentes permanentes de conflictividad social, de critica y movilización contra el modelo. 

Una experiencia de lucha de cuatro semanas en que el pueblo ha madurado lo que se habría demorado décadas, en períodos de desarrollo normal. 

Si algo ha faltado, sin embargo, en estas semanas y que es precisamente una de las razones que posibilitaron este acierto momentáneo de la derecha y los neoliberales de todas las denominaciones, es la conexión de partidos políticos de izquierda con los organismos de masas, producto de su burocratizaciòn y alejamiento del pueblo. 

También del  discurso facilòn que explota la critica ramplona a los partidos políticos, que hoy por hoy, por poner solo un ejemplo, le pasa la cuenta al FA. 

Además, unidad de la izquierda, la que se encuentra en todo el país, que cruza a la sociedad en todas sus expresiones, que es diversa estética, política y culturalmente. 

En momentos decisivos de nuestra historia, en 1933, en 1973 o 1989, es precisamente cuando se ha puesto a prueba la capacidad de la izquierda y el movimiento popular. Esta prueba de fuego que nos pone la historia esta en pleno desarrollo todavía y no hay nada escrito sobre piedra. Depende de ella que se transforme nuevamente en una derrota del campo popular o el comienzo de una nueva historia. 






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