miércoles, 19 de mayo de 2021

Se abrirán las grandes alamedas


 

La renuncia del presidente de la DC, Fuad Chaín, en la Junta Nacional de su partido es la demostración más elocuente del ocaso definitivo de la democracia de los acuerdos. 

Es el acta de defunción que solamente viene a confirmar un proceso largo y paulatino de decadencia retrasado por el voluntarismo obtuso de su gestión a la cabeza del PDC. Su resultado en gobernadores, alcaldes y especialmente convencionales para la constituyente, representan el castigo a una gestión caracterizada por la afanosa búsqueda de un acuerdo imposible con la derecha, que generalmemte terminó en puras concesiones.

Aunque suene trillado decirlo a estas alturas, como decía Radomiro Tomic, cuando se gobierna con la derecha, es la derecha la que gobierna y eso el pueblo lo percibió claramente y lo castigó.

El otro finado ilustre es ciertamente el gobierno que de aquí a noviembre va a ser un zombie aun cuando haya muchas cuestiones por resolver, lo que considerando el presidencialismo radical de nuestro régimen político, en el que muchas de las soluciones dependen de la iniciativa del Ejecutivo, se puede avizorar desde ya un período corto pero turbulento.

En tercer lugar, y probablemente el más evidente, la coalición de partidos que lo sustenta. No habiendo pasado más de cuarenta y ocho horas de su estrepitosa derrota, sin embargo, este sector sigue defendiendo los dogmas de la doctrina neoliberal que la condujeron a la tumba.

Sigue amenazando con sus majaderas reservas de constitucionalidad frente a proyectos como el de impuesto a los súper ricos y royalty minero.

Habrá que ver si cumple su amenaza de llevar todo lo que no le gusta al TC, que a estas alturas no es, o no debiera ser, más que una pieza de museo.

Surge entonces, de entre las ruinas de Vamos por Chile, una nueva derecha más recalcitrante, más reaccionaria, más chusca, más violenta, representada por personajes tan bizarros como Tere Marinovic o Marcela Cubillos y que considerando el resultado de la secta de JAK, no es mucho más insignificante que el resto del sector. Evidentemente, los defensores de la democracia de los acuerdos como Lavín o Desbordes, se resisten a desaparecer, pero les está costando y muy probablemente, van a terminar siendo fagocitados por esta nueva derecha proto fascista.

El resultado no podría ser mejor ciertamente. Las fuerzas de izquierda han salido fortalecidas, incluyendo a una socialdemocracia que se diluye y se adapta a estas nuevas circunstancias o que está en proceso de hacerlo.

Los triunfos del PC en convencionales y concejales, alcaldías como la de Santiago y Lo espejo, así como el del FA en Viña del Mar y Maipú, el triunfo de un luchador social como Rodrigo Mundaca en la Gobernación de la región de Valparaíso, son excelentes noticias. Lo mismo el resultado de la Lista del Pueblo y el Partido Igualdad en comunas como Puente Alto y Peñalolén son claramente lo nuevo de la situación política.

Sin embargo, no es menos cierto que la izquierda debe lamentar la pérdida de importantes dirigentes sociales como el vocero de la Coordinadora NO+AFP, la Presidenta de la CUT o el presidente metropolitano del Colegio de Profesores. En cambio, surge del resultado del domingo un abigarrado panorama de liderazgos y representaciones sociales, que es ciertamente parte del campo popular y antineoliberal.

Probablemente la Convención será, o debiera serlo, el momento de síntesis.

Y no solamente por lo que pase en el transcurso de sus deliberaciones y votaciones, durante el cual además, se verá realmente qué significa ser “independiente” o “movimiento social”. Ello dependerá también de las luchas sociales y de masas que deberán darse en torno a cuestiones como el inefable reglamento de la Convención, impuesto por los derrotados del domingo y aceptado de muy buen grado por los partidarios de la democracia de los acuerdos, derrotados también el fin de semana.

La síntesis va a hacerse también en las luchas de masas que debieran desplegarse en torno a los salarios y las medidas para enfrentar la pandemia, caracterizadas hasta ahora, como decía hace un año el dirigente de la ANEF, compañero Caros Insunza, por la aplicación ortodoxa de la ley del embudo.

También en la lucha por la libertad de los presos de la revuelta y la reparación, juicio y castigo en los casos de violación a los DD.HH. que en ningún caso puede considerarse entra dentro de la lógica de lo posible o lo mínimo.

Para todo esto, se requiere la más amplia unidad de los vencedores. Las grandes Alamedas se están abriendo tras el ocaso de la democracia de los acuerdos. Todos caben excepto los neoliberales y quienes crean que es necesario algún tipo de acuerdo con la derecha para lograrlo, después de las históricas jornadas del fin de semana. 

 

 

 

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