lunes, 30 de agosto de 2021

La pandemia está pariendo una nueva escuela

               Julio Escamez, "Niños y girasoles" 

El PADEM es un instrumento de planificación de política pública local instaurada en el marco de la reforma educacional impulsada por el presidente Eduardo Frei R. en 1995. Su sentido era planificar la educación pública municipal con la participación de las comunidades. Sin embargo, a poco andar, se transformó en un ejercicio burocrático de adaptación de la oferta de educación municipal a la evolución de la matrícula modelada por las necesidades del mercado educativo. El resultado fue su transformación en la certificación política del cierre de escuelas públicas.  

El PADEM 2022 se da en condiciones excepcionalísimas. En efecto, se elabora en medio de la pandemia más prolongada y grave que hayamos vivido en un siglo y de un proceso de cambios estructurales partiendo por la elaboración de una nueva Constitución. La pandemia ha significado, en los hechos, la interrupción del servicio educativo en forma presencial por más de un año, lo que se ha traducido en que hay miles de estudiantes de los que no se sabe nada porque no asisten a clases on line, han dejado de ir a buscar materiales como guías y pruebas elaborados por sus maestros y maestras o incluso las ayudas de la JUNAEB porque están en cuarentena, se han cambiado de casa, trasladándose incluso de comuna y hasta de región. La mayoría de ellos en barrios pobres de las grandes ciudades; inmigrantes o chicos y chicas que habitan en zonas rurales del país. 

Todo ello hace que la matrícula seguramente va a sufrir más cambios que los que se dan en un contexto sanitario normal. La presunción de base del neoliberalismo educativo, que es la evolución de la matrícula producto de la desigual distribución de la calidad de la oferta educativa, yace entre los anaqueles y estanterías de Libertad y Desarrollo y el CEP pues las necesidades de las familias, producto de la pandemia, tienen que ver con el shock que ha significado para ellos la enfermedad; la pérdida del trabajo y de ingresos; la disgregación de la familia y la consecuente interrupción de lazos y entornos sociales y culturales; la muerte de familiares amigos y vecinos o vecinas. 

Por lo demás, el que los niños y niñas no hayan tenido escolarización, ha redundado en retraso de aprendizajes esenciales como la lectura y la escritura; hay otros que no han tenido culminación formal de sus ciclos ni licenciatura de octavo año y cuarto medio normal, por ejemplo. Las jefaturas de curso se han ejercido por whatsapp y ello ha significado que los límites entre la vida privada y la vida social de los miembros de la comunidad escolar se han borrado generando stress en asistentes de la educación, profesores, profesoras y sus familias; los equipos docentes se han reunido en forma telemática y las actividades escolares como conmemoraciones y efemérides no se han celebrado de manera regular. En una palabra, la comunidad no ha tenido una vida normal este año y medio y la cultura escolar está completamente alterada. 

La desmunicipalización de la educación pública, mientras tanto, se ha interrumpido no solamente por la pandemia y todo este dantesco panorama. Ha tenido dificultades porque el gobierno actual le ha puesto obstáculos, no entregando los recursos humanos y materiales necesarios y hasta podría presumirse que le ha sido bastante funcional en sus planes de hacerla desaparecer. El abandono que han denunciado valientemente alcaldes como la edil de Santiago Irací Hasler, cuando más se necesitaba el apoyo del Estado a las escuelas públicas, demuestran que la pandemia ha sido para el gobierno de Piñera, como el huracán Katrina para George Bush. 

Las políticas que ha implementado no dan cuenta de la emergencia sanitaria y la interrupción de las clases presenciales. Ha insistido en cambio en hacer como que todo fuera normal cuando es evidente que no lo es. Insiste con la aplicación del SIMCE y la evaluación docente introduciendo un nuevo factor de stress en el sistema, ya de por sí suficientemente stressado. Y lo que es peor, cuando todo el país está pendiente de lo que resuelva la Convención Constitucional acerca del rol del Estado en educación, por ejemplo el del Ministerio de Educación, de los nuevos Servicios Locales de Educación; la definición del Derecho a la Educación y el rol de las familias, qué se entiende por Libertad de Enseñanza etc. el Ministro Figueroa abandona olímpicamente sus obligaciones respecto de esta crisis probablemente como una manera de resolverlas por la vía de los hechos. 

Y pese a ello, logra zafar de la acusación constitucional, gracias a los votos de un grupo de parlamentarios de oposición rastreros.

Pero el pueblo no lo olvidará.  No. El pueblo necesita las escuelas y liceos públicos que han sido durante este año y medio, junto con los CESFAM y la red hospitalaria del servicio nacional de salud, el sostén que mantiene algo de la cohesión social que el neoliberalismo ha hecho trizas. Ello incluye ciertamente la campaña de vacunación de que tanto se jacta el gobierno como si fuera un mérito propio y no la obra de cientos de salubristas, entre ellos el ex presidente Allende, que lo construyeron. 

Por ello el Estado debe garantizar que todos los niños y niñas que lo requieran tengan una escuela a la que asistir; asistencialidad escolar para cubrir todas sus necesidades y las de las familias que lo requieran; un lugar de aprendizaje y socialización y no solamente para repasar la materia que no pudieron estudiar durante la interrupción de las clases presenciales. 

Para ello, por cierto, deben existir las escuelas y liceos públicos en todas las comunas del país. Lo mismo respecto de la recuperación de la matricula perdida, abriendo las escuelas para recibir a todos y todas, también a las familias que lo necesiten porque a falta de un Estado que se hiciera cargo de la emergencia sanitaria, muchas escuelas fueron el lugar al que acudir en momentos de necesidad. Porque en la escuela el pueblo se reúne, festeja, organiza la solidaridad y la asistencia mutua como históricamente lo ha hecho, algo que para la mentalidad clasista del ministro de educación y del gobierno es incomprensible. 

La asistencia a clases no se recuperará si convocamos a los estudiantes y sus familias a hacer lo mismo de siempre.Se debe contextualizar los aprendizajes pues la cultura y los saberes del curriculum no están flotando en el hiperuranio de las ideas, que es lo que parecen creer la derecha y el gobierno. No. Los contenidos del curriculum están en las prácticas cotidianas de las comunidades, en su historia y los resignifican diariamente por medio de su experiencia. 

Por ello, incentivar la asistencia sólo se logrará a través del fortalecimiento de las actividades de socialización, culturales, deportivas y de solidaridad entre vecinos y vecinas. 

Sólo una par de líneas para referirse al rol que en esta nueva escuela jugarán los docentes y los trabajadores u trabajadoras de la educación. Reconstrucción de comunidades docentes; atribuciones para los consejos de profesores y consejos escolares en la elaboración de los planes de recuperación de sus escuelas y menos asesorías técnicas externas, presión por el cumplimiento de metas y planes envasados, es lo que se necesita. 

El PADEM de este año que viene debería ser una especie de plan del emergencia, de reconstrucción, de recuperación de la vida, la esperanza y una comunidad escolar que sea protagonista de los cambios que vive el país en la actualidad. Tal como después del terremoto del año 38 el presidente Aguirre Cerda creó la CORFO impulsando no sólo la reconstrucción sino el desarrollo del país, la pandemia debiera ser la oportunidad para recuperar la educación pública del país sobre nuevas bases.

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