domingo, 15 de octubre de 2023

La ventaja de la derecha

 

Yacinthe Rigaud. Retrato de Luis XIV

La Comisión de Expertos terminó su trabajo sin lograr -como era previsible aunque no improbable por una cuestión exclusivamente lógica- acuerdos para corregir los excesos doctrinarios e ideologismos de la propuesta del Consejo Constitucional en el que la derecha ostenta la mayoría.

La única posibilidad de alcanzarlos descansaba en que ésta hiciera un cálculo político que la llevara a darles el visto bueno, temiendo que, por su radicalidad, por su clasismo y la filosofía intrínsecamente machista y autoritaria que la inspira, pudiera ser rechazada en diciembre. Algo de eso hubo en las expresiones iniciales de algunos de sus más conspicuos representantes, como Evelyn Matthei, candidata presidencial virtual del sector; también de sus concesiones en el borrador del Comité de Expertos.

Pero la clase tira. En efecto, primero en el Consejo Constitucional, la derecha tradicional actuó como vagón de cola de los republicanos y borró con el codo lo que escribió con la mano en el Comité de Expertos prestando sus votos para todas las modificaciones y propuestas de estos que negaban los acuerdos que suscribieron en el susodicho comité y que dejaron la propuesta peor, más clasista y más reaccionaria que la Constitución actual.

Prueba de ello es que, salvo un par de cosas, no hubo acuerdos en prácticamente ninguna cuestión relevante. Lo han dicho Alejandra Krauss de la DC; la presidenta del PS Pauina Vodanovic, los diputados Hirsch e Ibáñez; el presidente del PC Lautaro Carmona, dirigentes de la CUT, la ANEF, la FECH, colectivos feministas, etc.

La derecha, por cierto, ni corta ni perezosa y haciendo gala de su inveterado oportunismo, ya está llamando a aprobar en diciembre, obedeciendo dócilmente al gremio empresarial que ya se está poniendo medio nervioso y tiene ganas de cerrar de una vez por todas el capítulo constitucional y “devolver la certeza jurídica a los inversores”.   

Con esto, la derecha ya demostró que no está ni a medio metro con ningún acuerdo, excepto los que mantengan las cosas como están o incluso las empeoren. Lo que la derecha y la ultraderecha han hecho en el Consejo Constitucional y lo han reafirmado en el Comité de Expertos sin que a nadie aparentemente lo escandalizara, es constitucionalizar su ideología, identificándola con el “sentido común”. Por cierto, cuando la han machacado día y noche por treinta y cinco o cuarenta años y han contado con toda la fuerza del Estado y los medios de comunicación regalados a la empresa privada, para hacerlo, no es raro que se hayan convencido de que es efectivamente lo que siente y piensa el pueblo.

El problema es que esa búsqueda febril y voluntarista de llegar a acuerdos con ella o de demostrarle a alguien que es a la derecha la quien no le interesan, le ha dejado un amplio y cómodo espacio para hacer su política y acumular fuerzas para diciembre.

Ya con ocasión del plebiscito de la propuesta de la Convención Constitucional quedó claro el poder que significa ser clase dominante y de los partidos, los medios y todas las instituciones que la representan. Mal que le pese a muchos, la lucha de clases existe y fue descubierta no por los comunistas, sino por economistas liberales en el siglo XIX.

Eso es lo que se expresa en la actualidad con más radicalidad que nunca en muchos años, lamentablemente con una ventaja enorme para la que defiende sus privilegios y han dado una lucha sin concesiones por mantenerlos. Ya es hora de enfrentarla sin tantos rodeos.

 

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