miércoles, 22 de noviembre de 2023

¿Quién ganó en Argentina?

Max Beckmann. Bodegón con tres cráneos. 1945

 

El resultado de las elecciones presidenciales en la hermana República Argentina, no dejó indiferente a nadie. Todos los y las demócratas teníamos la esperanza, después de la primera vuelta, de que el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, derrotaría al ultraderechista y autodenominado "libertario", Javier Millei. 

Lamentablemente no fue así. Las razones van a ser materia de una larga y ojalá profunda reflexión de la izquierda y el progresismo. No para encontrar culpables o para justificar reproches autocompasivos. Ni para potenciar el oportunismo que suele abundar en las derrotas ni moralismos que alientan las visiones sobreideologizadas, sino para proponer una alternativa democrática y popular al país, a los pueblos de Chile. Una alternativa que represente no solamente deseos formados producto de décadas de neoliberalismo sino de los que provienen de la realidad concreta que éste ha producido, caracterizada por una brutal desigualdad, mercantizilización de la vida social; abuso y desequilibrios de poder en las relaciones entre las empresas y los consumidores; entre quienes detentan el poder político y manejan sus redes y los trabajadores y trabajadoras de a pie, denominados eufemísticamente “ciudadanos”.

Ello, sin embargo, al mismo tiempo que la riqueza y los avances científicos y tecnológicos producidos por nuestras sociedades, generan mejores condiciones que quizás nunca antes en la historia, para superarlas.

Para la derecha chilena en todo caso, tampoco pasó inadvertido. Las derechas latinoamericanas, cada vez más impredecibles producto de su ideologismo y desesperación, han sido presa fácil de los discursos protofascistas y las recetas facilonas de personajes como Trump, Bolsonaro o Millei. Ni cortos ni perezosos todos los partidos de la derecha chilena y sus líderes, corrieron a saludarlo. Desde EVOPOLI a los republicanos, todos han competido por hacerse ver cada cual más cercano al pseudolibertario, ignorando de modo vergonzoso sus posturas republicanas, su jerigonza civilista y moderada de antes, las que han quedado en evidencia como puro fariseismo tratándose de la defensa de un sistema que les ha granjeado prebendas y la posibilidad de enriquecerse hasta la obesidad a las grandes empresas que, como ha quedado demostrado una y otra vez, los financian. 

La primera pregunta que corresponde es, entonces, quién es realmente el ganador de las elecciones. Millei ha hecho anuncios de una política de ajuste brutal y sin anestesia, para el que se requiere una amplitud política que en principio tiene gracias al apoyo oportunista y de última hora de la derecha tradicional argentina, caracterizada por el mismo Millei como "la casta" o como parte de ella. El pacto de la vergüenza se selló en la casa que tiene el amigo de Piñera, Mauricio Macri, en Acassuso. 

El mismo Millei declaró en la ocasión que el verdadero objetivo, por esa razón, no era “la casta” sino el kirchnerismo, que desde hace veinte años aproximadamente desarrollaba un proyecto nacional y popular que había devuelto derechos a los trabajadores, restablecido la búsqueda de la verdad y la justicia en materia de DDHH; promovido la integración regional y dado impulso a la educación pública, hasta la desastrosa interrupción del gobierno de Macri, que le entregó a la Argentina al FMI a cambio de unos préstamos pantagruélicos que solamente lo beneficiaron a él y sus amigos, quienes actuaron simplemente como intermediarios para terminar devolviendo el dinero al sistema financiero, no sin antes o en el transcurso de las transferencias, haber cortado la cola.

Ahora vuelven al poder en la Argentina, con la pretensión de realizar una obra muy similar a la que realizó Pinochet en los años setenta en nuestro país. El resto de las clases dominantes de América Latina mira con curiosidad y esperanza lo que pasa en Argentina, para tal como aconteció entonces en todo el continente, derrotar a los proyectos progresistas. El mismo papel de articulador de los acuerdos de la derecha, aun cuando sea para ponerla de vagón de cola del fanatismo ultraliberal y autoritario, es el que cumple hoy por hoy Piñera, el más conspicuo representante de los especuladores y usureros que tienen cautiva a nuestra sociedad desde hace décadas.

Precisamente los ganadores de las últimas jornadas electorales en Argentina.


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