sábado, 21 de septiembre de 2024

Recabarren y las fiestas patrias

 

Israel Roa. 18 de Septiembre en el Parque Cousiño. 1953

Uno de los temas que el pensamiento y propaganda conservadora ha agitado con más pasión en contra de la izquierda desde sus orígenes, es el del patriotismo. En el proceso en contra de la Mancomunal de Tocopilla, en 1904, junto con las acusaciones de subversión y promover la deserción de los conscriptos por su posición antimilitarista, ya era parte del arsenal de acusaciones con las que se perseguía a Recabarren y a las que éste desarmaba con una profundidad de análisis y una denuncia que ponía de relieve el carácter crítico de su pensamiento y de su práctica periodística; como organizador y más tarde, como representante de los trabajadores en el Parlamento.

Con una notable profundidad, Recabarren en sus escritos de comienzos del siglo XX inscribe la historia de Chile en la totalidad del desarrollo histórico de la humanidad, demostrando una amplitud de miras que hacen aparecer además a la academia de su época, como provinciana e ingenua. En efecto, tal vez con la sola excepción de uno o dos antes que él, Recabarren presenta los sucesos de la Revolución emancipadora como objeto de  una interpretación y no como un puro hecho que explicaría la formación de la República como si se tratara de un acontecimiento único y definitivo.

Por esa razón, y con la modestia y la valentía intelectual del que se dirige a los propios y a los ajenos con propósitos diversos, dice en un escrito de 1905 publicado en El Proletario que “debemos alejarnos del fanatismo”, que es en su concepción de ese momento resultado de la influencia de las ideas dominantes, para buscar “la verdad”, “analizar la realidad” y asociando la seriedad al estudio de las razones de la desigualdad y la opresión, con el fin de alcanzar la verdadera emancipación. Su concepto del estudio de la historia no es, pues, la de un analista ni un ejercicio de mera erudición.

La vanguardia del pensamiento progresista que había sido el liberalismo durante el siglo XIX, compartía ciertamente esta misma idea de la historia, la literatura y el periodismo como instrumentos de lucha por la emancipación pero, como postula Recabarren en sus escritos de este período, para terminar legitimando una concepción abstracta que considera a la República como una obra concluida sin considerar sus propias contradicciones.

Contradicciones que por lo demás, subsisten hasta el día de hoy y que inscriptas en el “desarrollo” hipertrofiado que es el neoliberalismo, se han multiplicado en formas diversas, pero al mismo tiempo planteando su carácter inacabado y la necesidad de incluirlas en la obra de su realización. Para Recabarren se trata de la superación de la desigualdad y la realización de una auténtica libertad tareas ambas inseparables y que tienen que ver en su imaginario de este período con la emancipación de la clase trabajadora. Que no es por cierto la sola suma de todos los trabajadores pues en palabras de Marx que se proyectan como si fuera una distopia el futuro de las sociedades capitalistas, incluyen “Al médico, al jurista, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia” pues “los ha convertido en sus servidores asalariados”.

El patriotismo no es para Recabarren, por lo tanto, un problema en sí mismo sino tan solo en la medida que enmascara la verdad histórica, que está conformada no por un conjunto de acontecimientos sino por las contradicciones sociales y las aspiraciones de verdad, auténtica libertad, igualdad y leyes justas que el orden actual impide y respecto al cual la izquierda y los trabajadores representan su negación.


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