Antonio Berni. Manifestación, 1934 |
Una de las características de la izquierda desde
sus orígenes, es su consideración acerca del universalismo de los valores que
la inspiran. Más allá de fronteras de clase, nacionales y políticas,
estos son concebidos como organizadores de la vida social independiente de
circunstancias coyunturales.
Dicho principio incluye la diferencia interior,
su negatividad y su transformación, como los que explican su sentido político y
el que sean un factor de ampliación progresiva de las libertades y derechos de
los seres humanos. Por esa razón, son una continuación del cosmopolitismo
propio del pensamiento ilustrado y al mismo tiempo, la denuncia de su
historicidad y su condición de fundamento de diversas formas de discriminación
y genocidio.
Por esa razón, además, una de las
características de la política de la izquierda es la denuncia de los falsos
universalismos que presentan condiciones contingentes como si fueran
universales, las que dan origen a diversas formas de dominio y control
cultural, social y político. El clasismo, el machismo, el etocentrismo y todas
las formas de discriminación y exclusión se fundamentan en una falsa pretensión
de validez general de valores basada en condiciones coyunturales como la clase,
el género, la nacionalidad o la raza.
El internacionalismo por esta razón ha sido una
de las características que la distingue de la derecha, siempre o casi siempre
defensora de particularismos con pretensiones de universalidad, entre ellos un
chovinismo que ha sido fuente de guerras expansionistas, limpiezas étnicas,
sojuzgamiento de poblaciones enteras y violaciones a los Derechos Humanos
dentro de las fronteras nacionales por motivos de clase, ideológicos, de
género, etnia u orientación sexual, cuya manifestación más grotesca y la que lo
lleva hasta sus últimas consecuencias, es el fascismo.
Recabarren desde inicios del siglo XX, incluyó
el internacionalismo como parte de su pensamiento, práctica política y acción
como organizador. En sus conferencias y sus actividades cuando todavía militaba
en las filas del Partido Demócrata en Iquique y Tocopilla; promoviendo el
rechazo de las posiciones belicistas ante la Guerra en Europa en el Congreso
del POS en 1915; también la afiliación de la FOCH a la Internacional de
Sindicatos Rojos o PROFINTERN en su IV Convención, celebrada en Concepción en
1921 hasta culminar en la afiliación del POS a la III Internacional y su
transformación en PCCH.
Mientras el Partido Demócrata, en el que
militaba, discutía la posibilidad de afiliarse a la Internacional Socialista,
Recabarren asistía a su congreso en Bruselas con un informe redactado de su
puño y letra, buscando su incorporación, mientras junto a otros compañeros
suyos intentaba orientarlo en esa dirección, a instancias de sus aprendizajes
en el Partido Socialista Argentino. Recabarren en este sentido nutrió su
pensamiento y concepción política en la organización del movimiento obrero y la
izquierda latinoamericana, desde sus inicios.
Participó en la fundación del Partido Socialista
Internacional y luego Partido Comunista de Argentina; escribió en la prensa
obrera de ese país y participó en el Congreso de Unificación del movimiento
sindical, no como un observador foráneo sino como un activo representante de
los trabajadores del sector gráfico. Las experiencias obtenidas en su paso por
Europa antes y Argentina después, las va a incorporar a su teoría y práctica
política en Chile.
Según biógrafos e historiadores, comunistas y no
comunistas, el desenlace previsible de dicha práctica y de esas primeras
experiencias organizativas y de lucha de la izquierda chilena, pese a las
controversias y circunstacias que lo rodearon, fue la decisión del POS de
convertirse en PCCH, en su Congreso de Rancagua en 1922.
El internacionalismo para Recabarren, entonces, tuvo no solamente un
sentido de universalidad diversa que aspira a la ampliación de los derechos
humanos a partir de consideraciones éticas y filosóficas, sino que surgen
también del carácter contradictorio de la realidad social. Contradicciones
inmanentes del desarrollo local y nacional y de éste como manifestación de las
que agitan a la humanidad en momentos culminantes de la historia. De las
necesidades políticas de transformación social y política contingente, así como
del carácter de la totalidad histórica de la que son parte.
El internacionalismo de Recabarren debiera ser en
la actualidad un modelo para todos los que en América Latina asistimos al
momento en que el neoliberalismo periclita para dar paso al fascismo y la
guerra en todo el mundo.
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