viernes, 22 de agosto de 2025

Reformar la educación para democratizar la sociedad


Rafael Sanzio. La escuela de Atenas 1510-1511


Con la elección de Jeanatte Jara en las próximas elecciones presidenciales y el triunfo de la amplia coalición democrática que la respalda en las parlamentarias, es posible completar las expectativas de igualdad, dignidad y participación del pueblo y amplias mayorías sociales y nacionales. 

Como casi siempre, fueron los y las jóvenes estudiantes, los que les abrieron el camino y no es casualidad que así haya sido siempre. Ello, porque es en el sistema educacional, precisamente, donde se expresan las contradicciones sociales, moduladas por la cultura como un campo de batalla donde se enfrentan concepciones de mundo y valores que proviniendo de las que se viven en la familia, el barrio, la etnia, la nacionalidad y la clase de origen, entran en conflicto con las que predominan en la sociedad y la escuela, el liceo y la universidad recrean.  

Las luchas del movimiento estudiantil, unidas a las que el magisterio venía sosteniendo desde la dictadura militar, han abierto el camino a reformas que progresivamente, desde el año 2006, han ido cambiando su fisonomía. Primero la derogación de la LOCE y su reemplazo por la LGE, que elimina los conceptos más retrógrados del marco regulatorio de la educación pública, herencia de la Doctrina de la Seguridad Nacional; reconoce las modalidades educativas y a la Comunidad Escolar y sus derechos; y cambia la composición del Consejo Nacional de Educación. 

Luego de las históricas jornadas del 2011, se obtiene la derogación definitiva de la Ley General de Universidades, promulgada por la Junta Militar en 1981. Esta ley impedía la elección democrática de los rectores y la participación triestamental en los órganos colegiados de gobierno universitario, lo que es modificado recién en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet. 

Además, hizo posible la gratuidad de la educación superior y la eliminación del CAE, lo que se encuentra en su última fase de discusión legislativa por medio de la creación del FES, sistema de financiamiento de los estudios de pre grado que incluso favorecería a quienes no sean beneficiarios de la gratuidad y establece beneficios para los deudores del sistema antiguo. 

En el caso de la educación escolar, el legado del segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, es la regulación del sistema particular subvencionado, hasta entonces verdadero mercado persa en el que se aplicaba a la perfección eso de "socialización de las pérdidas y privatización de las ganancias" a través del más chabacano lasaiz faire, oculto tras la aplicación de un dudoso concepto clasista de libertad de enseñanza contenido en la Constitución actual y reforzado por la introducción del financiamiento compartido en los años noventa y que recién con la Ley de Inclusión se viene a corregir. 

En segundo lugar, la Nueva Educación Pública. Ésta crea un sistema único dependiente del mineduc a través de la Dirección de Educación Pública. Modifica su gobernanza a través de la creación de instancias intermedias conocidas como SLEP, las que reemplazarían a los municipios como responsables de su administración, gestión y dirección. 

Un futuro gobierno democrático y progresista debe concluir este ciclo de reformas comenzadas gracias a las luchas del movimiento estudiantil y las comunidades escolares y universitarias, modificando el  sistema de financiamiento de la educación escolar basado en una cuestionable antropología que sustenta una noción de la libertad que la reduce a la posibilidad de escoger, pero no de crear lo que exige condiciones materiales que las actuales políticas de financiamiento impiden.

En segundo lugar, la determinación de los grados de autonomía del nivel local del sistema nacional de educación pública. La dirección del sistema, sin duda, debe estar en el mineduc en términos curriculares y técnico pedagógicos, pero ampliando los márgenes de libertad para el nivel intermedio (los SLEP) y local (las escuelas) para desarrollar sus proyectos. Ello sólo sería posible si en lugar de ser una lista interminable de contenidos y objetivos, el curriculum se centra en las habilidades, que fue el sentido de la adaptación curricular durante la pandemia.

Finalmente, lo que algunos llaman el cambio de "paradigma educativo" o sea, responder la vieja pregunta ¿para qué nos sirve el sistema escolar? ¿para qué educamos? Ya es un lugar común decir que las novísimas tecnologías de la información y las redes sociales han puesto en tensión a la escuela y especialmente a sus docentes. Que fenómenos como la inclusión de estudiantes con necesidades educativas especiales; la inmigración y el reconocimiento de los derechos de las divergencias sexogenéricas han puesto en tensión a una escuela todavía organizada en torno a concepciones de los siglos XIX y XX. 

Pero estas siguen asemejándose más a las de nuestros padres que a la información y la forma en que nuestros niños, niñas y jóvenes la consumen en sus celulares y aparatos electrónicos. Que los discursos sobre el éxito, y los beneficios de la competencia no les dicen nada en relación con sus experiencias de fracaso para las cuales no los prepara; tampoco para la convivencia con la diversidad y la diferencia, mientras los clasifica por el resultado de las pruebas. 

El triunfo en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias, abre las puertas a una profunda transformación. Es a eso a lo que te le temen la derecha y los empresarios, todavía nostálgicos de la dictadura de Pinochet, como lo dejó claro el flamante vocero de Evelyn Matthei estos días. Oponerse a esta tendencia a la reforma del sistema educacional, la garantía segura de una nueva revolución pingüina, o un 2011. Se trata de una reforma cultural, la única que puede garantizar la consolidación de un sistema educacional moderno y democrático y uno de los que representa la posibilidad de contener el avance de las ideas fascistas que se ocultan tras la defensa de lo habitual, de lo conocido, es decir del sentido común. 

 

 

 

miércoles, 20 de agosto de 2025

Para que el pan no se queme en la puerta del horno

 

Paul Klee. Los peces mágicos. 1925



Después de dos años de correr sola, la derecha luego de la inscripción de todas las candidaturas, comienza realmente a competir con alguien por la carrera presidencial. La eterna promesa, Evelyn Matthei, exhausta, cae al tercer lugar, y Kast apenas rasguña en sus mismas encuestas de dudosa credibilidad el primero, incluso a veces quedando segundo y teniendo que posponer su triunfo a la segunda vuelta. Triste consuelo para explicar su incapacidad política y la impopularidad de sus recetas. 

Precisamente por eso, en esta etapa que resulta decisiva, va a hacer uso de todo el repertorio de trampas, mentiras y promesas pomposas, las mismas que usa su ídolo Donald Trump a falta de políticas realmente efectivas para resolver las necesidades del pueblo.

Para peor de males, solamente logró un pacto por omisión en un par de circunscripciones senatoriales, lo que le pone cuesta arriba el objetivo de lograr mayoría en el Parlamento. La lista de la derecha tradicional, con un elenco de viejos conocidos de la canción de los acuerdos, incluidos escombros de la concertación que solo salieron del closet con tal de obtener un par de cupos en ésta, va a tener que competir no con la izquierda, sino con sus vástagos ultra cuyo objetivo es reemplazarla.

El adversario realmente poderoso es la desinformación, el individualismo, la apatía y en especial, la incredulidad que afectan a extensas legiones de compatriotas, cansados de recetas demagógicas, incluidas las que disfrazadas con conceptos como “responsabilidad”, “realismo” y “moderación”, apenas logran seguir disimulando el favor que cada punto de crecimiento del PIB significa para los grandes capitales concentrados.

Una de las lecciones de Bolivia como lo demuestra el voto nulo y en blanco registrado en las últimas elecciones -que alcanzó el segundo lugar después del candidato ganador, Rodrigo Paz-  es precisamente que la derrota de la izquierda bien puede ser la incapacidad de encantar, de devolver al pueblo la fe en un proyecto transformador más que la capacidad de la derecha de convencerlo.

En ese sentido, la lucha en el plano ideológico se debe redoblar. La claridad para dirigirse al pueblo, que es uno de los atributos de la compañera Jeannette Jara, ponerse por delante de las explicaciones complicadas y supuestamente objetivas de la tecnocracia. Ampliar no sólo por arriba su base de apoyo, sumando a partidos y organizaciones nacionales sino a alcaldes y concejales, organizaciones vecinales, de usuarios, deudores, sindicatos y de colectivos por la defensa de los derechos de la mujer, las disidencias sexogenéricas y el medioambiente.

Conformar comandos en las comunas, en los lugares de trabajo, en escuelas y universidades, sin hegemonismos. Grupos de Whatsapp, usar formas como las de las protestas de 2011: acciones de arte, carnavales, cicletadas. Espacios donde convivan militantes de diferentes partidos, los de la coalición que apoya a Jeanette, tanto como los que haciéndolo no son parte de ésta. También independientes y dirigentes sociales, en igualdad de condiciones y con verdadera fraternidad.

Precisamente otra de las lecciones de Bolivia. No es solamente la falta de unidad, la que castigó el pueblo, sino la confrontación chabacana y agresiva que protagonizaron históricos dirigentes; el que los medios hegemónicos la personalizaran a tal punto que dejó de parecer una disputa por diferencias políticas para transformarse en una lucha de egos.

Las posibilidades de triunfar en noviembre y volver a hacerlo en la segunda vuelta que con toda probabilidad será la que defina el futuro de la elección presidencial y de obtener mayoría en el Parlamento, son altas. Pero como dice el viejo refrán, “en la puerta del horno se quema el pan”. La lucha contra la desinformación, la apatía, el individualismo y la incredulidad, la única garantía de que así no sea.


martes, 12 de agosto de 2025

Unidad del pueblo para vencer

José Venturelli. Madre e hijo. Dibujo, período 1970-80



Yo estimo que no hay otro remedio, en verdad, que tomar la ofensiva; de lo contrario seremos diezmados (...) Reaccionemos, pues, y levantemos sin temor la bandera de lucha, y propaganda, de manera que conquistemos en los comicios electorales el puesto que corresponde al pueblo y que hoy ocupa ilícitamente la oligarquía.

Luis Emilio Recabarren



El fin de semana que pasó, la senadora independiente Fabiola Campillai entregó su apoyo a la candidatura de Jeanette Jara a la Presidencia de la República. Un apoyo que viene a enriquecer la unidad de los que luchan por más democracia, más justicia social, más igualdad, más participación, más dignidad para el pueblo. 

Poco antes, lo habían hecho también los partidos de izquierda que no participan de alguna de las coaliciones de gobierno, como el Partido Igualdad, el Partido Popular e Izquierda Libertaria. La unidad del pueblo se abre paso abarcando, como no se veía desde las históricas jornadas del 2 y 3 de julio de 1986, desde la izquierda al PDC. Luego de éstas la dictadura se vio en la obligación de adelantar el itinerario constitucional de traspaso a un gobierno civil.  

La situación es crítica. En apariencia, todo funciona más o menos como corresponde excepto porque, en el fondo, la polarización política de la que hablan medios y opinólogos a partir del resultado de las encuestas -como si se tratara de una epidemia- da cuenta de que chilenos y chilenas no están dispuestos a votar nuevamente como lo venían haciendo en los últimos tres decenios a lo menos. 

Eso, lógicamente, despierta la inquietud del empresariado que ha adoptado un tono desembozadamente protagónico, saltándose a sus tradicionales representantes y abandonando su apariencia de neutralidad. Ello pues, haciendo gala de un agudo sentido de la realidad, percibe la posibilidad de perder el puesto que ha ocupado en la dirección de los asuntos públicos en los últimos años.  El interés nacional -el de la mayoría- fue reemplazado, en efecto, por el de los grandes empresarios de bancos y financieras; empresas que extraen los recursos que pertenecen a todos y todas para su propio beneficio; y los medios de comunicación hegemónicos que les sirven. 

La mayoría no es solamente un número. Hace alusión a los que producen, a los que crean; a los que trabajan y por lo tanto es una palabra que contiene mucho más que una cantidad. Contiene belleza, cultura, prosperidad; diversidad cultural, social y ecológica. Es la que debiera guiar, como pensaba Recabarren y por lo cual vivió y luchó, la dirección de las políticas públicas. Ya nadie se cree la teoría del chorreo, que a estas alturas no parece más que el eco de una canción pasada de moda pese al batallón de ricachones que salió en las últimas semanas a defender lo que "con tanto esfuerzo" lograron  durante la época de bonanza del neoliberalismo. 

Es la razón para que las fuerzas de izquierda y progresistas, una vez constituida su unidad más amplia, pasen a la ofensiva y se dispongan a ganar las próximas elecciones y ser gobierno para realizar las reformas que le devuelvan a la mayoría, al pueblo, a los pueblos de Chile, el lugar que les corresponde en la dirección de los asuntos del Estado. 

viernes, 1 de agosto de 2025

Notifcias falsas que parecen verdaderas

Sandro Boticcelli. La calumnia de Apeles. 1495



Los medios siempre han usado la manipulación como forma de conformar a la opinión pública. Las fake news, como se las conoce actualmente, son la expresión más burda de esta vieja función  de los sistemas de medios hegemónicos. Ello, como lo ha sufrido en carne propia la candidata derechista Evelyn Matthei, elevado a la millonésima potencia por medio de la IA y las redes sociales. 

Su decisión de interponer una acción legal en contra de sus responsables, a los que identificó entre las filas republicanas como autores de una campaña "asquerosa", fue seguida de una  ruin abidcación que solamente deja en evidencia la moral violenta que anima a la derecha y que en el mejor de los casos, es tolerado con una hipocresía similar a la que exhibió durante la dictadura militar a la que aplaudía por las desapariciones, las ejecuciones sumarias y la tortura o miraba para el lado. 

El progresismo no puede hacer lo mismo. Debe denunciar la mentira abiertamente, no comentarla ni buscarle explicaciones que solamente la excusan. En estos días de hecho, la conformación del comando de la candidatura de Jeanette Jara, y de la lista parlamentaria que la acompañaría en las jornadas de noviembre por construir una mayoría contundente para implementar un programa de transformaciones, ha sido objeto de toda clase de especulaciones y derechamente de mentiras flagrantes. 

Es natural que mientras la derecha se desangra en una guerra sin cuartel, ni muy amistosa ni muy decente, los medios serviles de los que dispone traten de minimizar, ocultar y finalmente dificultar el exitoso proceso de unidad de las fuerzas democráticas, que va desde el PDC hasta el PCCH. Algo inédito en nuestra historia repubicana. 

Su pretexto favorito ha sido el dirigente y luchador social, ex alcalde de Recoleta Daniel Jadue, a quien todavía no le perdonan haberse atrevido a enfrentar a las cadenas de farmacias, las inmobiliarias; haber abierto las escuelas y la cultura a la comunidad y demostrado que las lógicas de un mercado sin regulación es derrotable. Ello inventando trascendidos desde los tribunales, presentando hipótesis como hechos comprobados, ocultando los fallos que le han sido favorables y tratando de igualar su situación con la de conspicuos delincuentes condenados como Torrealba, Barriga, Reginato, Sabat, Nora Cuevas y una lista bastante extensa de alcaldes derechistas.  

Todos los días un titular, columnas de opinión, videos, fotografías y twits que por las redes sociales circulan a toda velocidad metiéndose en los aparatos y teléfonos de transeúntes desprevenidos que los consumen en la locomoción colectiva; en sus trabajos; y que luego son comentados con profusión en los matinales y noticieros de televisión. Todos, tratando de crear una apariencia de divisiones o de inventar pretextos para las diferencias al interior de la alienza de partidos que respalda a Jeannette Jara, maximizando las obvias en cualquier coalición diversa -de otro modo éstas no serían necesarias- con el fin de conseguir lo que por medio de las propuestas y el debate de ideas no puede. 

Hacer política sobre la base de estas noticias, es una irresponsabilidad frente a la sociedad que sólo alimenta incertidumbre, inquietud y crispación que favorece a las candidaturas reaccionarias. Hacerse eco de ellas una candidez que retrasa la constitución de comandos, dificulta la conversación con el pueblo y los trabajadores y dar seguridad de que es posible y necesario triunfar. 

La experiencia de procesos recientes como los de Ecuador, Brasil o Argentina, es que esta campaña de difusión de noticias falsas y de manipulación de la opinión pública se intensificará y probablemente será la forma privilegiada de la oligarquía gobernante conformada por industrias extractivistas, banqueros y prestamistas usureros; capitales de plataforma e industria de la entretención masiva, para resistir la implementación de su programa. No podemos hacer eco de las estupideces que nuestros adversarios difunden y con los que nos enfrentarán en el futuro.