martes, 7 de febrero de 2023

Proceso constituyente ¿Hacia dónde va?

Andy Warhol Campbell's Soup Cans, 1962




Ya están inscritas las listas para el Consejo Constitucional que va a terminar de redactar la nueva Constitución. La imagen que proyectan es la de una aparente dispersión. El rechazo  en tres listas y el apruebo en dos sin considerar una enorme apatía al respecto entre la población . 

Un primer antecedente importante a tomar en cuenta, es el agotamiento de Socialismo Democrático.

La decisión del PPD de ir con la DC y los radicales, demuestra que sectores que históricamente se ubicaron junto a los otros partidos de izquierda, se colocan voluntariamente en otro espacio político. Uno que ocupó en el pasado, y actualmente con enormes limitaciones y dificultades intenta ocupar, la DC. Se trata de un centro indefinido en lo político y lo doctrinario por ahora y con pretensiones reformistas que no dan cuenta de lo que el país demanda en la actualidad. 

Así las cosas, lo más probable es que la desaparición de este sector se siga profundizando y el PPD asimilándose en él, para terminar en posiciones más parecidas a lo que podría ser una centroderecha. Ni qué hablar de Amarillos y Demócratas, quienes han hecho ya ese recorrido mucho más velozmente. 

Esta lamentable circunstancia, en todo caso, le pone fin definitivamente a la Concertación o sepulta para siempre las pretensiones de quienes la añoraban.

 Como contrapartida, emerge una nueva izquierda constituida por los históricos partidos que la conformaron y nuevas agrupaciones surgidas en los últimos años, como resultado de fenómenos nuevos, propios de esta etapa del capitalismo, e incluso por las propias  transformaciones de la izquierda. 

Una izquierda en que se combinan viejas generaciones de luchadores que vienen de la Unidad Popular, la lucha contra la dictadura; contra la exclusión y la profundización de la desigualdad en los últimos treinta años, con generaciones de cuadros que provienen de las luchas del movimiento estudiantil; el subcoontrato; por la defensa del medioambiente y las disidencias sexogenéricas. 

Un segundo antecedente es que la lucha por la hegemonía en la derecha, se pospuso porque finalmente decidió -tal vez a contrapelo o a lo menos no por un acuerdo voluntario de todos quienes la conforman-  por hacer de la elección de consejeros la coyuntura apropiada para resolverla. La derecha tradicional lleva a un elenco de carcamanes que parece más bien un vestigio de los últimos treinta años -lo mismo que la lista en que van juntas la DC, los radicales y el PPD- que la proyección al futuro que promete una nueva Constitución. 

Republicanos y Partido de la Gente, por muy burdos que sean sus razonamientos y propuestas, representan en cambio fielmente el sentido común formado en ese mismo lapso de tiempo y por consiguiente, el producto cultural del neoliberalismo, no sólo su promesa. Mezcla de arribismo, fe en el emprendimiento individual, la competencia y el mercado, como promesa de un porvenir de prosperidad personal que se resume en el concpeto de "meritocracia", tienen aparentemente mucho mejores perspectivas.

La paradoja de la elección de consejeros constituyentes, es que tratándose de un combate entre el sentido común -la ideología dominante- y las aspiraciones de una sociedad por derechos y libertades garantizadas por la Constitución como expresión de un pacto social que incluya a todos y todas -resumidas en el concepto de "dignidad"- hasta ahora solamente genera desconfianza e indiferencia. 

Lucha que se da incluso en la intimidad de conciencias fracturadas por una ideología que ha hecho del consumo y la competencia, los comportamientos, los hábitos naturales de la convivencia social. Y por otra parte, unas aspiraciones por la igualdad, la justicia social y auténtica libertad que se expresan como estallidos sociales, luchas dispersas y esporádicas y que eventualmente sintetizaría una nueva Constitución, si es que el pueblo se sintiera realmente convocado y representado en el proceso constituyente, pese al corset que le puso el acuerdo de diciembre. 

La tarea no está fácil, pero sí menos complicada de lo que parecía hasta hace una semana atrás. La momentánea dispersión de la derecha; el decantamiento de las posiciones en la centroizquierda; la recuperación parcial de la iniciativa por parte del gobierno; la irrupción de nuevos cuadros y dirigentes en la lista a consejeros de la izquierda, son buenas noticias.

Pero no hay que confiarse. El fascismo asecha en todo el mundo; pero no es inevitable su triunfo. La reacción del pueblo peruano a la destitución del Presidente Castillo; el resultado del reféredum en Ecuador; haber detenido la intentona golpista en Brasil; la reconstitución de UNASUR son señales de que el fascismo es derrotable, como lo fue la dictadura. 

Pero para eso, es necesario llenar de contenido esas luchas; convocar al pueblo al proceso constituyente sobre la base de sus reivindicaciones más sentidas, demostrando unidad y consecuencia; "bajarse del ponny" y no volver a subestimar al pueblo y no confiarse en que la derecha, y especialmente la ultraderecha, no representan una alternativa de poder para Chile.


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