Honoré Daumier. El vientre legislativo. 1834 |
La propuesta de reforma al sistema político promovida por el senador socialista Alfonso De Urresti, no generó apoyos ni siquiera para ser discutida en la Comisión de Constitución del Senado, de la que es presidente. Ni en su partido, ni el resto de los que tienen representación parlamentaria, menos entre los que no la tienen. El propósito de la iniciativa, que contaba con la firma de parlamentarios de la UDI, RN y el PPD, en lugar de generar un clima de convergencia y acuerdo en el Congreso, logró lo contrario.
Dejando a un lado a los que calculadora en mano se oponen a ella, la senadora Claudia Pascual ha señalado correctamente el sentido regresivo que la propuesta tiene, por cuanto restringe el pluralismo del sistema político; y también lo burocrático del razonamiento que hay tras ella, en la medida que por medio de una medida administrativa pretende negar la realidad, llegando al absurdo de que debieran sancionarla los mismos a los que pretende limitar.
La realidad ya le ha dado un mentís archivándola hasta que haya mejor ánimo y votos para sacarla adelante, lo que va ser la razón para el muñequeo, las componendas y otras prácticas que son rechazadas por la población en la medida que no tienen que ver, como ha señalado la senadora Pascual, con sus demandas de pensiones decentes, salud y educación pública, mejores salarios y trato digno en el trabajo, el transporte público, la ciudad y los servicios.
Las conspiraciones palaciegas que se traman en el Congreso, poco tienen que ver con la sociedad real y por esa razón le son indiferentes, dejándolas en ridículo junto a sus autores, los que quedan como unos extravagantes. De esa circunstancia es perfectamente consciente JAK y su partido. Los que hoy en día parecen los outsiders en poco tiempo más podrían estar disputando efectivamente el protagonismo en los asuntos políticos y del Estado, como pasó en Argentina en las últimas elecciones. De ello, precisamente, da cuenta su intención reiteradamente declarada de competir en primera vuelta.
Ha ninguneado una y otra vez a Evelyn Mathei y a los partidos que la apoyan, dejando en claro frente a la opinión pública, que no tiene nada que ver con ellos pero ocultando oportunamente la comunidad de objetivos; los valores clasistas y reaccionarios y la visión del Estado y la Sociedad que comparten. Lo suyo es un refrito de lugares comunes, sentido común y beatería que conecta muy bien con la sensiblería y el sensacionalismo de los medios. La fortaleza de la ultraderecha, como lo ha señalado muy agudamente la ex presidenta Bachelet.
Esta indiferencia de la sociedad y la distancia sideral que la separa del sistema político, resultado de la aplicación por más de treinta años del sistema neoliberal, y que en el pasado le fue muy funcional, hoy en día se transforma en una bomba de tiempo; en la energía generada por las contradicciones de la sociedad, contenida por el sistema político y los medios de manipulación cultural de los que dispone, a punto de explotar permanentemente y buscando para ello los intersticios,las grietas por las cuales liberarse. Eso fue el 18 de octubre; también el resultado de las listas y candidatos independientes a la Convención Constitucional y en las últimas parlamentarias.
Es muy improbable que este intento prospere. Las únicas reformas que podrían hacerlo son aquellas que democraticen efectivamente el sistema político. En este caso incluso, sólo si van acompañadas de efectivas reformas estructurales en el plano económico y social. Incluso sectores del empresariado son conscientes de la necesidad de introducir reformas al modelo económico para, primero, recuperar dinamismo porque el sector privado y los puros automatismos del mercado no son capaces ni lo serán de hacerlo y luego, darle algo de legitimidad al sistema político.
Mejores salarios, restricción a las actividades privadas y recuperación de las capacidades y funciones del Estado en materia de provisión de servicios esenciales en los que el afán de lucro de los empresarios choca con el interés social y las necesidades de la población -y no sólo de los "vulnerables"-. La propuesta del senador De Urresti duró menos que un peo en un canasto. Es tal vez una oportunidad para repensar las urgencias que el país reclama.
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