Francisco Goya. Lo que puede un sastre, de la serie Los caprichos. 1797-98 |
Por estos días, el Presidente
argentino, Javier Millei, volvió a hacer noticia con su singular estilo
diplomático que consiste en repartir ofensas y acusaciones rimbombantes a sus
colegas de izquierda de otros países de América y en este caso, al Presidente
de España, Pedro Sánchez. Lo secundó en el medio local, en un tono más pacato
aunque no por ello menos ofensivo y soez, el candidato de derecha a la
Presidencia de la República José Kast.
En el caso del argentino, en una
parodia muy bien estudiada y diseñada, “afectando” incluso a la corona, primero
ignorada en su visita a España y luego, en las declaraciones del vocero de
Gobierno Manuel Adorni, atribuyéndole de modo escurridizo una influencia que
solamente sobrevive como un anacronismo posible por los acuerdos que dieron
origen a la transición española, pero ocultando las pretensiones restauradoras
de sus anfitriones ultraconservadores de Vox y presumiendo declarativamente ese
libertarismo de plástico que agita para la galería.
¿Qué significado puede tener esta
comedia? Si no fuera por la coyuntura política previa a las elecciones
paneuropeas; la participación de varios líderes de la ultraderecha del viejo
continente como Marine Le Pen, Víktor Orban y Giorgia Meloni e invitados de la
derecha latinoamericana y Europa del Este, así como la reivindicación de la
obra demoledora del derecho, las libertades y derechos de los argentinos y
argentinas de Millei, se podría interpretar sólo como una maniobra
propagandística.
También los guiños indisimulados
al referente del fascismo global Donald Trump; los furiosos discursos contra la
inmigración; la comunidad LGBTQ; sus incomprensibles e irracionales diatribas
en contra del socialismo y lo que llaman, demostrando su ignorancia y el
oscurantismo de su pensamiento, la "ideología de género" dan cuenta
de la vocación de poder y el significado histórico que tiene.
En efecto, el programa
oscurantista, excluyente y autoritario de la ultraderecha reunida en España, es
expresión de un fenómeno mucho más amplio y de repercusiones mucho más
profundas que un par de titulares en la prensa de la semana.
El experimento libertario de
Millei que tiene sumida a la Argentina en una profunda recesión, que en sus
delirantes razonamientos ha sido el exitoso resultado del combate a la
inflación, pavimenta el camino –tal como lo hizo Pinochet en Chile cuarenta
años antes que él, y como intentó hacerlo Menem en los noventa con resultados
desastrosos para el pueblo- a la reprimarización de su economía para terminar
entregándola a un puñado de especuladores nacionales y extranjeros que van a
vivir de las rentas.
Junto con ello, la destrucción
del tejido social y particularmente de los sindicatos y el movimiento de
trabajadores que, por cierto, es mucho más que las centrales actualmente
existentes y uno de los factores que explican la democracia argentina, es uno de
sus componentes fundamentales. También la persecución de la ciencia y el
pensamiento, que usando como pretexto las necesidades y carencias del pueblo
argentino, se expresa en brutales recortes a la educación pública, las universidades
y la cultura también, además de su negacionismo de las violaciones a los
Derechos Humanos.
Son todas necesidades de la obra
refundacional de un neoliberalismmo agónico que en su debacle solamente
encuentra en la destrucción de la democracia, el medioambiente y los derechos
de los trabajadores, trabajadoras y el pueblo, su única forma de sobrevivir o
al menos de garantizar el dominio del capital financiero y un par de ricachones
que viven a expensas del resto de la sociedad, en todo el mundo y para lo que
se juntaron en España y por lo cual aplauden a Millei.
Por eso, su discurso y propuestas
tienen ese tono emocional, propagandístico hasta la demagogia; y esa
característica de un esteticismo bravucón que le granjea epígonos en una
audiencia embrutecida por los medios. No se puede esperar razonamientos ni
lamentarse de la incapacidad de este neofascismo de reconocer acuerdos o
“consensos” pues es su negación tanto en el plano del pensamiento como en el de
la política práctica.
Acá en Chile, ya tienen a su
representante y un programa que consiste en la destrucción de los pequeños
avances que, contra su resistencia –la que ha contado con el oportuno y
solapado auxilio de la derecha tradicional- ha logrado el pueblo. No hay que
esperar muchas más pruebas -como las que espera Brunner-, para comenzar a
enfrentarlo sin eufemismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario