Ben Shahn. Sacco y Vanzetti. 1932 |
La cautelar de prisión preventiva que decretó la justicia
sobre el alcalde de Recoleta, compañero Daniel Jadue, pone en evidencia el
carácter de la situación política y lo radicalizadas que están las posiciones
en la derecha y los poderes constituidos sobre la base de una institucionalidad
espuria y cada vez más rechazada por la población.
En efecto, se trata no sólo de una medida desproporcionada,
tomando en consideración el peso de las pruebas expuestas por la fiscalía y las
que se han tomado en el caso de conspicuos alcaldes de derecha que incluso
escondían dinero en las paredes de sus casas, como los narcotraficantes, o
compraban joyas y osos de peluche con plata del Estado o emprendían faraónicas
obras sin ninguna justificación social ni financiera.
La siutiquería de defender la independencia de un poder
judicial puesto en el foco de las miradas sospechosas y desconfiadas de
ciudadanos y ciudadanas por el caso Hermosilla y la defensa de instituciones
cada vez más permeables al tráfico de influencias y la presión de grupos
empresariales, instituciones conservadoras y el poder político, apenas sirven
de cuña para salir del paso al morbo de medios serviles al poder del dinero y
los intereses empresariales.
Su propósito se conforma con tranquilizar las buenas
consciencias de consumidores cada vez más receptivos y dispuestos a repetir los
discursos facilones del tipo "caiga quien caiga", que solamente
ocultan a los auténticos corruptos, sus motivaciones y la gravedad de sus delitos
y sus consecuencias.
Ese es precisamente el problema que subyace a la prisión
del compañero Jadue. Un alcalde que ha hecho visibles en forma práctica y desde
situaciones concretas, fracturas del modelo; la desigualdad intrínseca sobre la
que se sostiene y la necesidad y también la posibilidad de contenerlas y de
limitar los pantagruélicos desequilibrios y deformaciones que genera el
neoliberalismo, con voluntad política y participación popular, sometido a una
medida ejemplarizadora para todos quienes osen transformar el modelo.
La prisión preventiva se le impone a Jadue justo en un
momento en que -pese a los esfuerzos y realizaciones del gobierno y a las que él
mismo aportó dejando en evidencia que son posibles y necesarias- dichas
contradicciones y desequilibrios sociales y culturales van presionando la
incapacidad del sistema político y la institucionalidad de resolverlas abriendo
paso a las que el pueblo a través de su movilización y sus luchas pueda
encontrar.
Siguiendo un guión más viejo que el hilo negro, calcado de
las ofensivas contra la izquierda que se han llevado a cabo en todo el
continente, la reacción ataca al gobierno, haciéndolo objeto de las más
delirantes acusaciones; bloqueando en el Parlamento –la institución más
desprestigiada y poco creíble, según todos los estudios de opinión, de nuestra desfalleciente
República- todas las reformas por las que fue electo y desatando un vendaval de
mierda, como postulaba el asesor fascista de Donald Trump Steve Bannon.
Efectivamente, el rechazo que provoca su actuación
gansteril; su acción obstaculizadora de toda reforma al sistema, así como su
defensa de las AFP y las ISAPRES, se manifiesta en los estudios de opinión y en
medio de su cuesta abajo en la rodada, trata de arrastrar a toda la sociedad. Golpea
a los que luchan por la transformación y contra el modelo neoliberal; y con un
instinto de clase muy agudo, a quienes demuestran que es posible y necesaria.
Finamente, esta historia no se resolverá en los tribunales,
sea cual sea el fallo que finalmente se adopte en esta causa. Es una batalla
más de las que protagoniza la sociedad para abrir paso a la superación
definitiva del modelo, frente a la posibilidad de un retroceso democrático que
tendría graves consecuencias para el pueblo.
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