viernes, 22 de agosto de 2025

Reformar la educación para democratizar la sociedad


Rafael Sanzio. La escuela de Atenas 1510-1511


Con la elección de Jeanatte Jara en las próximas elecciones presidenciales y el triunfo de la amplia coalición democrática que la respalda en las parlamentarias, es posible completar las expectativas de igualdad, dignidad y participación del pueblo y amplias mayorías sociales y nacionales. 

Como casi siempre, fueron los y las jóvenes estudiantes, los que les abrieron el camino y no es casualidad que así haya sido siempre. Ello, porque es en el sistema educacional, precisamente, donde se expresan las contradicciones sociales, moduladas por la cultura como un campo de batalla donde se enfrentan concepciones de mundo y valores que proviniendo de las que se viven en la familia, el barrio, la etnia, la nacionalidad y la clase de origen, entran en conflicto con las que predominan en la sociedad y la escuela, el liceo y la universidad recrean.  

Las luchas del movimiento estudiantil, unidas a las que el magisterio venía sosteniendo desde la dictadura militar, han abierto el camino a reformas que progresivamente, desde el año 2006, han ido cambiando su fisonomía. Primero la derogación de la LOCE y su reemplazo por la LGE, que elimina los conceptos más retrógrados del marco regulatorio de la educación pública, herencia de la Doctrina de la Seguridad Nacional; reconoce las modalidades educativas y a la Comunidad Escolar y sus derechos; y cambia la composición del Consejo Nacional de Educación. 

Luego de las históricas jornadas del 2011, se obtiene la derogación definitiva de la Ley General de Universidades, promulgada por la Junta Militar en 1981. Esta ley impedía la elección democrática de los rectores y la participación triestamental en los órganos colegiados de gobierno universitario, lo que es modificado recién en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet. 

Además, hizo posible la gratuidad de la educación superior y la eliminación del CAE, lo que se encuentra en su última fase de discusión legislativa por medio de la creación del FES, sistema de financiamiento de los estudios de pre grado que incluso favorecería a quienes no sean beneficiarios de la gratuidad y establece beneficios para los deudores del sistema antiguo. 

En el caso de la educación escolar, el legado del segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, es la regulación del sistema particular subvencionado, hasta entonces verdadero mercado persa en el que se aplicaba a la perfección eso de "socialización de las pérdidas y privatización de las ganancias" a través del más chabacano lasaiz faire, oculto tras la aplicación de un dudoso concepto clasista de libertad de enseñanza contenido en la Constitución actual y reforzado por la introducción del financiamiento compartido en los años noventa y que recién con la Ley de Inclusión se viene a corregir. 

En segundo lugar, la Nueva Educación Pública. Ésta crea un sistema único dependiente del mineduc a través de la Dirección de Educación Pública. Modifica su gobernanza a través de la creación de instancias intermedias conocidas como SLEP, las que reemplazarían a los municipios como responsables de su administración, gestión y dirección. 

Un futuro gobierno democrático y progresista debe concluir este ciclo de reformas comenzadas gracias a las luchas del movimiento estudiantil y las comunidades escolares y universitarias, modificando el  sistema de financiamiento de la educación escolar basado en una cuestionable antropología que sustenta una noción de la libertad que la reduce a la posibilidad de escoger, pero no de crear lo que exige condiciones materiales que las actuales políticas de financiamiento impiden.

En segundo lugar, la determinación de los grados de autonomía del nivel local del sistema nacional de educación pública. La dirección del sistema, sin duda, debe estar en el mineduc en términos curriculares y técnico pedagógicos, pero ampliando los márgenes de libertad para el nivel intermedio (los SLEP) y local (las escuelas) para desarrollar sus proyectos. Ello sólo sería posible si en lugar de ser una lista interminable de contenidos y objetivos, el curriculum se centra en las habilidades, que fue el sentido de la adaptación curricular durante la pandemia.

Finalmente, lo que algunos llaman el cambio de "paradigma educativo" o sea, responder la vieja pregunta ¿para qué nos sirve el sistema escolar? ¿para qué educamos? Ya es un lugar común decir que las novísimas tecnologías de la información y las redes sociales han puesto en tensión a la escuela y especialmente a sus docentes. Que fenómenos como la inclusión de estudiantes con necesidades educativas especiales; la inmigración y el reconocimiento de los derechos de las divergencias sexogenéricas han puesto en tensión a una escuela todavía organizada en torno a concepciones de los siglos XIX y XX. 

Pero estas siguen asemejándose más a las de nuestros padres que a la información y la forma en que nuestros niños, niñas y jóvenes la consumen en sus celulares y aparatos electrónicos. Que los discursos sobre el éxito, y los beneficios de la competencia no les dicen nada en relación con sus experiencias de fracaso para las cuales no los prepara; tampoco para la convivencia con la diversidad y la diferencia, mientras los clasifica por el resultado de las pruebas. 

El triunfo en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias, abre las puertas a una profunda transformación. Es a eso a lo que te le temen la derecha y los empresarios, todavía nostálgicos de la dictadura de Pinochet, como lo dejó claro el flamante vocero de Evelyn Matthei estos días. Oponerse a esta tendencia a la reforma del sistema educacional, la garantía segura de una nueva revolución pingüina, o un 2011. Se trata de una reforma cultural, la única que puede garantizar la consolidación de un sistema educacional moderno y democrático y uno de los que representa la posibilidad de contener el avance de las ideas fascistas que se ocultan tras la defensa de lo habitual, de lo conocido, es decir del sentido común. 

 

 

 

miércoles, 20 de agosto de 2025

Para que el pan no se queme en la puerta del horno

 

Paul Klee. Los peces mágicos. 1925



Después de dos años de correr sola, la derecha luego de la inscripción de todas las candidaturas, comienza realmente a competir con alguien por la carrera presidencial. La eterna promesa, Evelyn Matthei, exhausta, cae al tercer lugar, y Kast apenas rasguña en sus mismas encuestas de dudosa credibilidad el primero, incluso a veces quedando segundo y teniendo que posponer su triunfo a la segunda vuelta. Triste consuelo para explicar su incapacidad política y la impopularidad de sus recetas. 

Precisamente por eso, en esta etapa que resulta decisiva, va a hacer uso de todo el repertorio de trampas, mentiras y promesas pomposas, las mismas que usa su ídolo Donald Trump a falta de políticas realmente efectivas para resolver las necesidades del pueblo.

Para peor de males, solamente logró un pacto por omisión en un par de circunscripciones senatoriales, lo que le pone cuesta arriba el objetivo de lograr mayoría en el Parlamento. La lista de la derecha tradicional, con un elenco de viejos conocidos de la canción de los acuerdos, incluidos escombros de la concertación que solo salieron del closet con tal de obtener un par de cupos en ésta, va a tener que competir no con la izquierda, sino con sus vástagos ultra cuyo objetivo es reemplazarla.

El adversario realmente poderoso es la desinformación, el individualismo, la apatía y en especial, la incredulidad que afectan a extensas legiones de compatriotas, cansados de recetas demagógicas, incluidas las que disfrazadas con conceptos como “responsabilidad”, “realismo” y “moderación”, apenas logran seguir disimulando el favor que cada punto de crecimiento del PIB significa para los grandes capitales concentrados.

Una de las lecciones de Bolivia como lo demuestra el voto nulo y en blanco registrado en las últimas elecciones -que alcanzó el segundo lugar después del candidato ganador, Rodrigo Paz-  es precisamente que la derrota de la izquierda bien puede ser la incapacidad de encantar, de devolver al pueblo la fe en un proyecto transformador más que la capacidad de la derecha de convencerlo.

En ese sentido, la lucha en el plano ideológico se debe redoblar. La claridad para dirigirse al pueblo, que es uno de los atributos de la compañera Jeannette Jara, ponerse por delante de las explicaciones complicadas y supuestamente objetivas de la tecnocracia. Ampliar no sólo por arriba su base de apoyo, sumando a partidos y organizaciones nacionales sino a alcaldes y concejales, organizaciones vecinales, de usuarios, deudores, sindicatos y de colectivos por la defensa de los derechos de la mujer, las disidencias sexogenéricas y el medioambiente.

Conformar comandos en las comunas, en los lugares de trabajo, en escuelas y universidades, sin hegemonismos. Grupos de Whatsapp, usar formas como las de las protestas de 2011: acciones de arte, carnavales, cicletadas. Espacios donde convivan militantes de diferentes partidos, los de la coalición que apoya a Jeanette, tanto como los que haciéndolo no son parte de ésta. También independientes y dirigentes sociales, en igualdad de condiciones y con verdadera fraternidad.

Precisamente otra de las lecciones de Bolivia. No es solamente la falta de unidad, la que castigó el pueblo, sino la confrontación chabacana y agresiva que protagonizaron históricos dirigentes; el que los medios hegemónicos la personalizaran a tal punto que dejó de parecer una disputa por diferencias políticas para transformarse en una lucha de egos.

Las posibilidades de triunfar en noviembre y volver a hacerlo en la segunda vuelta que con toda probabilidad será la que defina el futuro de la elección presidencial y de obtener mayoría en el Parlamento, son altas. Pero como dice el viejo refrán, “en la puerta del horno se quema el pan”. La lucha contra la desinformación, la apatía, el individualismo y la incredulidad, la única garantía de que así no sea.


martes, 12 de agosto de 2025

Unidad del pueblo para vencer

José Venturelli. Madre e hijo. Dibujo, período 1970-80



Yo estimo que no hay otro remedio, en verdad, que tomar la ofensiva; de lo contrario seremos diezmados (...) Reaccionemos, pues, y levantemos sin temor la bandera de lucha, y propaganda, de manera que conquistemos en los comicios electorales el puesto que corresponde al pueblo y que hoy ocupa ilícitamente la oligarquía.

Luis Emilio Recabarren



El fin de semana que pasó, la senadora independiente Fabiola Campillai entregó su apoyo a la candidatura de Jeanette Jara a la Presidencia de la República. Un apoyo que viene a enriquecer la unidad de los que luchan por más democracia, más justicia social, más igualdad, más participación, más dignidad para el pueblo. 

Poco antes, lo habían hecho también los partidos de izquierda que no participan de alguna de las coaliciones de gobierno, como el Partido Igualdad, el Partido Popular e Izquierda Libertaria. La unidad del pueblo se abre paso abarcando, como no se veía desde las históricas jornadas del 2 y 3 de julio de 1986, desde la izquierda al PDC. Luego de éstas la dictadura se vio en la obligación de adelantar el itinerario constitucional de traspaso a un gobierno civil.  

La situación es crítica. En apariencia, todo funciona más o menos como corresponde excepto porque, en el fondo, la polarización política de la que hablan medios y opinólogos a partir del resultado de las encuestas -como si se tratara de una epidemia- da cuenta de que chilenos y chilenas no están dispuestos a votar nuevamente como lo venían haciendo en los últimos tres decenios a lo menos. 

Eso, lógicamente, despierta la inquietud del empresariado que ha adoptado un tono desembozadamente protagónico, saltándose a sus tradicionales representantes y abandonando su apariencia de neutralidad. Ello pues, haciendo gala de un agudo sentido de la realidad, percibe la posibilidad de perder el puesto que ha ocupado en la dirección de los asuntos públicos en los últimos años.  El interés nacional -el de la mayoría- fue reemplazado, en efecto, por el de los grandes empresarios de bancos y financieras; empresas que extraen los recursos que pertenecen a todos y todas para su propio beneficio; y los medios de comunicación hegemónicos que les sirven. 

La mayoría no es solamente un número. Hace alusión a los que producen, a los que crean; a los que trabajan y por lo tanto es una palabra que contiene mucho más que una cantidad. Contiene belleza, cultura, prosperidad; diversidad cultural, social y ecológica. Es la que debiera guiar, como pensaba Recabarren y por lo cual vivió y luchó, la dirección de las políticas públicas. Ya nadie se cree la teoría del chorreo, que a estas alturas no parece más que el eco de una canción pasada de moda pese al batallón de ricachones que salió en las últimas semanas a defender lo que "con tanto esfuerzo" lograron  durante la época de bonanza del neoliberalismo. 

Es la razón para que las fuerzas de izquierda y progresistas, una vez constituida su unidad más amplia, pasen a la ofensiva y se dispongan a ganar las próximas elecciones y ser gobierno para realizar las reformas que le devuelvan a la mayoría, al pueblo, a los pueblos de Chile, el lugar que les corresponde en la dirección de los asuntos del Estado. 

viernes, 1 de agosto de 2025

Notifcias falsas que parecen verdaderas

Sandro Boticcelli. La calumnia de Apeles. 1495



Los medios siempre han usado la manipulación como forma de conformar a la opinión pública. Las fake news, como se las conoce actualmente, son la expresión más burda de esta vieja función  de los sistemas de medios hegemónicos. Ello, como lo ha sufrido en carne propia la candidata derechista Evelyn Matthei, elevado a la millonésima potencia por medio de la IA y las redes sociales. 

Su decisión de interponer una acción legal en contra de sus responsables, a los que identificó entre las filas republicanas como autores de una campaña "asquerosa", fue seguida de una  ruin abidcación que solamente deja en evidencia la moral violenta que anima a la derecha y que en el mejor de los casos, es tolerado con una hipocresía similar a la que exhibió durante la dictadura militar a la que aplaudía por las desapariciones, las ejecuciones sumarias y la tortura o miraba para el lado. 

El progresismo no puede hacer lo mismo. Debe denunciar la mentira abiertamente, no comentarla ni buscarle explicaciones que solamente la excusan. En estos días de hecho, la conformación del comando de la candidatura de Jeanette Jara, y de la lista parlamentaria que la acompañaría en las jornadas de noviembre por construir una mayoría contundente para implementar un programa de transformaciones, ha sido objeto de toda clase de especulaciones y derechamente de mentiras flagrantes. 

Es natural que mientras la derecha se desangra en una guerra sin cuartel, ni muy amistosa ni muy decente, los medios serviles de los que dispone traten de minimizar, ocultar y finalmente dificultar el exitoso proceso de unidad de las fuerzas democráticas, que va desde el PDC hasta el PCCH. Algo inédito en nuestra historia repubicana. 

Su pretexto favorito ha sido el dirigente y luchador social, ex alcalde de Recoleta Daniel Jadue, a quien todavía no le perdonan haberse atrevido a enfrentar a las cadenas de farmacias, las inmobiliarias; haber abierto las escuelas y la cultura a la comunidad y demostrado que las lógicas de un mercado sin regulación es derrotable. Ello inventando trascendidos desde los tribunales, presentando hipótesis como hechos comprobados, ocultando los fallos que le han sido favorables y tratando de igualar su situación con la de conspicuos delincuentes condenados como Torrealba, Barriga, Reginato, Sabat, Nora Cuevas y una lista bastante extensa de alcaldes derechistas.  

Todos los días un titular, columnas de opinión, videos, fotografías y twits que por las redes sociales circulan a toda velocidad metiéndose en los aparatos y teléfonos de transeúntes desprevenidos que los consumen en la locomoción colectiva; en sus trabajos; y que luego son comentados con profusión en los matinales y noticieros de televisión. Todos, tratando de crear una apariencia de divisiones o de inventar pretextos para las diferencias al interior de la alienza de partidos que respalda a Jeannette Jara, maximizando las obvias en cualquier coalición diversa -de otro modo éstas no serían necesarias- con el fin de conseguir lo que por medio de las propuestas y el debate de ideas no puede. 

Hacer política sobre la base de estas noticias, es una irresponsabilidad frente a la sociedad que sólo alimenta incertidumbre, inquietud y crispación que favorece a las candidaturas reaccionarias. Hacerse eco de ellas una candidez que retrasa la constitución de comandos, dificulta la conversación con el pueblo y los trabajadores y dar seguridad de que es posible y necesario triunfar. 

La experiencia de procesos recientes como los de Ecuador, Brasil o Argentina, es que esta campaña de difusión de noticias falsas y de manipulación de la opinión pública se intensificará y probablemente será la forma privilegiada de la oligarquía gobernante conformada por industrias extractivistas, banqueros y prestamistas usureros; capitales de plataforma e industria de la entretención masiva, para resistir la implementación de su programa. No podemos hacer eco de las estupideces que nuestros adversarios difunden y con los que nos enfrentarán en el futuro.


 

domingo, 27 de julio de 2025

Optimismo y realidad para hacer posible otro Chile


José Venturelli. Mujer y niño. 1988


Puede ser exceso de optimismo, pero da la impresión de que está empezando una coyuntura en que es posible reivindicarse de tanta postergación. Por muchos motivos. Pero fundamentalmente dos. El primero y más evidente son los cambios políticos a nivel doméstico, por llamarlos de algún modo. El tema es más amplio y más profundo que la posibilidad que contiene el que por primera vez desde que se acabó la dictadura, la izquierda histórica encabece una opción presidencial incluso con posibilidades de ganar. 

Eso entre comillas. Incluso esa posibilidad es secundaria, aunque se diera. Por el momento, la candidatura de Jeannette Jara no es todavía un movimiento. Así como están las cosas, la primaria podría interpretarse no más que como una encuesta grande y las elecciones de noviembre podrían serlo también. Es como si el programa de las diversas candidaturas tanto a la presidencia como al parlamento, fuera secundario o en el peor de los casos estuvieran vacías de contenido o el contenido que tienen no alcanzara como para conformar un Sujeto o lo que entendemos desde hace como doscientos años, por tal. 

Lo que prima es un sentimentalismo superficial muy difícil de explicar y al cual dar dirección. Por eso los comportamientos sociales o de las masas son tan impredecibles. 

Entonces, uno se pregunta ¿Cómo explicar el resultado de la primaria? Según análisis superficiales y en muchos casos, tendenciosos y de un anticomunismo sibilino, por la capacidad de los partidos. Pero según todos los análisis y los estudios de opinión pública, los partidos son débiles, tienen escaso poder de convocatoria y legitimidad. En un porcentaje mínimo, efectivamente las máquinas partidarias funcionaron y podrían haber tenido alguna incidencia por muchos esfuerzos que hayan hecho y loables que hayan sido.

Lo que realmente se manifestó en la primaria oficialista y lo sigue haciendo en las encuestas, es un estado de ánimo de las masas, de cansancio, de molestia y que se identificó con Jeanette Jara porque como muchos señalan también, el pueblo se vio en ella. Contra eso, Carolina Tohá ni ninguno de los nostálgicos del centro y la política de los acuerdos, podía hacer mucho más, porque el “liberalismo social”, “la tercera vía” o “la medida de lo posible” tienen ninguna conexión con la realidad, y quedaron en evidencia como lo que son: pura ideología. 

Sin embargo, ese estado de ánimo, esa emoción, así como un día está acá, al otro está allá. Todo el mundo dijo el 18 de octubre: "no lo vieron venir". La situación política es, sigue siendo, volátil. Efectivamente hay condiciones, condiciones excelentes para construir y avanzar mucho más que en cualquier otra oportunidad, partiendo por la candidatura de Jeannette Jara y el enorme nivel de respaldo que concita, tanto social como políticamente. 

En segundo lugar, habría que agregar la crisis que aparentemente le está estallando en la cara a la ultraderecha republicana y las dificultades de sus epígonos y seguidores en América Latina para consolidarse como alternativa en el largo plazo. Las bravuconadas de Trump han fortalecido a Lula y también a Claudia Scheinbaum y no  concuerdan con la demagogia “libertaria” de Milei o de Kast –que fue el único político chileno que lo felicitó por las alzas de aranceles-. Han tenido, además, una respuesta sobria pero contundente del gobierno chino, que  lo tienen dando una demostración de comportamiento errático en política internacional y sin logros que exhibir en política interna, que prometía antes de asumir podría resolver al día siguiente de hacerlo. 

Todo un inesperado cambio, aparentemente. Este cambio -coyuntural o de largo plazo- puede implicar cambios también en el elenco. Si como presumen cientistas sociales, periodistas e historiadores de diverso signo ideológico, los partidos están tan debilitados y sus relaciones con la sociedad tan fracturados, es posible que haya un relevo de estos. También la formación de un nuevo sindicalismo, por ejemplo. De algún nuevo tipo de movimiento social, otros partidos o una nueva alianza de partidos que se haga cargo de esto. La reciente decisión de la Junta Nacional del PDC es una muestra de esto tal vez.

Para la izquierda representada por el PCCH, Acción Humanista y el FA, que fue el núcleo de la candidatura del Presidente Boric, la urgencia de fortalecer su unidad política, programática y social, desde territorios, organismos sociales y de masas; luchas por la democracia, contra las exclusiones de diverso signo y la justicia social que convoquen, como de hecho ha sido, a otros a fortalecer la unidad del pueblo.

martes, 22 de julio de 2025

¿A qué le temen los empresarios?

 

Honoré Daaumier. La manifestación.1860

El fin de semana que pasó, El Mercurio publicó una carta de un grupo de ciento sesenta empresarios y profesionales -afines al sector al que se dirige- conminando a los candidatos de derecha a ponerse de acuerdo en un programa y una lista parlamentaria para enfrentar las elecciones de noviembre. Dicha carta no puede ser más explícita, partiendo por su título "Carta abierta a José Antonio Kast, Evelyn Matthei, Johannes Kaiser y a los dirigentes y candidatos al congreso de la oposición al gobierno". 

Es la primera vez, desde el retorno a la democracia en 1990, que los empresarios son tan explícitos para intervenir en política contingente y señalar sus preferencias. Siempre habían usado un lenguaje elusivo, disimulado sus inclinaciones y hecho propuestas usando una retórica aparentemente neutral. Privilegiando, además, los aportes discretos, las cenas y los eventos académicos en el CEP o el Instituto Libertad y Desarrollo, en los que siempre participaban dirigentes y cuadros técnicos cercanos a los partidos de la extinta Concertación de Partidos a la Democracia, para darles esa apariencia de neutralidad. 

Pero esta vez, y dada la gravedad de la coyuntura, el grupo de empresarios y ex ministros de Piñera prefirió ir directo al grano y hacerlo públicamente. Dicha conducta deja entrever un sentido de urgencia y una radicalidad pocas veces vista en los últimos cincuenta años. Utilizando un tono apocalíptico, le lee la cartilla al sector en un formato que se mueve entre la invocación y el emplazamiento.

Muy similar al tono usado por Pinochet en muchas ocasiones diciendo “Yo el caos”. Cualquier observador medianamente objetivo, puede darse cuenta de lo desmedido de dicha alternativa; de que el país no está al borde del abismo de hordas de inmigrantes que, como los hunos en el Imperio Romano, asolan las fronteras; o de afirmar que el país está al borde del colapso económico es una exageración sin ton ni son. También decir que la delincuencia y las mafias, como en algún momento sucedió por ejemplo en Colombia, tienen al Estado contra las cuerdas.

De hecho, un analista como J.J.Brunner ,caracterizado por su anticomunismo y los grandes servicios que le prestó al neoliberalismo en el pasado, parte uno de sus extensos análisis en Ellibero, señalando lo afiebrado de dicho diagnóstico. Dice Brunner “ha perdido pie el relato de un colapso total del país por responsabilidad de un pésimo gobierno. Esa prédica discursiva, levantada desde los partidos y medios de comunicación opositores, el Congreso y las redes sociales, no parece encontrar suficiente eco en la sociedad”. Y demostrando una aguda sinceridad, destaca la recuperación de los salarios y la creación de empleos, así como una situación económica lejos del colapso que anunciaban los economistas de derecha como Schmidt-Hebbel a comienzos del actual gobierno.

¿A qué le teme, pues, el empresariado y qué de grave tiene la coyuntura para ellos? Únicamente la posibilidad de perder nuevamente las elecciones y de que una colación de izquierda, apoyada por el PDC probablemente, gane las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. De que el programa del próximo gobierno sea un programa que privilegie la reactivación por la vía del consumo, aumentando los salarios y el poder de negociación de los sindicatos. Que de un trato especial a las PYMES y arrebate a las grandes empresas el control que ostentan del mercado y no haga de los recursos naturales sólo una mercancía sino la fuente de creación de una industria nacional. Como ha dicho Brunner también en eso los programas del FA y del PCCH no difieren mucho.

El desastre electoral de la nostalgia liberal que representaba Tohá,  le deja poco espacio para incidir más en el período histórico que se abre con la elección de Jeanette Jara en la primaria oficialista. La misma candidata de la izquierda ha demostrado cuando fue ministra la posibilidad de hacerlo –como lo confirman las opiniones de Brunner- aún con todos los límites que le imponía no tener mayoría en el Congreso y una evidente desventaja en los medios de comunicación.  

Perder las elecciones nuevamente no es perder una elección más.

En segundo lugar, la posibilidad de que ello desate un movimiento de masas, hasta ahora, contenido por la tecnocracia que ha reemplazado programas políticos e ideas de país, por las  técnicas de la administración y el control burocrático de las instituciones del Estado. A esto la derecha y los empresarios especialmente sí que le tienen pánico. Hace muchísimos años, en una entrevista a la Revista Punto Final el histórico dirigente socialista Ricardo Núñez lo señalaba como una de las razones más poderosas del golpe de estado de 1973, el enorme y multifacético movimiento de masas desatado por el programa de la UP y su implementación.

No es sólo el resultado de las elecciones a lo que teme el empresariado. Es a las posibilidades que contiene el nuevo ciclo que se abre y que encabezado por un gobierno de izquierda podría exceder en una transformación efectiva del neoliberalismo. La experiencia de este gobierno que termina es que ello no depende solamente de la voluntad, la capacidad técnica o de gestión política de un gobierno.

Serán las masas, los sindicatos, las asociaciones de usuarios; los colectivos ambientalistas y de defensores de las divergencias sexogenéricas; el movimiento juvenil y de pueblos originarios junto a los partidos de izquierda los que protagonicen dichos cambios y para lo que deben prepararse o de lo contrario, farrearse la posibilidad que la historia nuevamente les da para cambiar Chile. 

martes, 15 de julio de 2025

Reforma educativa en el nuevo gobierno


Andy Warhol. Cajas de esponjas Brillo. 1964

                                      


Sin duda, el período que se abre con la elección de Jeanette Jara como abanderada de la izquierda y del centro en la primaria oficialista, va a ser uno de grandes contradicciones que provienen de las tareas políticas que implica. La diferencia con la que ganó tiene un significado muy especial y que sólo los miopes o los porfiados no entienden o simplemente no se atreven a admitir aún, luego de superada la sorpresa, pero que lenta aunque inexorablemente va a definirlas.  

Una de ellas, poco presente en el debate presidencial hasta ahora, es lo que se va a hacer en educación durante la próxima administración, como si ya no fuera necesario. La derecha solamente repite su viejo estribillo de evaluar hasta el sadismo a las comunidades educativas; y vagas promesas de invertir en educación inicial, lo que niega en el resto del sistema. 

Pero acerca del sentido de la educación: el rol del Estado y las formas de financiarla ni una sola palabra excepto golpes en el pecho y una letanía de buenas intenciones. 

Partamos por lo más elemental y evidente. El actual sistema de financiamiento por asistencia de los y las estudiantes -una especie de voucher a la chilena- es un total fracaso. Este sistema de financiamiento no solamente ha sido un desastre para el sistema público de educación escolar sino que hasta ha resultado en un despilfarro mayor de recursos fiscales que se pierden en un laberinto de prestadores -incluidos los bancos en el caso de la educación superior-, burocracia y agencias externas que reemplazan funciones propias del Ministerio de Educación, el CPEIP y hasta las mismas escuelas y liceos. Fundamentalmente, en materia técnico pedagógica. 

También en asistencialidad escolar, es decir, las ayudas que el Estado entrega a los estudiantes y sus familias, además reducidas al mínimo, focalización del gasto mediante, y que en muchos casos se despilfarra en prestadores de un servicio caro y de mala calidad. 

Es innegable que no se trata solamente de aumentar los montos, medido de la manera que se escoja, sino de cambiar además la manera de hacerlo.

Respecto del sentido de la educación, la crisis a la que ha arrastrado el neoliberalismo a la humanidad no deja espacio a dudas y opiniones acerca de la necesidad de enfrentarla. Una crisis que abarca varias dimensiones: política, social y ambiental especialmente. Pero mientras se siga pensando que el esfuerzo principal es la adaptación del ser humano a dichas circunstancias que son independientes de sus aspiraciones y voluntad, vamos a seguir de tumbo en tumbo. 

Ciertamente, la manera de evaluarla es parte del problema. Las formas actuales de hacerlo, han modelado finalmente el curriculum dictaminando que sólo aquello que se mide -o bajo cierto punto de vista puede medirse y clasificarse- tiene importancia y es digno de aprenderse. Eso, cuando la evaluación educacional es una manera de juzgar lo que se aprende, que es lo que menos hacen los sistemas de evaluación actual que se dedican pura y simplemente a ser un check list sobre contenidos y objetivos educacionales cubiertos. 

Se requiere un giro radical en el que la imaginación y la crítica guíen los aprendizajes de niños, niñas y jóvenes; la construcción de conocimientos y valores culturales por parte de las comunidades educativas -y no sólo su repetición- para lo que se debe relevar el lugar de las artes y las humanidades, como formas de pensamiento acerca de su sentido, de los valores que deben inspirarlos, juzgarlos y luego legitimarlos socialmente. 

No es sólo el SIMCE. Este es simplemente el destilado de esta concepción educativa. No se saca nada con eliminarlo si no se modifica esta nefasta cultura de positivismo educativo, que prepara las mentes de niños y jóvenes para aceptar charlatanismo y violencia sin someterlos a crítica detrás de una apariencia de cientificidad y pseudo estética. 

Un lugar especial en este empeño por poner a nuestra educación nacional a la altura de los desafíos que implica el nuevo ciclo histórico, tiene que ver con el uso del tiempo en la escuela. Eso quiere decir resignificar la Jornada Escolar Completa, que junto con un curriculum sobrecargado de contenidos de aprendizaje y evaluaciones, se ha transformado en encierro y control. Más tiempo para desarrollar proyectos científicos y ambientales; literarios y artísticos; de relación con el entorno social y comunitario y menos preparación para las pruebas y evaluaciones. 

Hay experiencia acumulada y reformas que tienden a cambiar el sistema pero que no alcanzan a hacerlo definitivamente. Esto, desde la Revolución Pingüina, al movimiento del 2011, la Ley de Inclusión, Nueva Educación Pública, Gratuidad; Sistema Nacional de Desarrollo Profesional Docente, hasta el reconocimiento de la deuda histórica y el FES. Pero mientras no se deje atrás la concepción según la cual el Estado debe hacerse a un lado y delegar la responsabilidad de nuestra educación nacional a los privados -sean estos familias, bancos, instituciones o individuos- y sólo hacerse cargo del establecimienrto de los estándares educativos, la evaluación y luego las sanciones a quienes no los alcanzan, dificilmente se podrá avanzar más. 

El triunfo de Jeanette Jara y la coalición de centroziquierda que la respalda en las próximas elecciones, es una oportunidad para hacerlo. 



jueves, 10 de julio de 2025

Actualidad de la izquierda

Arturo Gordon. La huelga



La candidatura de Jeannette Jara es la continuidad de una larga historia y tradición de luchas del pueblo; de realizaciones que han profundizado la democracia y sus derechos, pero también de derrotas que los han hecho retroceder.

En efecto, la idea de realizar una auténtica democracia -vocación íntima de las luchas independentistas del siglo XIX- fue frustrada en forma reiterada por una oligarquía que dotada de diferentes formas, estilos y contenidos -culturales, económicos y políticos- sigue sosteniendo las mismas ideas, o similares, a lo largo de más de doscientos años de vida independiente. Mientras ésta no encuentre su realización definitiva se seguirá manifestando esa oposición entre democracia e interés de clase.  

Es la razón para que la derecha se haya opuesto tenazmente a lo largo de toda su historia, a la legislación laboral que protege el derecho a huelga, a sindicalización y negociación colectiva, oposición que sólo logra imponer en los términos ideales para sus intereses y los de sus representados durante la dictadura militar. También su defensa del sistema de AFP´s que consagra el escamoteo de los salarios de trabajadores y trabajadoras, profesionales y empleados, por parte del capital financiero que lo usa desvergonzadamente para sus negocios y su propio beneficio.

La derecha y los conservadores, se han opuesto también a todos los intentos de securalización de la sociedad chilena desde el siglo XIX, desde la discusión de las primeras leyes de matrimonio civil y cementerio laico, lo que recién en 1925 encuentra su forma de realización jurídica. Aun así, se seguirá expresando en su oposición al aborto y las leyes que promueven los derechos reproductivos de mujeres y jóvenes; la ley el divorcio y el matrimonio igualitario a partir de consideraciones doctrinarias de grupos particulares.

También al derecho a la educación pública, ello incluso hasta la Ley de Inclusión y Nueva Educación Pública y se sigue expresando en su oposición al cambio de su sistema de financiamiento.

También su hipócrita reivindicación del racismo y la discriminación que, apenas algunas décadas después de la independencia, consagra la exclusión y el despojo de las tierras del pueblo mapuche por parte del Estado en beneficio de hombres blancos con el fin de explotarlas, al contrario de cómo concibieron su formación los padres de la patria como expresión de los pueblos de Chile.

Probablemente es la preocupación que inspira las frases de los candidatos de derecha acerca de la inevitabilidad o incluso la legitimidad del golpe de estado y las sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos cometidos por la dictadura de Pinochet, secreta e inconfesada añoranza que asoma en momentos de preocupación porque el pueblo se expresa también políticamente y como hoy, pone en duda las bases de sus posiciones de dominio. 

Precisamente lo que ha sido históricamente y debiera ser en la actualidad la izquierda.

En la misma medida en que representa la negación de la supuesta naturalidad del orden social vigente, se ha ido enriqueciendo con cada transformación que éste ha sufrido; con la aparición de nuevas contradicciones y fallas que lo van haciendo más complejo y a la vez más desigual y excluyente. 

Al mismo tiempo, la amplitud del movimiento popular, su diversidad y riqueza política, cultural y social, se va renovando y ampliando su propuesta.

Así, a la clase obrera tradicional, se suman los pobladores urbanos; los y las jóvenes como actor social con sus propias reivindicaciones. Los cristianos progresistas; defensores y defensoras del medioambiente, mujeres, divergencias sexogenéricas y pueblos originarios que, contra una simplificación grosera enmascarada en el concepto de libertad para escoger, reivindica la diferencia y su derecho a construirse a sí mismos como sienten y aspiran ser. 

Esa misma amplitud de la candidatura de Jeannette por lo tanto se remonta a un mismo acontecimiento histórico que niega la apropiación por parte de la elite económica y cultural del sentido y resultados de la lucha por la independencia, la soberanía y la democracia. Acontecimiento reiterado a todo lo largo de nuestra historia en diversos momentos en que ha sido posible concebir la democratización de la sociedad y ampliar su contenido y propuesta. Posibilidad contenida en las actuales circunstancias producto del agotamiento del neoliberalismo y la institucionalidad política que nos heredó la transición y que para la derecha plantea el desafío de proteger los privilegios que el modelo garantiza cada vez con más dificultades.

 

 

miércoles, 2 de julio de 2025

Giro a la izquierda

José Balmes. Allende. Serigrafía, 2008



Por primera vez en muchos años, la izquierda va a encabezar una alianza de partidos y una alternativa presidencial en nuestro país. 

Todas las veces anteriores que lo hizo, fue en el marco de un programa y una alianza en que era una fuerza más y sus ideas y propuestas, un componente entre otros, si bien esencial y necesario, siempre dentro de unos contornos más estrechos que sus aspiraciones. Contornos impuestos circunstancialmente o bien a partir de una consideración doctrinaria o teórica de su significado, su sentido y responsabilidad histórica. 

Un debate que, a estas alturas, probablemente a las generaciones más jóvenes les parezca un asunto del pasado. Lo cierto es que los acontecimientos actuales, en cambio, han puesto al país en el límite de lo que el neoliberalismo podía dar y respecto del cual no se puede obtener sino la confirmación de sus efectos excluyentes, autoritarios e inequitativos. Es la razón, precisamente, para que en la derecha se imponga un candidato tan abiertamente reaccionario como Kast y en cambio, Evelyn Matthei parezca estar dando una lucha contra sí misma y lo que significa el pasado reciente de su sector.  

La razón también para que el centro político, ese lugar tan apetecido y manoseado en el pasado, haya desaparecido excepto en las quimeras de oportunistas y charlatanes que tratan de hacerse un lugar en la política sin quedar mal con nadie. 

La razón también para que ganara la primaria la ex ministra del trabajo Jeanette Jara. Ella representó una alternativa dentro de su sector que precisamente planteaba traspasarlos y ampliar el ámbito de las posibilidades de lo político en la construcción de algo nuevo. Sus propias características personales, biografía y experiencia política la hacen representar fielmente esta aspiración, que es la de los miles que participaron en la primaria y quienes la estaban observando con simpatía y/o con la expectativa del cambio que pudiera provocar, así como de las posibilidades que contiene. 

Propuesta que se enriquece de la experiencia acumulada por el pueblo en sus luchas por la igualdad, la dignidad y el reconocimiento de sus derechos y lo realizado por diversas generaciones de chilenos y chilenas, trabajadores y trabajadoras, defensores y defensoras del medioambiente, laicos y cristianos, chilenos y pueblos originarios, comprometidos con la democracia y la justicia social, que es precisamente lo que niega el programa de ajuste excluyente de la derecha.

Su triunfo, por lo tanto, no es el resultado de la claridad de una organización ni de la capacidad de movilización de un grupo de incondicionales, que es la tesis que han tratado de instalar analistas interesados en desacreditarlo, diciendo que en las primarias del oficialismo votaron solamente los militantes de los partidos y sus simpatizantes. Ello, como si su resultado fuera la suma algebraica de la votación de todos quienes participaron en ellas, de los partidos que la organizaron o de los candidatos que los representaron, cuando es una idea del país, una aspiración democrática y popular que hoy en día representa Jeanette Jara.

Ese es precisamente el sentido de la unidad de la que hablan hoy por hoy moros y cristanos. Una esperanza no solamente de derrotar a la derecha en las elecciones de noviembre y de evitar que se haga del gobierno. Es el primer paso para la construcción de una nueva sociedad. Y por esa razón, en ese empeño convocar al pueblo, tanto a los que participaron como a los que no lo hicieron en la primaria. La unidad, por consiguiente, no debe ser una mera coordinación de partidos. La unidad es la expresión de una idea política, una voluntad compartida de realizar las transformaciones que sea necesario para devolver su dignidad al pueblo y que se debe expresar en el barrio, el sindicato, la universidad, la oficina y la faena. 

Por lo tanto, una práctica política y como históricamente fue en Chile, una responsabilidad compartida y en la que, como dijo Jeannette la noche de su triunfo, se involucre a todos y todas para conocer sus aspiraciones y propuestas y derrotar a la reacción. 


sábado, 28 de junio de 2025

Fascismo o democracia: La Pugna por el Mundo Post Neoliberal

Pieter Bruegel. La caída de los ángeles rebeldes. 1562



En la hora actual, América Latina y el planeta entero prácticamente son el escenario de una intensa lucha por definir los contornos del mundo pos neoliberal, Uno más excluyente y siempre bajo la tutela de un decadente imperialismo norteamericano, o bien uno más integrado, pacífico, respetuoso con la naturaleza y las libertades y derechos de los seres humanos.

 

Hace apenas unos días, de hecho, el imperialismo norteamericano puso nuevamente en vilo a la humanidad atacando las instalaciones nucleares de Irán. Pocos días antes, en Colombia, el gobierno del Presidente Petro, el movimiento social y sindical -el pueblo de Colombia- se anotaban un logro de la máxima significación con la aprobación de la reforma laboral, resistida por las cámaras empresariales y la derecha en el senado de ese país. El encarcelamiento de la ex Presidenta Cristina Fernández en Argentina, mientras se aprestaba a competir en Buenos Aires por un sillón en la Cámara de Diputados, dejó en evidencia que la ofensiva antipopular de La Libertad Avanza y el empresariado argentino no escatima en recursos para remover cualquier resistencia que se le oponga. La consolidación en México de la reforma judicial bajo el mandato de la Presidenta Claudia Scheinbaum y su digna respuesta a las amenazas y bravuconadas del Presidente de EE.UU. representan, en cambio, una negación a las pretensiones reaccionarias de imponer sus recetas a nuestros pueblos.

 

La Unión Europea, mientras tanto, se interna cada vez más profundamente en una carrera armamentista que tendrá como contrapartida la reducción del gasto social, generando oleadas de protesta, al mismo tiempo que contra el resurgimiento del fascismo en casi todos los países que la componen.

 

En fin, la lista podría seguir alargándose. Las alternativas son que el imperialismo, en su caída, profundice aquellos rasgos que lo llevaron  - junto a sus aliados en el siglo XX- a su posición hegemónica -saqueo de los recursos de países del tercer mundo, militarismo y guerrerismo para resolver problemas políticos; imposición de sanciones económicas y condiciones de intercambio comercial desiguales y que sólo confirman su posición hegemónica; uso descarado de su poderosa industria de las comunicaciones y la información para distorsionar la realidad a su favor, etc.- o bien uno basado en el respeto por la soberanía de las naciones, la paz, el desarrollo sustentable y el respeto de los DDHH.

 

En el mismo corazón de EE.UU. surge una respuesta al fascismo que se ha hecho del control casi total del poder, el que ha descargado contra inmigrantes, minorías sexuales y las mujeres, y que ha hecho de la guerra comercial un lucrativo negocio que hace más ricos a los super ricos, como Trump y su séquito, a costa del resto de la humanidad y de los trabajadores y trabajadoras norteamericanos. La gira nacional del senador Bernie Sanders con la congresista Alexandra Ocasio Cortez, el triunfo en la primaria por la alcaldía de Nueva York del joven representante del ala socialista del Partido Demócrata Zohran Mamdani; las masivas protestas en contra de Trump y la siniestra ICE, gestapo de la inmigración, dan cuenta de una intensa resistencia a sus planes en las mismas entrañas de un imperio incapaz de contener ya la diversidad de un mundo que niega y al que pretende adaptar a su imagen y semejanza.

 

Como siempre, el resultado que vaya a tener esta intensa lucha, no será solamente el producto de un destino escrito de antemano, sino de la voluntad de sus protagonistas de esta trama. El éxito de la ofensiva reaccionaria que amenaza a la humanidad y que en Chile tiene a las derechas disputándose la posibilidad de conducirla, como lo demuestran los acontecimientos recientes del mundo entero, no está garantizado y precisamente por ello, el fascismo trata afanosamente de imponerse a las exhaustas formas tradicionales de la derecha.

 

Como dicta la historia, a pesar de la recurrencia de múltiples obstáculos, serán los ciudadanos y sus organizaciones, los trabajadores, trabajadoras y el pueblo, los que tengan la última palabra. Es el desafío del que tendrá que hacerse cargo la recientemente electa candidata de la izquierda y las fuerzas democráticas, Jeannette Jara en noviembre, junto a un movimiento de masas que como en Colombia, EE.UU., Argentina, Europa y el resto del mundo, resista la ofensiva neofascista que amenaza a la humanidad entera.

Hernán González M.

Profesor

Nelson Soza

Periodista

jueves, 19 de junio de 2025

Primaria política o primaria buena onda

Pablo PIcasso. Mujer llorando. 1937



Ciertamente, el resultado de la primaria oficialista va a ser la que determine los acontecimientos futuros en el país. La candidatura de Matthei ya tiene olor a claveles, que es algo que hace meses se veía venir y el repunte de Kast, a costa de la de Kaiser, es inferior al número de indecisos. El futuro no está escrito en piedra, como se dice. De ahí la vehemencia que por momentos pareciera haberse tomado el comando de Carolina Tohá, que ha rebajado sus argumentos políticos para criticar a los demás candidatos de izquierda -incluido el Gobernador de Valparaíso Rodrigo Mundaca aunque éste no está en carrera- al nivel de la extorsión y la amenaza velada. 

Este estilo no le ha traído ni lo va a hacer en el futuro, más prosélitos. Todo lo contrario. Sería una ingenuidad, por eso, considerarlos meros gestos desesperados de una candidatura perdedora. Eso se va a saber recién el 29 en la noche. Más bien parece uno dirigido hacia un centro político que se dispersa hace años, dando origen a engendros por la derecha que ni siquiera logran ponerse de acuerdo entre sí para salir del closet; un PDC tristemente agónico; restos del liberalismo social de los años noventa y hasta un socialismo, profundamente arraigado en el pueblo allendista, que no logra hacerse un lugar propio en el confuso y volátil espectro político actual. 

Estos días, la candidatura de Carolina Tohá simplemente ha sido más explícita de lo que fue en el pasado para referirse a su concepción política y social, tributaria todavía de una concepción según la cual se pueden realizar reformas y transformaciones dentro de los límites del modelo neoliberal, al que en ninguno de sus discursos se refiere precisamente por esa razón. De ahí que su comando y connotados dirigentes de los partidos que la apoyan incluyendo a retroexcavadora Quintana, se manifiesten tan alarmados por la posibilidad de tener que apoyar a un candidato o candidata abiertamente antineoliberal y como Oscar Landerretche ya los notifiquen de que no lo van a hacer. 

Porque lo que realmente se debate en esta elección es la ruptura con el orden social, económico y cultural que lo caracteriza y contenido en la Constitución de 1980. El centro político, representado hasta hace no mucho por la Concertación de Partidos por la Democracia, no es en la actualidad el centro doctrinario que representaron el Partido Radical y la Democracia Cristiana en el siglo XX, que impulsaron grandes rupturas con el sistema capitalista como la reforma agraria, o el reconocimiento de los pobladores urbanos y su derecho a organización y ciudadanía; la creación de una incipiente industria nacional y sistema nacional de educación; la democratización del sistema político, a través de la creación del Registro Electoral, la Cédula Única y el voto femenino. 

Hoy en día ese centro, su discurso y propuestas, a lo único que tienden, por el contrario, es a contener la profundidad que la hora actual reclama deben tener las reformas políticas, económicas, sociales y culturales que debe impulsar un futuro gobierno de izquierda y progresista. Estas no serán además el resultado de un gobierno ni de una alianza de partidos. Es el pueblo el que las protagonizará y las propuestas que hoy se debaten o debieran debatirse en la primaria, las que lo movilicen o de lo contrario, quedar apenas como un pie de página en los libros de historia del futuro. 


domingo, 15 de junio de 2025

Encuestas y lucha política

Andy Warhol. Mao, 1972

El 13 de junio, el senado aprobó la reforma electoral que constitucionaliza ciertas normas que restringen el pluralismo, la libertad del voto y retrotraen las normas de participación política a las contenidas en el sistema electoral binomimal. Este retroceso contó con el auspicio y el apoyo de la derecha y senadores socialistas y del PPD. Difícil de explicar excepto por la archirepetida y poco creíble cantinela de la estabilidad y los acuerdos.

Ello, en medio de una poco disimulada añoranza de algunos por los viejos buenos tiempos de la Concertación. Ciertamente, una aspiración utópica e irrealizable pero que contiene una pulsión por la moderación que además, pretende ser una suerte de test de seriedad, realismo y finalmente garantía para la gobernalibilidad. 

Un acartonamiento que le viene muy bien a la candidata de la derecha tradicional y que sin duda es visto con condescendencia por los candidatos de ultraderecha, que ven como les adelantan la  pega de conformar un Parlamento dócil en caso de llegar a ganar las elecciones presidenciales, lo que es altamente probable de no mediar una decidida conducta de la izquierda y el progresismo para negarlo. 

En efecto, y como una muletilla a la cual se recurre como supuesta prueba de aquella moderación y vocación por la gobernabilidad -aunque esta no signifique otra cosa que la estabilidad para los negocios y la profunda escición clasista que caracteriza a nuestra sociedad- está el permanente recurso a la denuncia de los excesos, la violencia espontánea y la rebeldía social frente a las instituciones que las resguardaban, de la que la evasión masiva en el metro y la locomoción colectiva; o la destrucción de los portales de cobro de las carreteras interurbanas o las demandas por recuperar una pequeña fracción de la propiedad de trabajadores y trabajadoras esquilmada mensualmente por las AFP´s fueron un pequeño ejemplo el 18 de octubre y posteriores.

Luego, el de denunciar y exigir arrepentimiento por haber osado tratar de cambiar la Constitución, como si el adefesio que actualmente nos rige fuera un monumento al derecho y la razón cuando es precisamente el armazón institucional sobre el que se sostienen. Las explicaciones, no siempre muy bien hilvanadas y sí muy forzadas de los candidatos y candidatas que se creen en la obligación de darlas, solamente demuestran su incapacidad de conducir el nuevo período político que se abrió en el país. 

Lamentablemente no pocos han sucumbido al encanto de las encuestas y la política coyuntural que no tiene otra finalidad que obtener buenos resultados en estas, como si en el país no pasara ninguna otra cosa, como el gol de mediacancha que los sectores conservadores acaban de anotar en el senado y que es de esperar sea revertido en la Cámara de diputados y las organizaciones sociales y sindicales rechacen y lo conviertan en demanda política -pues, entre otras linduras, también los excluye de sus derechos de particiapción política-. 

La encuestomanía que se ha apoderado de muchos, además, profundiza esta característica del neoliberalismo de hacer aparecer sólo números, estadísticas y fenómenos transitorios como si fueran la sociedad real, ocultando al mismo tiempo el conjunto de las contradicciones sociales -de clase, culturales, ambientales, territoriales y de género- que son finalmente las que explican las posiciones de los partidos, coaliciones y candidatos por los que se consulta en ellas. Así, lo que es mera apariencia es presentado por el sistema, incluyendo centros de estudio de opinión pública y medios de comunicación, como el contenido verdadero de la política  y a la sociedad real como una excusa para la demagogia. 

Uno de los resultados más nefastos de esta manera superficial y volátil de comprender la política, es el sectarismo y la dispersión del campo social y popular, representado hoy en candidaturas diversas en la primaria oficialista, como si en ellas estuvieran contenidas la auténticas contradicciónes de la sociedad. Es precisamente lo resuelto en el senado y la manera en que los representantes de la izquierda y el progresismo se comportaron en la ocasión lo que señala el verdadero contenido de lo que debate la sociedad chilena en la actualidad. 

Lo que además, debiera motivar el camino a seguir, que es fortalecer su unidad política y social, más allá de lo que dicen las encuestas y de que circunsatancialmente se exprese en diversas precandidaturas presidenciales. No comprenderlo puede hacer del despertar al encanto de las encuestas y la manipulación de masas que ellas representan una amarga experiencia que profundice la dispersión en lugar de fortalecer la consciencia de la responsabilidad histórica que tiene en la actualidad.   


miércoles, 4 de junio de 2025

Ruptura y unidad

Jorge Tacla. Solución geométrica. 1995

                              



Quedando poco menos de un año al actual gobierno, es el momento de hacer las proyecciones. A estas alturas, y considerando la experiencia adquirida, queda de manifiesto la necesidad que tiene la izquierda de resolver la distancia que la separa de los movimientos sociales, especialmente del movimiento obrero y sindical, factor clave en todos los procesos de reforma social y política en diversos momentos de la historia de Chile.

El período presidencial que termina, fue un período peculiar pues en éste, junto con reformas parciales en materias estratégicas para el país -en lo tributario, lo laboral, riquezas básicas y pensiones- se planteó también la realización del cambio político más ambicioso, que es el cambio constitucional. La historia es conocida. La izquierda, pese a su condición mayoritaria en el órgano que redactaría la nueva Constitución y resueltos en el Parlamento muchos de los límites impuestos por el acuerdo que le dio origen, fue derrotada en el plebiscito de salida. Y aún cuando el programa de gobierno y las políticas específicas comprometidas con el pueblo en principio no dependían de esto, el efecto subjetivo y desmovilizador que tuvo fue devastador, sin que hasta ahora nadie se haya hecho cargo. 

Por consiguiente, de ser la tumba del neoliberalismo, el país pasó a ser una suerte de paréntesis entre un sistema moribundo y un futuro incierto que incluso podría ser la irrupción de un fascismo de nuevo tipo, una suerte de purgatorio. Ello, producto de la desmovilización de la sociedad, de los sindicatos y las organizaciones y movimientos sociales. Las razones pueden ser muchas y determinarlas, la materia de un debate que no se ha dado. La mezcla de economicismo, maximalismo chusco, sectarismo y un pragmatismo determinado circunstancialmente, fueron muy funcionales al propósito de la derecha y los empresarios de evitarlo. 

Las reformas realizadas por la actual administración, de hecho, fueron impulsadas y prácticamente conquistadas, por la burocracia gubernamental y si no fueron más profundas -de lo que tanto ésta como sus beneficiarios en la sociedad civil se quejan- es precisamente por esto. Porque no fueron el resultado de la movilización y la lucha de masas sino del muñequeo y de acuerdos difícilmente conseguidos en un Parlamento donde el gobierno y la coalición de partidos del Presidente, estaba en minoría. 

Deudas importantes del actual período que determinarán la política de cualquier gobierno de izquierda en el futuro, son las que dicen relación con una política internacional que ponga el énfasis en la integración de América Latina, la solidaridad con los procesos de cambio como los de Venezuela, México y Colombia y un discurso enérgico de denuncia del avance del fascismo y las pretensiones del imperialismo norteamericano de someterla en el marco de su bancarrota. 

Otra, el tratamiento de la cuestión indígena, especialmente lo que dice relación con las demandas del pueblo mapuche de reconocimiento como Nación, de su autonomía y reparación por el despojo al que el Estado de Chile lo ha sometido. También, la necesidad de continuar y profundizar las reformas que en materia laboral y previsional se realizaron, especialmente en cuanto a fortalecimiento de la negociación colectiva y derecho a huelga y el fin efectivo del sistema de AFP´s. 

Ciertamente, los avances logrados en materia de igualdad de género y de reconocimiento de los derechos de las divergencias sexogenéricas, están en peligro actualmente por el avance del fascismo en el mundo. Estas, junto a los y las inmigrantes, han sido señalados ya por la reacción como su objetivo en la coyuntura. La mejor resistencia que se puede oponer es no solamente la profundización de legislaciones progresistas sino la constitución de un denso y activo movimiento social que asuma que un retroceso en este frente, es la cabeza de playa que la reacción pretende instalar para ir después por la educación pública y el movimiento juvenil; por los sindicalistas, defensores y defensoras del medioambiente como Julia Chuñil y todos los que le pongan obstáculo a su programa de ajuste y represión. 

Un factor clave de este proceso será la unidad de la izquierda. Construir una dirección compartida que incorpore los organismos de masas, territoriales, sociales y sindicales. No se puede ser unitario para construir una lista parlamentaria y sectario en el sindicato. Eso es oportunismo. El límite de los gobiernos de coaliciones amplias, como los de la Nueva Mayoría y también el actual, lo puso precisamente su incapacidad para construir una dirección que los lleve más allá de lo posible, una ruptura, y ésta dirección siempre será compartida, no el patrimonio exclusivo de un grupo. 


jueves, 29 de mayo de 2025

Entre un Chile que muere y otro Chile que bosteza


Diego Rivera. El hombre controlador del universo. 1934


Si no fuera por los estrambóticos anuncios y propuestas de Kaiser y Kast, la previa de las elecciones presidenciales sería de un aburrimiento supino. Uno que no surge de un consenso sobre las normas de covivencia social, sino sobre la incapacidad de reflexionar acerca de éstas y de hacer propuestas que vayan más allá de las actualmente vigentes. 

Excepto la chimuchina que gira en torno a acontecimientos de la coyuntura, que son las que genera una prensa venal enredada en unas extrañas relaciones con la fiscalía que se ha transformado -como ha ocurrido en toda América Latina- en un instrumento al servicio de los poderes constituidos en los últimos treinta años, las noticias son para bostezar. 

La persecusión judicial en contra del ex alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, así como el caso Sierra Bella, caso inventado para afectar a la alcaldesa comunista Iraci Hassler, por el que allanan la casa de la diputada de la República Karol Cariola e intentan invoucrar al del FA Gonzalo Winter, parecieran ser lo único a que referirse en el debate público. 

Ahora, el abuso de funcionarios públicos con las licencias médicas, lo que por cierto es indignante y motivo para medidas administrativas y penales cuando corresponda. 

Pero excepto la clásica letanía de reducir el tamaño del Estado, lo que con entusiasmo promueve la derecha -del tipo motosierra o tijeras de podar-, nada. No hay un debate acerca del carácter del Estado, de sus funciones y estructura. Aparentemente, después del rechazo a la propuesta de la Convención Constitucional, todos dan por hecho que no hay nada más que decir al respecto o a lo menos no públicamente ni como motivo para disputar la dirección del gobierno y el poder legislativo. 

En el Parlamento, se discute con la misma modorra una reforma del sistema político que no entusiasma a nadie excepto a los incumbentes -ni siquiera a todos- y al empresariado nacional, ansioso por recuperar la estabilidad aparente que predominó en el pasado y que su avaricia y afán de lucro desenfrenado, desenmascaró como la apariencia que es, tirándola al tacho de la basura de la historia. 

Evelyn Matthei, en este sentido, es la candidata de la nostalgia. Lucía Santa Cruz, historiadora y escritora del CEP, ha planteado que una segunda vuelta entre ella y Carolina Tohá sería ideal. Lamentablemente para ellas, ni la Concertación existe, a no ser como una exigua e inconfesable añoranza, ni la derecha de los consensos es muy funcional actualmente, a la hora de aplicar los planes de ajuste brutal que aquellos esperan -como los de Trump y Milei- y necesitan para recuperar las tasas de ganancia obtenidas por un neoliberalismo pujante en la época de oro de la globalización. 

Todo lo contrario. La globalización retrocede en la misma medida que ha resultado incapaz de evitar las recesiones propias de los ciclos descubiertos por la ciencia económica y cumplir su promesa de una era de crecimiento y bienestar permanente e ilimitado garantizada por el mercado. Todo lo contrario, está en su origen. Es la razón por la cual no les queda más remedio que volver atrás y profundizar las razones de su inviabilidad; un capitalismo depredador con la naturaleza, despiadado a la hora de explotar la mano de obra y en el que el Estado no tiene mucho más que hacer que ocuparse de la represión, la seguridad y la administración de justicia.  

Modelo que para ser realizable, debe modelar sociedades más homogéneas social, cultural, racial y nacionalmente. Quimera que niega la historia y el conflicto social precisamente, expresándose en discursos de odio hacia todo lo que lo niega: sindicatos, migrantes;  pueblos indígenas y divergencias sexogenéricas. Ello parece un discurso tan inculto como para no ser tomado en serio y que, sin embargo, ha logrado encantar y movilizar a grandes masas en Argentina, Brasil, los Estados Unidos y en Europa y que seduce también a la derecha tradicional en Chile cuando las demandas por democracia y justicia social apremian. 

Sacar de esta somnolencia a nuestra sociedad es la posibilidad que la coyuntura ofrece. La reacción la aprovecha para hacer tolerable a la misma sociedad su repertorio de ajuste y represión. La izquierda, por el contrario, para negar las condiciones que usan como pretexto para imponerlas como si fueran lo único posible y proponerse la construcción de una nueva sociedad. 

martes, 20 de mayo de 2025

El futuro se define en la primaria oficialista



El Bosco. Las tentaciones de San Antonio. 1501

Las fuerzas democráticas van a asistir a una primaria única para definir el candidato o candidata que va a enfrentar en noviembre a la reacción. Son las que hace más de treinta años lucharon contra Pinochet; las que denunciaron las violaciones a los Derechos Humanos mientras otros se hacían los tontos y se enriquecían en las empresas  privadas favorecidas por la dictadura con subsidios, transferencias de recursos; compra de servicios y tercerización de funciones o tenían responsabilidades en ministerios; municipios y empresas del Estado. 

Dicha elección presidencial no es una confrontación electoral más. Se trata de un combate por la defensa de la democracia y el derecho de la sociedad a definir sus destinos sin la tutela de una autoridad  que pretende hablar por ella y pontificar acerca de lo que le conviene desde el púlpito; la comodidad de sus oficinas en Vitacura; los pasillos de fundaciones pro-familia y centros de estudio; y grandes empresas que esperan apropiarse nuevamente de riquezas básicas; contratos con el Estado y privatizaciones. Los que van por los sindicatos; las minorías sexuales y la población transgénero; por los pobres; los que quieren profundizar el despojo del pueblo mapuche y la tierra, expulsar a los inmigrantes y llenar las cárceles con todos ellos. 

No es una exageración ni una profecía catastrofista; ya Trump lo está haciendo, lo mismo que Milei en Argentina. La elección de noviembre no es una competencia entre demócratas. Es una disputa entre la democracia y el fascismo. 

En la primaria oficialista se debaten las formas de hacerlo y las ideas que van a derrotarlo para comenzar a superar las condiciones de desigualdad, exclusión y autoritarismo que permiten su reproducción. El fascismo es como un parásito que se alimenta de estas hasta coparla, monopolizar sus instituciones, medios, y hasta las conciencias de masas, que como a mediados del siglo XX, aplauden discriminación, persecución, confinamiento forzado y exterminio mientras afectan a otros y hasta que le llega el turno de sufrirlo en carne propia. 

Ya los candidatos de Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático y sus comandos, han señalado sus diferencias de cara al país, mientras la derecha, desde Matthei a Kaiser, oculta sus verdaderas intenciones tras un grupo de consignas facilonas y de anuncios tan rimbombantes como vacíos e irrealizables. Pura demagogia. 

En la primaria oficialista, en cambio, se debaten con la honestidad y la legitimidad que les da haber luchado siempre por la democracia y la defensa de los Derechos Humanos, ideas, proyectos de país. La continuidad de reformas democratizadoras y de justicia social que impulsadas por gobiernos de distinto signo político, se vieron interpeladas por la protesta social y el empuje de masas de jóvenes, estudiantes, mujeres, pueblos originarios, trabajadores y trabajadoras que luchaban por mejores salarios, derechos a la educación, la vivienda y una previsión justa; salud oportuna y de calidad; respeto por el medioambiente y participación; contra las "cocinas" y los arreglines que escamotearon en más de una oportunidad la voluntad popular para reemplazarla por la prédica de los "técnicos".

Aspiraciones que, sintetizadas en la demanda por una nueva Constitución, se mantienen vigentes y que la derecha pretende resolver aplicando las mismas recetas que les dieron origen: privatización, flexibilidad laboral y sobreexplotación; depredación del medioambiente, consumismo y endeudamiento. Ahora, condimentado con aumento del control y la represión hacia los jóvenes y especialmente, de la juventud popular; las organizaciones sociales y de trabajadores  y usando -con el sadismo que ha caracterizado las administraciones de Trump y Milei-a los más vulnerables como chivo expiatorio: la población migrante y las divergencias sexogenéricas, persiguiéndolas, encerrándolas en campos de concentración y realizando deportaciones ilegales y arbitarias.  

La primaria oficialista no es por consiguiente el cumplimiento de un mero formalismo ni de una obligación legal; un acto "republicano" acartonado o de civismo superficial. 

Es la oportunidad para recuperar su conexión con las demandas del pueblo y las tendencias históricas y sociales que provienen de las profundas grietas que el sistema neoliberal ha abierto en las entrañas de nuestra sociedad expresadas en desigualdad, exclusión, abusos, inseguridad y sensación de vulnerabilidad frente a la violencia -tanto la mafiosa como la institucional-. Estas se han manifestado a lo largo de los últimos treinta años más de una vez. En las luchas por verdad, memoria, justicia y reparación frente a las violaciones a los DDHH; las luchas del magisterio por el pago de la deuda histórica y la educación pública y los trabajadores y trabajadoras del Estado por la defenza de la función pública y los del cobre por la defensa de CODELCO. El 2006; el 2011; el 2019, y lo seguirá haciendo mientras no haya cambios de fondo de las condiciones que las originan. 

Por eso, las ideas que se debaten, las que están en juego el 29 de junio, no son solamente respecto de cuestiones técnicas o de procedimiento. Son la expresión de una moral que superará, que debiera hacerlo, la del individualismo; la codicia y el pituto. Los demócratas no vamos a discutir en la primaria qué tanto Estado ni qué tanto mercado necesita nuestra sociedad -como lo ha planteado recientemente Alvaro García, del comando de Carolina Tohá, de una forma por demás simplista- sino para qué los queremos. No qué tan de centro o qué tan de izquierda es el programa que le vamos a proponer al país en noviembre, sino qué contenidos va a tener. 

No si es más "responsable" o si es más "utopista" sino si va a ser un programa de ruptura con el orden neoliberal vigente y las condiciones que han facilitado la irrupción de las fuerzas destructivas que amenazan a la democracia en la actualidad; si va a insistir en la vieja canción de los acuerdos o en las reformas estructurales a favor del pueblo y el medioambiente. 

Candidatos, candidatas, partidos y comandos son instrumentos puestos al servicio de este debate. Es el pueblo excluido, la gente de a pie, la que debiera protagonizarlo y hacer de esta un triunfo que se proyecte en noviembre para propínarle una derrota estratégica y definitiva a la derecha y que logre detener al fascismo en nuestro país. 



lunes, 12 de mayo de 2025

No dormirse en los laureles


Carlos Maturana, Bororo. El calefont. 1985


Afortunadamente, el sentido de realidad y las necesidades del pueblo se han ido imponiendo- más lentamente de lo deseable, en todo caso- de modo que todos los sectores democráticos tienden a agruparse en torno a la primaria oficialista. Los chovinismos de partido y las ambiciones personales han ido cediendo espacio al razonamiento frío y sencillo de que la suerte de todos está atada y que un triunfo derechista en las elecciones de noviembre, significa un retroceso para la democracia y el pueblo.  

A regañadientes, hasta los más escépticos han tenido que reconocer que el significado de la coyuntura histórica a la que ha llevado a la humanidad el neoliberalismo, no sólo en Chile sino en todo el mundo, es extremadamente delicada.  Por la catástrofe ambiental a la que se enfrenta; por la posibilidad de una tercera guerra; los riesgos de una tecnología que se autonomiza del control del ser humano como factor del crecimiento económico; las pandemias; la recesión, con sus consecuencias de desempleo masivo y hambre para cada vez más extensas legiones de seres humanos. 

La derecha se fagocita a sí misma en una guerra desatada entre sus diferentes facciones –de Chile Vamos a Republicanos, libertarios y socialcristianos, de Matthei a Kaiser-, cada cual más reaccionaria y violenta. Pero ojo, es característico de su naturaleza hacerlo, como parte de la inercia propia del sistema que consiste en desatar fuerzas cada vez más destructivas como condición de su regeneración permanente. Destrucción de fuerzas productivas y riquezas acumuladas para crear otras nuevas sin importar su costo social expresado en desempleo, aumento de la pobreza, obsolescencia prematura de adelantos tecnológicos que producen basura y aumento de la contaminación, entre otros.

Esa tendencia inherente del sistema, se manifiesta en la irrupción de la ultraderecha y un fascismo remasterizado, que empuja cada vez más a la derecha tradicional a posiciones morales fundamentalistas y clasistas que incluyen su desprecio por el trabajo y los trabajadores; su rechazo por el pueblo mapuche; codicia y avaricia presentadas en un envoltorio pseudocientífico que pretende legitimar como motivaciones del desarrollo económico. Ello, sin embargo, no sin resistencias, debates y contradicciones que la desorganizan y la hacen presentar ese aspecto zigzagueante, oportunista y tan débil que lo más probable es que finalmente sucumba ante ella.

La suerte no está echada ni mucho menos. Ni siquiera un triunfo electoral de las fuerzas progresistas en noviembre va a detenerla sino sólo si dicho triunfo significa una transformación de las mismas condiciones que han hecho posible su normalización. Es la construcción de una nueva sociedad; de unas relaciones de los seres humanos entre sí y de estos con la naturaleza lo único que podría evitarlo. Relaciones basadas en el reconocimiento del trabajo como fuente de riqueza, bienestar y realización; de la diferencia como fundamento de la identidad de nuestras sociedades; de la democracia y la participación como la forma legítima de resolver las diferencias y de tomar las decisiones que a todos y todas nos afectan.

En pocas palabras, del cambio social. Este debiera expresarse en una representación que diera cuenta de los sectores sociales interesados en dicho cambio  pues su posición subordinada en las relaciones entre las clases, movimientos sociales y de estos con el Estado, los coloca en una situación de vulnerabilidad y exclusión que no es circunstancial sino esencial al neoliberalismo. Asimismo en la unidad de los partidos y movimientos de izquierda comprometidos con impulsarlo.  Movimientos sociales y de masas y no números ordenados y presentados en encuestas para la ocasión sino sujetos sociales y políticos.

No es momento de sacar cuentas alegres sino de prepararse para una larga y dura batalla que va a requerir movilización de masas, unidad de la izquierda y mantener en alto la crítica frente a la autocomplacencia y el falso optimismo que sólo oculta una conformidad conservadora con el mediocre orden de cosas actual.