lunes, 30 de septiembre de 2024

Recabarren y la vigencia del internacionalismo

Antonio Berni. Manifestación, 1934



Una de las características de la izquierda desde sus orígenes, es su consideración acerca del universalismo de los valores que la inspiran.  Más allá de fronteras de clase, nacionales y políticas, estos son concebidos como organizadores de la vida social independiente de circunstancias coyunturales. 

Dicho principio incluye la diferencia interior, su negatividad y su transformación, como los que explican su sentido político y el que sean un factor de ampliación progresiva de las libertades y derechos de los seres humanos. Por esa razón, son una continuación del cosmopolitismo propio del pensamiento ilustrado y al mismo tiempo, la denuncia de su historicidad y su condición de fundamento de diversas formas de discriminación y genocidio. 

Por esa razón, además, una de las características de la política de la izquierda es la denuncia de los falsos universalismos que presentan condiciones contingentes como si fueran universales, las que dan origen a diversas formas de dominio y control cultural, social y político. El clasismo, el machismo, el etocentrismo y todas las formas de discriminación y exclusión se fundamentan en una falsa pretensión de validez general de valores basada en condiciones coyunturales como la clase, el género, la nacionalidad o la raza. 

El internacionalismo por esta razón ha sido una de las características que la distingue de la derecha, siempre o casi siempre defensora de particularismos con pretensiones de universalidad, entre ellos un chovinismo que ha sido fuente de guerras expansionistas, limpiezas étnicas, sojuzgamiento de poblaciones enteras y violaciones a los Derechos Humanos dentro de las fronteras nacionales por motivos de clase, ideológicos, de género, etnia u orientación sexual, cuya manifestación más grotesca y la que lo lleva hasta sus últimas consecuencias, es el fascismo. 

Recabarren desde inicios del siglo XX, incluyó el internacionalismo como parte de su pensamiento, práctica política y acción como organizador. En sus conferencias y sus actividades cuando todavía militaba en las filas del Partido Demócrata en Iquique y Tocopilla; promoviendo el rechazo de las posiciones belicistas ante la Guerra en Europa en el Congreso del POS en 1915; también la afiliación de la FOCH a la Internacional de Sindicatos Rojos o PROFINTERN en su IV Convención, celebrada en Concepción en 1921 hasta culminar en la afiliación del POS a la III Internacional y su transformación en PCCH.

Mientras el Partido Demócrata, en el que militaba, discutía la posibilidad de afiliarse a la Internacional Socialista, Recabarren asistía a su congreso en Bruselas con un informe redactado de su puño y letra, buscando su incorporación, mientras junto a otros compañeros suyos intentaba orientarlo en esa dirección, a instancias de sus aprendizajes en el Partido Socialista Argentino. Recabarren en este sentido nutrió su pensamiento y concepción política en la organización del movimiento obrero y la izquierda latinoamericana, desde sus inicios.

Participó en la fundación del Partido Socialista Internacional y luego Partido Comunista de Argentina; escribió en la prensa obrera de ese país y participó en el Congreso de Unificación del movimiento sindical, no como un observador foráneo sino como un activo representante de los trabajadores del sector gráfico. Las experiencias obtenidas en su paso por Europa antes y Argentina después, las va a incorporar a su teoría y práctica política en Chile. 

Según biógrafos e historiadores, comunistas y no comunistas, el desenlace previsible de dicha práctica  y de esas primeras experiencias organizativas y de lucha de la izquierda chilena, pese a las controversias y circunstacias que lo rodearon, fue la decisión del POS de convertirse en PCCH, en su Congreso de  Rancagua en 1922.

El internacionalismo para Recabarren, entonces, tuvo no solamente un sentido de universalidad diversa que aspira a la ampliación de los derechos humanos a partir de consideraciones éticas y filosóficas, sino que surgen también del carácter contradictorio de la realidad social. Contradicciones inmanentes del desarrollo local y nacional y de éste como manifestación de las que agitan a la humanidad en momentos culminantes de la historia. De las necesidades políticas de transformación social y política contingente, así como del carácter de la totalidad histórica de la que son parte.

El internacionalismo de Recabarren debiera ser en la actualidad un modelo para todos los que en América Latina asistimos al momento en que el neoliberalismo periclita para dar paso al fascismo y la guerra en todo el mundo. 


jueves, 26 de septiembre de 2024

La crisis moral

Georg Grosz. Eclipse de sol. 1926

                       




Hace unos treinta años, la Iglesia Católica usó esta expresión para referirse al conjunto de políticas públicas impulsadas por los gobiernos de entonces y que abrían posibilidades para el ejercicio de derechos de jóvenes y mujeres. Aborto, educación sexual, distribución de preservativos y métodos anticonceptivos, divorcio. Cuestiones que hoy forman parte de la vida cotidiana de chilenos y chilenas, fueron fuertemente resistidas por los sectores conservadores y la derecha.

En sus retorcidos razonamientos, lo que está bien para los demás, no necesariamente se aplica a ellos. Católicos de misa dominical; beatos hasta los tuétanos en asuntos públicos y especialmente en todo lo que tiene que ver con la moral del resto, son "liberales" y extremadamente flexibles en su vida privada y sobre todo en lo que tiene que ver con sus prácticas morales y culturales.

De esa manera, en el transcurso de los últimos años fueron acumulando en la privacidad que les ha permitido esta distinción hipócrita, toda clase de bajezas, negocios truchos y latrocinios.

Sin embargo, lo que por años pasó inadvertido de naturalizado que está, estalló dejando al desnudo la moral putrefacta de la derecha; de grandes empresarios y políticos conservadores. Como suele suceder, por un ajuste de cuentas entre ellos. Tal como en el caso de las asociaciones ilícitas, casos en los que quienes se sienten perjudicados por sus antiguos secuaces, se delatan como forma de venganza, la que, en su pobre repertorio de virtudes, y considerando la ausencia de una justicia equitativa, es una especie de sucedáneo suficiente. 

El caso audios, fue uno de estos episodios inesperados y especialmente temidos e indeseados para sus protagonistas, aunque el vértigo que implica vivir al borde de ese riesgo permanentemente fuera uno de los placeres que gozan junto al séquito de nuevos ricos y pituteros de los que se rodean y les hacen la pega sucia. Pero tanto va el cántaro al agua que las prácticas corruptas y en muchos casos ilegales, como el soborno, el cohecho, el tráfico de influencias, la elusión y la evasión tributarias; el uso ideológico de documentos legales como boletas y contratos, salieron a la luz pública como habituales en el caso de connotados abogados de la plaza, coludidos con políticos de derecha, jueces y funcionarios públicos. 

El prohombre de la derecha -ex senador, ex ministro, fundador de la UDI y primo de un expresidente - el señor Andrés Chadwick, hasta por los suyos ha debido ser tolerado a la espera de que algún evento catastrófico lo salve de su incómoda posición. Y a ellos, asumiendo que la suerte del sector parece estar atada a la suya. Sus candidaturas en el caso de las elecciones locales de octubre, ya se veían afectadas por las luchas poco fraternas de las distintas fracciones que la conforman, tras el supuesto optimista de sus posibilidades en las próximas presidenciales. Éstas empezaban a afectar sus buenas posibilidades; pero el caso audios las colocó más complicadas aún.

En efecto, la última arista conocida, aunque no necesariamente sea parte de la misma trama, es la que afecta a la conocida Universidad San Sebastián y que involucra nuevamente a Chadwick. En ella además “trabajaban” varios otros ilustres de la derecha; la ya inefable jueza Gloria Vivanco y la candidata a alcaldesa por Las Condes y presunta tapada del sector para las próximas presidenciales, la ex ministra Marcela Cubillos. Fue precisamente su caso a partir de la información conocida recientemente del monumental salario que percibía en ella, sin que se le conocieran actividades docentes regulares, investigación ni publicaciones que no fueran panfletos de poca monta, por lo que el caso llegó al ámbito académico.  

Dejando a un lado todo lo sórdido de la trama; y sus aristas legales, que ya son objeto de investigaciones judiciales y administrativas impulsadas por congresistas de izquierda, el caso de la Universidad San Sebastián deja al descubierto la infiltración del dinero y el sector financiero en todos los ámbitos de la vida social y su capacidad de modelar el tipo de país que se ha conformado en los últimos treinta años.  Son los valores asociados a la maximización del lucro, la obtención de ganancias rápidas, abundantes y fáciles, los que han sido elevados a la posición de organizador de la vida social y política.

Es una verdadera crisis moral que protagoniza la derecha y los poderes constituidos, incluyendo sus políticos; a las profesiones; los jueces; las universidades. Usa a charlatanes con ínfulas de filósofo y periodistas venales para justificar lo injustificable y tender cortinas de humo y cazabobos para confundir a la opinión pública. Esta crisis moral demuestra la bancarrota de la sociedad de clase que es el neoliberalismo. Todos los analistas conservadores serios reconocen el riesgo que esta situación implica para sus intereses. Su resolución, sin embargo, no necesariamente va a ser el fin del neoliberalismo. Ello depende de la izquierda y de los demócratas no de su profundidad ni de qué tan irreversible sea.



sábado, 21 de septiembre de 2024

Recabarren y las fiestas patrias

 

Israel Roa. 18 de Septiembre en el Parque Cousiño. 1953

Uno de los temas que el pensamiento y propaganda conservadora ha agitado con más pasión en contra de la izquierda desde sus orígenes, es el del patriotismo. En el proceso en contra de la Mancomunal de Tocopilla, en 1904, junto con las acusaciones de subversión y promover la deserción de los conscriptos por su posición antimilitarista, ya era parte del arsenal de acusaciones con las que se perseguía a Recabarren y a las que éste desarmaba con una profundidad de análisis y una denuncia que ponía de relieve el carácter crítico de su pensamiento y de su práctica periodística; como organizador y más tarde, como representante de los trabajadores en el Parlamento.

Con una notable profundidad, Recabarren en sus escritos de comienzos del siglo XX inscribe la historia de Chile en la totalidad del desarrollo histórico de la humanidad, demostrando una amplitud de miras que hacen aparecer además a la academia de su época, como provinciana e ingenua. En efecto, tal vez con la sola excepción de uno o dos antes que él, Recabarren presenta los sucesos de la Revolución emancipadora como objeto de  una interpretación y no como un puro hecho que explicaría la formación de la República como si se tratara de un acontecimiento único y definitivo.

Por esa razón, y con la modestia y la valentía intelectual del que se dirige a los propios y a los ajenos con propósitos diversos, dice en un escrito de 1905 publicado en El Proletario que “debemos alejarnos del fanatismo”, que es en su concepción de ese momento resultado de la influencia de las ideas dominantes, para buscar “la verdad”, “analizar la realidad” y asociando la seriedad al estudio de las razones de la desigualdad y la opresión, con el fin de alcanzar la verdadera emancipación. Su concepto del estudio de la historia no es, pues, la de un analista ni un ejercicio de mera erudición.

La vanguardia del pensamiento progresista que había sido el liberalismo durante el siglo XIX, compartía ciertamente esta misma idea de la historia, la literatura y el periodismo como instrumentos de lucha por la emancipación pero, como postula Recabarren en sus escritos de este período, para terminar legitimando una concepción abstracta que considera a la República como una obra concluida sin considerar sus propias contradicciones.

Contradicciones que por lo demás, subsisten hasta el día de hoy y que inscriptas en el “desarrollo” hipertrofiado que es el neoliberalismo, se han multiplicado en formas diversas, pero al mismo tiempo planteando su carácter inacabado y la necesidad de incluirlas en la obra de su realización. Para Recabarren se trata de la superación de la desigualdad y la realización de una auténtica libertad tareas ambas inseparables y que tienen que ver en su imaginario de este período con la emancipación de la clase trabajadora. Que no es por cierto la sola suma de todos los trabajadores pues en palabras de Marx que se proyectan como si fuera una distopia el futuro de las sociedades capitalistas, incluyen “Al médico, al jurista, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia” pues “los ha convertido en sus servidores asalariados”.

El patriotismo no es para Recabarren, por lo tanto, un problema en sí mismo sino tan solo en la medida que enmascara la verdad histórica, que está conformada no por un conjunto de acontecimientos sino por las contradicciones sociales y las aspiraciones de verdad, auténtica libertad, igualdad y leyes justas que el orden actual impide y respecto al cual la izquierda y los trabajadores representan su negación.


lunes, 9 de septiembre de 2024

¿Cuál renovación?

Eugene Delacroix. La libertad guiando al pueblo. 1830

El concepto "renovación" ha protagonizado los debates de la izquierda en varias ocasiones a lo largo de su historia. Casi siempre rodeado de intensas y apasionadas discusiones entre quienes militamos en sus filas. Es presentada como una necesidad que proviene tanto de los cambios sociales, económicos, culturales y políticos que vive la sociedad como de una consideración teórica que reivindica el carácter antidogmático y creativo de su doctrina, opuesto al dogmatismo y al conformismo del pensamiento conservador, tanto en su versión autoritaria como liberal.

Las izquierdas de todo el mundo se han visto conminadas a enfrentar procesos de renovación en reiteradas ocasiones. El leninismo lo fue respecto de una anquilosada socialdemocracia que adoptaba un mecanicismo cientificista como fundamento filosófico de su política y conservando un dudoso concepto de la sociología marxista. De ello se deducían posiciones evolucionistas y de un optimismo ingenuo respecto del progreso y las posibilidades del capitalismo de transformarse a sí mismo y que sería una de las condiciones culturales para la aparición del fascismo pues desmovilizó a la sociedad y a las fuerzas críticas del sistema.

La política de los Frentes Populares también lo fue respecto de las políticas del "tercer frente" propiciadas por la Komintern, políticas de un ultraizquierdismo sectario que aislaron a los comunistas y dividieron a las izquierdas frustrando las esperanzas de cambio de la humanidad a mediados del siglo XX.

La vía pacífica al socialismo en Chile, o como la caracterizó Corvalán "no armada", se adelantó a lo que sería el desarrollo del pensamiento acerca de las relaciones entre socialismo y democracia que actualmente se reivindican en todo el mundo. La derrota del proyecto popular y la contrarrevolución neoliberal, también abrieron debates que propiciaron procesos de renovación en la izquierda chilena. Unos para abjurar de su pasado ultraizquierdismo y elevar la tesis de las amplias alianzas para producir reformas en beneficio del pueblo que antes negaban, a la categoría de hipóstasis y no de resultado de una actividad práctica concreta.

Otros para abordar el problema de la transición del capitalismo al socialismo -debate de una gran actualidad dada la crisis a la que ha conducido a las sociedades occidentales el neoliberalismo y que amenaza con arrastrar a toda la humanidad -y que no estaba resuelto por la Vía Chilena, síntesis de la revolución con empanadas y vino tinto, como le gustaba decir a Allende. En este sentido, también la Política de Rebelión Popular de Masas para combatir a la dictadura, fue una renovación, aunque su contenido ha sido reducido al problema de las formas de lucha y el factor militar entendido en un sentido estrecho.

Los movimientos que se autodenominaban "izquierda revolucionaria" en los sesenta y setenta, también fueron una renovación respecto de las concepciones dominantes en la izquierda histórica, la que reivindicaba al movimiento obrero como Sujeto casi exclusivo y una relación de sus partidos con éste basada en la primacía de lo político y de su rol como vanguardia. El MIR, el MAPU, la IC y otras agrupaciones más pequeñas, le dan visibilidad y reivindican el lugar de pobladores, campesinado mapuche y cristianos y dan cuenta del influjo de la revolución cubana y del Concilio Vaticano II en la izquierda chilena,  combinándolos con un marxismo igualmente ortodoxo que considera los aportes del estructuralismo, el trotskysmo y un marxismo occidental crítico del stalinismo.

La renovación ha sido, pues, una constante en la historia de la izquierda. Y afortunadamente, y a contrario sensu del lugar en el que política y culturalmente desembocaron los procesos de renovación de algunos sectores de la izquierda en los noventa, no hay en ésta quien desconozca la inviabilidad del capitalismo en su versión neoliberal, y del capitalismo en términos absolutos, para conducir a la humanidad a una etapa superior de desarrollo de la convivencia social y política. En los documentos de todos los partidos y organizaciones de izquierda, se reivindica el socialismo como horizonte de transformaciones y modelo de una sociedad distinta.

También, la necesidad de incorporar la lucha contra el cambio climático, los derechos de las divergencias sexogenéricas; hacerse cargo de fenómenos como la inmigración y el impacto de las novísimas tecnologías de la información los que generan otras tantas formas de exclusión, violencia y sometimiento de los seres humanos. Ya ni siquiera se trata de la lucha contra los neoconservadores y su defensa a troche y moche de privilegios y valores anacrónicos. Es la brutalidad desembozada, la negación de la razón y de los avances de la civilización de cuyas entrañas emerge, a menos que ella misma le ponga coto.

Ese debiera ser precisamente el contenido de una renovación de la izquierda en la actualidad. Lo fue el leninismo y la lucha por la paz en la primea mitad del siglo XX y que dio origen a los partidos comunistas; los Frentes Populares frente al avance del fascismo y que se prolongaron en la construcción de los Estados de Bienestar en la Europa de la Post Guerra; la revolución cubana y el surgimiento del movimiento juvenil en los sesenta; la teología de la liberación y la incorporación de las masas de excluidos en la lucha por la democracia en América Latina en los años ochenta.

En los últimos años, la incorporación de la mujer y las luchas por la igualdad de género; el respeto de los Derechos Humanos de las divergencias sexogenéricas, de la infancia y las personas mayores; el cuidado del medioambiente y la inmigración como parte integrante de las sociedades contemporáneas, son otras tantas motivaciones que la izquierda ha tenido en su proceso de renovación más reciente. Toda la izquierda con acentos distintos, estilos y una estética diferente que da cuenta de la diversidad de su origen, composición e historia y lo que le da la riqueza cultural que la derecha no tiene porque es la afirmación de lo existente. En este sentido, la renovación es, y siempre lo ha sido, un problema político. 

La reivindicación de la diferencia, por lo tanto, lo que la define. Diferencia que está en el corazón de la realidad social y que la "renovación" apenas alcanza a comprehender cuando ya ha cambiado motivando nuevas discusiones, otros problemas, una nueva renovación. La renovación debe por esta razón hacerse cargo de la crisis a la que ha llevado a la humanidad, un orden  basado en la explotación del ser humano y la naturaleza a niveles nunca antes vistos y que se expresan en un Estado puesto a su servicio y por tanto, cada vez más controlador y represivo.

No es el fin ni un ajuste de cuentas con una consciencia ideológica anterior, aunque por momentos adopte ese tono pontificador, sino parte consustancial de la práctica política y teórica de la izquierda.  Proviene de su propia historia porque es parte de ella y debe proyectar la nueva sociedad que intenta abrirse paso entre las ruinas que el neoliberalismo le hereda a las futuras generaciones.

No es el fin ni un ajuste de cuentas con una consciencia ideológica anterior, aunque por momentos adopte ese tono pontificador, sino parte consustancial de la práctica política y teórica de la izquierda.  Proviene de su propia historia porque es parte de ella y debe proyectar la nueva sociedad que intenta abrirse paso entre las ruinas que el neoliberalismo le hereda a las futuras generaciones.