Fernand Leger. Los placeres del ocio. 1949 |
Desde el año 2020 a lo menos, el país vive un proceso de ruptura
constituyente que se ha prolongado por la resistencia tenaz que la derecha
y los empresarios han desplegado desde la instalación de la Convención
Constitucional y los errores de la izquierda, incapaz de haber hecho de ésta
una cuestión de masas. La lógica parece haber sido más o menos, “que los
sindicatos luchen por los salarios, las mujeres y los pueblos originarios por sus
derechos, los jóvenes por el medioambiente y sus representantes en el sistema
político –incluida en su momento la Convención- por la nueva Constitución”.
Sin embargo, esta situación no se puede extender indefinidamente y en
algún momento, debe resolverse y no sólo como el resultado de la evolución
normal de los acontecimientos sociales y políticos. La ruptura significa que en
algún momento la sociedad debiera romper con décadas de neoliberalismo y
comenzar algo nuevo. La prolongada coyuntura constituyente, es solamente el
inicio de un proceso que es la construcción de una nueva sociedad.
La coyuntura tiene un significado similar a la de 1952, momento en el
que empiezan a perfilarse las tres alternativas que iban a disputar la
dirección política del país en los siguientes veinte años: la revolución en
libertad, la vía chilena al socialismo y un neoliberalismo en pañales.
El voto femenino; la derogación de la Ley Maldita; la creación de la
cédula única en 1958–fundamental para acabar con el cohecho y el fraude,
consuetudinario en nuestros procesos electorales hasta esa fecha- le dan un
enorme impulso a la expansión de la democracia en Chile, que incluye en la
década del sesenta a los ciegos y en 1972 a los analfabetos.
Se han hecho muchas alusiones al significado del Bloque de Saneamiento
para la derogación de la ley maldita y del combate al cohecho, así como de la
amplia unidad y el rol del movimiento sindical en su consecución pero pocas a
la importancia de la unidad de los partidos de izquierda como una condición
habilitante de dicho proceso. El doctor Salvador Allende fue uno de sus
artífices y protagonista principal hasta su elección como
Presidente de la República en 1970, proceso interrumpido violentamente en 1973
pero retomado en la actualidad en la forma de la lucha por una nueva
Constitución.
La contradicción neoliberalismo/democracia tiene
por esa razón hoy en día un nuevo significado. Sus proyecciones no son ya
solamente formales o exclusivamente instrumentales, como lo fue la eliminación
de los senadores designados y vitalicios; la limitación del rol del COSENA o el
cambio del sistema electoral binominal. Dicha contradicción está determinada en
la actualidad por un contenido concreto que es el tipo de sociedad que expresa
y a la vez modela la institucionalidad política del país.
La nueva sociedad que intenta abrirse paso en este
proceso, que incluye además la desmercantillización de los servicios y su
restitución como derechos sociales –lo que pasa por el cambio del sistema
previsional, incluyendo a las AFP’s y las ISAPRES- tiene en quienes viven o
dependen de un salario, que son la mayoría de la población, al principal
interesado. Son los trabajadores en las diversas formas que el neoliberalismo
los ha fragmentado como sujeto social y como movimiento de masas al ritmo de
las transformaciones productivas y tecnológicas
que ha realizado.
No referirse a la construcción de una sociedad que
supere los antagonismos de clase, es quitarle todo el significado que esa idea
tiene y las posibilidades de reconstruirse y de reconstruir un movimiento
popular pleno, como el que persiguió y reprimió casi hasta el exterminio la
dictadura mililtar.
La resistencia de la reacción política y económica adopta por esa razón
la forma de neofascismos como el de Trump y Millei o en Chile el del Partido
Republicano.
La unidad de la izquierda es una condición para proyectar el proceso
constituyene hacia la construccción de una nueva sociedad y bloquear de esa
manera el avance de la ultraderecha. Y esta fundarse en la convicción de que el
cambio social y político no será un producto espontáneo o de la evolución de la
misma sociedad que agoniza y que se resiste a morir, sino el resultado de su
actividad práctica y del involucramiento de los movimientos y organizaciones
sociales en la lucha política.