martes, 18 de marzo de 2025

Afinar la puntería

Pablo PIcasso. Acróbata y joven arlequín. 1905



La cadena de insultos, prepotencia, violencia verbal y física; desprecio del derecho y las normas más elementales de la convivencia entre los seres humanos que protagonizan  Trump, Milei y la caterva de fascistas que se tomaron la escena política en los últimos cinco años, suma y sigue. Mientras aplican las clásicas recetas de ajuste del neoliberalismo que consisten en rebajar salarios, congelar pensiones, privatizar servicios públicos; realizar despidos masivos; acompañados de represión a la protesta social; burlas y ofensas de sus opositores ; amenazas y persecución, el desconcierto reina entre estos últimos. 

Ellos insultan; los otros ríen nerviosos o simplemente los consideran apenas unos niños con rabieta. Este gesto oculta, en realidad, una tolerancia que raya con una complicidad inconsciente y culpable que sería expresión del retroceso moral, político y cultural al que el neoliberalismo ha arrastrado a la sociedad, asimilado por sectores políticos que alguna vez se identificaron con posiciones de centro e izquierda.

Lo que es fascismo puro y duro, es motejado con una liviandad espeluznante "populismo de derecha", seguramente con el propósito oblicuo de asimilarlo con las críticas que desde la izquierda se vienen haciendo hace más de treinta años a los efectos excluyentes, clasistas y autoritarios que ha tenido. Asume esta "centroizquierda" culposa que la desigualdad, la contaminación, la burocracia y pérdida de autonomía y libertades individuales y colectivas, típicas del neoliberalismo frente a la gran empresa y la red inextricable tejida entre el Estado y el sector ptivado, son apenas "externalidades", no características esenciales del modelo. 

De esa manera, no aciertan a apuntar al enemigo principal que amenaza a las democracias en la actualidad, tanto en Europa como América, de lo que son apenas un par de botones las desafortunadas expresiones de Carolina Tohá o las oportunistas críticas de la Presidenta del PS al Partido Comunista a partir de la sospechosa filtración de una conversación privada entre dos de sus dirigentes que nada dicen acerca del programa de gobierno ni de las tareas de su implementación. 

A partir de su incapacidad o de su resistencia a admitir que el mundo se sigue dividiendo entre quienes están motivados por su afán de lucro y maximización de las ganancias que obtienen de la superexplotación de la naturaleza que nos pertenece a todos y de la fuerza de trabajo estrujada hasta la inanición, disparan de chincol a jote premunidos de una actitud "librepensadora" que los motiva a ocupar más tiempo y esfuerzos en criticar a los aliados que tiene a la izquierda, que denunciar la violencia y el fundamentalismo neoliberal de la derecha en sus diferentes versiones. 

Ya en el pasado, conocimos los resultados que este tipo de confusiones puede llegar a tener. En la actualidad, cuando la marcha de la reacción parece no tener límite en Europa y en América Latina somos testigos de una fuerte disputa por la defensa de la democracia y los Derechos Humanos, afinar la puntería es más necesario que nunca. Los eternos buscadores del "centro" y de principios abstractos que poco tienen que ver con las contradicciones sociales y políticas que agitan al mundo en la actualidad, están siendo absorbidos por los acontecimientos y lo más probable es que terminen siendo o bien una minoría extravagante o masa de maniobra de las posiciones ultraderechistas. En ambos casos, una intrascendencia similar a la que en la actualidad se convirtió Europa, producto del avance de la agenda fascista de Trump. 

miércoles, 12 de marzo de 2025

La marcha de la reacción y la izquierda

Juan Davila. Stupid as a Painter. 1982







La marcha de la reacción continua sin que, aparentemente, tenga resistencia. Ello incluso a pesar de sus chambonadas; la impopularidad de sus recetas; el estancamiento de su potencial de crecimiento electoral y sus profundas contradicciones. Así las cosas, no es descartable que nuevamente llegue al gobierno, esta vez en una versión remasterizada de sus peores abyecciones.

Demostración de su marcha implacable, es la ofensiva que ha desatado contra destacados liderazgos de izquierda usando todos los medios a su disposición: el lawfare, la difusión de noticias falsas y el ocultamiento de las que dejan en evidencia sus actos corruptos; su complicidad con las AFP´s y la gran empresa, así como su disimulado pinochetismo. Ataques tanto en la persona de la ex alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, como en el de Daniel Jadue y ahora último, en el de la presidenta de la Cámara de Diputados, Karol Cariola, caso en el que, al igual que en los anteriores, se hace uso y abuso del poder judicial, por medio de interpretaciones antojadizas de la ley, difundidas por una prensa servil hasta naturalizarlas.

También el bloqueo legislativo, el que le ha servido durante todo el mandato del Presidente Boric para contener las reformas impulsadas por éste; confundir a la opinión pública en medio de la maraña de negociaciones para hacerlas posibles en su situación de minoría en el congreso; dividir a los sectores interesados en sacarlas adelante y haciendo uso y abuso de las atribuciones que tienen sus parlamentarios para avanzar en su promulgación.

Nada muy diferente a lo que hayan hecho las derechas de otros países latinoamericanos, como por ejemplo en la destitución de la Presidenta Dilma Roussef en Brasil, de Pedro Castillo en el Perú; la persecución de Rafael Correa o Cristina Fernández.

Estos ataques a la izquierda, a sus liderazgos y su intento por bloquear toda posibilidad de que estos surjan están motivados por su comprensión del significado de la hora actual. Su necesidad de eliminar toda posible resistencia a sus pretensiones de restaurar lo peor del neoliberalismo; asegurar sus fundamentos y profundizar sus características más funestas -como la reducción de salarios, los despidos masivos; el aumento de la contaminación; la mercantizilización de la educación, la cultura y la salud; todo ello, con tal de garantizar las ganancias de las grandes empresas nacionales y transnacionales y las fortunas de un puñado de magnates.

La búsqueda desesperada de rebuscados argumentos pseudofilosóficos que, por lo demás, le son indiferentes a masas de trabajadores, empleados y profesionales cada vez más golpeados por la inseguridad a la que los condena el neoliberalismo y que es explotada por el fascismo -pretextos para atacarlos o justificar su actitud sectaria- solamente la favorecen y en el fondo ocultan, su incapacidad o su desinterés, para enfrentarla.

miércoles, 5 de marzo de 2025

Un nuevo ciclo

Jean-Michel-Basquiat. Hollywood Africans. 1983

                             


La renuncia de la ministra del interior, Carolina Tohá, y su anuncio de asumir una candidatura presidencial, inauguran una nueva situación política. Lo que hace más de un año ha intentado la derecha, prácticamente, incinerando a fuego lento la candidatura de Evelyn Matthei, y lo que no han podido lograr sus compañeros ultras del Partido Republicano y Nacional Libertario, acontece ante sus barbas y en pocas horas.

 

Es una demostración de la buena salud de la que goza la alternativa de continuar por la senda de las reformas políticas y sociales comenzadas durante el mandato de la Presidenta Bachelet, interrumpida por las torpezas de las mismas fuerzas democráticas que facilitaron el segundo triunfo de la derecha tras el retorno de la democracia. Ello, con los mismos votos de siempre y con los que fue derrotada reiteradamente.

 

No está todo dicho todavía. El anuncio de la Presidenta Bachelet de no presentarse por tercera vez como candidata a la Presidencia de la República, precisamente, llama la atención sobre el carácter abierto y absolutamente novedoso del ciclo que comienza. Se trata de una coyuntura en desarrollo.

 

La precandidatura de la ex ministra del interior representa al sector más centrista de los que fueron sostén político del gobierno del Presidente Boric. Apela a una sensibilidad más tributaria del liberalismo social, anclada como lo ha señalado en sus primeras declaraciones en las ideas de convergencia, progreso y estabilidad. Su entorno, conformado fundamentalmente por militantes y antiguos dirigentes del PPD, así lo confirman. Pero tanto el PS como el PC y el FA han declarado su pretensión de tener nombres que podrían representar al sector. Sumados todos ellos, por cierto, con una altísima probabilidad de propinarle una derrota de proporciones y de carácter estratégico a la derecha.

 

Pero en política, dos más dos no necesariamente son cuatro. No se trata solamente de juntar votos. Se trata de representar efectivamente, como lo reclama este nuevo período que comienza, una alternativa que responda a las necesidades del pueblo y que logre encantarlo y movilizarlo para derrotar a la reacción. Sin pueblo movilizado, no se podrá detener el fundamentalismo ultra de la derecha, para la que la única solución es -como lo han demostrado ya Milei y Trump- favorecer a los ricos, profundizar la desigualdad, seguir destruyendo el medioambiente, echarle la culpa a los "zurdos de mierda"; a los inmigrantes; agudizar la exclusión y las discriminaciones de diverso signo.

 

El país necesita una alternativa que enfrente al fascismo y lo desenmascare frente a la sociedad.

 

Las viejas recetas y la añoranza en un presunto pasado mejor, serán cada vez más extravagantes para generaciones de chilenos y chilenas, nacidos en democracia, que reclaman respuesta a los problemas más urgentes y por lo tanto, los más actuales: el aumento de la desigualdad y las exclusiones de distinto tipo; la incapacidad de servicios y empresas concentrados en manos privadas de proveer soluciones accesibles, oportunas y de calidad a la sociedad -de lo que el reciente megacorte del suministro eléctrico es un botonazo-.

 

Las formas cada vez más sofisticadas de control y la progresiva pérdida de autonomía de los individuos en la nueva forma de imperialismo tecnológico que avanza en todo el mundo; así como el deterioro del medioambiente a niveles que ponen en riesgo incluso su sobrevivencia, no son un juego ni una distopia cinematográfica. Son la realidad fascista a la que se enfrenta la humanidad en la hora actual y ante la cual deben levantarse los demócratas del mundo entero.