domingo, 2 de noviembre de 2025

¿Por qué desertan los docentes?

Antonello da Messina. San Gerónimo en su estudio, 1475



En los últimos días, previos a la elección, se ha desarrollado un pseudodebate sobre educación escolar a propósito de las cifras de deserción de docentes jóvenes del sistema, y las nuevas exigencias para estudiar pedagogía. Aparentemente un debate marginal pero que pone de manifiesto que todavía no todo está escrito y que en el próximo período presidencial podría estallar nuevamente en formas impredecibles.

Es curioso que estas polémicas no ocupen, como hace diez o quince años atrás, parte importante del debate programático en las elecciones presidenciales. Pareciera, producto de esta indigencia de propuestas en educación en el debate presidencial, que está todo hecho. 

En efecto, una serie de reformas iniciadas con la promulgación de la LGE, aparentemente, movieron el fiel hacia otro tipo de problemas que no fueran los referidos al marco regulatorio de la educación chilena aunque por el momento no sean explícitos ni notorios. 

Por medio de la LGE se reconoció a las modalidades educativas; a la comunidad escolar y sus derechos; se relevó la especificidad del sistema de educación pública de propiedad del Estado; y se modificó la composición del Consejo Nacional de Educación, antes llamado Consejo Superior de Educación. 

Al mismo tiempo, y como resultado del acuerdo de la entonces ministra Yasna Provoste y los partidos de la oposición de derecha, se creó una suerte de institucionalidad anexa al mineduc, conocida como Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación y una modalidad de subvención escolar, llamada "preferencial", destinada a los estudiantes más pobres y bajo la promesa de mejorar sus aprendizajes. 

Con posterioridad, y como uno de los resultados de la oleada de protestas y movilización del año 2011, surge la Nueva Educación Pública, que crea un nuevo sistema nacional de educación pública de propiedad del Estado que reemplazaría a los municipios como responsables de ésta. 

El conjunto de estas políticas no ha resuelto, sin embargo, sus dos características más grotescas, que son la desigualdad y fragmentación que lo definen. De hecho, dos características que se potencian mutuamente y que explican su mala calidad, tanto desde el punto del vista del servicio que ofrece como desde el de sus resultados académicos. 

Aparentemente un sistema escolar que las ha normalizado de modo que señales como la deserción de jóvenes de la profesión docente; o la caída de las postulaciones a la carrera de pedagogía, son vistas como fallas inexplicables, fenómenos aleatorios y no un componente de esta crisis en ciernes. 

Desigualdad y fragmentación son solamente síntomas de su pérdida de sentido. Del vacío de orientación y centralidad del sistema escolar para la sociedad, en el que ni estudiar ni enseñar parecen tener otra finalidad que cumplir un deber formal, tanto para recibir una certificación o reconocimiento social para acceder a oportunidades laborales o académicas como para ganarse la vida, tal como podría serlo en cualquier otro oficio o actividad. 

A ello se suma, en las últimas décadas, la aparición de las tecnologías de la información y las comunicaciones, las redes sociales y en los últimos dos años, la IA, fenómenos que han profundizado dicha crisis de sentido, que se arrastra desde hace décadas pero que recién hoy en día adquiere visibilidad. 

El sistema de financiamiento del sistema escolar actualmente vigente es, a este respecto, sólo un mediador entre estos individuos que buscan dar cumplimiento a sus obligaciones formales con la sociedad y el Estado que es quien ejerce la función de facilitar las condiciones para que puedan hacerlo, pero que no representa ninguna aspiración común o propósito compartido. Un mero contrato, no la satisfacción de las necesidades de esta comunidad. 

La compartimentación del curriculum escolar en pequeños paquetes de información, obedece precisamente a esta necesidad de medir las capacidades tanto de los docentes para transmitirlos, como de los estudiantes para adquirirlos y así confirmar su funcioamiento. No se trata de un intercambio cultural, de un debate acerca de su significado ni de la puesta en juicio de su valor de verdad o del sentido que representan para la sociedad sino tan solo unidades mensurables que harían posible verificar su cumplimiento. La expresión más grotesca de esta concepción educativa fueron los semáforos de Lavín, pero sigue aplicándose en formas menos violentas. 

Aunque no se haya presente en el debate presidencial, la escuela chilena está en crisis. No sólo la escuela pública. Y aunque se silencie, es una crisis mucho más profunda que la que expresan los efectos de su financiamiento o la anarquía que reina en su estructura. Es la pérdida de sentido del rol que juega en la sociedad y que los acontecimientos más recientes sólo ponen de manifiesto.

Si los jóvenes desertan de la docencia antes de los tres primeros años de ejercicio; si ha caído la matrícula de las carreras de pedagogía y hay un déficit de apróximadamente treinta mil docentes en el país, cifra que tiende a aumentar, quiere decir que el nuestro, es un sistema escolar no sólo inequitativo, estratificado socialmente por origen de clase; en el que reina ademas una profunda fragmentación administrativa, territorial y curricular sino que expulsa a jóvenes que no encuentran sentido a enseñar, ni a lo que enseñan, lo que da cuenta de una crisis que es todavía más profunda. 


martes, 28 de octubre de 2025

América frente a la incertidumbre: no bajar la guardia

Jean Michel Basquiat. Notary. 1983



El resultado de las elecciones parlamentarias en la hermana República Argentina sorprendió. No habían pasado ni tres semanas y el partido de Javier Milei, después de haber sufrido una apabullante derrota en Buenos Aires, en medio de escándalos de corrupción, vinculación de su principal candidato en Buenos Aires -José Luis Espert- con el narcotráfico y manifestaciones en su contra, en cada gira o intento de realizarlas, aumenta su caudal electoral en alrededor de ochocientos mil votos, gana en la mayoría de las provincias, incluido Buenos Aires y asegura el tercio que le permitiría continuar su obra de demolición del Estado Argentino y reducción de los derechos de sus ciudadanos y ciudadanas. 

En sus primeras alocuciones luego del triunfo, y en concordancia con lo anterior, ya anuncia la profundización de su política en lo que tiene que ver con pensiones, trabajo e impuestos. 

Mucho se ha escrito ya acerca de las razones para que esto sea posible. Fundamentalmente el sentimiento antikirchnerista, groseramente explotado por la derecha argentina y los medios hegemónicos. La incapacidad para aprovechar la coyuntura de desgaste de la administración libertaria para relevar nuevos liderazgos que por legitimidad y capacidad de convocatoria -como los de Axel Kicilof  y el del dirigente social Juan Grabois- debe ser motivo de reflexión para la izquierda y el campo social y popular en toda América Latina. 

También la grosera intervención del imperialismo norteamericano, a través de un swapp de veinte mil millones de dólares a cambio de un resultado electoral favorable para Milei y los suyos. El imperialismo ni siquiera disimula sus pretensiones injerencistas y sus subalternos -moviendo la cola- la algarabía por su obediencia. Hacía décadas que no se asistía a un espectáculo más grotesco de dependencia y subordinación, sazonado por cierto con otros aderezos típicos de los imperialismos del siglo XX como las amenazas de intervención militar, diplomacia agresiva e imposiciones unilaterales. 

Ponderar, en todo caso, el peso de estos dos factores -incluso combinados- es complejo y arriesgado y dificilmente servirían para resolver una línea política de rearticulación en medio del desánimo que provoca esta derrota, así como del sentimiento de aturdimiento y confusión que genera. 

El resultado demuestra un comportamiento impredecible de las masas, posiblemente como resultado de la incertidumbre que provocan políticas de schock, destrucción del tejido social y las bases materiales sobre las que se ha construido, así como su degradación producto de la corrupción y la explotación que motiva por parte de quienes quieren destruirlas. La salud y la educación públicas, las empresas nacionales; en el caso argentino, un sistema de asistencia social con participación de los sindicatos, cooperativas y un sistema federal en el que los gobiernos provinciales tenían una gran responsabilidad.

En este sentido, el aumento de la pobreza corre parejo con la destrucción del Estado, la industria nacional y del sistema de protección social y a su vez con la despolitización de masas convertidas, producto de esta política, en una sopa indiferenciada reunida bajo el rótulo de "clase media", cada vez más receptivas de discursos populistas y soluciones como las de Trump o Milei. Trabajadores precarios, empobrecidos, consumidores de toda clase de contenidos embrutecedores que circulan a toda velocidad por las redes sociales y que después se vuelcan a las soluciones facilonas y que buscan chivos expiatorios en inmigrantes, minorías, los sindicatos y la izquierda, como responsables de su situación de pobreza y exclusión. 

La lucha contra la desiguladad tiene, entonces, una centralidad ineludible en dicha rearticulación. No basta exhibir logros en materia macroeconómica ni planes focalizados o soluciones transitorias si estos no la reducen e incluso las exhiben como un vergonzoso blasón. En este sentido, el arte de la política es la profundización de la reforma, es decir, llamar la atención sobre la diferencia más que la reinividicación de logros que tienen el mérito, justamente, de llamar la atención sobre esta. 

En segundo lugar, y en lo que la derecha y especialmente su caricatura se destacan, la construcción de un adversario identificable y motivo de una inspiración movilizadora. 

En este sentido, además de las oligarquías locales que se han visto beneficiadas por décadas de políticas de restricción del gasto y que las ultraderechas emergentes pretenden reeditar en su versión original de los años setenta y ochenta -no la focalización de los noventa-, también la denuncia del resurgimiento de las tendencias más agresivas de la política norteamericana hacia la región y el riesgo que eso implica para la democracia, debe ser un componente esencial. No basta con la reivindicación de un nacionalismo que no señala la amenaza imperialista. 

El mundo está cambiando. América Latina también. La dirección que este cambio vaya a tener, el objeto de una intensa disputa política. La incertidumbre precisamente es la expresión de dicha disputa frente a la que hay que estar alerta hasta no haber conseguido una transformación efectiva de las condiciones de desigualdad y exclusión que la generan. 

lunes, 20 de octubre de 2025

Jadue




Julio Escamez. Principio y fin. 1972


La noticia más grave para la democracia en estos días, es la negativa del TRICEL a la candidatura de Daniel Jadue, luego de una acción en ese sentido presentada por RN.

 Es casi el equivalente a un golpe de estado institucional, toda vez que a partir de presunciones, acusaciones no comprobadas y presión mediática, una decisión administrativo judicial escamotea la voluntad popular antes de que esta pueda pronunciarse siquiera.

El mismo guión seguido en los casos de connotados dirigentes políticos de toda América Latina, normalizado por una prensa venal y un poder electoral que se salta olímpicamente la Constitución vigente.

 No viene al caso comentar las aristas judiciales del caso porque el fallo del TRICEL es abiertamente político, desde el momento mismo en que tiene efectos sobre el resultado de las elecciones parlamentarias y beneficia claramente a varios de los candidatos que se medirían con el ex alcalde de Recoleta en las urnas.

 En ese sentido, lo que realmente vale la pena recordar son las razones para tan majadera persecución en su contra; la cantidad de tinta gastada por columnistas; periodistas que obviando el más elemental sentido de la ética y de respeto por la verdad, han manipulado a la opinión pública, o intentado al menos, haciendo un uso malicioso de trascendidos; opiniones personales; fotografías o testimonios anónimos. Plata gastada en abogados, escribanos, papeleo y todo lo que conlleva un juicio mantenido desde la fiscalía en forma contumaz. El esfuerzo, si es que se lo puede llamar así, de políticos de derecha y algunos despistados por mantener vivo un proceso inventando todas las semanas alguna treta.

 No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de los intereses que hay detrás. La demostración desde un gobierno local de que es posible derrotar las lógicas de un mercado desregulado que sólo favorece a los monopolios, a la industria farmacéutica, las inmobiliarias y del degenerado mercado de la educación, desde un principio alertó a la derecha y a sus representados. La experiencia del resto de América Latina reveló hace mucho tiempo las posibilidades de formación y crecimiento de un proyecto de izquierda desde los gobiernos locales. Hace más de veinte años, al compañero José Figueroa Jorquera, primer alcalde comunista electo en democracia, se le combatió también por hacerlo, con la diferencia de que entonces estaba lejos todavía la posibilidad de una convergencia entre las fuerzas de izquierda y de centro, que con posterioridad renovarían las posibilidades de una gestión local de nuevo tipo.

La derecha y toda su maquinaria mediática y judicial se ha descargado contra las administraciones locales de izquierda justamente por el riesgo que implican para la tranquilidad de los negocios que sus políticas garantizan; para la mantención de su dominación pacífica a través de los sofisticados mecanismos del mercado que reemplazan al ciudadano libre por un consumidor dispuesto a dejarse manipular por una promesa ilusoria de status representado por una posesión aparente de bienes materiales y culturales.

El delito de Jadue fue justamente probarlo. Combatir a las cadenas de farmacias que se coludían, como quedó demostrado en sendos fallos judiciales, para subir los precios a niveles estratosféricos por años, perjudicando a los consumidores y lo que es más inmoral, lucrando con la vida y la salud de las personas. Haber abierto las escuelas públicas para hacer de ellas un espacio de participación de la comunidad y no meramente un "servicio focalizado" que es a lo que las políticas neoliberales las habían reducido en más de treinta años de aplicación. Generar espacios para hacer de la vivienda un derecho arrebatado a la codicia de las inmobiliarias y recuperar la comuna para sus habitantes, su cultura, su historia y tradiciones.

Jadue no fue el único. Antes lo fue José Figueroa, y después Irací Hasler, primera alcaldesa comunista de Santiago, a la que el pobre Desbordes, que haciendo honor a su apellido está completamente desbordado por su incapacidad para administrar la comuna capital, se refiere semanalmente para justificarla. Dicha  indisimulable incapacidad, comparada con la recuperación de espacios y barrios; la participación de las organizaciones sociales y comunitarias y de la cultura, es un triste presagio de lo que podría ser una administración derechista en el próximo gobierno.

Lo que realmente está detrás de la persecución a Daniel Jadue, es el terror de la derecha al éxito de un gobierno local de nuevo tipo. Uno que considere al vecino y la vecina no como consumidor o usuario pasivo de los servicios municipales sino un ciudadano con derechos; trabajadores y trabajadoras que con su esfuerzo también colaboran en la construcción de su entorno social y urbano. Las gestiones exitosas a nivel local, como las de Lo espejo, Recoleta o Santiago, se las debe combatir para que el ejemplo no prolifere. Porque guardando las proporciones, tal como dijo Pinochet con esa ordinariez que lo caracterizaba, "matando la perra, se acaba la leva".

La persecución en contra de Daniel Jadue, es el intento desesperado de la derecha de ocultar su inoperancia; sus latrocinios; el clasismo que la inspira y también de evitar que un neoliberalismo agónico -agonía demostrada por cifras y evidencia empírica que pretende convertir en el resultado de las políticas de los gobiernos de izquierda justamente- de origen a su reemplazo desde administraciones locales, comunales y municipales que sostengan sobre un arraigo popular desde los barrios, las escuelas, las universidades y centros de trabajo la gestión de gobiernos transformadores que conduzcan a la construcción de una nueva sociedad.


domingo, 12 de octubre de 2025

Es la hora de la decisión

Manuel Antonio Caro. La zamacueca. 1873



Es un hecho incuestionable que Jeanette Jara va a ganar en primera vuelta y por una diferencia que, dependiendo de la encuesta que se consulte, podría llegar a ser bastante significativa en relación a su más cercano contendor. Por lo que las mismas encuestas indican, éste sería el ultraderechista José Antonio Kast. Por el momento, eso es lo único que se puede afirmar con certeza. Las mismas encuestas, sin embargo, insisten en instalar un resultado probable de segunda vuelta, que apenas logra disimular la aspiración de quienes son sus controladores, según el cual aquel ganaría en ésta. Un escenario absolutamente hipotético, toda vez que ni siquiera se ha realizado la primera.

Lo real es que a medida que ha pasado el tiempo, el escenario electoral sigue absolutamente abierto e incluso se sigue abriendo. Y la posibilidad de que Jeanette Jara y la alianza de centro e izquierda que la apoya, triunfe es más que cierta. Hace pocos meses no más los medios hegemónicos y sus locuaces opinólogos, hablaban de una segunda vuelta con dos candidatos de derecha. En poco tiempo, en cambio, los porfiados hechos, se han encargado de ponerlos en su lugar y la candidata de la izquierda, con la sencillez y la sinceridad que la caracterizan, sin proponérselo siquiera, ha dejado en ridículo a varios duchos representantes del periodismo zalamero.

Las alarmas de la derecha, el empresariado, los sobrevivientes del pinochetismo, y los nuevos fascistas, se han encendido, llegando incluso a declarar ser partidarios del golpe de estado. Les ha resultado difícil decir que, en el hipotético escenario de la segunda vuelta, se van a apoyar mutuamente. Sus disculpas, mea culpas y golpes en el pecho, no logran ocultar sus muecas; las morisquetas que tienen que hacer para realizarlos. Y cada día que pasa, sus dificultades y las diferencias que los separan, aumentan. Especialmente porque el bando Republicano no puede disimular su bestialidad y la derecha tradicional, su ignominia. 

Pero los tiempos, para la derecha, y no sólo en Chile, se acortan y sus posibilidades disminuyen. Tiene que sacar ases de la manga que le permitan mantenerse jugando, como el insólito premio nobel de la paz a una dirigenta política que ha suplicado a los Estados Unidos que invada su país, desatando una todavía más insólita reacción de la Casa Blanca porque no se lo dieron a Trump, quien amenaza a diversos países con invasiones, crea campos de concentración en su propio territorio, deporta inmigrantes latinos o los envía a cárceles de alta seguridad en Guantánamo o El Salvador y hace la vista gorda frente al genocidio que Israel realizó en Gaza antes de su oportunista plan de paz.

Todo ello presentado por la prensa hegemónica, con toda naturalidad. Es el mundo al revés.

El premio nobel de la paz a la representante más fanática de la oposición venezolana, que envalentonada con este "inesperado" reconocimiento ya declara en El Mercurio la hora final del "régimen chavista" -cuestión que viene anunciando hace años-, así como el hipotético triunfo de Kast en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en nuestro país, son la manifestación de sus respectivas aspiraciones, las que por cierto son presentadas como puros hechos. Típico del fascismo. Y al que no le guste que se aguante los palos, como lo ha demostrado el sionismo en la Franja de Gaza.

 

Lo más preocupante de la campaña de los medios del sistema, televisivos, radiales, internet y las redes sociales, en ese sentido, es que tratan de instalar un presunto hecho, legitiman ab initio una reacción violenta y cuestionan de antemano, un resultado no solamente posible sino altamente probable si es que no coincide con sus pretensiones. De ahí la majadería de preguntar por la segunda vuelta, sabiendo incluso los más serios de quienes las realizan, que la segunda vuelta es prácticamente una nueva elección, y de que es difícil, si no imposible predecir el comportamiento de los electores en ella. Por cierto, sin considerar que en general, en las últimas elecciones, no le han atinado precisamente.

La caída del corrupto gobierno de Dina Boluarte en el Perú; el resultado de las elecciones de Buenos Aires, que presagian un nuevo triunfo opositor en las elecciones parlamentarias en la República Argentina; la prisión de Bolsonaro y la desaparición de la derecha en Brasil; el faro de dignidad que representan los gobiernos de México y Colombia preocupan al imperialismo y a las derechas latinoamericanas.

Por esa razón el pueblo debe prepararse para votar y elegir. Pero debe prepararse también para defender sus triunfos. El de noviembre, será una jornada histórica, y eventualmente el inicio de una movilización popular por asegurarlo que no dé lugar a cuestionamientos ni reproches. Es la hora de la decisión, no de las dudas.


domingo, 5 de octubre de 2025

Detener la violencia fascista, es garantizar la paz

Jean Dubuffet. Fête villageoise. 1976



La polémica que armó la derecha a propósito del mensaje presidencial con ocasión del envío de la Ley de Presupuesto, ha dejado en evidencia su indigencia de ideas y propuestas.  La reacción de Kast, Matthei y sus respectivos partidos, como de costumbre, es destemplada y violenta.

Continuando un inveterado hábito del neoliberalismo, interpretan las críticas políticas del Presidente como herejías sectarias que cuestionan la sacrosanta infalibilidad del mercado. Primero, al IPOM del Banco Central -lleno de afirmaciones ideológicas de marcado tinte político y que incluso exceden las atribuciones que le otorga la misma Constitución que defienden quienes se presentan como adalides de su autonomía- y después, a sus retrógradas ideas de recorte del gasto fiscal. Idea que tiene sumida a la hermana República Argentina en la recesión y el paro y cada vez más sometida a los capitales financieros y el imperialismo, ante los que Milei se arrodilla implorando un salvataje que profundiza la dependencia de la economía argentina; presiona el aumento de la inflación licuando lo poco que queda de los salarios y engordando las fortunas de los millonarios argentinos, que son los que realmente gobiernan y ya preparan su relevo, probablemente en la persona del amigo de Piñera, Mauricio Macri, responsable de su crítica situación actual.

Dicha agresividad, sin embargo, no es solamente académica ni verbal. Es el equivalente ideológico de la misma que el neoliberalismo supone es la que prima en las relaciones sociales. En efecto, al no poder hacerlo sobre una base racional porque todo está sometido a unas presuntas leyes naturales ante las que el pensamiento debe someterse, queda únicamente el recurso de la fuerza para dirimirlas. En este sentido el asesinato y desaparición de Julia Chuñil, no es una anomalía, sino una de sus más siniestras manifestaciones. La solicitud de las bancadas del PSC y los Republicanos de guardar un minuto de silencio en el Congreso por el influencer ultraconservador norteamericano Charly Kirk, en los mismos días en que se conocen las horrorosas circunstancias en que la activista ambiental mapuche desapareció, una demostración de la violencia de clase, racial y machista que la inspira.

Similar a la que la administración Trump ejerce contra los inmigrantes y opositores en su país, militarizando ciudades como Chicago, Washington, New York, Los Angeles y Portland a vista y paciencia de la comunidad internacional, mientras va a las Naciones Unidas a espetar amenazas, autoalabanzas, propias de un autóctrata, y amenaza a América Latina emplazando barcos de guerra en el Mar Caribe.

La hora actual para la humanidad es delicada y peligrosa. Los derechistas chilenos, como siempre ha sido, no son más que unos pobres peleles del imperialismo, palabra que aun cuando devaluada en el léxico de una academia acartonada y sometida a poderosos intereses económicos y políticos, empieza a recuperar el sentido que la doctrina Monroe le imprimiera en el pasado y que los viejos buenos tiempos de la globalización disimularon detrás de la retórica del librecomercio, como la quintaesencia de un mundo integrado y pacífico.

Nada de eso. La violencia que se toma la política y que esgrimen poderosas fuerzas reaccionarias que se oponen a la democratización de la vida en todo el planeta, incluyendo al medioambiente, amenaza a la humanidad, utilizando como siempre chovinismos de la peor calaña, como el sionismo que sigue pulverizando lo poco que queda de la Franja de Gaza incluso después del pomposo anuncio del plan de Trump para detener el conflicto; aspirantes a gurú o líder mesiánico televisivo o economista pop como Milei; neoconservadores y ultrafundamentalistas como Charly Kirk o José Antonio Kast. Es hora de denunciarlos sin complejos, ni siquiera concebir que puedan tener una nueva oportunidad como pretenden hacernos creer las encuestadoras y consultoras sobre la opinión pública cada semana y detenerlos antes de que destruyan el planeta.

 


jueves, 25 de septiembre de 2025

¿Hasta dónde es capaz de llegar la derecha?

Otto Dix. La guerra. 1929-32

 

Los titulares de la prensa han concentrado su atención en las últimas semanas después del debate, en la lucha fraticida al interior de la derecha por ver quién pasa a la segunda vuelta. Un vendaval de encuestas cada cual más hipotética que la anterior, que parecen un ludo en el que Matthei y Kast avanzan y retroceden casilleros sin modificar sustancialmente la ventaja que la candidata de las fuerzas democráticas y progresistas ostenta desde que ganó la primaria oficialista.

 

El corazón de las diferencias ha estado en la famosa promesa de Kast de reducir el gasto fiscal en la friolera de seil mil millones de dólares en diez y ocho meses sin siquiera tomarse la molestia, pese a todos los emplazamientos de los que ha sido objeto para que lo haga, de decir dónde va a recortarlo.

 

En todo caso, es la misma propuesta que hace algunos meses no más hacía Matthei, hablando de las "tijeras podadoras", versión soft de la motosierra de Milei, metáfora que usó en el CEP ante su mismísimo ministro de desregulación, Federico Sturzenneger, y la elite política y empresarial que pretende representar en la segunda vuelta. Es la avaricia de almacenero del pensamiento neoliberal y empresarial que con matices más, matices menos, inspira el programa de las derechas, llegando al delirio en el programa de Kaiser, que curiosamente aumenta su feligresía precisamente gracias el facilismo de su discurso y a las inconsistencias de Kast. Una suerte de manual de cortapalos para reaccionarios.

 

Los traspiés de esta receta en la hermana República Argentina, que tiene  a Milei haciendo genuflexiones ante Trump -líder mundial de la patota fascista que niega el cambio climático, el genocidio en Gaza y amenaza a América Latina con barcos de guerra- para conseguir dólares que le permitan sortear las elecciones de octubre y ganar tiempo para recomponer aunque sea un poco sus posibilidades en las próximas presidenciales, encendieron las alarmas en la elite política y económica tradicional de este lado de Los Andes.

 

Por cierto, las cosas para ésta no están tan bien como aparentaban hasta hace sólo algunos meses. Los gobiernos reaccionarios de todo el mundo, incluido el de la perfumada derecha francesa y el de la referente de Kast Giorgia Meloni, se han topado con la resistencia popular a sus planes de ajuste.

 

Lo único que mantiene en pie, por el momento, sus posibilidades es la fuerza bruta. La que aplica el gobierno de Trump que actúa como matón de barrio, tanto al interior de su país como en el extranjero, llegando al absurdo de asistir a las Naciones Unidas a repartir amenazas y autoalabanzas que sólo un personaje tan bizarro como Milei aplaude. La violencia con la que el gobierno de Macron reprime la protesta social y trata la democracia de su país, negándose a nombrar un Primer Ministro de las fuerzas mayoritarias del Parlamento e insistir en formar gobierno con sus incondicionales, pese a toda la evidencia de su fracaso.

 

La misma que sostiene a Bukele como una suerte de gendarme o cancerbero presidencial o al corrupto régimen bananero de Noboa en Ecuador o Dina Boluarte en el Perú. La combinación de corrupción, ajuste y represión, típica de los regímenes derechistas y reaccionarios, expresión remasterizada de los tan bien descritos por Vargas Llosa en Conversación en la Catedral, representan la última muralla de contención de un neoliberalismo agónico. De ahí probablemente la defensa del secreto bancario por parte de las elites conservadoras provocando oleadas de protesta social y resistencia popular a los recortes presupuestarios que promueve la derecha en todo el mundo.

 

No se trata de que el ideario fascista se debilite o pierda su atractivo para las elites económicas y militares globales. Las necesidades de las grandes corporaciones, las instituciones conservadoras y la industria armamentística siguen siendo las mismas. Simplemente su receta de ajuste y represión tiene unos límites tan estrechos que termina por agotarse rápidamente. Las posibilidades de una humanidad amenazada por la recesión, el cambio climático y el genocidio, cada día que pasa se van estrechando y resumiendo a una nueva barbarie, como a la que Trump y sus prosélitos la arrastran inexorablemente o una superación efectiva del neoliberalismo que debiera coincidir con la construcción de una nueva sociedad y no solamente con la moderación de sus resultados más extremos.

lunes, 15 de septiembre de 2025

Elecciones en Chile y América Latina

Juan Dávila. Verdeja. 1996

Las elecciones chilenas tienen también un significado importante para el resto de los pueblos de América Latina en lo que tiene que ver con su relación con el nuevo orden mundial que se abre paso, significado que hasta ahora está determinado por la Doctrina Monroe.

 

La doctrina Monroe ya tiene doscientos años y parece más vigente que nunca. En el momento de ser enunciada por el Presidente de los Estados Unidos, James Monroe, ante el Congreso de su país en 1823, se trataba de advertir a las potencias europeas recién expulsadas de suelo americano, que un ataque a cualquiera de sus jóvenes repúblicas, sería considerada una agresión a su país. De esa manera, notificaba al mundo su consideración del continente como una zona de su exclusiva influencia, lo que se expresaría posteriormente en la conocida afirmación de Latinoamérica como su "patio trasero".

 

Intervenciones militares directas; apropiación de recursos naturales de la zona a través de empresas transnacionales, usando una diplomacia ingerencista capaz de doblegar gobiernos, parlamentos y burocracias nacionales y extorsión económica por medio de condiciones de intercambio desigual, son características de esta política. En la versión de Donald Trump, mediante el uso de los aranceles, después de décadas de prédica sobre el librecomercio como una demostración de la supuesta igualdad de las naciones en el mercado internacional. Retórica que éste viene a desenmascarar como lo que realmente es, pura ideología.

 

Actualmente, Estados Unidos tiene barcos de guerra en las costas venezolanas que incluso ya han actuado, en un caso supuestamente para hundir una pequeña embarcación que habría llevado drogas, sin presentar ninguna prueba de ello, y ahora invadiendo una embarcación pesquera. También aumentando los aranceles a México, Colombia y Brasil. No hay que ser muy suspicaz para suponer que esto, tal como el emplazamiento de sus barcos de guerra, no tiene otras motivaciones que no sean políticas.

 

Todo ello es manifestación del resurgimiento desembozado de la doctrina Monroe en su versión más original. La intención de un imperialismo decadente de sostener algún nivel respetable de influencia en el marco de un nuevo orden mundial multipolar, el surgimiento del Sur Global y el desplazamiento de su hegemonía hacia oriente lo obligan a asegurar su "patio trasero", por lo cual cada centímetro de territorio, de poder político y económico está en disputa. Expresión de esta son las ultraderechas, tanto en América como en una Europa que vive entre la subordinación y sus "restos de antigua opulencia".

 

La soberanía de nuestras naciones; la democracia y la diversidad cultural y étnica de nuestras tierras está en juego. No es solamente la tan cacareada "alternancia en el poder" lo que se expresaría en estas elecciones. La ultraderecha, descendiente de esperpentos como Mussolini, Franco, Hitler y Pinochet son apenas unos peones de capitales financieros aferrados a una obsoleta institucionalidad que defiende con uñas y dientes.

 

La debacle de Milei en Agentina, pese a todas las ayudas del FMI, la prisión de Bolsonaro por golpista; la consolidación de la IV República en México, así como la tenaz resistencia del pueblo de Cuba a un bloqueo justificado sólo por el gobierno de los Estados Unidos, así como del proceso venezolano al que una oposición mendaz y torpe no ha podido hacer mella, preocupan a gobernantes y magnates norteamericanos que ven cómo su patio trasero no obedece a sus planes.

 

La elección del próximo gobierno en Chile puede resultar determinante para definir la dirección que vaya a tener la política del continente. Seguir atado a los intereses de un imperialismo exánime que sólo sobrevive gracias a su poderío militar o integrarse a la ola democratizadora del orden mundial, uno que puja por relaciones más horizontales entre las naciones, especialmente entre las del norte y el sur; más respetuoso de la diversidad biológica, cultural y étnica del mundo que habitamos y compartimos, de la Democracia, la soberanía de los pueblos y el respeto por los Derechos Humanos.