![]() |
Jean-Michel-Basquiat. Hollywood Africans. 1983 |
La
renuncia de la ministra del interior, Carolina Tohá, y su anuncio de asumir una
candidatura presidencial, inauguran una nueva situación política. Lo que hace
más de un año ha intentado la derecha, prácticamente, incinerando a fuego lento
la candidatura de Evelyn Matthei, y lo que no han podido lograr sus compañeros
ultras del Partido Republicano y Nacional Libertario, acontece ante sus barbas
y en pocas horas.
Es
una demostración de la buena salud de la que goza la alternativa de continuar
por la senda de las reformas políticas y sociales comenzadas durante el mandato
de la Presidenta Bachelet, interrumpida por las torpezas de las mismas fuerzas
democráticas que facilitaron el segundo triunfo de la derecha tras el retorno
de la democracia. Ello, con los mismos votos de siempre y con los que fue
derrotada reiteradamente.
No
está todo dicho todavía. El anuncio de la Presidenta Bachelet de no presentarse
por tercera vez como candidata a la Presidencia de la República, precisamente,
llama la atención sobre el carácter abierto y absolutamente novedoso del ciclo
que comienza. Se trata de una coyuntura en desarrollo.
La
precandidatura de la ex ministra del interior representa al sector más
centrista de los que fueron sostén político del gobierno del Presidente Boric.
Apela a una sensibilidad más tributaria del liberalismo social, anclada como lo
ha señalado en sus primeras declaraciones en las ideas de convergencia,
progreso y estabilidad. Su entorno, conformado fundamentalmente por militantes
y antiguos dirigentes del PPD, así lo confirman. Pero tanto el PS como el PC y
el FA han declarado su pretensión de tener nombres que podrían representar al
sector. Sumados todos ellos, por cierto, con una altísima probabilidad de
propinarle una derrota de proporciones y de carácter estratégico a la derecha.
Pero
en política, dos más dos no necesariamente son cuatro. No se trata solamente de
juntar votos. Se trata de representar efectivamente, como lo reclama este nuevo
período que comienza, una alternativa que responda a las necesidades del pueblo
y que logre encantarlo y movilizarlo para derrotar a la reacción. Sin pueblo
movilizado, no se podrá detener el fundamentalismo ultra de la derecha, para la
que la única solución es -como lo han demostrado ya Milei y Trump- favorecer a
los ricos, profundizar la desigualdad, seguir destruyendo el medioambiente,
echarle la culpa a los "zurdos de mierda"; a los inmigrantes;
agudizar la exclusión y las discriminaciones de diverso signo.
El
país necesita una alternativa que enfrente al fascismo y lo desenmascare frente
a la sociedad.
Las
viejas recetas y la añoranza en un presunto pasado mejor, serán cada vez más
extravagantes para generaciones de chilenos y chilenas, nacidos en democracia,
que reclaman respuesta a los problemas más urgentes y por lo tanto, los más
actuales: el aumento de la desigualdad y las exclusiones de distinto tipo; la
incapacidad de servicios y empresas concentrados en manos privadas de proveer
soluciones accesibles, oportunas y de calidad a la sociedad -de lo que el
reciente megacorte del suministro eléctrico es un botonazo-.
Las
formas cada vez más sofisticadas de control y la progresiva pérdida de
autonomía de los individuos en la nueva forma de imperialismo tecnológico que
avanza en todo el mundo; así como el deterioro del medioambiente a niveles que
ponen en riesgo incluso su sobrevivencia, no son un juego ni una distopia
cinematográfica. Son la realidad fascista a la que se enfrenta la humanidad en
la hora actual y ante la cual deben levantarse los demócratas del mundo entero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario