sábado, 24 de febrero de 2024

Humanidad o barbarie en la hora actual

Peter Bruegel. El triunfo de la muerte. 1562



El Presidente Lula da Silva declaró que el genocidio perpetrado por el Estado de Israel en la Franja de Gaza es comparable sólo al de Hitler en contra del pueblo judío a medidos del siglo XX. La reacción del gobierno de Netanyahu no se hizo esperar y acto seguido, lo declararon "persona non grata", como si eso tuviera alguna importancia a estas alturas de la masacre. Un acto extravagante por lo hipócrita y poco creíble. 

A Lula se han sumado varios dirigentes y gobiernos de todo el mundo, incluido el de Chile, que han exigido la detención de los ataques de Israel sobre territorio palestino, incluyendo las tibias recomendaciones de la ONU o las de los países europeos, estos últimos aun con toda la cobardía que destilan. Y es que nadie se podría sustraer al horror de lo ejecutado por el ejército israelí en los territorios palestinos. Como dijo Melanchon, ya ni siquiera se trata de un problema político, es una cuestión de humanidad. Los alegatos ante la CIJ demuestran, de hecho, el repudio mundial a las acciones militares de Israel sobre población civil indefensa y su trágico saldo en vidas, especialmente niños. 

El genocidio cometido en medio oriente establece un parteaguas respecto de consensos civilizatorios a los que arribó la humanidad tras la derrota del fascismo en el siglo XX. El gesto de Lula es un llamado a todos los demócratas del mundo en el sentido de reafirmar los valores que inspiraron la lucha en su contra y por cierto, pone al descubierto a quienes tras un laxo concepto de la tolerancia, están dispuestos a aceptarlo o incluso comprenderlo dentro de él, despojándolo por completo de sentido. 

El Mercurio y un par de analistas pagados se han dedicado, oportunamente, a interpretar el gesto de Lula con ínfulas de sabiduría y objetividad, tratando en el fondo de tender sobre la frontera entre los fascistas y los demócratas una neblina en medio de la cual puedan pasar desapercibidos los Bolsonaros, los Trump, los Millei, los Kast, los Bukele, y el resto de los aprendices de brujo que conjuran a las fuerzas reaccionarias inherentes al neoliberalismo y que se manifiestan como clasismo, xenofobia, racismo,  homofobia y que son explotados con entusiasmo por estos demagogos, aprendices de Mussolini. 

Son modelos de sociedad diametralmente opuestos los que se enfrentan en la hora actual y que dan origen a estos mamarrachos que utilizando el miedo, la desconfianza, la ira y todas las emociones más básicas -y que afloran en horas de incertidumbre e inseguridad como a las que ha arrastrado a la humanidad la globalización neoliberal de los últimos treinta años- retrotraen a nuestros pueblos a condiciones similares o aún más básicas que las que están en su origen. Bajos salarios,deterioro de su ecosistema, menos derechos sociales garantizados por el Estado, exclusiones de diverso signo, y violencia social y política.

Es la razón para que renazcan las viejas recetas del silabario neoliberal, recitado en forma grotesca como si fuera una gran novedad, mientras la humanidad entera se aleja de éstas en tanto la han puesto en la situación mas recaria y de mayor vulnerabilidad producto precisamente de su propia acción. Escuchar a Rojo Edwards, a Evelyn Matthei, a Kast o Millei en este sentido es como hacer un viaje al pasado que nos advierte inconscientemente de los peligros que nos asolan como especie.

El discurso del Presidente Lula es, en cambio, un llamamiento  al progreso de la humanidad. A romper con las taras que le impiden salir del círculo vicioso de desigualdad, pobreza, exclusiones y violencia.


lunes, 12 de febrero de 2024

La derecha después de Piñera

 

Franz Hals. Retrato de los regentes del hospicio de Santa Isabel de Harleem. 1641

La trágica muerte de Sebastián Piñera en un accidente aéreo, ha dado pie para la investigación y exposición periodística de las diversas facetas de su vida y de sus múltiples intereses. La política por cierto, pero también los negocios y la formación de cuadros técnicos en las áreas de la economía y la administración.

Leerlos es como recorrer las páginas de una novela de Balzac o Emil Zolá, donde se mezclan las tramas de negocio, con las intrigas políticas y la vida social.

Respecto de su fortuna, no hay una cifra exacta. Según estimaciones de cercanos y publicadas por la prensa, supera los US$ 3 mil millones y se acerca incluso a los US$ 4 mil millones. Una cifra que, ya de por sí, le otorgaría a cualquiera una posición privilegiada en cualquier causa que se propusiera.

La mayor parte de los recursos está en portafolios financieros, según los medios, mayoritariamente en el exterior.

Las empresas de las que era dueño son Inversiones Bancorp Limitada, creada en 1999 e integrada por sus cuatro hijos, y a través de la cual controlan la otra sociedad donde está radicada gran parte de la fortuna familiar: Inversiones Odisea Limitada.

El resto de los directores, serían Fernando Barros Tocornal, asesor de su padre en temas de negocios desde hace más de 30 años, quien asumió la presidencia de Bancorp; y a falta de Barros, el quinto director sería Ignacio Guerrero, el socio de Piñera en CMB, la principal administradora de fondos de infraestructura en Chile entidad regulada por la Comisión para el Mercado de Valores y que según reza en su página web “cuenta con una extensa trayectoria en la administración de capital principalmente de inversionistas institucionales”. Y si falta Guerrero, el cargo lo asumirá José Cox Donoso, el otro socio de CMB, también amigo de Piñera desde los ochenta, cuando fue su jefe en Citicorp Chile. 

La historia de este imperio se remonta a los turbulentos años ochenta, marcados por la violación sistemática de los DDHH; la crisis económica y las protestas nacionales en contra de la dictadura militar.  Uno de los episodios clave en la vida de Piñera fue, precisamente,  su paso por Citicorp Chile en esa época, donde se desempeñó como gerente general entre 1980 y 1987.

Durante aquella década el ex Presidente fue su gerente general, llevando a los mejores talentos de la UC a trabajar con él. Muchos de ellos, con el tiempo, pasaron a ocupar lugares importantes en el sector empresarial.

Entre ellos, el ya mencionado Ignacio Guerrero, empresario, que llegó a vicepresidente de Citibank en Nueva York y de NMB Bank. Pero como se dice vulgarmente, una mano lava la otra y las dos lavan la cara, de manera que fue uno de los principales financistas de su segunda campaña presidencial. También José Cox, a quien conoció a través de su hermano Pablo de quien fue compañero en la UC y  Rodrigo Pérez Mackenna, quien luego integró los directorios de Banmédica, Salfa S.A. y Multilateral Group Chile –autodefinido en su web como “grupo de expertos en servicios de asesoramiento incluidos gobiernos, instituciones, corporaciones, y empresas emergentes-. Su incursión más destacada fue, nuevamente gracias a Piñera, en cuyo primer Gobierno fue biminstro de Vivienda y Urbanismo, y Bienes Nacionales. Tras ello, fue presidente nada menos que de la Asociación de AFP.

Bajo el mando del ex Presidente en Citicorp también estuvo el hermano del ex secretario de Estado, José Francisco Pérez Mackenna, quien luego se desempeñó como gerente general de Quiñenco –conglomerado empresarial con participación en el sector financiero, manufacturero, de energía y transportes- y director de CCU y Entel. También entre quienes llegaron a la compañía se encuentra Heriberto Urzúa, quien con posterioridad estuvo ligado al grupo Swett, Embotelladora Andina, Inversiones Alsacia, La Polar –que actualmente y desde el 2011 mantiene un complicado litigio por $ 101.568 millones con AFP PROVIDA- y Agrícola Aritzía, entre otros.

Patricio Jottar fue otro de los líderes empresariales que comenzó al alero de Piñera. El actual gerente general de la CCU también ha tenido una destacada carrera empresarial, que lo ha llevado a estar a la cabeza de compañías como Bansander AFP y Santander Chile. Ostentó, también, la presidencia de Icare. Patricio Parodi, actual presidente de Consorcio, en tanto, llegó a ser director de Banmédica, Sociedad Punta del Cobre y Compañías CIC.

La vida tiene muchas vueltas pero finalmente todos los caminos conducen a Roma. Cuando el ex Presidente Sebastián Piñera llegó a Citicorp, lo hizo bajo el alero del empresario Manuel Cruzat, fundador del Banco de Santiago -banco rescatado por la dictadura militar y que posteriormente se fusionó con el Banco Santander- y quien también tenía un "semillero". Entre sus discípulos, se encontraban dos alumnos de economía de la UC Alfredo Moreno Charme y Juan Andrés Fontaine a quienes Piñera, años después, llamó para componer su primer Gabinete.

Como se puede apreciar sólo leyendo los antecedentes publicados por la prensa sobre las actividades de Piñera, su obra es el resultado de un esfuerzo sistemático que se remonta a la dictadura y que lo llevó a ocupar un lugar privilegiado en los negocios, especialmente en el sector financiero, desde donde extendió su influencia a numerosas industrias, a través de su participación directa o a través de discípulos, amigos o familiares. De hecho, uno de los esfuerzos más importantes a los que dedicó su vida, fue la formación de cuadros técnicos que deambularon además entre el Estado y el sector privado a instancias suyas.

No hay que ser especialmente perspicaz para apreciar de hecho que en su práctica política, las fronteras entre la administración del Estado y los negocios eran bastante tenues. Sea ello a través de su financiamiento o del reclutamiento de cuadros  lo que finalmente terminaría expresándose en sus concepciones de lo público y la forma de gestionarlo resumidas de manera bastante sofística en el concepto de “excelencia”.

Todas estas características de Sebastián Piñera, lo hacen un dirigente bastante difícil de reemplazar. Había logrado recomponer sus relaci0nes con la UDI, históricamente difíciles, hasta el punto de que dirigentes como Longueira, Matthei, Lavín y Cubillos han sido de los más fervientes defensores de su legado. Su visión política incluía hasta los republicanos y estaba empeñado en restituir la unidad del sector para ser una alternativa de gobierno, sostenida sobre un neoliberalismo ortodoxo.

No era ningún santo ciertamente ni tampoco un gran estadista. Representaba felmente la moral del hombre de negocios descrita por Balzac, basada en la codicia, la busqueda de la maximización de las ganancias y una visión del Estado un poco más sofisticada que la de Millei, como un instrumento útil para el emprendimiento de los privados, como lo demuestran los casos  EXALMAR, DOMINGA, LATAM, etc.

Lo más probable es que no haya una guerra por ocupar el lugar de Piñera sino más bien un intento de la derecha por sintetizar estas facetas de su legado en una propuesta que le permita disputar la dirección del gobierno nuevamente. Su talón de Aquiles, la falta de una propuesta que se haga cargo del vacío constitucional presente desde octubre de 2019 y que la derecha, conducida por los republicanos trató de ocupar torpemente con una propuesta inaceptable para cualquier sociedad moderna.  Mientras esa grieta siga abierta, la crisis social y política que le tocó enfrentar a Piñera siendo presidente, no estará resuelta, como él mismo no lo pudo hacer.

jueves, 8 de febrero de 2024

¿Cuál es el legado de Piñera?

Marinus van Reymerswaele. Los cambistas. 1548



Cuando muere un Presidente de la República, la gente suele recordar lo que éste hizo que pudiera haberla beneficiado personalmente de alguna manera. "Gracias a él tengo casa propia"; "mis hijos fueron a la universidad"; "tuve un trabajo gracias al cual pude salir adelante", etc. En los testimonios de la gente que se veía en la despedida de Sebastián Piñera, en los alrededores del ex congreso, la sede de su partido o en las afueras de su casa, solamente se oían lugares comunes como "gran estadista"; "capacidad de trabajo"; "eficiente y emprendedor", "democracia de los acuerdos" repetidos por los medios durante todo el día y luego reproducidos por transeúntes desprevenidos frente a los micrófonos y las grabadoras de los periodistas. 

¿Qué realización deja Piñera, que sea comparable a la reforma agraria; la nacionalización del cobre; obras de infraestructura; el sistema nacional de educación pública o el servicio nacional de salud, obras que subsisten hasta hoy y que fueron el legado de estadistas de diferentes corrientes políticas pero que tenían en común la idea de que el desarrollo nacional era más que la suma de los egoísmos individuales?

Ninguna. Los transeúntes y ciudadanos y ciudadanas que asistieron a su despedida al menos no las  mencionaron. ¿Y los especialistas? Connotados economistas consultados por la prensa, tampoco han logrado hacerlo. Resulta impresionante escuchar a gente tan inteligente como José de Gregorio o Vittorio Corbo repetir las mismas frases hechas: eficiente, emprendedor, inteligente, atributos que podrían considerarse positivos pero que en el caso de un Presidente no dicen mucho que lo distinga de cualquier otro ciudadano. 

Su primer gobierno se vio cruzado por importantes conflictos medioambientales como Hidroaysén, las termoeléctricas en el norte y durante su segundo mandato por la aprobación del proyecto Puerto Dominga por el que aparece mencionado en los Pandora Papers por sus intereses en dicho proyecto siendo Presidente de la República. También por miles de despidos en la administración pública, el primer paro nacional de los trabajadores de planta de CODELCO en democracia tras su fallido intento de privatizar el yacimiento Gabriela Mistral, propiedad de la estatal y lo más recordado, la enorme movilización estudiantil que produjo reformas tan importantes como la introducción de la gratuidad, la desmunicipalización de la educación escolar, el fin de la selección, la reforma que permitió la participación triestamental en el gobierno universitario, todas ellas realizadas durante el gobierno de la Nueva mayoría y contra la oposición de Piñera y su sector.

Respecto de sus grandes logros, que son la reconstrucción después del terremoto del 27-F y el combate a la epidemia de COVID hay harto paño que recortar. Todo su primer mandato estuvo marcado por las protestas de los damnificados de Dichato y otros lugares afectados por la catástrofe; la ineficiencia de su gobierno a la hora de socorrer a los compatriotas damnificados por el tsunami en las regiones séptima y octava; las concesiones a empresas privadas en las tareas de reconstrucción, entre ellas de las escuelas rurales gravemente afectadas en un extenso territorio del país, a lo menos relativizan su presunta eficiencia. 

Para qué hablar de la pandemia de COVID que cobró la friolera de más de sesenta mil muertes, dada la estrategia sanitaria escogida que privilegió la vacunación y el tratamiento a través de la compra de miles de respiradores, en lugar de la prevención, la protección de la población  frente al contagio, y la educación sanitaria, para no afectar la actividad económica, misma estrategia de otros gobiernos derechistas como los de Trump y Bolsonaro y por la que ambos ostentan también un triste de record de muertes durante la pandemia. Todos ellos guiados por el mismo objetivo de llegar al fin de sus mandatos con buenas cifras de crecimiento económico, que es de lo único que parecieran preocuparse los gobiernos de derecha, a cualquier costo. 

Su legado político también es discutible. Su disposición a comenzar un proceso de cambio constitucional fue resultado de la presión de la protesta callejera. Algunas semanas antes de hecho había declarado la guerra a un "enemigo implacable y poderoso" que era nada menos que el pueblo de Chile. Dejó una estela de mutilados, muertos y encarcelados que fueron el trágico precio que costó el inicio del proceso constituyente. Su disposición a dialogar no es precisamente una virtud que se le pueda atribuir de buenas a primeras. 

Esto, probablemente como resultado de su compromiso con el modelo neoliberal y los poderosos intereses que  ostentaba por su condición de destacado hombre de negocios en el sector financiero desde las postrimerías de la dictadura -y que se extendieron a numerosas industrias en los noventa  incluyendo las comunicaciones, el transporte y hasta los clubes deportivos-.  Precisamente, lo que hizo de él la figura más importante de la derecha chilena en los últimos veinte años a lo menos. Su intento de consolidar una alternativa de gobierno, lo llevaron a canalizar sus últimos esfuerzos, como lo han reconocido sus colaboradores tanto del primero como del segundo gobierno, a consolidar una alianza de derecha aun a costa de distanciarse de antiguos aliados y el "liberalismo" político de la patrulla juvenil de la que fue parte, dar paso al fundamentalismo de mercado que le subyace. 

Piñera fue un hombre de su época. Muy representativo del pragmatismo y la superficialidad de los valores que inspiran la sociedad de mercado que ayudó a consolidar los últimos treinta años, tanto desde los negocios como desde la política. La ausencia de obra en este sentido se podría interpretar precisamente como una característica de la cultura del modelo y el que a los chilenos y chilenas que lo fueron a despedir no les parezca necesario destacarlo, un ejemplo que es, precisamente, el de quien sabe moverse en las turbulentas aguas de la competencia mercantil y sacar ventaja solito; el self made man, el winner. 

Ese legado que es el de la sociedad de mercado que tan bien representaba Piñera, caracterizado por el egoísmo, la competitividad a cualquier precio; la codicia y un individualismo desenfrenado, es frente al cual deben presentar los demócratas y los progresistas los valores de la democracia; la solidaridad; el compañerismo y la justicia social si de construir una nueva sociedad se trata. 


martes, 6 de febrero de 2024

El pensamiento de Lenin en la actualidad

 

Rembrandt Van Rijn. Moisés rompiendo las tablas de la ley. 1659

En el centenario de Lenin es bueno volver sobre su legado y la actualidad de su pensamiento, no como una respetable pieza del museo de la izquierda sino por lo que fue; un pensamiento político acerca del cambio y la transformación. Precisamente lo que autores como Gramsci y Korsch relevaron como su peculiaridad y su importancia para la actualidad, entendida como lo concreto, lo determinado.

 

Para Lenin lo político consistía en la confrontación de fuerzas de clase contrapuestas, siempre en forma actual, contingente. Entendía lo político como singularidad del fenómeno histórico.

 

Dicha confrontación puede estar motivada por razones de distinta índole, como unas diversas concepciones del régimen político; también por la repartición de los beneficios de la producción y el crecimiento económico así como su relación con el medioambiente y la tecnología. También por motivaciones doctrinarias e ideológicas o morales como las que explican en parte las políticas educacionales o las de salud reproductiva.

 

Lo político es un fenómeno que cruza a toda la sociedad, que es complejo y permanente.

 

En este sentido, prácticamente todo es un problema político porque afecta a las relaciones que las clases establecen entre sí. Y la lucha de clases por esta razón no es el enfrentamiento de dos clases puras, sino una contradicción que va generando, a su vez, contradicciones más complejas, que dan origen más a nuevas fracturas que a una nueva identidad y que explican que esté cambiando permanentemente.


En este sentido, resulta evidente que la red de conflictos y contradicciones que cruzan a cualquier sociedad es muy diversa. Las visiones maniqueas de ésta y de la política, tienden a borrar esta complejidad y a convertirla en un asunto doctrinario, inspirado más bien en una suerte de máxima guiada por el “deber ser”.

 

Tal como Lenin recuerda la frase de Goethe, “gris es el árbol de toda teoría y verde el árbol de oro de la vida”, la política es precisamente un asunto que aún  encontrando explicaciones y fundamento en ciertos principios de orden general, es siempre concreta, contingente, actual y sobre todo compleja.

 

No es la confirmación de normas de carácter general, sino por el contrario, la manifestación de la excepción, el momento de quiebre de la regularidad. Es lo que sostiene el Che en su artículo “Cuba, excepción histórica o vanguardia en la lucha anticolonialista”. También lo que le reprocha Marcuse a Karl Popper sobre su noción del historicismo y lo que, contrariamente a lo que sostienen las versiones vulgares, afirma el leninismo.

 

El cambio no es el producto de la confirmación de la norma sino, al contrario, de su excepción. Ésta además es producto de la acción consciente, intencionada, de una voluntad histórica, de una “subjetividad”. Se proyecta más allá de lo inmediatamente dado y apela precisamente a una sociedad que trasciende lo actualmente existente.

 

Entonces, además de un concepto de lo complejo, es también una teoría del cambio político entendido como el resultado de la acción de una voluntad consciente, de una subjetividad que actúa y es capaz de incidir de manera determinante en las condiciones comúnmente denominadas “objetivas”, ello suponiendo que la acción política no fuera también “objetiva” ni tuviera una existencia real y fuera tan sólo expresión de unos valores y principios sustanciales del desarrollo.

 

No. Sólo para el evolucionismo, las concepciones positivistas, naturalistas e “ingenuas”, los acontecimientos son el resultado de condiciones inmodificables, “estructurales”, “ya dadas”, anteriores a la acción teórica y práctica de los seres humanos.

 

De ser así, no es concebible el cambio histórico y hasta la democracia misma sería innecesaria en tanto la sociedad se va acomodando naturalmente en función de esas leyes históricas inmodificables, objetivas y permanentes.

 

Es, exactamente, el punto de vista que sostuvo Fukuyama tras la caída del Muro de Berlín en 1989, y que hasta el día de hoy postula un neoliberalismo agónico que se pretende el límite del progreso humano y a los automatismos del mercado, como la “razón”  de los procesos sociales y políticos.

 

De esa manera, la crítica de estas pretensiones de positividad y su“reivindicación de la “utopía”en los proyectos de cambio político y social, para Lenin ocupan un lugar primordial; ciertamente el realismo, la consideración de lo contingente, de lo complejo es uno de los componentes fundamentales del leninismo, pero el utopismo, la apelación a una nueva sociedad, es también uno de sus rasgos esenciales y no uno que esté en contradicción con aquel sino que actúa en la  fractura, en lo complejo, dando origen a lo nuevo, lo inesperado, lo improbable, como explicación del cambio.

 

Éste sería también una característica propia del pensamiento y práctica de Lenin. Su apertura a lo diferente. Su audacia en la apertura de territorios desconocidos para la teoría y la práctica política. No es casual en este sentido que sus ideas se formen en coyunturas críticas para la cultura y la civilización que le fue contemporánea.

 

Este principio, mezcla de romanticismo y sociología, fue reemplazado por las éticas de la responsabilidad, propias de la renovación de los tiempos de la denominada “transición a la democracia” en sus diferentes versiones y que intentaban acomodar, inúltimente, los idearios de cambio radical de los años setenta al predominio del libremercado y la globalización como si fueran el límite de la historia humana.

 

De esa manera, la política para Lenin comporta un posicionamiento frente a la totalidad: consiste en tener un propósito, actuar motivado por éste y actuar respecto del conjunto de contradicciones que se manifiestan en ella, incluida aquella que existe entre la voluntad y lo real, entre lo objetivo y lo subjetivo, entre la doctrina y la experiencia práctica del movimiento social.

 


 

 

 

 


lunes, 29 de enero de 2024

Unidad de la izquierda para una nueva sociedad

 

Fernand Leger. Los placeres del ocio. 1949

 

Desde el año 2020 a lo menos, el país vive un proceso de ruptura constituyente que se ha prolongado por la resistencia tenaz que la derecha y los empresarios han desplegado desde la instalación de la Convención Constitucional y los errores de la izquierda, incapaz de haber hecho de ésta una cuestión de masas. La lógica parece haber sido más o menos, “que los sindicatos luchen por los salarios, las mujeres y los pueblos originarios por sus derechos, los jóvenes por el medioambiente y sus representantes en el sistema político –incluida en su momento la Convención- por la nueva Constitución”.

Sin embargo, esta situación no se puede extender indefinidamente y en algún momento, debe resolverse y no sólo como el resultado de la evolución normal de los acontecimientos sociales y políticos. La ruptura significa que en algún momento la sociedad debiera romper con décadas de neoliberalismo y comenzar algo nuevo. La prolongada coyuntura constituyente, es solamente el inicio de un proceso que es la construcción de una nueva sociedad.

La coyuntura tiene un significado similar a la de 1952, momento en el que empiezan a perfilarse las tres alternativas que iban a disputar la dirección política del país en los siguientes veinte años: la revolución en libertad, la vía chilena al socialismo y un neoliberalismo en pañales.

El voto femenino; la derogación de la Ley Maldita; la creación de la cédula única en 1958–fundamental para acabar con el cohecho y el fraude, consuetudinario en nuestros procesos electorales hasta esa fecha- le dan un enorme impulso a la expansión de la democracia en Chile, que incluye en la década del sesenta a los ciegos y en 1972 a los analfabetos.

Se han hecho muchas alusiones al significado del Bloque de Saneamiento para la derogación de la ley maldita y del combate al cohecho, así como de la amplia unidad y el rol del movimiento sindical en su consecución pero pocas a la importancia de la unidad de los partidos de izquierda como una condición habilitante de dicho proceso. El doctor Salvador Allende fue uno de sus artífices y protagonista principal hasta su elección como Presidente de la República en 1970, proceso interrumpido violentamente en 1973 pero retomado en la actualidad en la forma de la lucha por una nueva Constitución.

La contradicción neoliberalismo/democracia tiene por esa razón hoy en día un nuevo significado. Sus proyecciones no son ya solamente formales o exclusivamente instrumentales, como lo fue la eliminación de los senadores designados y vitalicios; la limitación del rol del COSENA o el cambio del sistema electoral binominal. Dicha contradicción está determinada en la actualidad por un contenido concreto que es el tipo de sociedad que expresa y a la vez modela la institucionalidad política del país.

La nueva sociedad que intenta abrirse paso en este proceso, que incluye además la desmercantillización de los servicios y su restitución como derechos sociales –lo que pasa por el cambio del sistema previsional, incluyendo a las AFP’s y las ISAPRES- tiene en quienes viven o dependen de un salario, que son la mayoría de la población, al principal interesado. Son los trabajadores en las diversas formas que el neoliberalismo los ha fragmentado como sujeto social y como movimiento de masas al ritmo de las transformaciones productivas y tecnológicas  que ha realizado.

No referirse a la construcción de una sociedad que supere los antagonismos de clase, es quitarle todo el significado que esa idea tiene y las posibilidades de reconstruirse y de reconstruir un movimiento popular pleno, como el que persiguió y reprimió casi hasta el exterminio la dictadura mililtar.

La resistencia de la reacción política y económica adopta por esa razón la forma de neofascismos como el de Trump y Millei o en Chile el del Partido Republicano.

La unidad de la izquierda es una condición para proyectar el proceso constituyene hacia la construccción de una nueva sociedad y bloquear de esa manera el avance de la ultraderecha. Y esta fundarse en la convicción de que el cambio social y político no será un producto espontáneo o de la evolución de la misma sociedad que agoniza y que se resiste a morir, sino el resultado de su actividad práctica y del involucramiento de los movimientos y organizaciones sociales en la lucha política. 

domingo, 21 de enero de 2024

Fascismo o democracia

Asgern Jorn. La double face. 1960



En España, Italia y los Estados Unidos se han realizado manifestaciones en contra del genocidio perpetrado por el Estado de Israel en la Franja de Gaza. En Alemania miles lo hacen en las calles por el avance de las fuerzas de ultraderecha del partido AfD. 

Mientras tanto, el ridículo que hizo Millei en Davos es saludado solamente por Ellon Musk, Trump y un par de fanáticos más en el Tercer Mundo, generalmente millonarios que se han enriquecido gracias a las transferencias de fondos del Estado, en la forma de subsidios para el desarrollo de  áreas tecnológicas y productivas que éste no puede realizar precisamente gracias al desmantelamiento del que ha sido objeto por las políticas que promueven ellos mismos y sus lacayos desde la academia y el sistema político.  

Acto seguido, mandan a Millei a Suiza a repetir el mantra que les ha permitido seguir enriqueciéndose gracias al desmantelamiento del Estado y los subsidios que les entrega: "El Estado es un estorbo". Una paparruchada que nadie se toma en serio después de las permanentes recesiones provocadas por las políticas de ajuste que promueven para componer los estropicios que sus mismas recetas de reducción del gasto fiscal,  eliminación de las regulaciones y privatización, provocaron antes.  

Dichas políticas -como lo está demostrando ya el caso argentino-  el único resultado que pueden tener es una profundización aún mayor de la crisis y las "ayudas" que gentilmente ofrecen y luego imponen los organismos financieros, terminan por demoler sociedades, culturas, estilos de vida y formas de sociabilidad que ha tomado décadas construir. 

Es la construcción por la vía de los hechos de nuevos pactos sociales que reemplazan la "voluntad general", por poderes que sustituyen la soberanía popular por un líder o una oligarquía compuesta por financistas, banqueros, políticos corruptos que pululan en las ruinas de lo que queda del Estado, como se ha visto recientemente en el caso de los municipios administrados por la derecha y antes por los casos de coimas y connubio entre las grandes empresas -PENTA, SOQUIMICH, CORPESCA, etc.-, parlamentarios y ministros del gobierno de Piñera. Esta tendencia del sistema se extiende como mancha de aceite y afecta a todo aquel que se le acerque siquiera.

También participan de ella burócratas que han hecho de la administración un fin en sí mismo y con gran entusiasmo, una red de medios serviles que reaccionan a través de una academia funcional ante cualquier intento de resguardar la verdad y la objetividad de las informaciones que difunden como un ataque a la libertad.

Dicha profundización de lo peor del sistema neoliberal y sus sempiternas políticas de ajuste, trae aparejadas la resurrección no solamente de su silabario sino también de sus antiguos guaripolas. La bancarrota de JAK y el Partido Republicano, después de su aventura fundamentalista en el Consejo Constitucional, abre paso a la reaparición de antigüedades como Evelyn Matthei, los ex ministros de Piñera y los partidos de Chile Vamos que protagonizan una despiadada y poco fraterna lucha por la dirección de su sector. 

Estamos en presencia del avance en todo el mundo de una forma de neofascismo que reúne algunas de sus características más esenciales –corrupción del sistema político; sometimiento del Estado a los requerimientos del capital concentrado; transnacionalización de sus necesidades; militarismo desenfrenado; subjetivación de la verdad, burocratización y constitución de un estamento de funcionarios que hace de los métodos científicos de la administración una ideología conservadora, etc.-. Ésta ofensiva reaccionaria provoca la respuesta espontánea de la sociedad.

No se la puede seguir disimulando tras nombres de fantasía que se acuñan para la ocasión con el objetivo de mantener una estabilidad conservadora eufemísticamente denominada "gobernabilidad democrática". La subjetivación de la verdad que consiste en su reemplazo por la opinión  que acepta de modo ingenuo las atrocidades más aberrantes y los galimatías más absurdos como parte legítima del debate democrático, debe ser combatido y detenido antes de que sea demasiado tarde. 


sábado, 13 de enero de 2024

Argentina, experimento libertario o vanguardia de la reacción

John Bratby. The toilette. 1955



El neoliberalismo dio paso en los últimos años, al surgimiento desde sus entrañas de un tipo de reacción política y cultural de nuevo tipo. Una suerte de neoliberalismo remasterizado que intenta recuperar la posta de un antecesor agónico, radicalizando sus fundamentos ideológicos y doctrinarios. Se yergue sobre las ruinas que éste ha dejado de las sociedades modernas, pulverizadas por las políticas de privatización, flexibilidad laboral y desregulación de los mercados. 

En efecto, dichas políticas están en el origen de la destrucción de fuentes de riqueza y prosperidad que habían costado siglos de esfuerzo e inteligencia de los seres humanos; arrasar con clases, movimientos de clase, organizaciones sociales y de masas; licuar instituciones, incluidas las de los sistemas democráticos; cuerpos de doctrina, valores y concepciones de mundo, a lo menos, como las conocíamos hasta hace poco.

Este vástago del neoliberalismo pretende afianzar en el poder a la oligarquía más grosera, corrupta e ignorante de la que se tenga memoria. La más perezosa además, la que vive de la especulación y la usura y de la que proyecta luego su concepción del mundo, con aires de gran sabiduría, en silogismos y argumentaciones lógicas que pese a su corrección formal, no tienen nada que ver con la realidad.

Argentina es, hoy por hoy,  la expresión más conspicua de este estado de cosas. La irracionalidad de este proyecto se manifiesta en forma concreta en las políticas que el gobierno de Millei, recién electo, intenta imponer a la sociedad, politicas que incluso - él mismo se encarga de enfatizar-  van a terminar de destruir lo poco que queda en pie -en el caso argentino, después de la “ayuda” del FMI. Los salarios, las fuentes de trabajo, las pensiones; los servicios  públicos de salud y educación; las capacidades de regulación que tiene el Estado. Y especialmente las del sistema democrático, tratando de atribuirse un poder que le permita realizarlo, sin necesidad de someterlo al escrutinio del pueblo y la ciudadanía, que para el libertarismo no es más que una masa informe sin voluntad, aspiraciones ni autoridad.

Excepto por la posibilidad de elegir entre lo que el sistema ofrece, en Argentina y en todo el mundo, la humanidad ha sido reducida a la calidad de espectador. Así, la barbarie del sionismo en Palestina es tolerada no solamente por los organismos que ésta creó después del fascismo, precisamente, para evitar que volviera a ocurrir, sino por la humanidad entera con una indiferencia escalofriante. Energúmenos como Trump, Bolsonaro y Millei; Vox en España y los Frateli d’Italia en Europa son los retoños del neoberalismo, que oponen a los catastróficos resultados de la globalización neoliberal, unos nacionalismos demagógicos; un paternalismo, un cesarismo de opereta y unos proteccionismos autoritarios que pretenden mantener las posiciones de dominio de las mismas clases que los provocaron.

El experimento argentino, quizás sólo comparable al que realizó Pinochet en Chile, es hoy por hoy, la vanguardia de la reacción en América Latina. No es que vaya a terminar solamente con los derechos conquistados por el pueblo en el pasado; ni tampoco es un intento por aplicar una receta económica con el fin de seguir beneficiando al capital financiero y los grupos monopólicos, que ya se soban las manos tratando de hacerse de los fondos previsionales de los trabajadores y trabajadoras liquidando el FGS, posibilitando la especulación con los precios, poniendo límtes a la negociación colectiva, liberando las importaciones, mientras ya es notoria la caída de la inversión y quiebran las PYMES.

El experimento argentino es el intento de realizar las mismas recetas que se han aplicado ya con los consabidos resultados de estancamiento económico; aumento de la violencia -como se aprecia en Ecuador-; profundización de la desigualdad y la pobreza y destrucción del medioambiente. Pero ahora en el marco de una carrera desenfrenada y sin control y que se confía del deterioro moral y doctrinario de las fuerzas que históricamente han representado la negación del sistema dominante. Pobres contra pobres, pueblo contra pueblo, es la utopía de los neoliberales, ahora de los libertarios, usando como excusa, precisamente, la libertad. 

La construcción de un "nosotros" que pueda oponer al experimento libertario, después del cual es muy probable que no quede mucho por componer, es urgente y necesario. Es una tarea moral y cultural; una tarea de masas.  No solamente el resultado de la obra de un gobierno ni de una coalición. Ni siquiera la suma de todas las reivindicaciones e intereses lesionados por las políticas libertarias, que son libertad para los vivos y palos para los pobres. La construcción de ese "nosotros", pasa por la afirmación de unos principios que convoquen a todos y todas, y no sólo a los propios. La democracia; la igualdad y la solidaridad; el derecho a tener un futuro y a una libertad real y no sólo formal, que es la única que garantiza el mercado. También por separar aguas con quienes tienen la intención de profundizar en la actualidad este estado de cosas. Construir ese nosotros en Chile, es la mejor manera de apoyar al pueblo argentino en su histórica tarea de detener el experimento totalitario de Millei y sus aliados.